TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 28 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 29 DE DICIEMBRE, SOLEMNIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA

LA PROTECCIÓN DE DIOS



Mateo 2,13-15, 19-23     Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto». Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño». Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.

Otras Lecturas: Eclesiástico 3,2-6, 12-14; Salmo 127; Colosenses 3,12-21

LECTIO:
     Todavía está reciente en las mentes de María y José la visita de los Magos cuando el ángel habla a José en sueños, advirtiéndole en esta ocasión que debe abandonar el país ya que corre peligro la familia. Herodes el Grande, que gobernaba en nombre de los romanos, estaba preocupado. Su gobierno era duro y ante el menor asomo de amenaza a su reinado, emprendía la acción. En esta ocasión se propone matar a un joven rey: el recién nacido del que le habían hablado los Magos.
Dios interviene en favor de la familia. Huyen a Egipto, un viaje de varios cientos de kilómetros. La familia se pone en marcha inmediatamente, aquella misma noche, y se queda en Egipto viviendo discretamente hasta la muerte de Herodes.
     Dios vuelve a enviar a su mensajero para que hable con José. Esta vez el ángel le dice que vuelva a casa. José es obediente y parte inmediatamente para Palestina. Pero a lo largo del camino José se da cuenta de que, aunque el reino de Herodes se había dividido en dos, quien ahora gobierna en Judea es Arquelao, uno de los hijos más crueles de Herodes. José está inquieto y no tiene claro de lo que debe hacer. Un tercer sueño ayuda a José a tomar la decisión de dirigirse a la pequeña ciudad de Nazaret, en la provincia del norte de Galilea, donde gobierna Herodes Antipas, el que más tarde decapitaría a Juan Bautista.
     Dos profecías más se cumplen gracias a la obediencia de José a Dios. Jesús, lo mismo que Israel, es llamado del exilio en Egipto tal como había profetizado Oseas 11,1 ‘De Egipto llamé a mi hijo’. Mateo también atribuye un significado profético al hecho de que Jesús se criara en Nazaret. Puede que estuviera pensando en Jueces 13,5-7 o en Isaías 11,1 donde la palabra hebrea nezer (que se suena de manera parecida a ‘nazareno’) significa ‘retoño’. Isaías dice que brotará un retoño nuevo de la raíz de Jesé. Un comienzo nuevo surgirá de la casa real de David, trayendo la liberación y la salvación, lo que Jesús ofreció y sigue ofreciendo a todo el que quiere seguirle.

MEDITATIO:
¿Cómo crees que se sintieron María y José cuando llegaron a Egipto y se pusieron a buscar nueva casa, un trabajo, unos ingresos? ¿Qué puedes aprender de todo esto?
Dios le dio a José directrices concretas que configuraron la historia humana. ¿De qué manera crees que interviene Dios en la actualidad?
Piensa en las ocasiones en que has experimentado la protección y la guía de Dios
¿Cómo distingues entre tus propias buenas ideas y una palabra que te dirija Dios?

ORATIO:
     El Salmo 127 nos aconseja temer y obedecer a Dios “Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos”. Este temor no significa estar asustado, sino sentir respeto y temor religioso ante lo que es Dios. Trae a su presencia algunas de las decisiones, pequeñas o grandes, que tengas que tomar para que él te guíe. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a actuar tal como Dios te indique. Dedica hoy algún tiempo a rezar por los miembros de tu familia.

CONTEMPLATIO:
     Colosenses 3,12-21 nos habla de nuestras relaciones, primero con Dios y luego con nuestras familias y con los demás. Pasa algún tiempo meditando sobre estos versículos y deja que Dios te hable por medio de ellos.

JORNADA POR LA FAMILIA Y LA VIDA

Esposo y esposa, padre y madre por la gracia de Dios
Nota de los obispos para la Jornada de la Sagrada Familia

     Con el lema “Esposo y esposa, padre y madre por la gracia de Dios”, los obispos de la Subcomisión Episcopal de la Familia y Defensa de la Vida queremos llamar la atención de todos los fieles cristianos ante la situación preocupante del momento que vivimos en nuestra sociedad.
     Asistimos perplejos a un cambio sustancial en nuestra legislación que afecta gravemente a la familia. Este cambio viene promovido por la irrupción de la llamada “ideología de género”, que toma carta de ciuda­danía en nuestro ordenamiento jurídico. Esta forma de pensar utiliza un lenguaje propio con términos de gran contenido ideológico que llevan a una verdadera deformación lingüística con la consiguiente disolución de significados –parece perderse el sentido o significado original y au­téntico de los términos–; tal es el caso de la utilización del término “progenitor” en lugar de los de “padre o madre”. Esta ideología pretende impregnar todo el ámbito social, especialmente el educativo, para llevar a la sociedad a una situación de permisivismo radical; en último término a una cultura que no genera la vida y que vive la tendencia cada vez más acentuada de convertirse en una cultura de muerte1.
«La legislación actualmente vigente en España ha ido aún más allá. La Ley de 1 de julio de 2005, que modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio, ha redefinido la figura jurídica del matrimonio. Este ha dejado de ser la institución del consorcio de vida en común entre un hombre y una mujer en orden a su mutuo perfeccionamiento y a la procreación y se ha convertido en la insti­tución de la convivencia afectiva entre dos personas, con la posibi­lidad de ser disuelta unilateralmente por alguna de ellas, solo con que hayan transcurrido tres meses desde la formalización del con­trato de “matrimonio” que dio inicio a la convivencia. El matrimonio queda así transformado legalmente en la unión de dos ciudadanos cualesquiera para los que ahora se reserva en exclusiva el nombre de “cónyuges” o “consortes”. De esa manera se establece una «in­sólita definición legal del matrimonio con exclusión de toda referen­cia a la diferencia entre el varón y la mujer. Es muy significativa al respecto la terminología del texto legal. Desaparecen los términos “marido” y “mujer”, “esposo” y “esposa”, “padre” y “madre”. De este modo, los españoles han perdido el derecho de ser reconocidos expresamente por la ley como “esposo” o “esposa” y han de inscri­birse en el Registro Civil como “cónyuge A” o “cónyuge B”»2.

1 Conferencia episcopal española, La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar, (26.IV. 2012), n. 57.
2 Ibíd., n. 109.

      Esto nos obliga a considerar las consecuencias de esta situación para nuestra sociedad y nuestra responsabilidad, ya no solo como creyen­tes, sino también como ciudadanos, pues asistimos a la destrucción del matrimonio por vía legal3. Dado que los términos suprimidos en las le­yes promulgadas hacen referencia a los papeles del hombre y la mujer en el matrimonio y la familia, no pueden ser superados ni sustituidos dichos papeles sin afectar esencialmente a estas instituciones, incluso al nivel meramente natural, así como al bien común de la sociedad.
    Desde el punto de vista de la fe es importante reflexionar sobre el lema de esta Jornada, “Esposo y esposa, padre y madre por la gracia de Dios”, reconociendo el profundo significado que tienen en la Sagrada Escritura los términos de “esposo” y “esposa”, a modo de parangón, a las relaciones que mantiene Dios con su Pueblo, con su Iglesia. De igual modo los términos relativos a la paternidad, “padre” y “madre”, evocan, en un paralelismo intrínseco –propio de su ser–, a las relaciones que Dios mantiene con los hombres desde el principio. Sin esta referencia al significado profundo que estos términos tienen quizás no se acierte a reconocer el enorme calado del efecto que en la cultura y en la sociedad puede derivarse de la aplicación de estos cambios.
     El término “esposos”, que originalmente no significaba “casados”, sino “prometidos”, deriva del latín sponsus, del verbo spondere, que significa “prometer”. Sponsus y sponsa (esposo y esposa) eran quienes habían realizado la sponsalia, es decir, la ceremonia de esponsales. Se trataba de un ritual mediante el cual el novio pedía la mano de su amada, y estos, en ese momento, tenían permiso para comenzar a verse. En este sentido es muy sugerente y orientativa del contenido amoroso de los términos “esposos” la lectura del Cantar de los Cantares.
    La palabra cónyuge viene del latín coniux-coniugis, que designa a cual­quiera de los dos miembros de un matrimonio en su relación jurídica para con el otro. La utilización del término “cónyuge” para ambos miem­bros del “matrimonio”, además de llevar a utilizar el mismo término para ambos, induciendo a entender que son indiferentes los sexos de cada uno, se utiliza como un vocablo que se refiere fundamentalmente a la unión y a la relación jurídica entre ambos.
     Análoga consecuencia se deriva de la utilización del término “progeni­tor” en lugar de los de “padre” y “madre”, teniendo el término “proge­nitor” un contenido esencialmente biológico. Los ideólogos de género saben que la familia con padre y madre infunde a los hijos la noción –tan natural, por lo demás– de que hombres y mujeres somos diferen­tes. Toda paternidad procede de Dios. 

«Cuando, junto con el Apóstol, doblamos las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad y maternidad (cf. Ef 3, 14-15), somos conscientes de que ser padres es el evento mediante el cual la familia, ya constituida por la alianza del matrimonio, se realiza “en sentido pleno y específico”. La maternidad implica necesariamente la paternidad y, recíprocamente, la paternidad implica necesariamente la maternidad: es el fruto de la dualidad, concedida por el Creador al ser humano desde “el principio”»4.
      
         3 Ibíd., n. 111.

     Esta relación de hijo y la filiación en último extremo del Padre Dios se muestra plásticamente en el cuadro de Jerónimo Jacinto de Espinosa, que hemos propuesto como cartel de la Jornada, donde se presenta en primer término al Niño Jesús rodeado por san Joaquín y santa Ana, los padres de la Virgen, además de esta y san José en un segundo plano; y por encima de todo el Padre Eterno infundiendo su espíritu sobre ellos y el mundo en general.
     La genealogía de la persona está, pues, unida, ante todo y en primer lu­gar, con la eternidad de Dios, y, en segundo término, con la paternidad y maternidad humana, que se realiza en el tiempo. Desde el momento mismo de la concepción el hombre está ya ordenado a la eternidad en Dios5. De esta manera se expresa con estos términos la profunda inten­sidad del amor de Dios a los hombres y nos permite también descubrir que la gracia de Dios ayuda, en el matrimonio, a los esposos a vivir y fortalecer su vocación al amor.
     Pidamos a santa María, la Virgen, Esposa y Madre, que nos ilumine, ayude y fortalezca para que desde el puesto de cada uno en la sociedad defendamos y promovamos el matrimonio y la familia y su adecuado tratamiento por las leyes.
 4 Juan pablo ii, Carta a las familias (1994), n. 7.

5 Ibíd., n. 9.


viernes, 27 de diciembre de 2013

ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
IGLESIA DE SAN JOSÉ

Cádiz  Extramuros




AVISO PARA ADORADORAS/ES DEL TURNO NÚM. 5 DE MARÍA AUXILIADORA Y SAN JOSÉ

2013

     Como es tradicional, y próximos a finalizar el año, el Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna convoca Vigilia General extraordinaria, a celebrar en el Oratorio de la Santa Cueva -(entrada por c/San Francisco nº 11-1º Izdª o c/Rosario)- el próximo lunes día 30 de Diciembre a las 20,00 horas, y en la que esperamos contar con tu presencia, en la certeza que…

¡JESÚS  SACRAMENTADO  NOS  ESPERA!

martes, 24 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA PARA EL MIÉRCOLES 25 DE DICIEMBRE, NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Se cumple una promesa
Lucas 2,15-20     En aquel tiempo, salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.
     También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
     En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.
     El ángel les dijo: - «No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

     De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: - «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor».

Otras Lecturas: Isaías 9,1-3,5-6; Salmo 95; Tito 2,11-14
      Lecturas para la Misa de la Aurora:  Isaías 62,11-12; Salmo 96; Tito 3,4-7 - y para la Misa de Navidad:  Isaías 52,7-10; Salmo 97; Hebreos 1,1-6.

LECTIO:
     Celebramos hoy el nacimiento de nuestro Salvador y hacemos memoria de otra visita de ángeles, en esta ocasión a los pastores. Qué sorprendente encuentro es éste. Los pastores apostados en lo alto de una colina solitaria debieron sentirse desconcertados hasta las entrañas cuando de repente se les aparece un ángel y empieza a hablarles. Y a él se une una gran muchedumbre de ángeles del cielo.
     Los pastores se encontraban en el nivel más bajo de la escala social judía. Tenían una escasa instrucción y disponían de poco tiempo para los deberes religiosos, ya que su vida nómada les impedía acudir a la sinagoga. Y son precisamente ellos los primeros a quienes se anuncia aquello que habían estado rezando por oír innumerables judíos siglo tras siglo: la llegada del Mesías.
     No sólo ven a un ángel, sino a todo un ejército de ellos. Y, además, ‘la gloria del Señor brilló sobre ellos’. No es de extrañar que dejen los rebaños y acudan a la ciudad en busca del niño. Encuentran al recién nacido en un pesebre, tal como les había dicho el ángel. Rebosantes de gozo y alegría, no pueden dejar de alabar a Dios y de contar a la gente lo que ha sucedido.
     ¿Cuánta gente creyó lo que contaban los pastores? No sabemos. A María y a José todo aquello debió de traerles a la memoria sus propios encuentros con los ángeles meses antes.

MEDITATIO:
¿Por qué crees que Dios escogió proclamar las noticias del nacimiento de Jesús y manifestar su significado a unos pastores de tan baja condición?
¿Qué crees que pudieron sentir María y José ante aquellos toscos pastores que les traían, de parte de un ángel, noticias sobre su hijo recién nacido? ¿Fue una sorpresa o más bien una confirmación de lo que ya sabían?
María y José reflexionaban, se alegraban los pastores, cantaban los ángeles y las gentes se asombraban. ¿De qué manera reaccionarás tú el día de hoy?
¿Cómo comunicarás estos maravillosos acontecimientos a quienes te rodean cuando te pregunten por qué o de qué manera celebras la Navida?

ORATIO:
     Lucas nos dice que los ángeles invitaron a todos a alegrarse por el nacimiento de Jesús. El Salmo 95 nos abre el camino: “Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones”.

CONTEMPLATIO:
     Al celebrar este día el nacimiento de nuestro Salvador, reflexiona sobre estas palabras de Tito 3:4-7: ‘Pero Dios nuestro Salvador mostró su bondad y su amor por la humanidad, y nos salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho nada bueno, sino porque tuvo compasión de nosotros. Por medio del lavamiento nos ha hecho nacer de nuevo; por medio del Espíritu Santo nos ha dado nueva vida, y por medio de nuestro Salvador Jesucristo nos ha dado el Espíritu Santo en abundancia, para que, hechos justos por su bondad, recibamos la vida eterna que esperamos’.
Compartir con los demás el don de la Navidad
Benedicto XVI, pp emérito



Queridos hermanos y hermanas:

    Dios se hizo Hijo del hombre para que nosotros nos convirtiéramos en hijos de Dios. Durante el Adviento, del corazón de la Iglesia se ha elevado con frecuencia una imploración: «Ven, Señor, a visitarnos con tu paz; tu presencia nos llenará de alegría». La misión evangelizadora de la Iglesia es la respuesta al grito «¡Ven, Señor Jesús!», que atraviesa toda la historia de la salvación y que sigue brotando de los labios de los creyentes. «¡Ven, Señor, a transformar nuestros corazones, para que en el mundo se difundan la justicia y la paz!»… 
     En efecto, «la Verdad que salva la vida -que se hizo carne en Jesús-, enciende el corazón de quien la recibe con un amor al prójimo que mueve la libertad a comunicar lo que se ha recibido gratuitamente» (ib.). Ser alcanzados por la presencia de Dios, que viene a nosotros en Navidad, es un don inestimable, un don capaz de hacernos «vivir en el abrazo universal de los amigos de Dios» (ib.), en la «red de amistad con Cristo, que une el cielo y la tierra» (ib., 9), que orienta la libertad humana hacia su realización plena y que, si se vive en su verdad, florece «con un amor gratuito y enteramente solícito por el bien de todos los hombres» (ib., 7).
     No hay nada más hermoso, urgente e importante que volver a dar gratuitamente a los hombres lo que hemos recibido gratuitamente de Dios. No hay nada que nos pueda eximir o dispensar de este exigente y fascinante compromiso.
     La alegría de la Navidad, que ya experimentamos anticipadamente, al llenarnos de esperanza, nos impulsa al mismo tiempo a anunciar a todos la presencia de Dios en medio de nosotros.
     La Virgen María, que no comunicó al mundo una idea, sino a Jesús mismo, el Verbo encarnado, es modelo incomparable de evangelización. Invoquémosla con confianza, para que la Iglesia anuncie también en nuestro tiempo a Cristo Salvador. Que cada cristiano y cada comunidad experimenten la alegría de compartir con los demás la buena nueva de que Dios «tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo unigénito para que el mundo se salve por medio de él» (Jn 3,16-17). Este es el auténtico sentido de la Navidad, que debemos siempre redescubrir y vivir intensamente.
     Preparaos con fervor para celebrar el misterio del nacimiento del Hijo de Dios. Abrid vuestros corazones al Señor, que ya llega, poniéndonos al servicio de todos, especialmente de los más necesitados. 

domingo, 22 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 22 DE DICIEMBRE, 4º DE ADVIENTO

UNA APARICIÓN ANGÉLICA


Mateo 1,18-25     El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Otras Lecturas: Isaías 7,10-14; Salmo 23; Romanos 1,1-7

LECTIO:
     Nos hallamos en los días que conducen directamente al nacimiento de Jesús. En los versículos precedentes, Mateo ha trazado el árbol genealógico de Jesús, pasando por el rey David hasta llegar al mismísimo Abraham, padre de la nación judía. Dios había prometido a Abraham que por medio de sus descendientes sería bendecida toda la familia humana (Génesis 12,2-3).
    Estamos familiarizados con el encuentro de María con el ángel Gabriel, tal como se nos contaba en Lucas 1,26-38, pero Mateo se limita a decir que ‘se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo’.
Por el contrario, Mateo fija la atención en el encuentro de José con el ángel. José está comprometido para casarse con María, pero su futura esposa le dice que está embarazada. Sabe que él no es el padre, así que decide romper el compromiso. En la sociedad judía de aquella época una promesa de matrimonio era vinculante legalmente: sólo se podía romper mediante un acto formal de divorcio.
     Es obvio que José se preocupa por María y por eso quiere disolver el compromiso en secreto para no perjudicarla. Mientras planea todo esto, se le aparece en sueños un ángel que le dice que no tema casarse con María. El ángel le confirma a José lo que Gabriel le había dicho a María: la criatura había sido concebida por el poder del Espíritu Santo, sería un varón y debían ponerle por nombre Jesús
     En aquella época, Jesús era un nombre de niño muy popular. En hebreo significa ‘el Señor salva’. Le recordaba a la gente su gran antepasado Josué (cuyo nombre tenía el mismo significado), el que sacó a los israelitas de su peregrinar por el desierto y los introdujo en la tierra prometida después de la muerte de Moisés. Pero, añade el ángel, este ‘Josué’ salvará al pueblo de una manera muy especial, no sólo del exilio físico en el desierto, sino de ‘sus pecados’.
     Mateo interpreta estos acontecimientos como cumplimiento exacto de la promesa de Isaías 7,14: que enviaría a Emanuel, ‘Dios con nosotros’. Por eso este niño no sólo tiene un nombre corriente, sino también otro nombre muy especial que no se le ha dado a ningún otro.
     José, al igual que María en el evangelio de Lucas, cree y actúa según le indica el ángel, y se casa con María. Después del nacimiento del niño es José quien le pone el nombre de Jesús. Al hacer esto, se identifica como ‘padre legal’ de Jesús y, por ser descendiente del rey David, le confiere linaje real.
     Con toda fidelidad, junto con María, José desempeña su papel en el plan salvífico de Dios. Ayuda a proporcionarle un hogar donde crezca Jesús hasta que cumpla con su misión en la tierra.

MEDITATIO:
Piensa en José. ¿Cómo debió sentirse cuando María le contó lo que le había dicho el ángel, que sería la madre del hijo de Dios? ¿O que estaba encinta por la fuerza del Espíritu Santo?
¿Qué lecciones puedes sacar de la buena disposición de José para actuar rápidamente tan pronto supo lo que Dios quería que hiciera?
Jesús vino para salvar al pueblo de sus pecados. ¿Qué significa esto para ti?
Dios concede gracia y fortaleza para hacer frente a situaciones imposibles. ¿Cuándo y dónde te ha ayudado a ti?

ORATIO:
     Vuelve a leer varias veces los versos del salmo 23. Utilízalos para dar gloria al gran rey.

CONTEMPLATIO:
     Dios prometió que enviaría un Mesías para salvar a su pueblo. Piensa en su fidelidad. Admírate de que Jesús viniera a este mundo como Emanuel, ‘Dios con nosotros’. ¿Qué significa esto para ti?
"De los escritos del Siervo de Dios D. Luis de Trelles y Noguerol”
EL NIÑO JESÚS EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR


    Jesús está siempre real y corporalmente en medio de nosotros por medio del Santísimo Sacramento de la Eucaristía. La Iglesia es como un inmenso Belén, donde el Rey de los cielos, oculto y cubierto bajo pobres apariencias, es adorado, reconocido, amado y servido por los ángeles y los corazones fieles. Belén significa en hebreo casa de pan; la Iglesia es esta casa, construida de piedras vivas, que son sobre la tierra los cristianos y en el cielo los santos y los ángeles; y este pan es Nuestro Señor Jesucristo, pan de los ángeles, alimento eterno de los bienaventurados, y nuestro espiritual alimento [...] La Eucaristía, es Jesús en todos los estados por los que quiso pasar para obrar nuestra salvación; está por consiguiente allí también el misterio de su Santa Infancia. Sí, en medio de nosotros tenemos siempre al Niño Jesús. Sí, cuando estamos de rodillas ante el augusto Sacramento, estamos a los pies del Niño Jesús, del mismo Niño Dios, que reposó su cabeza un día en el humilde pesebre de Belén.
     ¡Oh felicidad! ¡Oh admirable portento! Nada tenemos que envidiar ni a los pastores ni a los magos, adoramos, vemos, tocamos, poseemos al mismo Dios, anonadado por nuestro amor en el misterio de la Eucaristía, como delante de aquellos estuvo en el misterio de la Encarnación.
     Por la Eucaristía continúa Nuestro Señor al través de los siglos el misterio de la Encarnación y de la Redención.En ese gran Belén, que es la Iglesia, el sacerdote perpetúa por medio de su santo ministerio la obra de María, dando en cierta manera a luz sobre el altar, por medio de la consagración, al Dios Hombre. En sus manos lo tiene, lo presenta a los fieles y se lo entrega amorosamente. Se lo da en la sagrada Comunión y vienen a ser ellos entonces cuna viviente, donde se digna descansar el Niño Dios, cuna suave y mullida […] La luz que brilla noche y día delante del Santísimo Sacramento, es como una continuación de la estrella que brilló a los ojos de los magos y que se paró sobre el lugar donde estaba el Niño Jesús. Es el símbolo de la fe siempre luminosa y de amor siempre ardiente, que debemos a nuestro amado Jesús presente e nuestros sagrarios. Tristemente, en muchas de nuestras iglesias, desiertas y solitarias.  (L. S. Tomo III (1872) pág. 6 - 7)

sábado, 21 de diciembre de 2013

CONTEMPLAR A SAN JOSÉ EN EL ADVIENTO
Benedicto XVI, pp emérito

Queridos hermanos y hermanas:
     En estos últimos días del Adviento, la liturgia nos invita a contemplar de modo especial a la Virgen María y a san José, que vivieron con intensidad única el tiempo de la espera y de la preparación del nacimiento de Jesús. Hoy deseo dirigir mi mirada a la figura de san José. En la página evangélica de hoy san Lucas presenta a la Virgen María como «desposada con un hombre llamado José, de la casa de David» (Lc 1,27). Sin embargo, es el evangelista san Mateo quien da mayor relieve al padre putativo de Jesús, subrayando que, a través de él, el Niño resultaba legalmente insertado en la descendencia davídica y así daba cumplimiento a las Escrituras, en las que el Mesías había sido profetizado como «hijo de David».
     Desde luego, la función de san José no puede reducirse a este aspecto legal. Es modelo del hombre "justo" (Mt 1,19), que en perfecta sintonía con su esposa acoge al Hijo de Dios hecho hombre y vela por su crecimiento humano. Por eso, en los días que preceden a la Navidad, es muy oportuno entablar una especie de coloquio espiritual con san José, para que él nos ayude a vivir en plenitud este gran misterio de la fe.
     El amado Papa Juan Pablo II, que era muy devoto de san José, nos ha dejado una admirable meditación dedicada a él en la exhortación apostólica Redemptoris Custos, "Custodio del Redentor". Entre los muchos aspectos que pone de relieve, pondera en especial el silencio de san José. Su silencio estaba impregnado de contemplación del misterio de Dios, con una actitud de total disponibilidad a la voluntad divina. En otras palabras, el silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino, al contrario, la plenitud de fe que lleva en su corazón y que guía todos sus pensamientos y todos sus actos. Un silencio gracias al cual san José, al unísono con María, guarda la palabra de Dios, conocida a través de las sagradas Escrituras, confrontándola continuamente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración constante, oración de bendición del Señor, de adoración de su santísima voluntad y de confianza sin reservas en su providencia. No se exagera si se piensa que, precisamente de su "padre" José, Jesús aprendió, en el plano humano, la fuerte interioridad que es presupuesto de la auténtica justicia, la "justicia superior", que él un día enseñará a sus discípulos (cf. Mt 5,20).

     Dejémonos "contagiar" por el silencio de san José. Nos es muy necesario, en un mundo a menudo demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento y la escucha de la voz de Dios. En este tiempo de preparación para la Navidad cultivemos el recogimiento interior, para acoger y tener siempre a Jesús en nuestra vida.

sábado, 14 de diciembre de 2013

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 15 DE DICIEMBRE, 3º DE ADVIENTO

Fe en Jesús

Mateo 11:2-11     En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». Jesús les respondió:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!».

     Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: «Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti». Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».
Otras Lecturas: Isaías 35:1-6a; Salmo 145; Santiago 5:7-10

LECTIO:
     El evangelio de este domingo vuelve a centrarse en Juan Bautista, pero esta vez no lo hace en su papel de quien prepara el camino del Mesías, sino más bien de quien da testimonio del ministerio mesiánico de Jesús.
     Juan Bautista está en la cárcel pero le han contado la actividad de Jesús. Está desconcertado. Las acciones de Jesús no parecen corresponder con el hacha, el fuego y el juicio que, según el mismo Juan le había dicho al pueblo, habría de traer el Mesías (véase la lectura de la semana pasada: Mateo 3:7-12). ¿Había cometido un error? ¿Era otro ‘quien había de venir’? Por eso envía a unos discípulos suyos para que le pregunten personalmente a Jesús. Jesús no les da una respuesta directa, sino que les dice a los discípulos de Juan que le transmitan las pruebas: los enfermos son curados, los muertos resucitan a la vida y a los pobres se les predica la Buena Noticia. Quiere que Juan entienda que él es efectivamente el Mesías y que trae el Reino de los cielos tal como lo habían anunciado los profetas del Antiguo Testamento, como Isaías (Isaías 35:5-6, 61:1). No se nos dice cuál fue la respuesta de Juan, pero Jesús avala su integridad y confirma que Juan es ciertamente el ‘mensajero’ enviado para preparar el camino al Mesías tal como había profetizado Malaquías (3:1).
     La misión profética de Juan era denunciar el pecado y llamar al arrepentimiento. El mensaje era el mismo para todos –reyes, dirigentes religiosos, la gente del pueblo- y no tenía miedo de hablar en voz alta. Eso fue lo que hizo que lo metieran en la cárcel por condenar el matrimonio del rey Herodes con la mujer de su hermano, y lo que en definitiva le costó la vida (Mateo 14:3-12).

MEDITATIO:
Jesús quiere que descubramos por nosotros mismo quién es él. ¿Quién crees que es Jesús?
¿Por qué crees que son felices las personas que no pierden la confianza en Jesús (versículo 6)?
¿De qué manera reaccionó Juan cuando se dio cuenta de que no entendía lo que estaba haciendo Jesús? ¿Qué podemos aprender de esto y de la respuesta que le dio Jesús?
Juan no era una caña sacudida por el viento. ¿De qué manera pueden afectarte el frío viento de la crítica y la burla? ¿Eres capaz de dar la cara por tu fe?

ORATIO:
     Dios sigue interviniendo en la historia y en las vidas particulares para ofrecer la curación, el auxilio y la paz. Lee el Salmo 145 para traer a la memoria la bondad y la fidelidad de Dios. Usa el salmo para dale gracias y alabanza.
     Ponte a disposición de Dios en la oración. Puede que te impulse a orar por personas concretas que necesitan su ayuda y su intervención en sus vidas en estos mismos momentos.

CONTEMPLATIO:
     Una y otra vez, en la escritura leemos relatos de cómo interviene Dios en las vidas de las personas para proporcionarles perdón, curación y guía. Dedica algún rato a reflexionar sobre las maneras en que ha intervenido Dios en tu vida.