TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 30 de agosto de 2014

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 31 DE AGOSTO, 22º DEL TIEMPO ORDINARIO

…OLVÍDATE DE TI MISMO

Mt 16:21-27 

     En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: "¡No lo permita Dios, Señor!  "Eso no puede pasarte." Jesús se volvió y dijo a Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios." Entonces dijo a sus discípulos: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta."

Otras Lecturas: Jeremías 20:7-9; Salmo 62; Romanos 12:1-2

LECTIO:
   Después de revelar a los discípulos que él es el Mesías, Jesús los deja desconcertados al decirles que va a ser ejecutado a manos de los dirigentes judíos en Jerusalén. Es ésta la primera de las tres ocasiones en que Jesús les habla de esto a los discípulos (véase Mateo 17:22-23, 20:17-19).
   Para los discípulos, esto no tiene sentido. ¿Cómo podrían sus propios dirigentes rechazar y dar muerte al Mesías, esperanza secular de la liberación judía? ¿Y cómo iba a permitirlo Dios? ¿Con qué objeto? ¿Por qué habría de sufrir el Mesías? Para la mentalidad de muchos judíos, el sufrimiento seguía vinculado al pecado y al juicio de Dios.
   Pedro, al que Jesús acaba de nombrar roca sobre la que se edificará la iglesia, se convierte por un momento en arenas movedizas. Manifiesta a Jesús su temor y su frustración: ‘¡Eso no te puede pasar!’. La respuesta de Jesús es una reprimenda violenta en la que resuena el rechazo frontal con el que alejó a Satán cuando le tentó en el desierto (Mateo 4:10). La firmeza de la reprimenda indica la gravedad de la tentación a la que le están sometiendo.
   Puede que Jesús aumentara todavía más la confusión de los discípulos al hablar a continuación de cargar con cruces y perder la vida para salvarla. Nosotros tenemos la ventaja de ver las cosas desde la perspectiva de la resurrección, de tal modo que las palabras de Jesús nos transmiten la profunda verdad de entregar nuestras vidas para vivir por él.
   En dos ocasiones Jesús hace que los discípulos vislumbren la esperanza. Primero les dice que resucitará de entre los muertos (versículo 21), y luego les dice que volverá con gloria con los ángeles para juzgar a las naciones por sus obras (versículo 27).

MEDITATIO:
Los discípulos tuvieron que sentirse muy confusos por lo que les dice Jesús, pero no le abandonan. ¿Qué podemos aprender de esto?
¿Qué crees que puede querer decir Jesús cuando afirma que quien pierda su vida por su causa, la recobrará? ¿Qué significa esto para ti en tu vida cotidiana?

ORATIO:
   Da gracias porque Jesús estaba dispuesto a hacer la voluntad de su Padre, aun cuando esto implicase el sufrimiento y, en definitiva, la muerte.
   Preséntate humildemente ante Dios. Pídele su gracia para que te ayude a obedecerle noche y día y a llevar una vida que le agrade a él en vez de optar por tu propia comodidad.

CONTEMPLATIO:
     Medita en torno a estos versículos de Romanos 12:1-2:
-“Por tanto, hermanos míos, os ruego por la misericordia de Dios que os presentéis a vosotros mismos como ofrenda viva, consagrada y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que debéis ofrecer. No viváis conforme a los criterios del tiempo presente; por el contario, cambiad vuestra manera de pensar, para que así cambie vuestra manera de vivir y así lleguéis a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto”-.
OFICIO DIVINO, Oración de las horas (i)

I la liturgia de las horas en manos de los fieles

 1. LA LITURGIA DE LAS HORAS, FUNCIÓN DE TODOS LOS BAUTIZADOS
     La Liturgia de las Horas es la oración de la Iglesia que alabando a Dios e intercediendo por los hombres, prolonga en la tierra la función sacerdotal de Cristo. Ahora bien, la Iglesia la forman todos "aquellos hombres a los que Cristo ha hecho miembros de su Cuerpo, la Iglesia, mediante el sacramento del bautismo", no únicamente una parte de ellos; por consiguiente, la Liturgia de las Horas "pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia", no sólo a los sacerdotes y religiosos contemplativos, como se ha venido pensando durante los últimos siglos. La capacitación para tomar parte en esta oración no es, por tanto, consecuencia del sacramento del orden ni de la profesión monástica, sino del bautismo y de la confirmación. La entrega del Padrenuestro a los catecúmenos, tal como se realiza en la iniciación cristiana de adultos, viene a ser como el rito expresivo de que todo bautizado recibe la misión de orar en nombre y como miembro de la Iglesia. Este libro que hoy ponemos en manos de los fieles quiere, pues, devolver la oración eclesial a sus verdaderos destinatarios, es decir, a todos los bautizados.

2. LOS LAICOS ABANDONAN PRONTO LA LITURGIA DE LAS HORAS
     Por diversos avatares de la historia, sobre todo cuando, a raíz del nacimiento de las lenguas vernáculas, el latín pasó a ser dominio exclusivo de los clérigos, los laicos fueran abandonando l participación en la oración común de la Iglesia, y el Oficio divino quedó cada vez más en manos de sólo los clérigos y los monjes; con ello, aunque el Breviario continuó llamándose "oración de la Iglesia", en realidad, se convirtió en plegaria exclusivamente monástica y clerical. Y lo que al principio fue sólo práctica decadente - los laicos, de hecho, no participaban en la salmodia eclesial - se erigió después casi en principio doctrinal: rezar el Oficio divino se presentó como competencia exclusiva de los sacerdotes y monjes. A partir de esta visión, el rezo de la Liturgia de las Horas empezó a relacionarse, no con el bautismo, que nos incorpora a la Iglesia, sino con la ordenación o con la profesión monástica, que da únicamente una función determinada o consagra un carisma particular. Esta visión, ciertamente inadecuada, debe corregirse, y el Oficio divino debe volver a aparecer como la oración de todos los bautizados.

3. VER LA ORACIÓN LITÚRGICA COMO FUNCIÓN PROPIA DE CLÉRIGOS Y MONJES HA PERDURADO HASTA NUESTROS DÍAS
     Ver la oración eclesial como función exclusiva de clérigos y monjes no ha sido simple fenómeno pasajero, sino que ha perdurado prácticamente hasta nuestros días. Por ello, no hay que extrañar demasiado las dificultades que se presentan al restituir su uso entre los fieles; ni el mismo Vaticano II logró erradicar totalmente esta limitada e inexacta visión. En efecto, casi en nuestros días (1947), Pío XII afirma aún en la encíclica Mediator Dei que "el Oficio divino es la oración del cuerpo místico de Cristo... cuando lo rezan los sacerdotes, los ministros de la Iglesia o los religiosos delegados por la misma Iglesia para esta función". Y el Vaticano II, a pesar de su renovada eclesiología, repite de nuevo los mismos conceptos al decir que "cuando los sacerdotes y todos aquellos que han sido destinados a esta función por institución de la Iglesia cumplen debidamente ese admirable canto de alabanza. - entonces es en verdad la voz de la misma Esposa que habla al Esposo". Es verdad que el Vaticano II empieza a abrir la oración eclesial a los laicos al afirmar que "cuando los fieles oran junto con el sacerdote"  también se realiza por medio de ellos la oración de la Iglesia; pero esta apertura a los simples bautizados es aún muy tímida, ya que el Concilio, para que se dé verdadera oración eclesial por parte de los laicos, pone como condición que éstos recen el Oficio conjuntamente con los sacerdotes; en el fondo, por tanto, persevera la visión de que la oración eclesial está más relacionada con la ordenación que con el bautismo, es más clerical que cristiana.

4. PRIMEROS PASOS EN EL RETORNO DE LA ORACIÓN DE LA IGLESIA A TODOS LOS FIELES
     Un primer paso, que hoy puede parecer pequeño, pero que fue ya significativo, en la progresiva apertura de la oración eclesial al Conjunto de todos los bautizados, fue el motu proprio de Pablo VI Ecclesiae sanctae (1966). En este documento se recomienda a los miembros de los Institutos religiosos que adopten por lo menos las Horas principales de la Liturgia de las Horas y con ellas substituyan los antiguos Oficios parvos a los que estaban habituados. Así, dice el Papa, "participarán más plenamente en la vida litúrgica de la Iglesia". Estamos ciertamente aún muy lejos de que la oración litúrgica se abra a todos los bautizados, pero su rezo empieza ya a sobrepasar la antigua frontera de sólo los clérigos y monjes contemplativos.

5. LA CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA "LAUDIS CANTICUM" RESTITUYE A TODOS LOS BAUTIZADOS LA ORACIÓN LITÚRGICA, QUE POR PROPIA NATURALEZA LES PERTENECE
     Los progresivos pasos de apertura de la oración litúrgica a todos los bautizados, que tímidamente se inician con Pío XII y van avanzando con una mayor pujanza, se manifiestan en los documentos conciliares, y alcanzan finalmente su término definitivo en los dos documentos preliminares de la nueva Liturgia de las Horas, la Constitución apostólica Laudis canticum y los Principios y Normas generales de la Liturgia de las Horas. En ambos documentos se afirma sin equívocos que el Oficio divino corresponde a todos los bautizados. En efecto, la Constitución apostólica Laudis canticum afirma con toda claridad que la plegaria de las Horas es propia de todo el pueblo y que, precisamente por ser oración de todos los bautizados, "expresa la voz de la amada Esposa de Cristo, los deseos y votos de todo el pueblo cristiano". Esta es la razón, añade el Papa, por la que el rezo de las Horas en la reforma litúrgica "ha sido dispuesto y preparado de suerte que puedan participar en él no solamente los clérigos, sino también los religiosos y los mismos laicos" y por la que también su rezo se propone "a todos los fieles, incluso a aquellos que legalmente no están obligados a él. "
Papa Francisco:
PIDAMOS LA GRACIA
DE NO CHISMORREAR
La santidad de la Iglesia se expresa en la unidad, el perdón y el apostolado, dijo en la predicación de la audiencia general de este miércoles © CTV 27-08-2014


     En la IV catequesis del Papa Francisco dedicada a la misión de la Iglesia, sin leer el texto, espontáneamente, ante unos 10 mil peregrinos presentes en la plaza de San Pedro, pidió evitar los chismes, las habladurías, las calumnias, las voces de corredor que dividen y crean discordia. “Y las habladurías están a la portada de todos”, advirtió.
“Cuando se chismorrea en las parroquias, ¿es bueno o no? Y uno es elegido presidente de esa asociación, se rumorea contra de él; y si esa otra persona es elegida presidente de la catequesis, las otras hacen habladurías contra de ella. Pero, ¿es esta la Iglesia? Esto no se debe hacer. No tenemos por qué hacerlo” aseveró. 
     En tono jocoso, el Papa Francisco continúo: “No les digo que se corten la lengua, no, no hasta allá, no… ¡Pero, pidan al Señor la gracia de no hacerlo!”, en alusión a que un cristiano no debe hablar mal de los demás… explicó que la santidad de la Iglesia se expresa en la unidad, el perdón y el apostolado. 
   El Papa retomó el texto escrito recordando que con la oración del Credo, los católicos “afirmamos que la Iglesia es ‘una’ y ‘santa’, a pesar de que está llena de pecadores, con divisiones y escándalos”. El sucesor de Pedro ha asegurado en varias ocasiones: “Pecadores sí pero corruptos no”. Así aspirar a la santidad para la Iglesia, continuó el Papa Francisco, es “reproducir la imagen de Dios, rico en misericordia y gracia“.
UNIDAD.
     Tomando como referencia la oración del Credo, el Papa habló de unidad y santidad: “Lo que Dios quiere es que seamos acogedores, que nos perdonemos y nos amemos, para parecernos cada vez más a Él que es comunión y amor”. “Jesús pidió a Dios Padre por la unidad de sus discípulos, confiándoles así su deseo de que la unidad sea nota característica de la comunidad”, afirmó 

DIVISIÓN.
… explicó que “la división es uno de los pecados más graves, que no permiten que Dios actúe. Es el diablo el que separa, destruye las relaciones y pone siempre prejuicios”.
     Sucesivamente, el Papa habló de las divisiones entre cristianos: “Si miramos hacia la historia de la Iglesia, ¡cuántas divisiones entre nosotros los cristianos. También ahora estamos divididos. También ahora estamos divididos”, lamentó. No es cristiano estar divididos. “También en la historia los cristianos hemos hecho la guerra entre nosotros por divisiones teológicas. Pensemos en esa de los 30 años. Pero esto no es cristiano. ¿Somos cristianos o no?“, cuestionó pidiendo una oración para “la unidad de todos los cristianos”, para ir por el camino de Jesús. 
     “Pidamos sinceramente perdón – prosiguió el Pontífice- por todas las veces en las cuales hayamos causado división e incomprensión en el interior de nuestras comunidades, sabiendo que no se alcanza a la comunión si no a través de una continua conversión”. Pero,
Señor dame la gracia de no chismorrear, de no criticar, de no crear habladurías, de querer a todos mucho”.  Y afirmó: “esto es convertir el corazón”.
     A los peregrinos de Oriente Medio presentes en la audiencia general, el Papa Francisco dijo: “pidamos perdón por cada vez que hemos sido motivo de división e incomprensión”.  
     La catequesis concluyó pidiendo por los que trabajan por la paz. “Queridos amigos hagamos resonar en nuestros corazones esta palabra de Jesús: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamado hijos de Dios” (Mt 5,9). 


viernes, 22 de agosto de 2014

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 24 DE AGOSTO, 21º DEL TIEMPO ORDINARIO

…¿QUIÉN DECIS QUE SOY YO?
Mt 16,13-20 
     En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas».
     Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
     Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Mesías.

Otras Lecturas: Isaías 22,19-23; Salmo 137; Romanos 11,33-36.

LECTIO:
     San Mateo propone este texto que es símbolo de nuestra catolicidad. La propuesta de recordar que Jesús es el Señor; Jesús es el Cristo; Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo, es vital para la Iglesia. Jesús no es un profeta más, ni un místico, ni un maestro como los demás en Israel. Aunque leemos muy rápido el texto, debe haberse desarrollado en un ambiente de serenidad y todo debe haber pasado en un buen tiempo.
     Tal vez es bueno recordar la situación histórica –socio/ política- en la que se encontraban en ese momento en el pueblo de Israel. Estaban siendo ocupados por el Imperio Romano, que con gran violencia se había adueñado de la región y había impuesto sus leyes y todos debían pagar impuestos a la potencia extranjera. Ellos esperaban un rey al estilo David que uniéndolos saliera a defender el territorio y con gran fuerza los liberara para que fueran ellos la gran potencia. Pero Jesús no iba a tener ese estilo de liderazgo.
     Partiendo de esta situación, Jesús ha reunido a sus discípulos, y lanza una nueva e importante pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo? (o en este texto usando un título mesiánico “el Hijo del Hombre”). Los discípulos han estado en misiones, y ahora Jesús reunido con ellos quiere recabar información sobre lo que se dice sobre Él mismo. Ellos comentan lo que la gente anda diciendo por ahí: “es Juan el Bautista, Elías, Jeremías o algún otro de los profetas” (es curioso cómo identifican a estos personajes de la historia como que hubieran vuelto a la vida). Esto significaba ya mucho. Jesús tenía una gran misión podría igualarse a cualquiera de los grandes personajes en el recuerdo de Israel. El pueblo ya se había dado cuenta de algo diferente. Por eso mismo comentaban estas cosas. Pero Jesús devuelve la pregunta ahora a sus discípulos ¿Y ustedes quien dicen que soy yo? Antes había usado la expresión de “hijo del hombre” (que proviene de la profecía de Daniel 7, 13-14, pero en el Nuevo Testamento se menciona ochenta y ocho veces este título de Jesús). Sin embargo la pregunta a los discípulos está ligada a otra expresión, tal vez más directa “Yo Soy”. Habla más directamente sobre su doble naturaleza Humana y Divina. En las dos preguntas encontramos esto.
    Simón Pedro sale inmediatamente diciendo “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Es una declaración que no pudo habérsela inventado ni rastreado Pedro por sí mismo. Es el Padre del cielo quien se lo ha puesto en los labios. Es la primera vez que públicamente se habla de la verdadera identidad de Jesús. Él es el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Es una declaración de fe. Una manera nueva de entender a Jesús. Esta declaración y confirmación de Pedro, lo hace ahora responsable de guiar a la comunidad de discípulos, seguidores de Jesús. Sobre Pedro se construye la Iglesia y las puertas del infierno (que es el imperio de la muerte) no tendrán poder sobre ella. También le dice que por esta declaración tendrá las llaves del Reino de los cielos y sus decisiones en la tierra serán tomadas en cuenta en el cielo (lo que ates en la tierra será atado en el cielo y lo que desates en la tierra será desatado en los cielos).
     El mesianismo de Jesús difiere radicalmente del sentir y pensar humano. La gente no estaba preparada, por eso Jesús pide que no lo digan a las personas. Ni siquiera Pedro está preparado para el anuncio de la Pasión del Señor (que sigue inmediatamente a este texto). Pero aún la debilidad humana de Pedro Jesús no le quita la misión que le ha confiado de ser la “roca”, es decir el fundamento y referencia obligada de los seguidores del Mesías.

MEDITATIO:       
     “Es el mismo Jesús quien, hablando con los discípulos, distingue: "¿Quién dice la gente que soy yo?" (cf. Mt 16, 13), refiriéndose a los que lo conocen de lejos, por decirlo así "de segunda mano". "Y vosotros ¿quién decís que soy yo?", refiriéndose a los que lo conocen "de primera mano", habiendo vivido con él, habiendo entrado realmente en su vida personalísima hasta convertirse en testigos de su oración, de su diálogo con el Padre.
    Así, es importante que tampoco nosotros nos limitemos a la superficialidad de tantos que escucharon algo acerca de él: que era una gran personalidad, etc..., sino que entremos en una relación personal para conocerlo realmente. Y esto exige el conocimiento de la Escritura, sobre todo de los Evangelios, donde el Señor habla con nosotros”… (Benedicto XVI)
¿Recurro a la Oración con la Palabra de Dios, dejo que Jesús me instruya?
¿Quién es Jesús para mí? ¿Hasta dónde quiero llegar en mi relación con Jesús? ¿Lo busco en su Palabra, personal y comunitariamente? ¿Busco vivir continuamente los sacramentos que me acercan a Jesucristo?
    “Este coloquio con el Señor en la Escritura no debe ser nunca un coloquio individual; ha de hacerse en comunión, en la gran comunión de la Iglesia, donde Cristo está siempre presente, en la comunión de la liturgia, del encuentro personalísimo de la sagrada Eucaristía y del sacramento de la Reconciliación, donde el Señor me dice: "Te perdono"… (Benedicto XVI)
¿Soy consciente que no puedo ser un cristiano aislado y anónimo sino que soy parte de una comunidad llamada Iglesia?
¿Entiendo que no se puede separar a la Iglesia de Jesús, el Cristo, el Mesías? Mi encuentro con el Señor debe ser como miembro de la Iglesia.
¿Pido a Dios por el sucesor de Pedro y los Apóstoles? ¿Sigo sus enseñanzas?

.ORATIO:
     Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Hoy quiero escucharte, quiero darme cuenta que en mi vida tú estás a la puerta llamándome para preguntarme, para insistir sobre mi vida. Mi vida tiene sentido sólo si te reconozco a Ti, que eres el Señor de la Historia. Verdadero Hombre, pero verdadero Dios que vino a este mundo a salvarme.
     Señor que te conozca y te reconozca en mi vida. Señor que también me conozca a mí mismo y mis limitaciones que sólo Tú puedes llenar.
     Gracias por ofrecerme la Iglesia, que es la prolongación de tus mismos discípulos y misioneros. Es en la Iglesia donde sigues obrando. Que reconozca que una relación contigo pero sin la Iglesia es como un avión que le falta un ala y no puede volar. Señor, dame la gracia de amar a tu Iglesia y a todos los cristianos que son tus seguidores. Que con ellos comparta la vida con mayúscula, que me una en los sacramentos.
     Gracias porque me invitas permanentemente a encontrarme contigo, en la oración.

CONTEMPLATIO:
     Hemos llegado a la etapa donde las palabras de Jesús maestro, se quedan grabadas en nuestro corazón.
¿Cómo interiorizo el mensaje?
Oh Señor, tu eres Dios, tu eres el mesías, tu eres mi Señor,
Oh Jesús tu eres el camino, tu eres la verdad, tu eres la vida,

     Dispongámonos pues a repetir estas frases en nuestro interior para que la luz de Cristo, sea el faro que guie nuestro camino.
Adoración Eucarística y Sagrada Escritura
(III)
            Por monseñor José Ignacio Munilla Aguirre, obispo de San Sebastián en la Conferencia internacional de Adoración Eucarística, celebrada en Roma, del 20-24 junio 2011

“Proskynesis” y “ad-oratio”
     Vuelvo de nuevo al encuentro de la JMJ de Colonia, ya que en él encontramos un riquísimo filón de reflexiones. Pues bien, en la celebración eucarística dominical de clausura, Benedicto XVI aprovechó para hacer una inolvidable catequesis sobre la adoración. (¡He aquí un ejemplo emblemático de la Pastoral Juvenil “fuerte”, a la que me he referido al inicio de esta charla!). Partiendo del hecho de que la Eucaristía es la actualización del Sacrificio de Cristo, el Papa afirma:
     «Esta primera transformación fundamental, de la violencia en amor, de la muerte en vida, lleva consigo las demás transformaciones. Pan y vino se convierten en su Cuerpo y su Sangre. Llegados a este punto la transformación no puede detenerse, antes bien, es aquí donde debe comenzar plenamente. El Cuerpo y la Sangre de Cristo se nos dan para que también nosotros mismos seamos transformados. Nosotros mismos debemos llegar a ser Cuerpo de Cristo: sus consanguíneos. Todos comemos el único pan, y esto significa que entre nosotros llegamos a ser una sola cosa. La adoración, como hemos dicho, llega a ser, de este modo, unión. Dios no solamente está frente a nosotros, como el totalmente Otro. Está dentro de nosotros, y nosotros estamos en Él. Su dinámica nos penetra y desde nosotros quiere propagarse a los demás y extenderse a todo el mundo, para que su amor sea realmente la medida dominante del mundo. Yo encuentro una alusión muy bella a este nuevo paso que la Última Cena nos indica con la diferente acepción de la palabra "adoración" en griego y en latín. La palabra griega es proskynesis. Significa el gesto de sumisión; el reconocimiento de Dios como nuestra verdadera medida, cuya norma aceptamos seguir. Significa que “libertad” no quiere decir gozar de la vida, considerarse absolutamente autónomo, sino orientarse según la medida de la verdad y del bien, para llegar a ser, de esta manera, nosotros mismos; verdaderos y buenos. Este gesto es necesario, aún cuando nuestra ansia de libertad se resiste, en un primer momento, a esta perspectiva. Hacerla completamente nuestra sólo será posible en el segundo paso que nos presenta la Última Cena. La palabra latina para adoración es ad-oratio; contacto boca a boca, beso, abrazo y, por tanto, en resumen, amor. La sumisión se hace unión, porque Aquel al cual nos sometemos es Amor. Así la sumisión adquiere sentido, porque no nos impone cosas extrañas, sino que nos libera desde lo más íntimo de nuestro ser».
     Vamos a servirnos en este momento de la conferencia, de la reflexión etimológica que el Papa Benedicto XVI realiza sobre el término adoración, según sus acepciones griega y latina.

A) Proskynesis: En la adoración, la santidad y la grandeza de Dios tienen algo de abrumador para la criatura, que se ve sumergida en su nada. Frente a la inmensidad de Dios y frente a su santidad, nos admiramos y maravillamos en su presencia, y reconocemos nuestra pequeñez e indignidad…
B) Ad-oratio: Pero, por otro lado, tiene lugar también una segunda experiencia complementaria, inseparable de la anterior: Nos conmovemos por el hecho de que un Dios infinitamente superior a nosotros se haya fijado en nuestra pequeñez, y nos ame con ternura… La adoración es la expresión de la reacción del hombre sobrecogido por la proximidad de Dios, por su belleza, por su bondad y por su verdad.
     Ejemplos de la actitud de adoración, bajo la perspectiva de la proskynesis, los podemos observar en textos bíblicos como el del profeta Ezequiel impactado por la gloria de Yaveh (Ez 1, 27-28), o el de Saulo ante la aparición de Cristo resucitado. Leamos este último:
     «Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él respondió: ¿Quién eres, Señor? Y Él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer. Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto; oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin ver, sin beber y sin comer» (Hch 9,3-9)
     Por otra parte, un ejemplo de la actitud de adoración bajo la segunda perspectiva, la ad-oratio, lo encontramos en el texto bíblico de la adoración de los Magos de Oriente al Niño Dios:
     «Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron…» (Mt 2,11). La trascendencia infinita de Dios está “contenida” y “escondida” en la débil humanidad de aquel niño de Belén. Dios Padre envía su “beso” de amor a la humanidad en la ternura de ese niño. La única respuesta adecuada por nuestra parte es devolver ese beso a Dios, en el acto de la adoración. El gesto que tradicionalmente realizamos en Navidad al besar la imagen del Niño Dios, es una de las expresiones más significativas de esa ad-oratio a la que se refiere el Papa. La adoración no es sólo sumisión, sino que también se traduce en un misterio de “comunión” y de “unión”.
     Comentando el pasaje bíblico del “Evangelio de la Infancia” de San Mateo, el Papa Benedicto XVI hizo el siguiente comentario durante la adoración eucarística de la JMJ de Colonia:
     «Queridos amigos, ésta no es una historia lejana, de hace mucho tiempo. Es una presencia. Aquí, en la Hostia consagrada, Él está ante nosotros y entre nosotros. Como entonces, se oculta misteriosamente en un santo silencio y, como entonces, desvela precisamente así el verdadero rostro de Dios. Por nosotros “se ha hecho grano de trigo que cae en tierra y muere y da fruto hasta el fin del mundo” (cf. Jn 12,24). Él está presente, como entonces en Belén. Y nos invita a esa peregrinación interior que se llama adoración. Pongámonos ahora en camino para esta peregrinación del espíritu, y pidámosle a Él que nos guíe».
     Pero tengamos en cuenta que estas dos facetas o perspectivas de la adoración, la proskynesis y la ad-oratio, no se dan por separado, sino que se integran en el mismo acto de adoración. Dicho de otro modo, la adoración es algo sencillo y complejo, al mismo tiempo: cuanto más nos acercamos a Dios, la adoración es más simple, hasta el punto de que la proskynesis y la ad-oratio se confunden y se identifican. En la adoración se integran plenamente el “santo temor de Dios” y el “amor a Dios”, como una sola y misma realidad.

     Por el contrario, en la medida en que nuestro pecado nos mantiene lejos de Dios, esos dos aspectos - proskynesis y ad-oratio - pueden llegar a experimentarse de una forma discordante, e incluso contradictoria. Por ello, es importante que recurramos a la Sagrada Escritura, como escuela de adoración. En ella aprendemos que la adoración es la expresión del hombre impresionado por la proximidad de Dios. En efecto, la adoración es conciencia viva de nuestro pecado, confusión silenciosa (Job 42, 1-6), veneración palpitante (Sal 5,8), homenaje jubiloso (Sal 95,1-6)… 

CUATRO POSTURAS PARA VIVIR LA EUCARISTÍA


     Nuestro ser está definido por cuerpo, alma y corazón. Y, porque sabemos que de Dios venimos y a Dios vamos, le expresamos nuestro profundo amor  –no solamente desde el interior- sino, también y además, con diversos gestos corporales. Nuestro cuerpo transmite lo que, interiormente, conmueve a nuestro corazón, nuestra mente y nuestro ser.
      Desgraciadamente, muchas veces por pura justificación, oímos aquello de “lo importante es lo interno, no lo externo”. Pero puede ocurrir que, en el fondo,  cuando cuesta enarbolar una bandera es porque, tal vez, se ha perdido el sentido de pertenencia a un pueblo. Lo malo no es  reverenciar con una u otra postura determinada a Dios, lo malo es el por qué algunas de ellas las hemos olvidado y dejado en el cubo de nuestro propio criterio o capricho.
     Entre otras cosas, incluso los gestos dentro de la liturgia, son expresión de unidad. De un pueblo que se mueve en la misma dirección, con los mismos sentimientos. Pues, ese pueblo, pertenece a un mismo Cuerpo de Cristo y, por lo tanto, en gestos y posturas, lo hacemos visible.


LA SEÑAL DE LA CRUZ
     Respecto a este gesto corporal, el Reverendo Padre Romano Guardini, erudito y profesor de liturgia, escribió lo siguiente:
     Cuando nos hagamos la señal de la cruz, que ésta sea una verdadera señal de la cruz. En lugar de un gesto diminuto e imperceptible que no proporciona ninguna noción acerca de su significado; hagamos, en vez, una gran señal, sin ningún apuro, que empiece desde la frente hasta nuestro pecho, de hombro a hombro, sintiendo conscientemente cómo involucra todo nuestro ser, nuestros pensamientos, nuestras actitudes, nuestros cuerpos y nuestras almas, cada una de las partes de nosotros mismos y de una sola vez, de modo que nos consagra y nos santifica...(Señales Sagradas, 1927).

ADORACIÓN
     El estar de rodillas, aunque para algunos suponga un esfuerzo y una penitencia, es adoración y vasallaje al Señor. Es inclinación de un pueblo que cree y espera en su Señor. Es veneración a la presencia real y misteriosa del Señor en el altar. Ponerse de rodillas es saber que Dios está por encima de todo. ¿Por qué se nos hace tan duro ponernos de rodillas ante Dios y tenemos tan pocos escrúpulos en hacerlo delante de cualquier poderoso?

 RESPETO
     Cuando entra y sale el sacerdote nos ponemos de pie (no porque sea sacerdote) sino porque representa a Jesús. Nos ponemos de pie, entre otras cosas, porque con Jesús buscamos bienes superiores, razones más elevadas para vivir en la tierra con la presencia del Señor. De pie nos ponemos en el Evangelio, culmen de la revelación, porque sabemos que, de en vela, es como el Señor nos ha de encontrar cuando vuelva: escuchando, meditando, pregonando sus alabanzas.

 ACCION DE GRACIAS
     El permanecer sentados, no significa ser indiferentes. Conlleva e incita a meditar, a saborear la Palabra que se ha escuchado. Sentarse, delante del sagrario, en la homilía o después de la comunión, implica proyectar en la pantalla de nuestra mente nuestra propia vida e intentar iluminarla con la vida de Jesús. Sentarse, en la Eucaristía, no es pensar “aquí me las den todas”. Es sentir cómo, la Eucaristía, es una gran ola que nos acaricia, nos refresca la memoria y nos invita a profundizar en lo que somos y vivimos.

          J.Leoz













domingo, 17 de agosto de 2014

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 17 DE AGOSTO, 20º DEL TIEMPO ORDINARIO

… QUE GRANDE ES TU FE…
Mt 15, 21-28
     En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene  un demonio muy malo.»
     Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
     «Atiéndela, que viene detrás gritando.»
       Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
    Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.» 
     Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.» Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
     Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.» En aquel momento quedó curada su hija.

Otras Lecturas: Isaías 56,1.6-7; Salmo 66; Romanos 11,13-15.

LECTIO:
     San Mateo nos presenta en este texto una síntesis de su insistencia en el tema de la salvación universal. Para él es muy importante destacar la gran estima que Jesús tiene por los pueblos paganos llamados a la fe. Sin embargo la salvación de los “gentiles”, es decir de los que no son del pueblo elegido, debe pasar por el plan de Dios que eligió a Israel para llevar la Buena noticia de Salvación.
    Hay que partir que Mateo dirige su Evangelio a una comunidad judeo–cristiana, que se pregunta si está bien compartir el pan Eucarístico con los paganos recién convertidos al cristianismo que han participado en el pueblo de Israel. La mujer viene pidiendo a los gritos a Jesús y lo reconoce con el título de “Hijo de David”, que su hija está poseída por un demonio. Y Él no responde. Los discípulos intervienen no por compasión a sus necesidades, sino para que ya no siguiera gritando detrás de ellos, pues parece que les molestaba. Es cuando Jesús interviene, aparentemente con una dureza en sus respuestas, que no esperamos del Mesías, pero leyendo todo el texto en su contexto, nos damos cuenta que Jesús, está buscando que aflore la fe de esta mujer. Vemos entonces cómo la insistencia de la mujer, se transforma en la humildad de responder a Jesús que le ha dicho que el pan de los hijos no es bueno dárselo a los perritos, y ella reconociendo al Hijo de David, le devuelve la frase diciéndole que aún los perritos comen de lo que cae de la mesa de los hijos… Algo célebre, que tal vez sólo la desesperación de una madre puede llegar a decir.
Jesús alaba a la mujer por su fe y le dice que por creer, su hija ya está curada del mal que la poseía.
     Mateo resalta que la condición para entrar al Reino es una fe auténtica, que no retrocede ante ninguna dificultad. La fe es una confianza ciega en que es posible para Dios, todo lo bueno para el ser humano.
     Con su actitud humilde, pero insistente, la mujer extranjera da testimonio de tener hacia Jesús una consideración que no han demostrado tener los maestros de la Ley, ni los habitantes de Nazareth. Es más ni siquiera sus propios discípulos han demostrado una fe como ella. Por eso también vemos que la fe es un don que el Padre Dios ofrece a todos sin distinciones.
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MEDITATIO:       
     Hoy es muy frecuente intentar de todas maneras de tapar los problemas que tenemos, incluso esconderlos y buscar cosas que nos entretengan y nos aíslen de los mismos.
¿Cómo te mueves tú frente a las necesidades y problemas? ¿Sales a buscar a Jesús como primera instancia? ¿Cómo es tu oración de petición a Jesús? ¿Te desanimas si al primer intento no logras lo que necesitas?
     La mujer extranjera incluso le dice al Señor desde sus propias palabras lo que necesita.
¿Es la Palabra de Dios tu fuente principal de oración, con lo que te nutres diariamente?
Si tuvieras que ponerle un porcentaje a tu fe ¿Qué pondrías tú? ¿Cómo crees que el Señor evaluaría tu fe?
¿Sabes entonces ahora cómo debes obrar para aumentar la fe? ¿Te gustaría que el Señor te alabara a ti por tu fe?

.ORATIO:
     Señor, queremos saciarnos de la bondad de tu misericordia. Queremos llenarnos de las migajas del banquete de tu Palabra. No somos dignos de sentarnos a la mesa de los hijos. Pero, también creemos que Tú nos llenas de tus bienes abundantemente. 
     Suscita en nosotros una fe grande, como la de la cananea, para que Tú realices el milagro de nuestra total conversión a Ti y, con nuestro testimonio y palabras, sepamos animar a otros “paganos”, que, tal vez, se hayan olvidado de Ti.

CONTEMPLATIO:
     La fe de la mujer cananea, su humildad y su perseverancia, la han llevado a obtener el favor de Dios. Dejemos que las palabras dichas a Jesús por parte de esta mujer y la respuesta de Jesús a ella, hagan eco en nuestro corazón y nos aumenten en gracia y sabiduría para amar cada vez más la palabra de Dios.
¿Cómo interiorizo el mensaje?
     Señor Jesús, que mi confianza en ti no disminuya a pesar de sentir que la dificultad es más fuerte que yo.