TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 30 de octubre de 2011

EL SACRAMENTO DEL CUERPO Y LA SANGRE DEL SEÑOR,


        Queridos hermanos y hermanas:
  ...La Eucaristía es como el corazón palpitante que da vida a todo el cuerpo místico de la Iglesia: un organismo social basado en el vínculo espiritual pero concreto con Cristo. Como afirma el apóstol san Pablo: «Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan» (1 Cor 10,17). Sin la Eucaristía la Iglesia sencillamente no existiría. La Eucaristía es, de hecho, la que hace de una comunidad humana un misterio de comunión, capaz de llevar a Dios al mundo y el mundo a Dios. El Espíritu Santo, que convierte el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, transforma también en miembros del cuerpo de Cristo a cuantos lo reciben con fe, de forma que la Iglesia es realmente sacramento de unidad de los hombres con Dios y entre sí.
   En una cultura cada vez más individualista, como lo es la cultura en la que estamos inmersos en las sociedades occidentales, y que tiende a difundirse en todo el mundo, la Eucaristía constituye una especie de «antídoto», que actúa en la mente y en el corazón de los creyentes y que siembra continuamente en ellos la lógica de la comunión, del servicio, del compartir, es decir, la lógica del Evangelio. Los primeros cristianos, en Jerusalén, eran un signo evidente de este nuevo estilo de vida, porque vivían en fraternidad y ponían en común sus bienes, para que nadie fuese indigente (cf. Hch 2,42-47). ¿De qué derivaba todo esto? De la Eucaristía, es decir, de Cristo resucitado, realmente presente en medio de sus discípulos y operante con la fuerza del Espíritu Santo.
   Y también en las generaciones siguientes, a través de los siglos, la Iglesia, a pesar de los límites y los errores humanos, ha seguido siendo en el mundo una fuerza de comunión. Pensemos especialmente en los periodos más difíciles, de prueba: en lo que significó, por ejemplo, para los países sometidos a regímenes totalitarios, la posibilidad de congregarse en la misa dominical. Como decían los antiguos mártires de Abitinia: «Sine Dominico non possumus», sin el «Dominicum», es decir, sin la Eucaristía dominical no podemos vivir. Pero el vacío producido por la falsa libertad puede ser también muy peligroso, y entonces la comunión con el Cuerpo de Cristo es medicina de la inteligencia y de la voluntad, para volver a encontrar el gusto de la verdad y del bien común.
   Queridos amigos, invoquemos a la Virgen María, a quien mi predecesor, el beato Juan Pablo II, definió «Mujer eucarística» (Ecclesia de Eucharistia, 53-58). Que en su escuela también nuestra vida llegue a ser plenamente «eucarística», abierta a Dios y a los demás, capaz de transformar el mal en bien con la fuerza del amor, orientada a favorecer la unidad, la comunión y la fraternidad.

Ángelus del día 26 de junio de 2011 ,Benedicto XVI

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 30 DE OCTUBRE, 31º DEL TIEMPO ORDINARIO

EL QUE SE HUMILLA…

Mateo 23:1-12  Después de esto, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: “Los maestros de la ley y los fariseos son los encargados de interpretar la ley de Moisés. Por lo tanto, obedecedlos y haced todo lo que os digan. Pero no sigáis su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra. Atan cargas pesadas, imposibles de soportar, y las echan sobre los hombros de los demás, mientras que ellos mismos no quieren tocarlas ni siquiera con un dedo. Todo lo hacen para que la gente los vea. Les gusta llevar sobre la frente y en los brazos cajitas con textos de las Escrituras, y vestir ropas con grandes borlas. Desean los mejores puestos en los banquetes, los asientos de honor en las sinagogas, ser saludados con todo respeto en la calle y que la gente los llame maestros. “Pero vosotros no os hagáis llamar maestros por la gente, porque todos sois hermanos y uno solo es vuestro Maestro. Y no llaméis padre a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el que está en el cielo. Ni os hagáis llamar jefes, porque vuestro único Jefe es Cristo. El más grande entre vosotros debe servir a los demás. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.
Otras Lecturas: Malaquías 1:14 - 22:2, 8-10; Salmo 131; 1 Tesalonicenses 2:7-9, 13
LECTIO:
   Mateo escribió su relato evangélico siguiendo el de Marcos e incluye prácticamente todo el material de éste. Pero también aporta muchas más enseñanzas de Jesús. Dicho material propio está organizado en cinco libros o bloques, comenzando con el Sermón de la Montaña en los capítulos 5-7. Sigue, en el capítulo 10, el envío de los discípulos. Continúa con las parábolas del reino en el capítulo 13, y la doctrina sobre la vida de la comunidad en el nuevo reino de Dios en el capítulo 18. La lectura de este domingo esta justo antes de la última sección, los capítulos 24-25, que se centran en la segunda venida y el juicio final.
   Una parte fundamental de esta enseñanza abarca la denuncia de los dirigentes religiosos de Israel. Jesús los acusa de ser unos hipócritas. Sin lugar a dudas, son expertos en la Ley de Moisés, pero no llevan a la práctica lo que predican. Esto indigna a Jesús, porque imponen a la gente pesadas cargas pero no están dispuestos a ‘tocarlas ni siquiera con un dedo’ (versículo 4) ni tampoco son capaces de cargar con ellas. Está actitud contrasta abiertamente con la de Jesús, que impone un yugo y una carga ligeros (Mateo 11:30). Tanto antes de este pasaje como después del mismo descubrimos que los pecados de los dirigentes son aún más graves por el hecho de que descuidan la enseñanzas de la ley que realmente importan, los mandamientos mayores (Mateo 22:37-39), y la justicia, la misericordia y la fidelidad (Mateo 23:23).
   Por eso, a la vez que Jesús recomienda a la gente que cumplan la ley, les aconseja que no imiten el estilo de vida de sus dirigentes religiosos. En vez de servir a Dios y a su pueblo, los responsables se han vuelto interesados, rebosan orgullo y andan obsesionados con su propia importancia y su posición en la sociedad.
   El espíritu de servicio y la humildad, de los que dio muestra Jesús lavándoles los pies a los discípulos (Juan 13), son el modelo para la comunidad del reino de Jesús.
   Como cristianos debemos volver nuestra mirada hacia Jesús como maestro, dirigente y Mesías. Y también debemos ver a Dios como nuestro padre celestial. En el reino de Dios, la grandeza se encuentra en el servicio humilde.
MEDITATIO:
Si no ocupas un puesto de responsabilidad en tu comunidad eclesial, puede resultarte fácil pensar que este pasaje no se te aplica a ti. Sin embargo, también tiene mucho que ver con la actitud y el comportamiento de los cristianos ‘de a pie’.
Dedica algo de tiempo a meditar esas palabras.
¿Cómo puedes fomentar en ti la actitud humilde de un siervo?
¿Qué clase de dirigentes espera Jesús para su iglesia?
ORATIO:
   Los responsables de la iglesia cargan ante Dios con la responsabilidad de atender espiritualmente a su pueblo. Ora por tus dirigentes. Pídele a Dios que los proteja y los haga fuertes. Pídele a Dios que te ayude a enfrentarte con las parcelas de orgullo que hay en tu propia vida.
CONTEMPLATIO:
Reflexiona sobre estos versos del Salmo 131:
‘Señor, no es orgulloso mi corazón
ni son altaneros mis ojos,
ni voy tras cosas grandes y extraordinarias
que están fura de mi alcance.
Al contrario, estoy callado y tranquilo,
como un niño recién amamantado
que está en brazos de su madre.
¡Soy como un niño recién amamantado!
                        Israel, espera en el Señor ahora y siempre.
 Sociedades Bíblicas Unidas

COMPROMISOS DEL ADORADOR (II)

VIVIR LA ESPIRITUALIDAD ESPECÍFICA DEL ADORADOR
               Nuestra noche mensual de adoración sólo será válida si es expresión,  consecuencia,  reflejo y ofrenda de toda una  actividad vital de adoración:  devolver  a  Dios la  vida  recibida a  lo largo de nuestros días,  de  nuestras alegrías  o problemas, en cualquier instante o circunstancia.
             Contemplando el misterio eucarístico desde la perspectiva de comunión con Cristo,  descubrimos  que la caridad, el amor, la comunión exigen de nosotros  mucho más que actos pasajeros o actitudes que comprometen sólo la superficie de la personalidad: es uno mismo el que tiene que darse como  una donación profunda y habitual                      .

            Como Obra de Iglesia, nos sentimos responsables con ella de
ser para el mundo signo de amor salvador.
              La Adoración Nocturna Española,  "de acuerdo con su vocación contemplativa y expiatoria,  promoverá otras formas de devoción y culto a la Sagrada Eucaristía en perfecta obediencia  a la Jerarquía Eclesiástica."
Estatutos, art. 1°
EN DEFENSA DE LA FAMILIA CRISTIANA

     Conscientes de que la familia, por ser la célula de toda sociedad organizada, está siendo objeto en nuestros días de los más furibundos ataques por parte de las  fuerzas del mal, consideramos conveniente reafirmar ante el mundo de hoy el concepto cristiano de la familia, del matrimonio y del amor,  tal como recientemente lo proclamó el Concilio Vaticano II.
         Si la Eucaristía es el  Sacramento del amor de  Dios a los hombres, el matrimonio como   Sacramento  es la elevación del amor humano a la  categoría de  signo del amor recíproco entre Dios y su pueblo. 
        Si la  Eucaristía es el  Sacramento del  cual y en orden al cual reciben su eficacia todos los demás, de la Eucaristía habrá de salir la fuerza que garantice la solidez, consistencia y fecundidad del amor, que,  consagrado por el  sacramento del Matrimonio, se realiza plenamente en la familia.                       
        Si la Eucaristía  es el banquete  que reúne  en  torno  al Padre a todos  los  miembros de la gran familia de  los hijos de Dios, es razonable que al  conjuro del  amor a la  Eucaristía, se convoque a los hombres de buena voluntad a una cruzada pacífica en favor de la familia.

SER TESTIGOS Y FERMENTO DE FRATERNIDAD
    
     "Todos se completan en todos, pero sobre todo en Cristo su Cuerpo místico. Nuestras deficiencias personales se pierden en el conjunto y todo lo nuestro queda sublimado. Tal es el poder maravilloso de transformación que tiene Cristo cuando estamos en Él. Tal es el poder de la Asamblea Eucarística. La cual, aun dispersada en el mundo, ha de ser fermento de fraternidad y de justicia, es decir, de los valores del Reino.
     Los convocados en torno al Señor reciben la encomienda de ser sus testigos para convertirse a su vez en convocadores; es el dinamismo de la experiencia vivida."
Mons. DELICADO BAEZA,
Arzobispo, de Valladolid
Semana de Espiritualidad. Toledo, 1978.
VIVIR EL TURNO COMO CÉLULA BASE DE IGLESIA
       
        "La Eucaristía vivida tan intensamente en el silencio de la noche y en comunión íntima con los hermanos adoradores, las Laudes en las primeras horas de la mañana alabando al Señor... Todos ellos nos pueden dejar convenientemente preparados para proyectar nuestra fe en el centro de nuestras ocupaciones profesionales y en nuestra familia hasta el mes siguiente, en que volvamos a vivir, en el más amplio sentido de la palabra, la vigilia de nuestro Turno."
     "Los fieles deben mantener en sus costumbres y en su vida lo que han recibido en la celebración eucarística por la fe y el Sacramento. Procurarán, pues, que su vida discurra con alegría en la fortaleza de ese alimento, participando en la Muerte y en la Resurrección del Señor. Así..., cada uno sea solicito en hacer buenas obras..., trabajando para impregnar al mundo del espíritu cristiano y también constituyéndose en testigo de Cristo, en toda circunstancia y en el corazón mismo de la convivencia humana."
                                               Eucharisticum Mysterium, núm. 13                                                                                  
 Cfr. Gaudium et Spes, núm.

sábado, 22 de octubre de 2011

ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
IGLESIA DE SAN JOSÉ
Cádiz  Extramuros


AVISO PARA ADORADORAS/ES DEL TURNO NÚM. 7 DE MARÍA AUXILIADORA Y SAN JOSÉ
     Próximo ya el mes de Noviembre, y en éste, la conmemoración de todos los fieles difuntos, el Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna convoca Vigilia general extraordinaria, que tendrá lugar en el Oratorio de la Santa Cueva el próximo miércoles 2 de Noviembre a las 20,00 horas.

     Dedicada de manera especial a los adoradores/as y familiares fallecidos durante el presente año; recordaremos también a todos los adoradores que nos precedieron en la Adoración Eucarística y que tendremos presente en nuestras oraciones para su eterno descanso.

… No queremos, hermanos que ignoréis lo tocante a la suerte de los muertos, para que no os aflijáis como los demás que carecen de esperanza. Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios por Jesús tomará consigo a los que se durmieron en el… (1Tes.4,13 ss)


LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 23 DE OCTUBRE, 30º DEL TIEMPO ORDINARIO

EL AMOR

Mateo 22:34-40   Los fariseos se reunieron al saber que Jesús había hecho callar a los saduceos. Uno de aquellos, maestro de la ley, para tenderle una trampa le preguntó:
–Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? Jesús le dijo:
–“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Y el segundo es parecido a este: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’  De estos dos mandamientos pende toda la ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas.
Otras Lecturas: Éxodo 22:20-26; Salmo 18:1-3, 46, 50; 1 Tesalonicenses 1:5-10
LECTIO:
     En el evangelio de Mateo, esta es la tercera discusión de Jesús con los dirigentes religiosos. La semana pasada veíamos como los fariseos intentaban inútilmente acorralar por todos lados a Jesús con su pregunta respecto al pago de impuestos a los romanos. Inmediatamente antes de esta lectura, los saduceos recibían su correspondiente lección sobre el tema de la resurrección de la carne. En el pasaje de este domingo los fariseos hacen otro intento por desacreditar públicamente la enseñanza de Jesús.
     Muchos doctores de la ley judía discutían sobre cuál era el mayor de los 613 mandamientos de la Ley de Moisés. Está claro que esperan que Jesús caiga en la trampa con aquella pegunta. Tal vez esperan que deseche por completo la Ley de Moisés o que les dé una respuesta que le haga quedar en ridículo. Parece como si todavía no le conocieran.
     La mayoría de los fariseos habría aceptado la respuesta inicial de Jesús, ya que cita Deuteronomio 6:5: ‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.’ Este era el fundamento de la fe judía, la Shemá Israel, la oración cotidiana que recordaba la fidelidad al Dios vivo y verdadero. Jesús entonces relaciona este mandamiento con Levítico 19:18, ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. Por tanto, el amor está en el centro del mayor mandamiento de todos. En primer lugar, el amor a Dios, que se derrama en nuestras relaciones con quienes nos rodean. Los dos han de ir de unidos. Como lo expresa con toda claridad Juan en su primera carta (1 Juan 4:20), ‘El que dice “Yo amo a Dios”, pero al mismo tiempo odia a su hermano, es un mentiroso. Pues quien no ama a su hermano, al que ve, tampoco puede amar a Dios, al que no ve.’
     No debemos olvidar el contexto de esta lectura. Jesús está viviendo los pocos días que le quedan en la tierra antes de su muerte. Mateo quiere que veamos que, sometiéndose a la crucifixión, Jesús está cumpliendo los dos mandamientos: amar a Dios por medio de la obediencia, y amar a sus hermanos separándose de su Padre para restaurar nuestra comunidad con Dios.
     Por último, si volvemos la mirada hacia el Sermón de la Montaña, el nuevo estilo de vida del reino de Jesús constituye una invitación y una promesa de una manera nueva de vivir con la ayuda del Espíritu Santo, más que una lucha por obedecer los mandamientos por nuestras propias fuerzas. Quienes comprenden y abrazan el estilo de vida del reino de Jesús serán sin duda bienaventurados.
MEDITATIO:
Piensa en el ejemplo que nos da Jesús cumpliendo estos dos mandamientos por la manera en que vivió su vida en la tierra.
Marcos describe un encuentro semejante en Marcos 12:28-34. En aquel caso, la pregunta se plantea sin dobleces, y es el doctor de la ley quien llega a la conclusión de que obedecer estos dos mandamientos es más importante que ofrecer sacrificios de animales, rasgo fundamental del culto de aquella época. ¿Podemos caer nosotros en la trampa de prestar más atención a la observancia de nuestras prácticas religiosas y olvidarnos de lo que Dios más quiere de nosotros?
Lee Éxodo 22:20-26. Estos versículos nos ofrecen algunos ejemplos prácticos de amor a nuestro prójimo. Piensa en las oportunidades que tienes de mostrar el amor de Dios a quienes te rodean.
ORATIO:
     Preséntate humildemente ante Dios y pídele al Espíritu Santo que te ayude a amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Pídele que te revele a Dios de manera más profunda y te recuerde todas las cosas que puedas haber olvidado. Deja que Dios te comunique su amor.  Cuando te sientas preparado, pídele a Dios que te hable sobre el amor a tu prójimo.
CONTEMPLATIO:
     Traer a nuestra memoria el carácter de Dios es una buena manera de renovar nuestro amor hacia él. Dedica algo de tiempo para leer entero el Salmo 18 a lo largo de la semana próxima                               .                                                              

Sociedades Bíblicas Unidas

viernes, 21 de octubre de 2011

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN

Dijo Jesús a sus discípulos: «Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero» (Lc 16,13).
Dirijamos la oración a Dios nuestro Padre, para que la comunidad cristiana, confirmada en la fe, dé razón de su esperanza ante los hombres.
-Por todo el pueblo cristiano, para que con su vida manifieste la presencia de Cristo resucitado y la alegría de tenerle con nosotros.
-Por nuestra comunidad cristiana, para que sea asidua en la escucha de la Palabra, perseverante en la oración, constante en la caridad fraterna.
-Por los que sufren y se sienten abandonados, para que no se desanimen, sino que, por la fuerza de la fe y la solicitud de los hermanos, sientan la cercanía del Señor.
-Por los cristianos que dudan, los incrédulos que quisieran creer, los que buscan la verdad, para que, movidos por el Espíritu, lleguen a decir de corazón: «¡Señor mío y Dios mío!».

Oración

Dios, Padre nuestro, te pedimos que el Espíritu de tu Hijo resucitado nos haga vivir la bienaventuranza de creer cada vez más y mejor, aunque a veces dudemos o no seamos coherentes con la fe recibida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

lunes, 17 de octubre de 2011

LA ADORACIÓN NOCTURNA CON SU REINA Y SEÑORA DEL ROSARIO



     El pasado 1º de Octubre celebramos nuestra tradicional Vigilia extraordinaria en honor de Ntrª. Srª. del Rosario, Patrona de Cádiz y Madre nuestra.
     En una calurosa noche, bajo el Manto de la Virgen nos reunimos unos treinta adoradores/as de los diferentes Turnos de la Sección diocesana, así como varios fieles que nos acompañaron. Presididos en esta ocasión por el Rvdº P. D. Pascual Saturio o.p. y el Rvdº Diácono D. Manuel López, pudimos vivir una sentida Vigilia de Adoración Eucarística.
     Con la exposición del Santísimo comenzamos el rezo del Santo Rosario,  continuando con una Hora Santa de adoración en honor de nuestra Señora  y en presencia de Jesús Sacramentado.

     Tras la Reserva Eucarística, concluimos con la celebración de la Santa Misa; durante la cual proclamaron públicamente su compromiso de fidelidad y acto de consagración tres nuevas Adoradoras, a las que, una vez bendecidas las correspondientes insignias, les fueron impuestas. Acto que les unen a nuestra Asociación, para así, como recordó nuestro vicepresidente, “…mantenerla viva, con fidelidad a los principios fundacionales y en continua unión eucarística…”



    
     De las palabras del P. Saturio podemos extraer muchas enseñanzas y todas de gran valor, pero  cabe destacar la que nos refirió, recordando a S. Juan de la Cruz, sobre cómo los adoradores sabemos cuál es la fuente y  origen de todo -…que bien sé yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche…- y la suerte que tenemos al reconocer la presencia real de Xtº. en la Hostia Consagrada,  que veneramos y adoramos en la Custodia.
     Con las fotos de rigor y la alegría que el acto nos suscitó, marchamos; quedando emplazados, si Dios lo quiere, para el año próximo en que mantendremos la esperanza de contar con mayor participación y mientras recordamos estas dulces palabras “…venid a mi todos los que estáis fatigados y agobiados, que yo os aliviaré…” (Mt 11,28).

domingo, 16 de octubre de 2011

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 16 DE OCTUBRE, 29º DEL TIEMPO ORDINARIO

A DIOS LO QUE ES DE DIOS

Mateo 22:15-21  Después de esto, los fariseos se pusieron de acuerdo para sorprender a Jesús en alguna palabra y acusarle. Así que enviaron a algunos de los partidarios de ellos, junto con otros del partido de Herodes, a decirle:
–Maestro, sabemos que tú siempre dices la verdad, que enseñas de veras a vivir como Dios manda y que no te dejas llevar por lo que dice la gente, porque no juzgas a los hombres por su apariencia.  Danos, pues, tu opinión: ¿estamos nosotros obligados a pagar impuestos al césar, o no?  Jesús, dándose cuenta de la mala intención que llevaban, les dijo:
–Hipócritas, ¿por qué me tendéis trampas?  Enseñadme la moneda con que se paga el impuesto. Le trajeron un denario,  y Jesús les preguntó:
–¿De quién es esta imagen y el nombre aquí escrito?  Le contestaron:
–Del césar. Jesús les dijo entonces:
–Pues dad al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios.
Otras Lecturas: Isaías 45:1, 4-6; Salmo 96:1, 3-5, 7-10; 1 Tesalonicenses 1:1-5
LECTIO:
   Jesús ya ha criticado a los fariseos en las parábolas de los arrendatarios y del  banquete de bodas. El evangelio de este domingo es la primera de cuatro discusiones entre Jesús y los dirigentes religiosos.
   Los fariseos han pensado largo y tendido sobre la manera de hacerle caer en una trampa y creen que han dado con la pregunta adecuada: ¿está en contra de la ley pagar impuestos al emperador romano o no? Aquella era una de las cuestiones más candentes del momento. Los romanos habían invadido y ocupado el país y ahora imponían impuestos a los judíos por aquel ‘privilegio’. Pagarles impuestos a los romanos era una señal de derrota y sometimiento, así como una fuente de amargo resentimiento. La moneda misma con que tenían que pagar el impuesto era un insulto.
   A los judíos no les estaba permitido poner la imagen de una persona en sus monedas, pero el césar había estampado su imagen en las suyas. Además, llevaba la inscripción ‘hijo del divino Augusto’. Esto constituía una afrenta para cualquier judío devoto, ya que sólo su Dios era divino.
   Parece que la situación es un callejón sin salida para Jesús. Sin duda, nadie que esté anunciando el nuevo reino de Dios puede respaldar un impuesto tan injusto. Si es su Mesías, la liberación de Israel debe ocupar el primer lugar de su lista de tareas.
   Jesús está acabado si apoya el impuesto; y sus seguidores, perdida toda esperanza, le abandonarán como a un traidor. Si, por el contrario, se opone al impuesto, estará incitando abiertamente al pueblo a desafiar a los romanos y terminará bien pronto como cualquier otro revolucionario: colgado de una cruz.
   Jesús es plenamente consciente de la trampa. Les pregunta de quién es la imagen y el nombre que lleva la moneda, aunque sabe de sobra cuál será la contestación. Llega entonces la respuesta magistral que no les proporciona la ocasión para denunciarle a los romanos, pero que tampoco hará que le abandonen sus seguidores: ‘dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.’
   Tenemos que interpretar este pasaje a la luz de toda la historia. La respuesta de Jesús no tiene como objeto proporcionar una respuesta absoluta a las relaciones entre Dios y la autoridad política. A Jesús no le asusta la confrontación. Es plenamente consciente de que se encamina hacia la muerte, pero lo hará a su manera. Sabe que en definitiva el reino de Dios derrotará al reino del emperador, pero lo hará en un plano mucho más fundamental, venciendo incluso a un imperio aún mayor: la muerte misma.
MEDITATIO:
¿Qué aprendemos acerca de Jesús en este pasaje?
Considera la ironía y la falta de sinceridad de las palabras de los fariseos: ‘sabemos que tú siempre dices la verdad, que enseñas de veras a vivir como Dios manda’ (versículo 16).
¿Te preocupa lo que piensen de ti los demás? ¿Tratas a la gente de manera diferente en función de su posición social?
ORATIO:
   Lee varias veces el Salmo 96 entero y deja que te inspiren sus palabras. Preséntale a
Dios tu ofrenda de adoración y alabanza.
CONTEMPLATIO:
   Reflexiona sobre el consejo de Jesús. ‘dad a Dios lo que es de Dios’. ¿Qué le pertenece a Dios? Considera si le estás dando a Dios todo lo que debieras. Pídele al Espíritu Santo que te ilumine

sábado, 15 de octubre de 2011

Carta Encíclica ECCLESIA DE EUCHARISTIA

CONCLUSIÓN
 « Ave, verum corpus natum de Maria Virgine! ». Hace pocos años he celebrado el cincuentenario de mi sacerdocio. Hoy experimento la gracia de ofrecer a la Iglesia esta Encíclica sobre la Eucaristía, en el Jueves Santo de mi vigésimo quinto año de ministerio petrino. Lo hago con el corazón henchido de gratitud. Desde hace más de medio siglo, cada día, a partir de aquel 2 de noviembre de 1946 en que celebré mi primera Misa en la cripta de San Leonardo de la catedral del Wawel en Cracovia, mis ojos se han fijado en la hostia y el cáliz en los que, en cierto modo, el tiempo y el espacio se han « concentrado » y se ha representado de manera viviente el drama del Gólgota, desvelando su misteriosa « contemporaneidad ». Cada día, mi fe ha podido reconocer en el pan y en el vino consagrados al divino Caminante que un día se puso al lado de los dos discípulos de Emaús para abrirles los ojos a la luz y el corazón a la esperanza (cf. Lc 24, 3.35).
Dejadme, mis queridos hermanos y hermanas que, con íntima emoción, en vuestra compañía y para confortar vuestra fe, os dé testimonio de fe en la Santísima Eucaristía. « Ave, verum corpus natum de Maria Virgine, / vere passum, immolatum, in cruce pro homine! ». Aquí está el tesoro de la Iglesia, el corazón del mundo, la prenda del fin al que todo hombre, aunque sea inconscientemente, aspira. Misterio grande, que ciertamente nos supera y pone a dura prueba la capacidad de nuestra mente de ir más allá de las apariencias. Aquí fallan nuestros sentidos –« visus, tactus, gustus in te fallitur », se dice en el himno Adoro te devote–, pero nos basta sólo la fe, enraizada en las palabras de Cristo y que los Apóstoles nos han transmitido. Dejadme que, como Pedro al final del discurso eucarístico en el Evangelio de Juan, yo le repita a Cristo, en nombre de toda la Iglesia y en nombre de todos vosotros: « Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna » (Jn 6, 68).
En el alba de este tercer milenio todos nosotros, hijos de la Iglesia, estamos llamados a caminar en la vida cristiana con un renovado impulso. Como he escrito en la Carta apostólica Novo millennio ineunte, no se trata de « inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre, recogido por el Evangelio y la Tradición viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en él la vida trinitaria y transformar con él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste ».(103) La realización de este programa de un nuevo vigor de la vida cristiana pasa por la Eucaristía.
Todo compromiso de santidad, toda acción orientada a realizar la misión de la Iglesia, toda puesta en práctica de planes pastorales, ha de sacar del Misterio eucarístico la fuerza necesaria y se ha de ordenar a él como a su culmen. En la Eucaristía tenemos a Jesús, tenemos su sacrificio redentor, tenemos su resurrección, tenemos el don del Espíritu Santo, tenemos la adoración, la obediencia y el amor al Padre. Si descuidáramos la Eucaristía, ¿cómo podríamos remediar nuestra indigencia?
El Misterio eucarístico –sacrificio, presencia, banquete –no consiente reducciones ni instrumentalizaciones; debe ser vivido en su integridad, sea durante la celebración, sea en el íntimo coloquio con Jesús apenas recibido en la comunión, sea durante la adoración eucarística fuera de la Misa. Entonces es cuando se construye firmemente la Iglesia y se expresa realmente lo que es: una, santa, católica y apostólica; pueblo, templo y familia de Dios; cuerpo y esposa de Cristo, animada por el Espíritu Santo; sacramento universal de salvación y comunión jerárquicamente estructurada.
La vía que la Iglesia recorre en estos primeros años del tercer milenio es también la de un renovado compromiso ecuménico. Los últimos decenios del segundo milenio, culminados en el Gran Jubileo, nos han llevado en esa dirección, llamando a todos los bautizados a corresponder a la oración de Jesús « ut unum sint » (Jn 17, 11). Es un camino largo, plagado de obstáculos que superan la capacidad humana; pero tenemos la Eucaristía y, ante ella, podemos sentir en lo profundo del corazón, como dirigidas a nosotros, las mismas palabras que oyó el profeta Elías: « Levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti » (1 Re 19, 7). El tesoro eucarístico que el Señor ha puesto a nuestra disposición nos alienta hacia la meta de compartirlo plenamente con todos los hermanos con quienes nos une el mismo Bautismo. Sin embargo, para no desperdiciar dicho tesoro se han de respetar las exigencias que se derivan de ser Sacramento de comunión en la fe y en la sucesión apostólica.
Al dar a la Eucaristía todo el relieve que merece, y poniendo todo esmero en no infravalorar ninguna de sus dimensiones o exigencias, somos realmente conscientes de la magnitud de este don. A ello nos invita una tradición incesante que, desde los primeros siglos, ha sido testigo de una comunidad cristiana celosa en custodiar este « tesoro ». Impulsada por el amor, la Iglesia se preocupa de transmitir a las siguientes generaciones cristianas, sin perder ni un solo detalle, la fe y la doctrina sobre el Misterio eucarístico. No hay peligro de exagerar en la consideración de este Misterio, porque « en este Sacramento se resume todo el misterio de nuestra salvación ».
Sigamos, queridos hermanos y hermanas, la enseñanza de los Santos, grandes intérpretes de la verdadera piedad eucarística. Con ellos la teología de la Eucaristía adquiere todo el esplendor de la experiencia vivida, nos « contagia » y, por así decir, nos « enciende ».Pongámonos, sobre todo, a la escucha de María Santísima, en quien el Misterio eucarístico se muestra, más que en ningún otro, como misterio de luz. Mirándola a ella conocemos la fuerza trasformadora que tiene la Eucaristía. En ella vemos el mundo renovado por el amor. Al contemplarla asunta al cielo en alma y cuerpo vemos un resquicio del « cielo nuevo » y de la « tierra nueva » que se abrirán ante nuestros ojos con la segunda venida de Cristo. La Eucaristía es ya aquí, en la tierra, su prenda y, en cierto modo, su anticipación: « Veni, Domine Iesu! » (Ap 22, 20).

En el humilde signo del pan y el vino, transformados en su cuerpo y en su sangre, Cristo camina con nosotros como nuestra fuerza y nuestro viático y nos convierte en testigos de esperanza para todos. Si ante este Misterio la razón experimenta sus propios límites, el corazón, iluminado por la gracia del Espíritu Santo, intuye bien cómo ha de comportarse, sumiéndose en la adoración y en un amor sin límites.
Hagamos nuestros los sentimientos de santo Tomás de Aquino, teólogo eximio y, al mismo tiempo, cantor apasionado de Cristo eucarístico, y dejemos que nuestro ánimo se abra también en esperanza a la contemplación de la meta, a la cual aspira el corazón, sediento como está de alegría y de paz:
« Bone pastor, panis vere,
Iesu, nostri miserere... ».
“Buen pastor, pan verdadero,
o Jesús, piedad de nosotros:
nútrenos y defiéndenos,
llévanos a los bienes eternos
en la tierra de los vivos.
Tú que todo lo sabes y puedes,
que nos alimentas en la tierra,
conduce a tus hermanos
a la mesa del cielo
a la alegría de tus santos”.
Roma, junto a San Pedro, 17 de abril, Jueves Santo, del año 2003, vigésimo quinto de mi Pontificado y Año del Rosario.
IOANNES PAULUS II

lunes, 10 de octubre de 2011

NUESTRO CONSILIARIO

EL OBISPO CEBALLOS,  SEMBLANZA

     No lo tenía fácil cuando llegó a nuestra Diócesis. Venía a sustituir a un Obispo excepcional: un intelectual brillante, hombre inteligente y sabio, espléndido orador, gran organizador, alma abierta y extrovertida, amigo entrañable de todos, con una "magia" especial para las relaciones humanas... Muchos serían los calificativos necesarios para definir con justicia la rica personalidad de nuestro queridísimo Don Antonio Dorado. Baste decir que, a lo largo de sus veinte años de ministerio episcopal, supo ganarse el respeto, la admiración y el cariño de todos cuantos tuvimos la suerte de tratarle.
     Por eso, sucederle en la sede gaditana no iba a resultar tarea fácil. Y no lo fue para el nuevo Obispo que Dios nos enviaba: Don Antonio Ceballos Atienza. Pronto nos dimos cuenta que se inauguraba un pontificado muy distinto. Teníamos un obispo más rezador que conversador. Un hombre bastante tímido, al que le horroriza hacer ruido inútil. Un pastor que prefiere parecer blando antes que imponer su autoridad con energía. Un apóstol que, en la vida de la Iglesia diocesana, ha apreciado más el testimonio de los valores evangélicos que las vistosas programaciones pastorales. Un hombre bueno que sigue creyendo en las posibilidades de la caña cascada y de la mecha vacilante. Pero, sobre todo, un creyente abrazado a la sabiduría de la cruz, que anhela mucho más permanecer fiel a Dios, en medio de la debilidad y las dificultades, que cosechar el éxito y los aplausos de este mundo. Poco a poco, y no sin dificultades, hemos ido reconociendo que regía nuestra Diócesis "un hombre de Dios".
     Para la mayoría de los contemporáneos de Jesús resultó necedad y escándalo que un carpintero salido de Nazaret pretendiera ser el Mesías y, más aún, el Hijo de Dios hecho hombre. ¿Cómo podría estar Dios recostado en un pesebre, o clavado en una cruz? También nosotros hoy estamos tentados de creer que Dios sólo puede actuar a través de personalidades relumbrantes que se imponen de manera irresistible por la brillantez de sus talentos y sus dotes personales. Y, sin embargo, Dios sigue obstinado en llevar adelante su obra por medio de instrumentos humildes y sencillos. Es el caso del obispo Ceballos.
     Casi sin hacerse notar, desde la entrega silenciosa de cada día, ha ido entretejiendo un pontificado abundante en frutos contundentes que se fueron acumulando casi sin hacer ruido, como el obispo.
     Nada más llegar, devolvió el Seminario a la Diócesis, porque creyó que los sacerdotes de Cádiz éramos suficientemente competentes y capaces como para formar a los futuros servidores de nuestras comunidades. Hoy deja ordenados una cincuentena de presbíteros. Casi la mitad de nuestro presbiterio en activo. Y ha enviado a completar estudios a otra veintena, entre licenciados y doctores, para que aseguren el buen nivel intelectual y espiritual de nuestra clerecía.
     Poco después, convocó un Sínodo diocesano. Hacía ya más de un siglo que no se convocaba una asamblea diocesana de ese rango. Y lo hizo porque creyó en esta Iglesia, y en su capacidad para alzarse en pie de misión, para abrirse con valentía al mensaje liberador del Evangelio y al reto de anunciarlo en esta hora de la historia, a la vez tan apasionante y difícil. Los decretos sinodales contienen una valiosa luz para alumbrar los pasos de la misión pastoral de nuestra Diócesis en los años venideros.
     Al obispo Ceballos debemos también la reorganización de la Curia diocesana, a la que ha dotado de un nuevo organigrama que busca adaptarla al servicio eficaz de las necesidades de la acción pastoral. También ha reactivado los Cabildos catedralicios, tanto de Cádiz como de Ceuta, nombrando una veintena de nuevos canónigos que garanticen una mejor atención de ambas catedrales.
     Incontables son las cartas pastorales publicadas por el obispo Ceballos en sus dieciocho años de pontificado. Muchos gaditanos, a través de los cristales de su querido balconcito del Campo del Sur, le hemos visto escribirlas hasta altas horas de la noche, cuando encontraba tiempo para hacerlo. De especial valor e interés pastoral y humano han sido sus cartas sociales, especialmente las publicadas cada 1° de mayo. Cartas valientes, llenas de sensibilidad social, y de llamadas convincentes a la solidaridad y la justicia. Ecos del corazón de un obispo que nunca quiso desclasarse de la clase trabajadora, ni siquiera en su estilo de vida.
     Muy destacable en la labor del obispo Ceballos ha sido su actividad constructora. A pesar de la crónica escasez de recursos que padece nuestra Diócesis, ha edificado nueve templos parroquiales, casi todos en barriadas humildes, donde habitan familias de escasos recursos. Y ha rehabilitado, total o parcialmente, casi una treintena de parroquias y otros templos, incluida la Seo gaditana, tesoros inestimables del patrimonio histórico-artístico de nuestra provincia.
     A lo largo de su pontificado el obispo Ceballos también ha impulsado la vida de diversas fundaciones benéficas, todas ellas en servicio de los más pobres y desasistidos de la sociedad. En un momento histórico en que las instituciones públicas recortan gastos sociales, nuestro obispo no ha tenido miedo en "embarcarse" en grandes retos y, sólo en Cádiz, ha apoyado o impulsado la creación de tres residencias para ancianos, una guardería para niños y un espléndido centro social, para el cual cedió su propia casa. También ha logrado conservar para Cádiz una Escuela Universitaria de Enfermería, que hoy no existiría sin su empeño tenaz y generoso apoyo.
     En estos días en que se cierra su largo pontificado, era justo recordar algunos de los méritos más notables este obispo silencioso, pero "hormiguita", que deja a su amada Diócesis un notable y valioso legado. Ojalá que todos los católicos gaditanos, hechos una piña en torno al nuevo obispo, sepamos rentabilizarlo. Por lo demás, no nos queda sino dar gracias a Dios por este hombre bueno que vino en su nombre, y rodearle de cariño y gratitud, todos los años, ojalá muchos, que Dios quiera tenerlo con nosotros.

Rvdº. Oscar González Esparragosa