TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 30 de septiembre de 2017

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 1 DE OCTUBRE DE 2017, 26º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)



«VINO JUAN A VOSOTROS Y NO LE CREÍSTEIS»

Mt. 21. 28-32

     En aquel tiempo,, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no fue. ¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?». Contestaron: «El primero».
     Jesús les dijo: «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».

Otras Lecturas: Ezequiel 18,25-28; Salmo 24; Filipenses 2,1-11 

LECTIO: 
     Uno de los temas básicos y fundamentales de nuestra vida de fe es nuestra relación con el Señor, nuestra actitud ante Él, la disposición que tenemos ante lo que nos pide, en último término, es la importancia que le damos en nuestra vida, si Él es o no, el Dios de nuestra vida. 
     La parábola de los dos hijos nos coloca de lleno en la actitud que debemos tener respecto de Él, pues en el ejemplo de esos dos hijos, el primero recibe una orden que se niega a realizarla, pero después la acepta y la cumple. En cambio el segundo dice que sí y después no la hace, ignorando lo que se le había pedido. Estas dos actitudes son el reflejo de la respuesta que nosotros podemos dar al Señor. 
     La actitud de estos dos hijos nos ayudan a darnos cuenta que la fe más allá de conceptos o ideas requiere decisión. Es una opción, que implica un compromiso de adhesión vivencial, que lleva a asumir las enseñanzas del Señor Jesús haciendo de ellas un estilo de vida. De ahí que requiera una comunión de vida e intenciones con el proyecto que el Señor nos plantea y esto se obtiene en la relación de docilidad y apertura, de obediencia y seguimiento a sus enseñanzas. 
     No basta con decir…sí…, sí… y después no vivir, sino que el sí que demos debe cambiar nuestra vida y debe llevarnos a actualizar en nosotros el proyecto de amor que el Padre tiene para nosotros. 

 MEDITATIO: 
     Jesús cuenta esta historia a los jefes del pueblo, afirmando con claridad que son ellos los que no han querido escuchar la voz de Dios a través de Juan y que por esto, en el Reino de los cielos serán superados por publicanos y prostitutas, que en cambio han creído en Juan. (Papa Francisco) 
     Este juicio, sobre el que la liturgia de hoy nos hace pensar, es un juicio que da esperanza al mirar nuestros pecados. Todos somos pecadores. Cada uno de nosotros conoce bien la lista de los propios pecados, y podemos decir: «Señor te entrego mis pecados, la única cosa que podemos ofrecerte». (Papa Francisco) 
     Con esta parábola Jesús reafirma su predilección por los pecadores que se convierten, y nos enseña que se requiere humildad para acoger el don de la salvación. (Benedicto XVI) 
     También san Pablo, en el pasaje de la carta a los Filipenses, nos exhorta a la humildad: «No hagáis nada por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismos». (Benedicto XVI)



ORATIO:
     Que tu voluntad sea la mía, y mi voluntad siga siempre la tuya y se conforme en todo con ella… 

Perdona, Señor,
porque mi sí es a medias…
Porque no soy dócil a tu Espíritu…
Porque no me abandono a tu amor…
Señor,
que sea presencia tuya para los demás…
Que mi fe se note en los actos…
Que anuncie con alegría mi fe en ti…

     Dame que desee y quiera siempre lo que te es más agradable.

CONTEMPLATIO:

«…los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios». 
     Contempla a Jesús que sale en defensa de los que son sinceros ante Dios y que fustiga a los que se creen impecables. Y preguntémonos, ¿en qué grupo me ubico: fariseos o publicanos?

     ¿Qué importancia le doy a las enseñanzas que el Señor me transmite en su Palabra?, ¿hasta qué punto ellas condicionan mi vida? ¿De qué manera alimento mi fe y profundizo en lo que es propio y característico de lo que significa ser y llamarnos cristianos?
«Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».
     ¿Qué estoy haciendo para demostrar con mi vida, con mis actitudes y manera de ser que sigo al Señor Jesús y que busco ser y actuar como Él?
                                                                                                                                                        

   Dios omnipotente y eterno, señor del universo, creador y dueño de todas las cosas, tu, por obra de Cristo, has hecho del hombre el esplendor del mundo, le has entregado la ley natural y la escrita para que viva ordinariamente como ser dotado de razón, y, cuando peca, le propones como norma tu bondad para que se arrepienta, dirige tu mirada a quienes con su vida se desvían de ti, porque tú no quieres la muerte del pecador sino que se convierta, de modo que se aparte del camino de la perdición y viva […] Devuélvele a la Iglesia la dignidad y la condición primera, por intercesión de Cristo, Dios y salvador nuestro… («Constituciones de los apóstoles»).

CARTA DEL CABILDO CATEDRAL DE CÁDIZ



CONVOCANDO VIGILIA GENERAL EXTRAORDINARIA


sábado, 23 de septiembre de 2017

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 24 DE SEPTIEMBRE DE 2017, 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)



«MIS PLANES NO SON VUESTROS PLANES»

Mt. 20. 1-16

      En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
     Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: “Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido”. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
     Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”. Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”.
     Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
     Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».

Otras Lecturas: Isaías 55,6-9; Salmo 144; Filipenses 1,20c-24.27a

LECTIO:
     El Evangelio de este domingo trata de aclarar, de precisar mejor lo que implica seguir a Jesús y formar parte de su nuevo Pueblo. Será Pedro quien coja la palabra para abundar en el tema: "nosotros lo he­mos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué obtendremos como recompensa?"…  La parábola de Jesús era clara hasta la provocación. Desde el amanecer hasta el atardecer, incluyendo la media mañana, el medio día y la media tarde, el propie­tario de la parábola fue contratando en diversos turnos a varios jornaleros.
     Tan sólo con los de la primera hora había fijado el salario: un denario por jornada. Al resto les pagaría "lo debido". El momento del pago resultó un tanto emocionante cuando a los de la última hora les entregó precisamente un denario: exactamente igual que a los primeros.
     Esta era la respuesta de Jesús a Pedro. Y este era el "convenio laboral" de aquel propietario que en el fondo representa a Dios. A unos y a otros da lo mismo, o mejor di­cho, les da lo más que puede dar: a su propio Hijo. Y este "salario" lógicamente, no está en función de las horas trabajadas, sino en función de la generosidad del dueño de la viña: su amor desmedido.
     Trabajar en ésta es un don. Recibir el denario, es un don. Quien no entiende esta clave de generosidad divina, quien cree que puede recibir de Dios el pago por los servicios prestados en su Iglesia, no ha entendido nada.
     Los que no comprenden esto, vivirán comprando a Dios su salvación o vivirán resentidos porque Él no les paga en las monedas con que ellos habían fijado un precio así de torpe y de mezquino.

MEDITATIO:
     Poder trabajar en la viña del Señor, ponerse a su servicio, colaborar en su obra, constituye de por sí un premio inestimable, que compensa por toda fatiga. Pero esto sólo lo comprende quien ama al Señor y su reino; quien trabaja únicamente por el jornal nunca se dará cuenta del valor de este inestimable tesoro.
     La Iglesia no es solo para las personas buenas. ¿Quién pertenece a la Iglesia, a esta fiesta? Los pecadores, todos nosotros, pecadores, hemos sido invitados. ¿Y aquí qué hacemos? Se hace una comunidad que tiene dones diferentes: uno tiene el don de la profecía, el otro el ministerio, aquí un profesor… Todos tienen una cualidad, una virtud. (Papa Francisco)
     Los que son responsables de la pastoral pueden encontrar un bonito ejemplo en esta parábola. Salir en diversas horas del día para ir y encontrar a aquellos que están en búsqueda del Señor. Alcanzar a los más débiles y a los más necesitados para darles el apoyo de sentirse útiles en la viña del Señor, aunque sea solamente por una hora”. (Papa Francisco)
     Sembremos y demos testimonio. El testimonio es el inicio de una evangelización que toca el corazón y lo transforma. Las palabras sin el testimonio no son, no sirven. El testimonio es lo que lleva y da validez a las palabras. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Al anochecer cumpliste tu palabra. A todos diste salario digno y justo, según el corazón y las necesidades te dictaban. Quienes menos se lo esperaban fueron los primeros en ver sus manos llenas aunque algunos murmuraron.

Señor, concédenos la alegría de vivir sumergidos
en la generosidad del Padre,
conscientes que la recompensa será desproporcionada.

CONTEMPLATIO:
     Cada persona tiene su hora, su día, su edad, su circunstancia..., de ver y aceptar su encuentro con Jesús. El dueño de la viña no paga por trabajo realizado, ni por horas,  ni por trabajar a destajo, sino por la disponibilidad, por la actitud, la apertura y acogida a su invitación.
“¿vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”
     Las únicas personas que protestan son las que saben desde el principio lo que van a cobrar. Les molesta comprobar que el Señor es bueno con todos. Es la actitud de las personas que se creen justas, con más méritos que los demás; les molesta la bondad de Dios, se relacionan con Él en términos mercantilistas, intentando comprar su salvación.
     El texto presenta, una vez más, el retrato de un Dios que es bondad y misericordia. Sobresale el valor de la justicia y el de la bondad y la generosidad –se da más de lo esperado-. ¿Están presentes esos valores en tu vida y en tu relación con los demás? No es una invitación a "llegar tarde" o a trabajar menos, sino a evitar la tentación de proyectar sobre Dios nuestras expectativas, nuestros cálculos y nuestras medidas. Los caminos y los planes de Dios son distintos de los nuestros y siempre sorprendentes
“Amigo, no te hago ninguna injusticia… Toma lo tuyo y vete”.
     Dios es bondad, pura gratuidad, pura gracia más allá de todo interés, de toda ley. Por suerte, no actúa según nuestros méritos, ni nuestra lógica, sino según su bondad.


  Se te llama a la hora de sexta; ven. El amo también te ha ofrecido un denario si vienes a la undécima, pero que vivas hasta la hora undécima, eso nadie te lo ha prometido. No digo hasta la undécima, sino hasta la séptima. ¿Por qué, cierto del salario, mas incierto del día, haces esperar a quien te llama? Mira, no te quedes por tu dilación, sin la prometida retribución (Agustín de Hipona).