TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 29 de junio de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 30 DE JUNIO DEL 2019, 13º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

«NADIE QUE MIRA HACIA ATRÁS VALE PARA EL REINO DE DIOS»

Lc 9, 51-62

     Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
     Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?». Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.
   Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa». Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».

Otras lecturas: 1Reyes 19, 16b.19-21; Salmo 15; Gálatas 5,1.13-18

LECTIO:
     En el Evangelio de este domingo se agrupan varias escenas de Jesús con sus discípulos, mientras van dirigiéndose camino de Jerusalén. Un camino que conducía a una meta difícil pero insalvable porque era el final de la vida humana del Señor.
     La vida de todo discípulo de Jesús siempre será un camino, un subir a Jerusalén, en cuya andanza lo determinante y lo decisivo será el seguimiento de Alguien, la pertenencia a Él, la adhesión a su Persona, la escucha de su Palabra, la vivencia de su misma Vida.
     La vida cristiana ha sido y es una pertenencia a Jesucristo, vivida como peregrinos y caminantes, mientras vamos subiendo a la Jerusalén eterna. Por esta razón era improcedente por parte de los discípulos, mandar al fuego a los que no acogieron a Jesús, cuando ellos a su vez también le rechazaban al estar aplazando su seguimiento cuando les invitó a seguirle.
   …La mejor manera de mostrar nuestro dolor por esos rechazos no es la venganza en cualquiera de sus formas –como les sucedió a los acompañantes de Jesús en este evangelio–, sino nuestra acogida cordial y grande del Señor y a cuantos Él ama.
     La actitud justa de quien ve en otros la fuga y el desprecio hacia el Señor, no es pedir fuego sobre ellos, sino seguirle a donde Él diga “sígueme”, pertenecerle cada vez más desde nuestro lugar en la Iglesia y en el mundo. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)

MEDITATIO:
     Seguir a Jesús es el corazón de la vida cristiana. Jesús emplea imágenes duras y escandalosas. Se ve que quiere sacudir las conciencias. No busca más seguidores, sino seguidores más comprometidos, que le sigan sin reservas, renunciando a falsas seguridades y asumiendo las rupturas necesarias. Sus palabras plantean en el fondo una sola cuestión: ¿Qué relación queremos establecer con él quienes nos decimos seguidores suyos?
       «Te seguiré adonde vayas». Jesús hace tomar conciencia de lo que está diciendo: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros nido», pero él «no tiene dónde reclinar su cabeza». Seguir a Jesús es toda una aventura. Él no ofrece a los suyos seguridad o bienestar.
      «Deja que los muertos entierren a sus muertos: tú vete a anunciar el reino de Dios». Nadie nos ha de retener o frenar. Los «muertos», que no viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán a otras obligaciones religiosas menos apremiantes que el reino de Dios y su justicia.
     «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios». No es posible seguir a Jesús mirando hacia atrás. No es posible abrir caminos al reino de Dios quedándonos en el pasado. Jesús quiere seguidores dispuestos a entregarse con total disposición y obediencia a su proyecto de amor con confianza en el futuro de Dios y audacia para caminar tras sus pasos.

ORATIO:
     Señor, que día a día pueda decirte con transparencia y seguridad: te seguiré a donde vayas, aunque el camino muchas veces sea incierto, duro y doloroso.
Señor, dame docilidad y confianza
para saber escuchar y responder
con prontitud a tu llamada.

CONTEMPLATIO:
«el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza»

     El evangelista san Lucas nos presenta una decisión firme de Jesús: ponerse en camino hacia Jerusalén,.. Jesús sabe que su meta es la cruz y sigue adelante con una ejemplar obediencia al Plan del Padre; ya desde ahora, caminará como cordero llevado al matadero, de sus labios nunca salieron ni quejas, ni lamentos; ante esto no abrió la boca, caminaba con libertad absoluta, con la firmeza del que ha dicho que la voluntad del Padre es su guía, hasta llegar a la Pascua, a la glorificación del Señor…
  Jesús no va solo en el viaje a Jerusalén, le acompañan los discípulos, los que respondieron afirmativamente a la invitación que les hizo el Señor para que le siguieran…
    Ellos comenzaron a experimentar junto a Jesús que deben confiar en la voluntad del Padre, es una de las primeras lecciones aprendidas; que deben hacer silencio en el interior para escuchar la voz de Dios y hacer que emerja en el corazón el deseo del encuentro en la fe con Él, por medio de la oración. (+ José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena)




    A un amor débil le corresponde un caminar lento, y si además le falta el amor, cuando alguien se detiene por el camino y añora la vida mundana es como si volviera la mirada atrás, sin mirar ya a la patria. No ayuda el que uno se ponga en camino y después, en vez de caminar, se vuelva atrás. Si alguien se ha puesto en camino –es decir, se ha hecho cristiano católico realmente- y mira hacia atrás dirigiendo todavía su amor al mundo, no hace más que volver al lugar de donde había partido (S. Agustín).

jueves, 27 de junio de 2019

CONSAGRACIÓN DIOCESANA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



    El próximo 29 de junio, a las 11.00 horas, en la S.A.I. Catedral de Cádiz, el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy, presidirá la Solemne Consagración de la diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, en el I Centenario de la Consagración de España al Sagrado Corazón.
     Durante los últimos meses, nuestras parroquias y santuarios se han unido a otros cientos de toda España en la difusión y renovación de esta querida devoción. Así, todos los fieles diocesanos, sacerdotes y religiosos, se han preparado, durante este curso pastoral, a través de diversos materiales y acciones que se han propuesto para vivir al máximo esta devoción: la celebración de la Misa Votiva del Sagrado Corazón de Jesús, los primeros viernes de mes; la realización del Triduo al Sagrado Corazón de Jesús en parroquias, monasterios, colegios, santuarios, etc. y las consagraciones de familias, jóvenes, ancianos…
     De esta manera, y como colofón a este curso pastoral, el obispo diocesano invita a todos los fieles, sacerdotes, religiosos y religiosas, delegaciones y secretariados, movimientos y asociaciones, hermandades y cofradías, grupos parroquiales… a esta solemne ceremonia en la que nuestra diócesis quedará consagrada al Sagrado Corazón de Jesús.





   Queridos hermanos en Cristo Eucaristía:
     
     En el mes de junio suele celebrarse la festividad del Sagrado Corazón de Jesús. Este año se celebra el viernes 28, víspera de los actos solemnes que se han programado para los días 29 y 30, conmemorando el centenario del día en que S.M. Alfonso XIII consagró España al Sagrado Corazón de Jesús. Como habréis observado, este número 17 de nuestra revista tiene como objetivo ayudar a sus lectores a celebrar lo mejor posible esta efemérides. Con esa misma intención quisiera llamar la atención en esta carta sobre un aspecto de la consagración que no debería pasar desapercibido. Sabemos que esta palabra tiene varias acepciones que voy a pasar por alto para centrarme en lo que nos ocupa.
     No es lo mismo consagrarse que consagrar una cosa o persona distinta de mí. Cuando yo me consagro al Corazón de Jesús, soy yo mismo quien libremente y con plena voluntad decido ofrecer mi persona, mi vida, todo mi haber y mi poseer, al servicio de Cristo y específicamente a procurar cambiar mi corazón por otro semejante al suyo. Quizás pueda expresarse con mejores palabras pero creo que queda suficientemente claro. Ahora bien, si el padre, la madre, los cuatro hijos y la abuela se consagran al Corazón de Jesús, cada uno por su lado, no es lo mismo que si un día, todos juntos y por boca del padre éste expresa su voluntad de consagrar la familia al Sagrado Corazón de Jesús. No es esto mejor ni peor, ni más o menos excelso o meritorio; es, simplemente, distinto. Este modo de consagración requiere la voluntad de quien, de una u otra forma, ostenta una autoridad natural sobre el grupo al que consagra; incluso va más allá del grupo de personas, pues consagra a la entidad, no a las personas que la conforman: la familia.
   ¡Qué deseable sería que cada español bautizado se consagrase al Sagrado Corazón de Jesús! Ello significaría que todos y cada uno reconoceríamos el reinado de su Corazón sobre nosotros. Pero la realidad es que hay muchos españoles de otras religiones, o no creyentes, o que, aun siendo buenos cristianos, no creen o no quieren realizar su consagración. Ante esto, hemos de considerar que aquí también es de aplicación el principio de subsidiariedad: el jefe establecido de la entidad que forman las personas, asume la autoridad legítimamente dispuesta por Dios y realiza el acto de consagración de España, como entidad nacional que reconoce la soberanía de Nuestro Señor y procurará establecer los medios para que todo miembro de la comunidad pueda acceder a los beneficios espirituales de haber sido consagrada, subsidiariamente, la nación donde habita.
   El próximo 29 de junio, sábado, durante la vigilia de adoración que tendremos como antesala de la celebración del domingo 30, pronunciaré, Dios mediante, la consagración de nuestra asociación, la Adoración Nocturna Española, y de las asociaciones presentes que lo soliciten, al Sagrado Corazón de Jesús, realmente presente en el Santísimo Sacramento expuesto en el altar. De igual forma, os insto desde este momento, a celebrar vuestra consagración personal, o de vuestra Sección o Turno o Consejo Diocesano reunido en Asamblea, como mejor os convenga, pero no dejéis de hacerlo y de renovarlo con la frecuencia que estiméis. Ojalá pudiera veros a todos en el Cerro de los Ángeles el 29 de junio.
     Que el Señor os bendiga a vosotros y a vuestras familias.

José Luis González Aullón Presidente nacional A.N.E.

viernes, 14 de junio de 2019

CONVOCATORIA EXTRAORDINARIA DE CORPUS CHRISTI


LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 9 DE JUNIO DEL 2019, SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

«CUANDO VENGA EL ESPÍRITU, OS GUIARÁ HASTA LA VERDAD PLENA»

Jn 16, 12-15


     En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
     Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Otras lecturas: Proverbios 8, 22-31; Salmo 8; Romanos 5.1-5

LECTIO:
     Este domingo es tiempo de acción de gracias y de recuperar esperanzas, porque Dios se nos muestra cercano y con su rostro más resplandeciente. El Señor, que pensó con amor en nosotros y nos ha puesto en un paraíso, no está lejos; el Dios que nos ha dado todas las posibilidades de crecimiento, desarrollo y responsabilidad no está ausente, ni se ha desentendido de su obra maestra.
     El Padre Dios ha montado, por pura misericordia, una Historia de Salvación. La belleza de la Historia de la Salvación se percibe en el amor derrochado, le hemos costado muy caro a Dios, que ha permitido la muerte de su Hijo Jesús, que acampó en medio de nosotros, haciéndose uno de tantos y enseñándonos a amar de verdad.
     El texto de la Sagrada Escritura que puede resumir mejor el misterio de la Santísima Trinidad es bastante sencillo: “Dios es amor” (1Jn 4, 8.16). (+ José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena)

MEDITATIO:
     Celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, que nos recuerda el misterio del único Dios en tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La Trinidad es comunión de Personas divinas, las cuales son una con la otra, una para la otra y una en la otra: esta comunión es la vida de Dios, el misterio de amor del Dios vivo. (Papa Francisco)
     Jesús nos habló de Dios como Padre; nos habló del Espíritu; y nos habló de sí mismo como Hijo de Dios. Y así nos reveló este misterio. Y cuando, resucitado, envió a los discípulos a evangelizar a todos los pueblos les dijo que los bautizaran «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Este mandato… lo dirige también a cada uno de nosotros que, en virtud del Bautismo, formamos parte de su comunidad. (Papa Francisco)
     La solemnidad litúrgica de hoy, al tiempo que nos hace contemplar el misterio del cual provenimos y hacia el cual vamos, nos renueva la misión de vivir la comunión con Dios y vivir la comunión entre nosotros según el modelo de la comunión divina. No estamos llamados a vivir los unos sin los otros, por encima o contra los demás, sino los unos con los otros, por los otros y en los otros. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Creo, Señor, pero ven en ayuda de mi poca fe.
Señor, enséñame a saber escuchar tus palabras,
enséñame a guardar tus palabras en mi corazón;
enséñame a sentir tu presencia viva


CONTEMPLATIO:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora»

     El Nuevo Testamento, siguiendo el rastro de toda la experiencia de fe desde los libros del Antiguo Testamento nos muestra el designio salvífico de Dios Padre, realizado mediante el Hijo en el Espíritu Santo, y la Iglesia, a partir de los acontecimientos de presencia y acción de Dios en nuestra historia, ha llegado a la formulación de su fe en un solo Dios en tres Personas, aunque sabe que las diversas imágenes de la Trinidad que podemos descubrir en la realidad creada y en particular en el hombre no pueden interpretarse como explicaciones exhaustivas que agoten el misterio. El misterio trinitario está en el centro de la fe cristiana.
     Muchos, para comprender mejor el misterio de la Santísima Trinidad acuden a lo que se suele llamar la teología económica, la acción de cada una de las Personas divinas en la Historia de la Salvación, la creación, redención y santificación. Hay que ir un poco más al fundamento y preguntarse, ¿qué es Dios en sí mismo? Lo que Dios ha hecho, nos invita a pensar en lo que Dios es. Dios es amor, no sólo porque sale de sí para crear, sino porque es amor en sí mismo. Contemplar la Historia de la Salvación es la mejor vía para que nuestros sentidos se acerquen a la grandeza de este misterio de amor. (+ José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena)


   El mismo Espíritu Santo no solamente santifica y dirige al pueblo de Dios por los sacramentos y los ministerios y lo enriquece con las virtudes, sino que, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece (1 Cor 12,11), reparte entre los fieles gracias de todo género, incluso especiales, con que los dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común (1 Cor 12,7). Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más sencillos y comunes, por el hecho de que son muy conformes y útiles a las necesidades de la Iglesia, hay que recibirlos con agradecimiento y consuelo. (Concilio Vaticano II, Const. Lumen gentium, nn. 4 y 12)

COMUNICADO DEL CABILDO CATEDRAL


     El domingo 16 de junio, solemnidad de la Santísima Trinidad, se celebra la Jornada Pro Orantibus. Los obispos españoles proponen como lema “La vida contemplativa. Corazón orante y misionero” , a partir  de la constitución apostólica  Vultum Dei quaerere del papa Francisco y la consecuente instrucción aplicativa Cor orans. Al mismo tiempo, en el horizonte eclesial cada vez está más cerca el mes extraordinario misionero, que viviremos en el  próximo mes de octubre.  Además manifiestan el agradecimiento y el apoyo a los innumerables hombres y mujeres que esparcidos por la geografía española mantienen vivo el ideal religioso de la vida contemplativa.
     En España, según datos de diciembre de 2018, hay 783 monasterios de vida contemplativa (35 masculinos y 748 femeninos) y 9.151 monjes y monjas (470 varones y 8.681 mujeres).


TESTIMONIO
  Fr. Carlos Doña Grimaldi (26 años) Novicio de la Abadía Benedictina de la Santa Cruz del Valle de los Caídos (San Lorenzo de El Escorial, Madrid)

     La vocación monástica es una inmensa gracia de Dios para un joven de nuestros días, con cierto componente de exigencia y aspereza, que nos hace abandonar los hábitos de la vida mundana y revestirnos de una nueva condición, en entrega plena al seguimiento del Señor Jesús. Me parece que en las circunstancias actuales, los que ingresamos en una comunidad contemplativa sentimos con intensidad este cambio de costumbres, de orientación de toda la existencia: de nuestros intereses, gustos y proyectos, hay que convertirse al servicio del Señor, los hermanos y la Iglesia. El noviciado es una etapa que enfoco sobre todo como tiempo para conocer y asumir los aspectos más particulares y profundos del camino que el Señor me ofrece. El monacato es, como nos enseñan los Padres más antiguos, el esfuerzo por perpetuar en el seno de la Iglesia la vida de renuncia que los apóstoles llevaron siguiendo a Jesucristo, así como los primeros discípulos en Jerusalén después de Pentecostés. Es la vida evangélica y apostólica por excelencia. Los monjes hemos recibido el tesoro de la espiritualidad antigua de la Iglesia, y en estos tiempos quizás más que en otros se nos pide fidelidad y entusiasmo para tratar de conservarlo. Esta antigua tradición del monacato cristiano, para los que militamos bajo la Regla de San Benito, se concreta en los tres votos de nuestra profesión: conversatio morum, estabilidad y obediencia1 .
1 «El que va a ser admitido prometa delante de todos estabilidad (stabilitas), conversión de costumbres (conversatio morum suorum) y obediencia (oboedientia)…» (RB 58, 17).
     El esencial voto de conversatio morum asume en sí los de castidad y pobreza que emiten otros religiosos, pero sobre todo incluye una serie de compromisos fundamentales que dan carácter monástico a nuestra profesión Se trata de adoptar una serie de valores y prácticas muy específicas, simples en apariencia, pero de origen antiguo y gran influencia espiritual. Son las vasijas de barro en que portamos la gracia peculiar que el Señor nos ha concedido como monjes: separación del mundo, lectio divina, liturgia, vigilias, ayunos, observancia común, trabajo en clausura. Como novicio intento especialmente enamorarme de estos compromisos, que son los instrumentos de virtud de esta escuela del servicio divino que es el monasterio benedictino. La estabilidad supone un impulso de amor cristiano hacia los monjes que componen la comunidad en que ingresamos, y el deseo firme de participar en su fraternidad y destino común. Es una de las exigencias más duras para los que acabamos de dejar a la familia y apenas empezamos a convivir con los hermanos. Aquí nos ayuda a ello la gracia de que somos cuatro los menores de treinta años, lo que nos hace mirar al futuro con esperanza. La estabilidad también tiene mucho de amor al lugar físico en que nos establecemos, y sobre todo comporta la aceptación humilde de las peculiaridades del monasterio. En nuestra Abadía de la Santa Cruz, esto incluye la pertenencia a la Congregación de Solesmes, el ofrecimiento perpetuo de nuestras oración y penitencia por la paz y prosperidad de España y todos sus habitantes, y la celebración solemne de la santa misa en la Basílica del Valle de los Caídos, fin para el cual asumimos la dirección de un colegio-escolanía. El voto de obediencia, en el monacato benedictino, recibe gran relieve por la condición que el Abad asume como verdadero padre espiritual y pastor de los monjes. Nuestro objetivo es retornar a Dios, de quien nos apartamos en la vida pasada por la desobediencia, a través del sometimiento de nuestra voluntad propia a la del abad. De él esperamos confiadamente todo lo que necesitamos: la doctrina evangélica, la guía espiritual, el sostenimiento material, la misericordia y comprensión con nuestras debilidades y caídas.
     En última instancia, la vida monástica tiene un fin único que la colma de sentido y del que manan todas sus observancias: la búsqueda de Dios. En el claustro nos esforzamos a fin de alcanzar la pureza de corazón, haciendo todo lo posible para que los ojos de nuestra alma estén preparados para la contemplación del rostro del Señor. Esta contemplación, iniciada ya en este mundo, pero que tendrá su florecimiento definitivo en la gloria del cielo, nos comunica un amor infinito, una misericordia del corazón que abraza al mundo entero y comparte todas y cada una de las penas y alegrías de la Iglesia. Este pensamiento de que, en la oración, puedo unirme de forma íntima en el Espíritu a la misión redentora del Verbo, así como hizo la Santa Madre de Dios, es el que me sostiene y anima en el camino de conversión monástica que he emprendido.
(Participó con nuestro Turno en numerosas Vigilias mensuales)

sábado, 8 de junio de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 9 DE JUNIO DEL 2019, SOLEMNIDAD DE LA PASCUA DE PENTECOSTÉS (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

«PAZ A VOSOTROS… RECIBID EL ESPÍRITU SANTO»

Jn. 20, 19-23

   Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
     Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Otras lecturas: Hechos 2, 1-11; Salmo 103; 1Corintios 12,3b-7.12-13

LECTIO:
     Con la fiesta de Pentecostés que celebramos este domingo, hemos llegado al final de todo el ciclo pascual. Jesús antes de su ascensión al Padre hizo dos promesas muy importantes a sus discípulos: por una parte, que permanecería con, en y entre ellos hasta el final de los siglos; y por otra, que les enviaría desde el Padre al Espíritu Santo, que sería para ellos el Consolador, el que llevaría a plenitud lo que Jesús mismo había comenzado, recordándoles lo que Él les había revelado.
   Tras la ascensión de Jesús, los discípulos volvieron a Jerusalén. Allí esperarían el cumplimiento de la promesa del Espíritu. “Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés”. La tradición cristiana siempre ha visto esta escena como el prototipo de la espera del Espíritu “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Los discípulos de Jesús que formamos su Iglesia, como miembros de su “cuerpo”, desde nuestras cualidades y dones, en nuestro tiempo y en nuestro lugar, estamos llamados a continuar lo que Jesús comenzó. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)

MEDITATIO:
     La Iglesia que nace en Pentecostés es una comunidad que anuncia un mensaje nuevo: Cristo está vivo, ha resucitado; un lenguaje nuevo: el lenguaje del amor. (Papa Francisco)
     El Espíritu Santo nos enseña: es el Maestro interior. Nos guía por el justo camino, a través de las situaciones de la vida. …nos enseña a seguir a Jesús, a caminar siguiendo sus huellas. El Espíritu Santo es  maestro de vida dentro del horizonte más amplio y armónico de la existencia cristiana. (Papa Francisco)
     El Espíritu Santo nos recuerda todo lo que dijo Jesús. Es la memoria viviente de la Iglesia. Y mientras nos hace recordar, nos hace comprender las palabras del Señor. Nos recuerda todo lo que dijo Cristo, nos hace entrar cada vez más plenamente en el sentido de sus palabras. (Papa Francisco)
     Con la ayuda del Espíritu Santo, podemos interpretar las inspiraciones interiores y los acontecimientos de la vida a la luz de las palabras de Jesús. Y así crece en nosotros la sabiduría de la memoria, la sabiduría del corazón, que es un don del Espíritu. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor…

Espíritu Santo, viento impetuoso de Dios,
sopla sobre nosotros.
Sopla sobre la Iglesia
y empújala hasta los confines lejanos
para que, llevada por Ti, no lleve nada más que a Ti.

CONTEMPLATIO:
«Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo»
     Pentecostés es la gracia de perpetuar día tras día, lugar tras lugar, lengua tras lengua, la Palabra y la Presencia de Jesús. Así lo prometió Él: “os he dicho todo estando entre vosotros, pero mi Padre os en­viará al Espíritu Santo para que os enseñe y os recuerde todo lo que yo os he dicho”. Esta ha sido la promesa cumplida de Jesús.
     Y la historia cristiana da cuenta que en todo tiempo, en cada rincón de la tierra, y en todas las len­guas, Jesús se ha hecho presente y audible cuando ha habido un cristiano y una comuni­dad que ha dejado que el Espíritu Santo enseñe y recuerde lo que el Padre nos dijo y mos­tró en Jesús.  (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)


Muéstrate solícito en unirte al Espíritu Santo. Él viene apenas se le invoca, y sólo hemos de invocarlo, porque ya está presente[...] Es vano esperar recibir y aprender de boca de cualquier hombre lo que sólo es posible recibir y aprender de la lengua de la verdad. En efecto, como dice la verdad misma, «Dios es Espíritu» (Jn 4,24). Dado que es preciso que sus adoradores lo adoren en Espíritu y en verdad, los que desean conocerlo y experimentarlo deben buscar sólo en el Espíritu la inteligencia de la fe y el sentido puro y simple de esa verdad. (Guillermo de Saint-Thierry).

CONVOCATORIA MENSUAL


sábado, 1 de junio de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 2 DE JUNIO DEL 2019, SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)



Lc. 24, 46-53


     En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».
     Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Otras lecturas: Hechos 1, 1-11; Salmo 46; Efesios 1-17-23

LECTIO:
Con el cumplimiento de la vida terrestre del Señor no termina aquí su misión. Porque esa novedad de un pueblo, por Él inaugurada, no termina con su ascensión al Padre. Jesús entrando en el cielo abre la puerta hasta entonces cerrada por todos los pecados y pesadillas humanas.
Lucas, que comienza su Evangelio en el Templo, cuando es presentado Jesús niño, también lo concluye en el Templo con los discípu­los de ese Jesús como portadores de su Presencia y portavoces de su Palabra. Han de esperar aún la llegada del Espíritu prometido, hasta que sean revestidos de la fuerza de lo alto.
Aquellos discípulos quedaron embo­bados ante el trance de esta despedida, ante el adiós menos deseado y más temido, el adiós de quien más amaron y amarán los hombres que han amado de veras. Por eso, los ángeles arrancarán a los discípulos de su inmovilismo, para de­cirles lo mismo que les dijo Jesús: no os quedéis mirando al cielo. Hay mucho que hacer. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)

MEDITATIO:
     El Evangelio de Lucas nos muestra la reacción de los discípulos ante el Señor que «se separó de ellos y fue llevado al cielo». No hubo en ellos dolor y desconsuelo, sino que se postraron «ante él, y se volvieron a Jerusalén con gran gozo». Es el regreso de quien no teme ya a la ciudad que había rechazado al Maestro, que había visto la traición de Judas y la negación de Pedro, había visto la dispersión de los discípulos y la violencia de un poder que se sentía amenazado. (Papa Francisco).
     A partir de aquel día para los apóstoles y para todo discípulo de Cristo fue posible habitar en Jerusalén y en todas las ciudades del mundo, también en las más atormentadas por la injusticia y la violencia, porque sobre todas las ciudades está el mismo cielo y cualquier habitante puede alzar la mirada con esperanza. (Papa Francisco).
     «Vosotros sois testigos de estas cosas»… ¡Cristo está con nosotros; Jesús subió al cielo, está con nosotros; Cristo está vivo!... Jesús nos ha asegurado que en este anuncio y en este testimonio seremos «revestidos de poder desde lo alto». Aquí está el secreto de esta misión: la presencia entre nosotros del Señor resucitado, que con el don del Espíritu continúa abriendo nuestra mente y nuestro corazón, para anunciar su amor y su misericordia también en los ambientes más refractarios de nuestras ciudades. (Papa Francisco).

ORATIO:
     Gracias, Señor, por esta experiencia de tu  Ascensión. Gracias porque me invitas a postrarme y adorarte. Te reconozco como mi Dios y Señor, como mi Salvador. Gracias por cuanto me has dado y haces por mí.

Haced discípulos míos; dadles todo lo que os he dado;
descargad vuestras espaldas y sentíos hermanos.

CONTEMPLATIO:
«Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo»
     No era una despedida la de Jesús, para provocar nostalgias románticas ni tristes sentimentalismos. Era un adiós para un nuevo encuentro con quien prometió estar de otro modo entre ellos “hasta el fin del mundo”. Por eso “se volvieron a Jerusalén con gran alegría”, con una actitud tan distinta a días atrás cuando se encerraron a cal y canto por miedo a los judíos.
     Como el Padre envió a Jesús, ahora Él envía a los suyos. Ahora ten­drán que contar a todos, lo que han visto y oído, lo que palparon sus manos, su convivencia con el Hijo de Dios. Y Jerusalén se llenará de alegría, de la de estos discípulos, la que Jesús puso en sus corazones y nada ni nadie podrá arrebatar. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)



   ¿Te maravillas de que el Espíritu Santo esté al mismo tiempo con nosotros y allá arriba, visto que también el cuerpo de Cristo está en el cielo y con nosotros? El cielo ha tenido su santo cuerpo y la tierra ha recibido el Santo Espíritu; Cristo ha venido y nos ha traído el Espíritu Santo; Cristo ha ascendido y se ha llevado consigo nuestro cuerpo. ¡Oh tremenda y estupenda economía! ¡Oh gran Rey, grande en todo, verdaderamente grande y admirable![...] Tenemos, pues, en el cielo la prenda de nuestra vida: hemos sido asumidos junto con Cristo. Es cierto que seremos arrebatados también entre las nubes si somos encontrados dignos de ir a su encuentro entre las nubes… Por eso, carísimos, oremos todos para poder estar entre los que irán a su encuentro, aunque sea entre los últimos(S. Juan Crisóstomo)