TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 28 de mayo de 2022

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR A LOS CIELOS 

     La liturgia pone ante nuestros ojos, una vez más, el último de los misterios de la vida de Jesucristo entre los hombres: Su Ascensión a los cielos. Desde el Nacimiento en Belén, han ocurrido muchas cosas: lo hemos encontrado en la cuna, adorado por pastores y por reyes; lo hemos contemplado en los largos años de trabajo silencioso, en Nazaret; lo hemos acompañado a través de las tierras de Palestina, predicando a los hombres el Reino de Dios y haciendo el bien a todos. Y más tarde, en los días de su Pasión, hemos sufrido al presenciar cómo lo acusaban, con qué saña lo maltrataban, con cuánto odio lo crucificaban.

   Al dolor, siguió la alegría luminosa de la Resurrección. ¡Qué fundamento más claro y más firme para nuestra fe! Ya no deberíamos dudar. Pero quizá, como los Apóstoles, somos todavía débiles y, en este día de la Ascensión, preguntamos a Cristo:¿Es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?; ¿es ahora cuando desaparecerán, definitivamente, todas nuestras perplejidades, y todas nuestras miserias?

   El Señor nos responde subiendo a los cielos.  También como los Apóstoles, permanecemos entre admirados y tristes al ver que nos deja. No es fácil, en realidad, acostumbrarse a la ausencia física de Jesús. Me conmueve recordar que, en un alarde de amor, se ha ido y se ha quedado; se ha ido al Cielo y se nos entrega como alimento en la Hostia Santa. Echamos de menos, sin embargo, su palabra humana, su forma de actuar, de mirar, de sonreír, de hacer el bien. Querríamos volver a mirarle de cerca, cuando se sienta al lado del pozo cansado por el duro camino, cuando llora por Lázaro, cuando ora largamente, cuando se compadece de la muchedumbre.

    Siempre me ha parecido lógico y me ha llenado de alegría que la Santísima Humanidad de Jesucristo suba a la gloria del Padre, pero pienso también que esta tristeza, peculiar del día de la Ascensión, es una muestra del amor que sentimos por Jesús, Señor Nuestro. El, siendo perfecto Dios, se hizo hombre, perfecto hombre, carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre. Y se separa de nosotros, para ir al Cielo. ¿Cómo no echarlo en falta?

San José María Escrivá-de las obras del fundador del Opus Dei


viernes, 20 de mayo de 2022

PARA EL DIÁLOGO Y LA MEDITACIÓN

MAYO MES DE MARÍA

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS

 

     Hace ciento cinco años que la Virgen se apareció en Fátima y prometió a unos pastorcillos: “Mi Corazón Inmaculado triunfará"dos de ellos, los hermanos Francisco y Jacinta ya canonizados, y su prima, Hermana Lucia del Corazón Inmaculado de María, Sierva de Dios. A los pastorcillos les prometió llevarlos pronto al Cielo, pero a Lucia, la mayor, le dijo que se quedaría para difundir la devoción a su Corazón Inmaculado; ante los temores y miedos que le manifestó la niña, la Virgen le dijo: “Mi Inmaculado Corazón será siempre tu refugio”.

    Aquellos pastorcillos adoctrinados por el Ángel, en el amor a Jesús Sacramentado y en el espíritu de reparación por los pecados que ofenden al Señor, les enseña la oración de reparación: Santísima Trinidad… Dios mío yo creo…, que la rezaban unida a sus sacrificios, conscientes de los designios de la Providencia.  Desde su inocencia y guiados por la acción del Espíritu Santo por medio de la Virgen, vivieron el amor a Ella y a Jesús, y por los pecadores, ofreciendo sacrificios, rezando el rosario diariamente, Francisco pasaba muchas horas acompañando a Jesús en el sagrario, “que está muy solo”. Vivo ejemplo para nosotros adoradores, para imitar y pedir la intercesión a estas “luminarias”, que nos enseñen el camino que nos ha mostrado el Cielo.

     La última aparición de la Virgen, en el mes de octubre, además de varias manifestaciones sobrenaturales, comprobadas por más de setenta mil personas, apareció san José con el Niño bendiciendo al mundo; no olvidemos la insistencia del Papa Francisco en acudir en TODO a san José, en estos tiempos que nos toca vivir; a la vez dijeron aquellas palabras que deben resonar en nuestro corazón de adorador, “No ofendan más a Dios que ya está muy ofendido”.

   Desde entonces, todos los Papas han tenido muy presentes las peticiones de la Virgen en Fátima, animándonos, con su palabra, ejemplo y peregrinación a hacer vida el mensaje de la Virgen.  Mensaje de rezar el Rosario todos los días, sobre todo en familia, bajo el patrocinio de San José, amor a la Eucaristía y actos de reparación y sacrificios por la conversión de los pecadores, como recuerda la oración enseñada por la Virgen, para rezar después de cada misterio del Rosario, “Oh Jesús mío perdonad nuestros pecados…

     La promesa del triunfo del Corazón Inmaculado de María, vinculada a la celebración de los cinco primeros sábados de mes en reparación, con las indicaciones que Ella nos ha dado, sigue siendo urgente y actual:  Reparar las blasfemias contra la Inmaculada Concepción.  Reparar las blasfemias contra la Virginidad de la Virgen Nuestra Señora.  Reparar las blasfemias contra la Maternidad Divina, rechazando al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres.  Reparar por los que procuran influir en el corazón de los niños: ignorancia, indiferencia, desprecio y odio hacia esta Inmaculada Madre. 5º Reparar las ofensas con las que la ultrajan directamente en sus sagradas imágenes. La Virgen muestra la preocupación por sus hijos, y por la salvación eterna de los mismos, en la Patria del Cielo; así se lo recordamos en el rezo de la Salve, “vuelve tus ojos misericordiosos” , “Muéstranos a Jesús”. 

    Juan Pablo II, unido estrechamente al mensaje de Fátima, en sus viajes a España, nos recordaba “España tierra de María”.  Ella sigue mostrándonos la misericordia de su Hijo, en cientos de santuarios marianos extendidos por toda nuestra Patria, con tan queridas advocaciones, títulos entrañables y familiares para nosotros sus hijos, para mantener y aumentar la fe del Pueblo de Dios. Nos recuerda Juan Pablo II : “que, en este amor misericordioso de su Hijo, manifestado ante todo en contacto con el mal moral y físico, participaba de manera singular y excepcional el corazón de la que fue Madre del Crucificado y del Resucitado. En Ella y por ella, tal amor no cesa de revelarse en la historia de la Iglesia y de la humanidad (Dives in misericordia).

     De la mano de la Virgen, y en su Corazón Inmaculado, acudimos a nuestra vigilia mensual para, con Ella y como los pastorcillos, consolar, reparar, orar por la conversión de los pecadores y  por el Papa al que tenía especial predilección Jacinta; darle todo  nuestro amor al Corazón eucarístico de su Hijo, para que, a través de su Madre, nos haga apóstoles  de su misericordia para tantas personas tan necesitadas que la están buscando sin saberlo; para que no ofendan más a nuestro Señor…, y, desde nuestra pequeñez, ser “luminarias”, para que se acelere el triunfo del Inmaculado Corazón de María, como lo ha prometido.

     El Papa Francisco nos dice en Evangelii gaudium: “Nosotros hoy fijamos en Ella la mirada, para que nos ayude a anunciar a todos el mensaje de la salvación, y para que los nuevos discípulos se conviertan en agentes evangelizadores; vivamos mirando a María y volveremos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes”.

     Los santos pastorcillos, aprendieron en la escuela de la Virgen esas virtudes que han de ser propias de los adoradores, que el mismo Señor nos enseñará, como lo hizo su Madre, con los santos Francisco y Jacinta Marto, en las horas de silencio nocturno, sintiendo el latido de su Corazón.

Preguntas para el diálogo y la meditación.

¿Soy apóstol del Inmaculado Corazón en unión a la Eucaristía, celebrando los cinco primeros sábados, me he consagrado a su Corazón?

¿Vivo el espíritu de reparación siendo apóstol de la misericordia?

¿Sigo la petición de la Virgen de rezar el rosario todos los días, y lo difundo en familia?

¿Tiene un lugar preferencial San José en mi familia?




sábado, 14 de mayo de 2022

 “VENID Y VAMOS TODOS …CON FLORES A MARÍA QUE MADRE NUESTRA ES”



     El amor, el homenaje y la veneración que se dan a la Virgen María se manifiestan con prácticas diversas que llamamos "devociones". En el mes de mayo, el mes de las flores, dedicado tradicionalmente a la Madre del Salvador, intensificamos estas devociones marianas. Se trata del afecto, la predilección y reverencia que le tributamos por ser la obra maestra de la creación, la llena de gracia que, también, es madre nuestra. La devoción a María es una amorosa y confiada entrega a quien, por su excelsa dignidad y misión, sabemos nos ama y protege.

  El Concilio Vaticano II nos describe la naturaleza y el fundamento del culto y devoción a la Santísima Virgen: "Por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial" (Lumen Gentium, 66).

     Este "culto especial" consiste en la veneración, el amor, la invocación y la imitación.El mes de Mayo es el mes más sonriente del año. La sonrisa de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, serena los rostros pensativos y eleva a visiones de bondad, de misericordia y de confianza los ánimos oprimidos, desconfiados y cansados”  (Beato Juan XXIII pp)

     El culto a María tiene que poner de relieve las obras que realizó en ella El Espíritu Santo, no sólo en la Encarnación del Verbo en su seno purísimo, y en su santificación, sino también en su acción constante en la historia de la salvación y en la propia Iglesia. La piedad mariana de los fieles debe tener presente que María "en la Iglesia santa ocupa, después de Cristo, el puesto más alto y más cercano a nosotros" (Marialis Cultus 54). María está unida estrechamente a la Iglesia, y en ella, y con referencia a ella, debe ser honrada. (San Pablo VI, pp)


MAYO 2022

«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros» (Jn 13, 34).

 

   Estamos en el momento de la última cena. Jesús, sentado a la mesa con sus discípulos, acaba de lavarles los pies. Dentro de unas horas será arrestado, condenado a muerte y crucificado. Cuando el tiempo se acorta y la meta se acerca, se dicen las cosas más importantes: el «testamento».

  En este contexto, en lugar de la institución de la Eucaristía, el Evangelio de Juan relata el lavatorio de los pies. Y a la luz de este hay que entender el mandamiento nuevo. Jesús actúa primero y enseña después, y por eso su palabra es autorizada.

     El mandamiento de amar al prójimo ya estaba presente en el Antiguo Testamento: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lv 19, 18). Pero Jesús ilumina un aspecto nuevo de este, la reciprocidad: es el amor mutuo lo que crea y distingue a la comunidad de sus discípulos. Este tiene su raíz en la misma vida divina, en la dinámica trinitaria que el ser humano está habilitado a compartir gracias al Hijo. Lo ejemplifica Chiara Lubich con una imagen que nos puede iluminar: «Jesús, cuando vino a la tierra, no vino de la nada, como cada uno de nosotros, sino que vino del Cielo. E igual que un emigrante, cuando va a aun país lejano, se adapta al nuevo entorno, pero lleva consigo sus usos y costumbres y sigue hablando su lengua, también Jesús se adaptó en la tierra a la vida de los hombres, pero, por ser Dios, trajo el modo de vivir del Cielo, de la Trinidad, que es amor, amor recíproco»[1].

«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros»

   Aquí entramos en el núcleo del mensaje de Jesús, que nos lleva a la lozanía de las primeras comunidades cristianas y que hoy en día puede seguir siendo el distintivo de todos nuestros grupos y asociaciones. En un ambiente en que la reciprocidad es una realidad viva, experimentamos el sentido de nuestra existencia, encontramos la fuerza para seguir adelante en los momentos de dolor y de sufrimiento, nos sentimos sostenidos en las inevitables dificultades y saboreamos la alegría.

  Cada día nos enfrentamos a muchos desafíos: la pandemia, la polarización, la pobreza, los conflictos. Imaginemos por un instante lo que sucedería si consiguiésemos poner en práctica esta Palabra en el día a día: nos encontraríamos ante nuevas perspectivas, se abriría ante nuestros ojos el proyecto de la humanidad, motivo de esperanza. Pero ¿quién nos impide reavivar esta Vida en nosotros y reactivar a nuestro alrededor relaciones de fraternidad que se extiendan hasta llenar el mundo?

«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros»

 Marta es una joven voluntaria que ayuda a las personas detenidas a preparar los exámenes universitarios. «La primera vez que entré en la cárcel me encontré con personas llenas de miedos y fragilidades. Intenté entablar una relación ante todo profesional y luego de amistad, basada en el respeto y la escucha. Pronto comprendí que no era yo la única que ayudaba a los presos, sino que también ellos me sostenían a mí. Una vez, mientras ayudaba a un estudiante para un examen, perdí a una persona de mi familia, y a él le confirmaron la condena en el tribunal de apelación. Los dos estábamos en muy malas condiciones. Durante la clase me daba cuenta de que él incubaba un gran dolor, que fue capaz de contarme. Llevar juntos el peso de aquel dolor nos ayudó a seguir adelante. Al final del examen vino a darme las gracias, y me dijo que sin mí no lo habría conseguido. Por un lado, yo había perdido a alguien de mi familia, pero por otro lado sentía que había salvado una vida. Comprendí que la reciprocidad permite crear relaciones verdaderas, de amistad y de respeto».

Leticia Magri



[1] 1 C. LUBICH, María, transparencia de Dios, Ciudad Nueva, Madrid 2003, pp. 83·84.


domingo, 8 de mayo de 2022

CONVOCATORIA MENSUAL


 MAYO EN NUESTRA FE MARIANA


   Para los cristianos, Mayo, tiene un adjetivo Mariano. La llegada de este mes, con su estallido de colores, su luz intensa..., nos habla del Creador y de nuestra Madre del Cielo, la Santísima Virgen María.

     El primero en asociar al mes de mayo la devoción a María, en nuestra literatura, pudo ser el rey Alfonso X el Sabio, que escribió así al comienzo de sus Cantigas: "¡Bienaventurado mayo!, porque con su serena alegría nos invita a rogar a María con nuestros cantos ante sus altares"…

   La Virgen está ahí, en el pueblo, en la Ciudad, en el Evangelio, en la vida de nuestra Iglesia. Está en las enseñanzas conciliares del Vaticano II, ocupando un apartado especial, muy rico en enseñanzas. Muchos podríamos acercarnos a ese gran capítulo VIII de la Constitución Lumen Gentium para contemplar a la Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Todo un tratado de mariología que los sacerdotes deberían procurar acercar a sus fieles durante este mes de mayo.

     Esta devoción brota de la percepción del pueblo cristiano no sólo de la misión salvífica que Dios ha confiado a la Madre del Salvador, sino también por ser nuestra Madre santa e inmaculada, que ruega por nosotros ante la presencia de Dios. Es "Madre de misericordia" que intercede por nosotros ante su Hijo. Por todo ello, durante este mes, los altares marianos parecen un vergel. El amor se hace flor ante la Virgen María. Ella no se cansa de escuchar nuestras súplicas y está siempre atenta a la voz de sus hijos. En este clima se han creado un sinfín de devociones sencillas, pero profundas, peregrinaciones, romerías, triduos, novenas. Sobre todo hemos de destacar el rezo del Ángelus y del Santo Rosario.

     Es muy oportuno no sólo conservar, sino también renovar, las celebraciones marianas durante este mes. Podemos tener presente el tiempo litúrgico de Pascua, que coincide en gran parte con este mes, como también el acontecimiento de Pentecostés, que inauguró el camino de la Iglesia. Mayo es buena oportunidad para renovar nuestra devoción a María Santísima en nuestras familias, parroquias e individualmente, de no ser posible lo anterior. Es camino seguro y directo para acercarnos a su Hijo, nuestro Salvador.

   A Ella encomendamos, de manera especial, a todas las personas enfermas, a quienes sufren y caminan solas, a los cristianos perseguidos sólo por serlo. Que nuestra oración sea un canto que llegue hasta su presencia desde todos los rincones de esta Iglesia del Santo Reino y el mejor de los ramilletes de flores, en su honor.

¡Venid y vamos todos... con flores a María!

 

+ Ramón del Hoyo López - de una Carta Pastoral