TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 29 de noviembre de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 29 DE NOVIEMBRE DEL 2020, 1º DEL ADVIENTO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

« ¡VIGILAD! QUE NO SABEIS CUAL ES EL MOMENTO »

 

Mc. 13. 33-37

 

     En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.

     Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!».

 

Otras Lecturas: Isaías 63,16b-17.19b;64,2b-7; Salmo 79; 1Corintios 1, 3-9

 LECTIO:

     Las palabras que envuelven la Palabra de Dios de este primer domingo de adviento son la espera y la vigilancia. Una espera que nos asoma al acontecimiento que –lo sepamos o no- aguardamos que suceda, y una vigilancia que nos despierta para no estar dormidos cuando le veamos pasar []

... “Vigilad”, dice Jesús en el evangelio de este domingo, porque el que ha venido hace veinte siglos y ha prometido volver al final de los tiempos, llega incesantemente al corazón y a la vida de quien no se cierra. Vigilad, es decir, entrad en la sala de espera del adviento, poned vuestras preguntas al sol, porque va a venir Aquel que únicamente las ha tomado en serio y Aquel que únicamente las puede responder: Jesucristo, redentor del hombre.

     Vigilad, estad despiertos, la espera que os embarga no es una quimera pasada y cansada sino la verdadera razón que cada mañana pone en pie nuestra vida para reconocer a Aquel que cada instante no deja de pasar… (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo)

 

MEDITATIO:

     Comenzamos el camino de Adviento, que culminará en la Navidad. El Adviento es el tiempo que se nos da para acoger al Señor que viene a nuestro encuentro, también para verificar nuestro deseo de Dios, para mirar hacia adelante y prepararnos para el regreso de Cristo. (Papa Francisco).

     Estad atentos, vigilad. La persona que está atenta es la que, en el ruido del mundo, no se deja llevar por la distracción o la superficialidad, sino que vive de modo pleno y consciente, con una preocupación dirigida en primer lugar a los demás… La persona vigilante es la que acoge la invitación a velar, es decir, a no dejarse abrumar por el sueño del desánimo, la falta de esperanza, la desilusión; y al mismo tiempo rechaza la llamada de tantas vanidades de las que está el mundo lleno y detrás de las cuales, a veces, se sacrifican tiempo y serenidad personal y familiar. (Papa Francisco).

     La espera de Jesús que viene debe traducirse, por tanto, en un compromiso de vigilancia. Se trata, en primer lugar, de maravillarse ante la acción de Dios, ante sus sorpresas, y de darle a Él la primacía. La vigilancia significa también, concretamente, estar atentos a nuestro prójimo en dificultades, a dejarnos interpelar por sus necesidades, sin esperar a que él o ella nos pida ayuda, sino aprender a prevenir, a anticipar, como hace Dios siempre con nosotros. (Papa Francisco).

 

ORATIO:

     Señor Jesús, al comenzar este nuevo Adviento, acoge mis limitaciones y temores para que pueda renacer a una esperanza nueva.

 ¡Quiero estar en vela, Señor!

Preparado para que, cuando tu llames, yo te abra.

Despierto, para que cuando llegues, te deje entrar.

 

CONTEMPLATIO:

« Vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento »

      El año litúrgico comienza con el adviento, con el anuncio de la venida del Señor, para que nos pongamos en actitud de esperarlo y salgamos a su encuentro. Año tras año vayamos preparando ese encuentro definitivo, ese abrazo eterno con el amor de nuestras almas, Jesucristo nuestro Señor. Cada año estamos más cerca de ese encuentro, que debemos desear serenamente. El tiempo de adviento lo celebra y nos lo recuerda…  el foco de atención se pone en Jesucristo que llegará para llevarnos con él, y nos alerta en su evangelio de múltiples maneras para que estemos preparados [...] 

     En este contexto de pandemia, en el que mucha gente vive con el miedo a cuestas, el tiempo de adviento es ocasión propicia para abrir de par en par el horizonte de la vida eterna, del cielo, de la venida última del Señor que nos llevará consigo para hacernos gozar de Dios y de sus dones. Él viene cada día, en cada persona, en cada acontecimiento, en cada circunstancia. Viene sobre todo en la Eucaristía, viene en la Palabra, viene en la comunidad donde vivimos, viene en los pobres que salen a nuestro encuentro o nos encontramos en el camino de la vida. El tiempo de adviento nos abre los ojos de par en par para que le veamos allí donde está, aunque esté oculto o disfrazado [] (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)

  

  Estar vigilantes. No se trata solamente de creer, sino de estar alerta. ¿Sabéis lo que significa esperar a un amigo, esperar que llegue cuando se retrasa? ¿Estar ansiosos por algo que puede suceder o no? Vigilar por Cristo se asemeja algo a todo esto. Vigilar con Cristo es mirar hacia delante sin olvidar el pasado. No olvidar lo que ha sufrido por nosotros es perdernos en contemplación atraídos por la grandeza de la redención. Es renovar continuamente en el propio ser la pasión y agonía de Cristo, es revestirse con gozo del manto de aflicción que Cristo quiso llevar y luego dejarlo subiendo al cielo. Es separación del mundo sensible y vivir en el mundo invisible con el móvil de que Cristo vendrá como dijo. Es deseo afectuoso y agradecido de esta segunda venida de Cristo: esto es vigilar (J. H. Newman).

 


DEL BLOG DEL OBISPO

MENSAJE  DEL SR. OBISPO PARA TIEMPO DE ADVIENTO


     Comienza este domingo el tiempo de Adviento, que nos prepara para celebrar la Navidad. La gente se pregunta, con el frenesí con el que vivimos la pandemia, si “habrá Navidad” este año, pero, por desgracia, no se refieren más que al comercio y a los encuentros de familiares y amigos. También esto es importante para quien vive con alegría el nacimiento de Cristo, pero, lo realmente transcendental es prepararse para recibir al Señor. Yo diría que lo viviremos mejor que otras veces, obligados a recuperar lo esencial.

   Se dice que en este tiempo nos fallan las esperanzas humanas, desde la salud a la economía ¿No es ahora cuando nos reconocemos más necesitados de la salvación de Dios? ¿No es este el mejor momento para recuperar el mayor regalo, la venida del Señor, cuando las circunstancias nos desprenden de todo lo demás?

     La esperanza cristiana lo llena todo en este tiempo. Nada tan necesario como la esperanza en la situación de pandemia, y durante toda la vida. El Adviento, con el que la Iglesia prepara la Navidad, es tiempo de espera confiada, y nos habla de su presencia y cercanía…  (continuar en audio)


domingo, 22 de noviembre de 2020

DE LA CARTA ENCÍCLICA "QUAS PRIMAS" DE SS. PIO XI

 JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO


  Aspectos relevantes,  LA REALEZA DE CRISTO”

     Ha sido costumbre muy general y antigua llamar Rey a Jesucristo, en sentido metafórico, a causa del supremo grado de excelencia que posee y que le encumbra entre todas las cosas creadas. Así, se dice que reina en las inteligencias de los hombres, no tanto por el sublime y altísimo grado de su ciencia cuanto porque Él es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de Él y recibir obedientemente la verdad. Se dice también que reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en El la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la santa voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobilísimos propósitos. Finalmente, se dice con verdad que Cristo reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad(1) y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie -entre todos los nacidos- ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús. Mas, entrando ahora de lleno en el asunto, es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de Él que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino(2); porque como Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absoluto sobre todas las criaturas.

 

a) En el Antiguo Testamento

   Que Cristo es Rey, lo dicen a cada paso las Sagradas Escrituras.

      Así, le llaman el dominador que ha de nacer de la estirpe de Jacob (3); el que por el Padre ha sido constituido Rey sobre el monte santo de Sión y recibirá las gentes en herencia y en posesión los confines de la tierra (4). El salmo nupcial, donde bajo la imagen y representación de un Rey muy opulento y muy poderoso se celebraba al que había de ser verdadero Rey de Israel… (5). Y omitiendo otros muchos textos semejantes, en otro lugar, como para dibujar mejor los caracteres de Cristo, se predice que su reino no tendrá límites y estará enriquecido con los dones de la justicia y de la paz: Florecerá en sus días la justicia y la abundancia de paz... y dominará de un mar a otro, y desde el uno hasta el otro extrema del orbe de la tierra (6). A este testimonio se añaden otros, aún más copiosos, de los profetas, y principalmente el conocidísimo de Isaías: Nos ha nacido un Párvulo y se nos ha dado un Hijo, el cual lleva sobre sus hombros el principado; y tendrá por nombre el Admirable, el Consejero, Dios, el Fuerte, el Padre del siglo venidero, el Príncipe de Paz. Su imperio será amplificado y la paz no tendrá fin; se sentará sobre el solio de David, y poseerá su reino para afianzarlo y consolidarlo haciendo reinar la equidad y la justicia desde ahora y para siempre (7). Lo mismo que Isaías vaticinan los demás profetas. Así Jeremías, cuando predice que de la estirpe de David nacerá el vástago justo, que cual hijo de David reinará como Rey y será sabio y juzgará en la tierra (8). Así Daniel, al anunciar que el Dios del cielo fundará un reino, el cual no será jamás destruido..., permanecerá eternamente (9); … Y todos los pueblos, tribus y lenguas le servirán: la potestad suya es potestad eterna, que no le será quitada, y su reino es indestructible (10). Aquellas palabras de Zacarías donde predice al Rey manso que, subiendo sobre una asna y su pollino, había de entrar en Jerusalén, como Justo y como Salvador, entre las aclamaciones de las turbas (11), ¿acaso no las vieron realizadas y comprobadas los santos evangelistas?

 b) En el Nuevo Testamento


     Por otra parte, esta misma doctrina sobre Cristo Rey que hemos entresacado de los libros del Antiguo Testamento, tan lejos está de faltar en los del Nuevo que, por lo contrario, se halla magnífica y luminosamente confirmada.

     En este punto, y pasando por alto el mensaje del arcángel, por el cual fue advertida la Virgen que daría a luz un niño a quien Dios había de dar el trono de David su padre y que reinaría eternamente en la casa de Jacob, sin que su reino tuviera jamás fin (12), es el mismo Cristo el que da testimonio de su realeza, pues ora en su último discurso al pueblo, al hablar del premio y de las penas reservadas perpetuamente a los justos y a los réprobos; ora al responder al gobernador romano que públicamente le preguntaba si era Rey; ora, finalmente, después de su resurrección, al encomendar a los apóstoles el encargo de enseñar y bautizar a todas las gentes, siempre y en toda ocasión oportuna se atribuyó el título de Rey (13) y públicamente confirmó que es Rey (14), y solemnemente declaró que le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra (15). Con las cuales palabras, ¿qué otra cosa se significa sino la grandeza de su poder y la extensión infinita de su reino? Por lo tanto, no es de maravillar que San Juan le llame Príncipe de los reyes de la tierra (16), y que El mismo, conforme a la visión apocalíptica, lleve escrito en su vestido y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de los que dominan (17). Puesto que el Padre constituyó a Cristo heredero universal de todas las cosas (18), menester es que reine Cristo hasta que, al fin de los siglos, ponga bajo los pies del trono de Dios a todos sus enemigos (19).

 

c) En la Liturgia

  De esta doctrina común a los Sagrados Libros, se siguió necesariamente que la Iglesia, reino de Cristo sobre la tierra, destinada a extenderse a todos los hombres y a todas las naciones, celebrase y glorificase con multiplicadas muestras de veneración, durante el ciclo anual de la liturgia, a su Autor y Fundador como a Soberano Señor y Rey de los reyes. Y así como en la antigua salmodia y en los antiguos Sacramentarios usó de estos títulos honoríficos que con maravillosa variedad de palabra expresan el mismo concepto, así también los emplea actualmente en los diarios actos de oración y culto a la Divina Majestad y en el Santo Sacrificio de la Misa.

 

d) Fundada en la unión hipostática

     Para mostrar ahora en qué consiste el fundamento de esta dignidad y de este poder de Jesucristo, he aquí lo que escribe muy bien San Cirilo de Alejandría: Posee Cristo soberanía sobre todas las criaturas, no arrancada por fuerza ni quitada a nadie, sino en virtud de su misma esencia y naturaleza (20). Es decir, que la soberanía o principado de Cristo se funda en la maravillosa unión llamada hipostática. De donde se sigue que Cristo no sólo debe ser adorado en cuanto Dios por los ángeles y por los hombres, sino que, además, los unos y los otros están sujetos a su imperio y le deben obedecer también en cuanto hombre; de manera que por el solo hecho de la unión hipostática, Cristo tiene potestad sobre todas las criaturas.

 e) Y en la redención

     Pero, además, ¿qué cosa habrá para nosotros más dulce y suave que el pensamiento de que Cristo impera sobre nosotros, no sólo por derecho de naturaleza, sino también por derecho de conquista, adquirido a costa de la redención? Ojalá que todos los hombres, harto olvidadizos, recordasen cuánto le hemos costado a nuestro Salvador. Fuisteis rescatados no con oro o plata, que son cosas perecederas, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un Cordero Inmaculado y sin tacha (21). No somos, pues, ya nuestros, puesto que Cristo nos ha comprado por precio grande (22); hasta nuestros mismos cuerpos son miembros de Jesucristo (23) […]

[1] Ef 3,19. [2] Dan 7,13-14. [3] Núm 24,19. [4] Sal 2. [5] Sal 44. [6] Sal 71. [7] Is 9,6-7. [8] Jer 23,5. [9] Dan 2,44 .[10] Dan 7 13-14. [11] Zac 9,9. [12] Lc 1,32-33. [13] Mt 25,31-40. [14] Jn 18,37. [15] Mt 28,18. [16] Ap 1,5. [17] Ibíd., 19,16. [18] Heb 1,1. [19] 1 Cor 15,25. [20] In Luc. 10. [21] 1 Pt 1,18-19. [22] 1 Cor 6,20. [23] Ibíd., 6,15.

 

Continúa una tradición

    No se debe pasar en silencio que, para confirmar solemnemente esta soberanía de Cristo sobre la sociedad humana, sirvieron de maravillosa manera los frecuentísimos Congresos eucarísticos que suelen celebrarse en nuestros tiempos, y cuyo fin es convocar a los fieles de cada una de las diócesis, regiones, naciones y aun del mundo todo, para venerar y adorar a Cristo Rey, escondido bajo los velos eucarísticos; y por medio de discursos en las asambleas y en los templos, de la adoración, en común, del augusto Sacramento públicamente expuesto y de solemnísimas procesiones, proclamar a Cristo como Rey que nos ha sido dado por el cielo. Bien y con razón podría decirse que el pueblo cristiano, movido como por una inspiración divina, sacando del silencio y como escondrijo de los templos a aquel mismo Jesús a quien los impíos, cuando vino al mundo, no quisieron recibir, y llevándole como a un triunfador por las vías públicas, quiere restablecerlo en todos sus reales derechos. […]


LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 22 DE NOVIEMBRE DEL 2020, 34º DEL TIEMPO ORDINARIO EN LA SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

«VENID BENDITOS DE MI PADRE; HEREDAD EL REINO»

 

MT 25. 31-46

 

    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”. Y el rey les dirá: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

   Entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”. Entonces también estos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.

   Él les replicará: “En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”. Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

 

Otras Lecturas: Ezequiel 34,11-12.15-17; Salmo 22; 1Corintios 15, 20-26.28

 LECTIO:

     Al término del año cristiano se nos presenta una solemni­dad de Jesús que en­marca el sentido de este domingo último: Cristo Rey del Universo. Herodes, al comienzo de la vida del Señor, y Pilato al final, cada uno desde sus intere­ses, tuvie­ron miedo de este Jesús Rey.

     Ni Pilato ni Herodes entendieron la realeza de Jesús, y por eso la persiguieron cada uno a su modo. Su realeza, se ha ido presentando y desgranando como un auténtico servicio: rei­nar para servir.

     El juicio final del que nos habla este Evangelio, en el cual estarán presentes todas las naciones ante el trono de la gloria del Hijo del Hombre, será precisamente el juicio de quien tanto ha amado a sus ovejas, como admirablemente di­buja Ezequiel en la 1ª lec­tura (Ez 34,11-16). Es la imagen del Buen Pastor que Jesús hará suya después. ¿Cómo temer el juicio de quien tanto nos amó? Pero este juicio misericordioso no sólo tendrá lugar solemnemente al final de los tiempos… Por eso hemos de repetir otra vez que debemos vigilar sobre nuestra fe y nues­tra vida cristiana […] (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).

 

MEDITATIO:

   En este último domingo del año litúrgico celebramos la solemnidad de Cristo Rey del Universo… Después de haber vivido la existencia terrenal en humildad y pobreza, Jesús se presenta ahora en la gloria divina que le pertenece, rodeado por hileras angelicales. Toda la humanidad está convocada frente a Él y Él ejercita su autoridad separando a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. (Papa Francisco)

     La parábola del juicio continúa presentando al rey que aleja de sí a aquellos que durante su vida no están preocupados por las necesidades de los hermanos. También en este caso esos quedan sorprendidos y preguntan: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel y no te asistimos? …». Al final de nuestra vida seremos juzgados sobre el amor, es decir, sobre nuestro empeño concreto de amar y servir a Jesús en nuestros hermanos más pequeños y necesitados. Aquel mendigo, aquel necesitado que tiende la mano es Jesús; aquel enfermo al que debo visitar es Jesús; aquel preso es Jesús; aquel hambriento es Jesús. Pensemos en esto. (Papa Francisco)

     Sabiduría del corazón es salir de sí hacia el hermano. A veces nuestro mundo olvida el valor especial del tiempo empleado junto a la cama del enfermo, porque estamos apremiados por la prisa, por el frenesí del hacer, del producir, y nos olvidamos de la dimensión de la gratuidad, del ocuparse, del hacerse cargo del otro. En el fondo, detrás de esta actitud hay con frecuencia una fe tibia, que ha olvidado aquella palabra del Señor, que dice: “A mí me lo hicisteis”. (Papa Francisco)

 ORATIO:

     Señor, quiero permanecer en tu Reino, quiero glorificarte en toda mi existencia, porque sólo Tú tienes palabras de vida eterna. Tú eres mi verdadero y único Rey. Enséñame a permanecer fiel, para que un día pueda cantar tu gloria en la asamblea de los santos

¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender; ser amado, como amar.

CONTEMPLATIO:

«cada vez que lo hicisteis con uno de estos, conmigo lo hicisteis»

   Jesucristo es Rey porque su mayor deseo es que le acojamos en el corazón, para que reine en nuestros afectos, en nuestra vida, en nuestro corazón. Construyamos el Reino de la civilización del Amor, teniendo a Jesús como Rey, título que Jesús acepta sólo al final de su vida, en el contexto de la cruz, cuando parece afirmar que su reino no es al estilo del mundo.

    Este texto, que San Juan Pablo II citaba con frecuencia y que lo llamaba esencial porque revelaba lo profundo de Cristo, nos habla de que vamos a ser examinados en el Amor, para explicar que es Jesús como decía San Juan de la Cruz, “en la tarde de la vida seremos examinados en el Amor”… El domingo, con el cual se clausura el Año Litúrgico, con la fiesta de Jesucristo Rey del Universo, nos vuelve a introducir en un Cristo Rey capaz de identificarse con todos los empobrecidos y sufrientes de la vida. Los que viven sin más esperanza que la que les trae el “Amigo que nunca falla”… (+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo, Primado de España)

  

  Cristo tiene que reinar” en su cruz y resurrección, tiene que reinar hasta que “devuelva a Dios Padre su reino...” (1 Cor 15,24). Efectivamente, cuando haya “aniquilado todo principado, poder y fuerza” que tienen al corazón humano en la esclavitud del pecado, y al mundo sometido a la muerte; cuando “todo le esté sometido”, entonces también el Hijo hará acto de sumisión a Aquél que le ha sometido todo, “y así Dios lo será todo para todos” (1 Cor 15,28).[…] He aquí la definición del reino preparado “desde la creación del mundo”. He aquí el cumplimiento definitivo del amor misericordioso: ¡Dios todo en todos! […]  Éste es, pues, el reino del amor al hombre, del amor en la verdad; y, por esto, es el reino del amor misericordioso. Este reino es el don “preparado desde la creación del mundo”… (S. Juan Pablo II)

sábado, 21 de noviembre de 2020

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO 


     Toca poner el broche de oro en el Año Litúrgico. Y no se trata de buscar una celebración más, sino que la clausura de estos 365 día del Año de la Salvación comenzaban con la Natividad del Señor y se cierran con la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo que celebramos hoy, Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario. La historia de este día nos traslada al 11 de diciembre de 1925. Ese día el Papa Pío XI sacaba una Encíclica que llevaba por título Quas Primas -en español, así como al principio

  La Carta surgía para conmemorar el XVI Centenario de la celebración del Concilio I de Nicea. La cuestión es que en ese Concilio tuvo que salir al paso de las diatribas heréticas en ese tiempo. Situémonos. Habían finalizado las centurias sangrientas del martirio en la persecución contra la Iglesia y el Edicto de Milán había otorgado la libertad de culto.

   En 1970 el Papa Pablo VI dio a la fiesta su actual título completo: «Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo» y la trasladó al último domingo del año litúrgico, destacando más el carácter cósmico y escatológico del reinado de Cristo, apuntando al tiempo de Adviento que anuncia la venida gloriosa del Señor.

  Se le daba también un sentido nuevo… se resaltaba la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin. Por eso esta fiesta tiene ante todo un sentido escatológico, ya que celebramos a Cristo como Rey de todo el universo.

       Encíclica “Quas Primas”  de ss. Pio XI

En la primera encíclica, que al comenzar nuestro Pontificado enviamos a todos los obispos del orbe católico, analizábamos las causas supremas de las calamidades que veíamos abrumar y afligir al género humano. Y en ella proclamamos Nos, claramente, no sólo que este cúmulo de males había invadido la tierra, porque la mayoría de los hombres se habían alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, sino también que nunca resplandecería una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones negasen y rechazasen el imperio de nuestro Salvador



jueves, 19 de noviembre de 2020

PARA EL DIALOGO Y LA MEDITACIÓN


NOVIEMBRE: DESDE EL CUARTO DE GUARDIA

 

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

 

LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS

 

1º Marco para esta noche de noviembre.

     Dios además de en el cielo, está presente entre nosotros de una manera admirable en el Pan y Vino consagrados, en la celebración eucarística, en el prodigio de la Comunión y en las Especies Sacramentales en el Sagrario. En esta vigilia, vamos a tener como anclaje de nuestro corazón y de nuestros pensamientos: Cristo es el vecino más influyente e importante de nuestra comunidad. Queréis enchufes, id al sagrario. Aprendamos en las vigilias de la Adoración Nocturna a llevarlo en nuestro ser durante nuestra vida, en la media hora de meditación contemplativa, al salmodiar, al cantar, al musitar y al adorar y, sobre todo, en medio de los afanes de cada día.


2º Una oración jaculatoria  al espíritu santo, para que nos encienda en amores.

    Sin la ayuda del Espíritu Santo, nuestra religiosidad puede quedarse en ritos sin alma. El Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad es el fuego del Corazón de Cristo. Esta noche digámosle:


Tu septiformis munere,
Sermone ditans guttura
.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.


3º Un texto del venerable don Luis de Trelles que nos inicie en la oración meditativa.

“En la maravilla de su amor. dios es mi vecino más importante”

     Cristo se ha quedado con nosotros hasta el final de los tiempos.  ¡Imposible! Así es: imposible e increíble para nuestras cortas miras siempre pedestres, siempre a ras de suelo, pero no para nuestro Dios que por su encarnación tiene corazón de hombre sin dejar de amar como Dios. Las vigilias de Adoración Nocturna son ocasión para cultivar y crecer en el amor a un Dios enamorado de los seres humanos, ahondando en la maravillosa intimidad de quien, además de pagar por nuestras culpas, se ha quedado a vivir cerca de nosotros en el sagrario, para seguir de cerca nuestras incidencias, alegrías y penas y, en todo momento, ser nuestro consejero, nuestro amigo, nuestro maestro, nuestro director. Cristo vive en nuestra vecindad. Es el vecino más importante de nuestra comunidad que nos espera paciente, apasionadamente y vivo en el Pan Eucarístico.

     El Señor nos ha redimido. ¡Hecho grandioso! Pero además hay mucho más: ha querido vivir con nosotros para enamorarnos, para que, en medio de la vida cotidiana sepamos que él no nos abandona. Cristo, Nuestro Señor y amigo, sigue de cerca nuestras vicisitudes hasta que nos lleve al banquete eterno del cielo. Dios con nosotros como amigo, hermano, compañero, y además Redentor nuestro y Señor de la historia y además Príncipe de la paz. ¡Alabado sea y bendito por siempre!

   “La vida común de Cristo con nosotros depende de nuestra voluntad, sin la cual no se otorga. Por una condescendencia de Dios que el corazón presiente, pero que la inteligencia no penetrará jamás, sino en la Bienaventuranza, el Señor se nos brinda en el Sacramento y el hombre no acepta, a pesar de que responde tan grande favor a una necesidad instintiva de nuestra alma, criada sin duda para su destino inmortal en la gloria y para unirse con Dios por la gracia en la vida temporal.

    Hay en el mundo, y por ventura en las capas inferiores de la sociedad es frecuente, que haya personas predestinadas a una ‘'vocación superior”, almas aristocráticas, no obstante, su estado social ínfimo, que presienten un porvenir superior sin aspirar visiblemente a él… Así el hombre en quien estaba borrado el sello de su origen, al contacto de Dios humanado, digámoslo así, recupera su realeza primitiva y se puede hermanar, en cierto modo, con Dios, mediante la gracia que le trajo el Hijo del Rey  por una inefable condescendencia.

     La redención no sólo fue para expiar la pena del pecado, sino también una aproximación de Dios al hombre, que revela a éste todo el amor de aquél y le atrae suavemente a sí por vínculos de caridad. ¡Sublime misterio!

     Hay un rescate que supone una compra y un precio, pero también un don perfecto que se nos ofrece. Porque está escrito que tanto amó Dios al hombre que le dio a su Unigénito, No sólo para que con sus méritos infinitos nos rescatase, sino para que también lo cultivase en su afecto y viviese  en una forma tan secreta y eficaz como es la vida eucarística de Cristo… 

     No contentándose el Señor con tomar nuestra carne, para sufrir por ella una pena condigna de nuestra culpa, se quedó con nosotros para hacer una vida común, permaneciendo en nuestra proximidad para asimilarnos a él y prestarnos sus auxilios todopoderosos.

     Si fuera posible usar este lenguaje, diríamos que, amén de vida de la gracia, nos quiso ofrecer, obrando de esta suerte, la vida de la amistad, de la de la compañía y de la igualdad con todas sus consecuencias. Es un favor infinito que apenas se creería si no lo explicase el amor de Dios.“


 Preguntas para el diálogo y la meditación.


   La Adoración Nocturna no es una institución venerable que pertenece a otros tiempos. Es remedio a las máximas necesidades religiosas de nuestros días. ¿Por qué no es suficiente saber de Dios, por ejemplo, que El Verbo se encarnó y nos redimió con su muerte y resurrección? ¿Por qué en la Eucaristía se quedó entre nosotros, sólo para alabarle y reparar nuestras miserias o, además, para enseñarnos a vivir y transformarnos en Dios?

 ■   La Eucaristía es el alimento que nos lleva a la vida eterna. Sin duda. Pero no pasivamente ni sólo, porque al recibirlo, sabemos que es verdad. ¿Por qué es tan importante tomar conciencia de que  la comunión es  para unirse con Dios por la gracia en la vida temporal?

 ■   ¿Por qué la Eucaristía es además vivir  en una forma tan secreta y eficaz como es la vida eucarística de Cristo?