TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 26 de septiembre de 2015

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE, 26º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo)

« QUIÉN NO ESTÁ CONTRA NOSOTROS…»

Mc. 9, 38-43. 45. 47-48
            En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.»
     Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro. Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa.
     Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar. Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.»

Otras Lecturas: Números 11,25-29; Salmo 18; Santiago 5, 1-6

LECTIO:
se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros”
     Alguno que no era de la comunidad usaba el nombre de Jesús para arrojar a los demonios. Juan, el discípulo, lo ve y prohíbe hacerlo.
     Por ser discípulo él pensaba tener el monopolio de Jesús y, por esto, quería prohibir que otros usasen el nombre de Jesús para hacer el bien.
     Jesús le responde: “El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. Para Jesús lo que importa no es si la persona forma parte o no de la comunidad, sino si hace el bien, porque nadie está excluido de hacer el bien.
     Todo el que lucha por el bien del ser humano está contribuyendo al crecimiento del Reino de Dios, aunque lo haga sin referencia explícita al evangelio.
     No sólo escandaliza el que provoca con sus palabras y conducta a hacer el mal, sino también el que impide a los demás que observen una vida digna humana y cristiana.
“Si tu mano… si tu pié... si tu ojo te induce a pecar, córtatelo”
     Con estas palabras, Jesús nos invita a la radicalidad. En la comunidad de Jesús, no hay que actuar a “medias tintas”.  El que se ha comprometido con Jesús y su Reino, lo subordina todo a esa causa. No hay mejor regalo que responder al Amor con nuestro pequeño amor.
       Las expresiones de Jesús nos invitan a ser signos de un mundo nuevo, a ser hombres y mujeres cuyos ojos, pies y manos luchan con radicalidad por el bien y por la vida, anunciado su mensaje.
                     
   MEDITATIO:
« nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. »
     Nuestra sociedad está llena de escándalos: política, injusticias, pobreza, insensibilidad ante el dolor y necesidad ajenos…
¿Cuál es tu postura? ¿Compara tu actitud con la que tendría Jesús?
     También podemos ser “piedra de escándalo” para los demás, incluidas la familia y la comunidad cristiana: Cuando quieres ser el protagonista, cuando la respuesta a la Palabra de Dios es mediocre, cuando antepones trabajo, gustos, cuando te inhibes ante una petición de ayuda, de servicio, cuando…
¿qué cosas o aspectos de la vida debes cortar, sacar, eliminar para vivir cómo el Señor quiere y espera de ti? ¿Qué decisiones vas a tomar?
                                                                                                                                                                  
ORATIO:
     Quiero, Señor, reconocer el esfuerzo de mis hermanos, que se entregan gratuitamente a ayudar a los demás, mostrando la verdad del Evangelio, aun sin saberlo
     Inspírame, Señor, para discernir que hay en mí, que me impide la entrega verdadera en tu seguimiento.
     Purifica, Señor, mi corazón para extender y dar la mano que alivie el dolor ajeno, para llegar allí donde el sufrimiento está causando estragos a muchas personas.

CONTEMPLATIO:
el que no está contra nosotros está a favor nuestro.
     Contempla como es  el camino de seguimiento a Jesús: abajamiento, humildad, servicio… Para Jesús, lo primero dentro del grupo de sus seguidores es olvidarse de los propios intereses y ambiciones y ponerse a servir, colaborando para hacer un mundo donde se haga realidad el Reino de Dios.
“Si tu mano… si tu pie... si tu ojo te induce a pecar, córtatelo”
     Jesús empleaba sus manos para bendecir, curar y tocar a los excluidos. Es malo usarlas para herir, golpear, someter o humillar. “Si tu mano te hace caer, córtatela”. Y renuncia a actuar en contra del estilo de Jesús.

     También los “pies” pueden hacer daño si nos llevan por caminos contrarios a la entrega y el servicio. Jesús caminaba para estar cerca de los más necesitados, y para buscar a los que vivían perdidos. 

viernes, 25 de septiembre de 2015



Estimados amigos, hermanos Adoradores: 

     En la reunión de la Comisión permanente celebrada en Madrid, entre otros puntos, informó nuestro Presidente de las gestiones previstas de gran importancia para nuestra Asociación que se iniciarán el próximo 7 de octubre.
     Subrayó la importancia de la oración de todos los Adoradores para que Jesús Sacramentado y Su Santísima  Madre bendigan  y orienten a nuestra Presidencia en los contactos a llevar a cabo.
     Se acordó hacer llegar esta petición a todos los Adoradores  de  las distintas  Secciones pertenecientes a la Adoración Nocturna Española para que en  sus Vigilias se unan a las oraciones de nuestro Presidente.
     Nuestra oración colectiva alcanzará la Misericordia del Señor contando con la ayuda de Nuestra Madre María Santísima del Rosario en cuya Memoria del próximo 7 de octubre se recomienda acudamos a Ella con el rezo del Santo Rosario ante el Santísimo Sacramento.  
     La oración privada por nuestro Fundador Luis de Trelles servirá  de gran apoyo espiritual.


Unidos en oración, un fuerte abrazo
RESUMEN DE LA ENCÍCLICA  
(II)
     Este texto se ofrece como apoyo para una primera lectura de la Encíclica, ayudando a tener una visión de conjunto y detectar las líneas de fondo. En primer lugar se ofrece una presentación en conjunto, y luego se realiza un recorrido por cada capítulo. En él se señala su objetivo y reproduce algunos párrafos clave. Los números entre paréntesis remiten a los párrafos de la Encíclica. 

Capítulo tercero – La raíz humana de la crisis ecológica

     Este capítulo presenta un análisis de la situación actual «de manera que no miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas» (15), en un diálogo con la filosofía y las ciencias humanas.
     Un primer fundamento del capítulo son las reflexiones sobre la tecnología: se le reconoce con gratitud su contribución al mejoramiento de las condiciones de vida (102-103), aunque también da «a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero» (104). Son justamente las lógicas de dominio tecnocrático las que llevan a destruir la naturaleza y a explotar a las personas y las poblaciones más débiles. «El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política» (109), impidiendo reconocer que «el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión socia (109).
     En la raíz de todo ello puede diagnosticarse en la época moderna un exceso de antropocentrismo (116): el ser humano ya no reconoce su posición justa respecto al mundo, y asume una postura autorreferencial, centrada exclusivamente en sí mismo y su poder. De ello deriva una lógica “usa y tira” que justifica todo tipo de descarte, sea éste humano o ambiental, que trata al otro y a la naturaleza como un simple objeto y conduce a una infinidad de formas de dominio. Es la lógica que conduce a la explotación infantil, el abandono de los ancianos, a reducir a otros a la esclavitud, a sobrevalorar las capacidades del mercado para autorregularse, a practicar la trata de seres humanos, el comercio de pieles de animales en vías de extinción, y de “diamantes ensangrentados”. Es la misma lógica de muchas mafias, de los traficantes de órganos, del narcotráfico y del descarte de niños que no responde al deseo de sus padres (123).
     Desde esta perspectiva, la Encíclica afronta dos problemas cruciales para el mundo de hoy. En primer lugar, el trabajo: «En cualquier planteo sobre una ecología integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo» (124), pues «Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es muy mal negocio para la sociedad» (128).
     En segundo lugar, los límites del progreso científico, con clara referencia a los Objetivos Generales del Milenio (132-136), que son «una cuestión ambiental de carácter complejo» (135). Si bien «en algunas regiones su utilización ha provocado un crecimiento económico que ayudó a resolver problemas, hay dificultades importantes que no deben ser relativizadas» (134), por ejemplo «una concentración de tierras productivas en manos de pocos» (134). El Papa Francisco piensa en particular en los pequeños productores y en los trabajadores del campo, en la biodiversidad, en la red de ecosistemas. Es por ello necesario asegurar «una discusión científica y social que sea responsable y amplia, capaz de considerar toda la información disponible y de llamar a las cosas por su nombre», a partir de «líneas de investigación libre e interdisciplinaria» (135).

Capítulo cuarto – Una ecología integral

     El núcleo de la propuesta de la Encíclica es una ecología integral como nuevo paradigma de justicia, una ecología que «incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea» (15). De hecho no podemos «entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida» (139). Esto vale para todo lo que vivimos en distintos campos: en la economía y en la política, en las distintas culturas, en especial las más amenazadas, e incluso en todo momento de nuestra vida cotidiana.
     La perspectiva integral incorpora también una ecología de las instituciones. «Si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales”» (142).
     Con muchos ejemplos concretos el Papa Francisco ilustra su pensamiento: hay un vínculo entre los asuntos ambientales y cuestiones sociales humanas, y ese vínculo no puede romperse. Así pues, «el análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma» (141), porque «no hay dos crisis separadas, una ambiental y la otra social, sino una única y compleja crisis socio-ambiental» (139).
     Esta ecología ambiental «es inseparable de la noción de bien común» (156), que debe comprenderse de manera concreta: en el contexto de hoy en el que «donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos», esforzarse por el bien común significa hacer opciones solidarias sobre la base de una «opción preferencial por los más pobres» (158). Este es el mejor modo de dejar un mundo sostenible a las próximas generaciones, no con las palabras, sino por medio de un compromiso de atención hacia los pobres de hoy como había subrayado Benedicto XVI: «además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad intrageneracional» (162).
     La ecología integral implica también la vida cotidiana, a la cual la Encíclica dedica una especial atención, en particular en el ambiente urbano. El ser humano tiene una enorme capacidad de adaptación y «es admirable la creatividad y la generosidad de personas y grupos que son capaces de revertir los límites del ambiente, [...] aprendiendo a orientar su vida en medio del desorden y la precariedad» (148). Sin embargo, un desarrollo auténtico presupone un mejoramiento integral en la calidad de la vida humana: espacios públicos, vivienda, transportes, etc. (150-154).

     También «nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común; mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio» (155).
ARRODILLARSE, UN GESTO NECESARIO

"Nadie coma esta carne sin antes adorarla" (San Agustín)


     Disminuye paulatinamente el número de fieles que se arrodillan en las iglesias, sea ante la Sagrada Forma expuesta en la custodia o durante el canon de la misa.
     Algunos perciben el estar de rodillas como una costumbre algo humillante, que coarta su libertad. Otros quizás opinan que es un gesto innecesario, que nada añade a la devoción interna. También se invocan las primeras comunidades cristianas, donde arrodillarse no se practicaría, a la vista de algunas representaciones orantes –de pie y con las manos extendidas– que figuran en las catacumbas.   Determinados movimientos eclesiales nuevos parecen empeñados en erradicar la postración, el arrodillamiento y la genuflexión en la liturgia, pese a lo contenido en el misal.
     Por último, dado el rechazo generalizado por sus raíces que siente la sociedad occidental, somos capaces de ver espiritualidad en las posturas del yoga y no en las del rito católico; sin duda el clima de cristofobia que padece nuestra Europa occidental llega incluso a “seducir” a los creyentes y a provocarnos una especie de complacencia en negar los usos litúrgicos, o mantener frente a ellos una actitud de superior condescendencia.
     La Ordenación General del Misal Romano (2002) establece que los fieles durante la consagración deben estar de rodillas, salvo que no puedan por razón de enfermedad, estrechez del lugar u otra causa razonable que lo impida. Por otra parte, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en una instrucción del año 2002 (1322/02/L) reconoce el derecho a comulgar de rodillas a los fieles que lo deseen.
     Por otra parte es falso que la postración sea un gesto poco evangélico y ajeno a las primeras comunidades cristianas. No hay más que leer las Sagradas Escrituras:

     “Josué rasgó sus vestiduras y se postró rostro en tierra ante el arca de Yavé” (Jos, 7, 6). “Ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará” (Is, 45, 23).“Los que estaban (en la barca) se postraron ante El” (Mt, 14, 33). “Dijo (el ciego): creo Señor, y se postró ante Él” (Jn, 9, 38). “toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua rendirá homenaje a Dios” (Rm, 14, 11). “al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos” (Flp, 2, 10). “Puesto de rodillas (Esteban mártir, al ser lapidado), gritó con fuerte voz: Señor, no les imputes este pecado” (Hc, 7, 60). “Pedro los hizo salir fuera a todos, y puesto de rodillas oró” (Hc, 9, 40). “Diciendo esto (San Pablo) se puso de rodillas con los otros y oró” (Hc, 20, 36). “Allí, puestos de rodillas en la playa, oramos” (Hc, 21, 5)

     La postración aparece en el Nuevo Testamento cincuenta y nueve veces. En ocasiones aparece en narraciones de acontecimientos que ocurrieron; en otras, como en el Apocalipsis, son figuras metafóricas de adoración, pero no por ello menos apreciables. De todas ellas, la más impresionante es la oración del propio Jesús a Dios Padre en el Huerto de los Olivos: tres evangelistas -San Mateo, San Marcos y San Lucas- coinciden en afirmar que rezó postrado.


     Al ponernos de hinojos, el gesto corporal y el significado espiritual forman una unidad que, como bien señala el Papa Benedicto XVI, es del todo inseparable debido a la unidad físico-espiritual del ser humano. En su obra El espíritu de la Liturgia, publicada como Cardenal Ratzinger, estudia la cuestión con un párrafo muy acertado:
     “La expresión con la que Lucas describe el acto de arrodillarse de los cristianos (theis ta gonata) es desconocida en el griego clásico. Se trata de una palabra específicamente cristiana… Puede ser que la cultura moderna no comprenda el gesto de arrodillarse, en la medida en que es una cultura que se ha alejado de la fe, y no conoce ya a aquél ante el que arrodillarse es el gesto adecuado, es más, interiormente necesario. Quien aprende a creer, aprende también a arrodillarse. Una fe o una liturgia que no conociese el acto de arrodillarse estarían enfermas en un punto central. Allí donde este gesto se haya perdido, hay que volver a aprenderlo, para permanecer con nuestra oración en comunión con los apóstoles y mártires, en comunión con todo el cosmos y en unidad con Jesucristo mismo”.
     En su primera Exhortación Apostólica, Sacramentum Caritatis (2007), el Santo Padre reafirma esta opinión:
     “Un signo convincente de la eficacia que la catequesis eucarística tiene en los fieles es sin duda el crecimiento en ellos del sentido del misterio de Dios presente entre nosotros. Eso se puede comprobar a través de manifestaciones específicas de veneración de la Eucaristía, hacia la cual el itinerario mistagógico debe introducir a los fieles. Pienso, en general, en la importancia de los gestos y de la postura, como arrodillarse durante los momentos principales de la plegaria eucarística”.
     De la misma opinión, el (entonces) Secretario para la Congregación para el Culto Divino, Monseñor Albert Ranjith, recuerda como en el postconcilio se introdujeron cambios de manera abusiva, que aún se mantienen a pesar de los efectos nocivos sobre la fe y la vida litúrgica de la Iglesia como la comunión recibida en la mano, la abolición de la barandilla en el presbiterio, de los reclinatorios en las iglesias y la introducción de prácticas que obligan a estar sentados o de pie durante la elevación del Santísimo Sacramento.

     Los usos tradicionales de la liturgia católica están respaldados teológicamente y no son meras reliquias. Por eso el conocimiento de estos usos y su motivación es interesante para todos…

viernes, 18 de septiembre de 2015

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 20 DE SEPTIEMBRE, 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo)

« QUIÉN QUIERA SER PRIMERO, SEA EL ÚLTIMO»

Mc. 9,30-37
                       En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
       Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
       Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

 Otras Lecturas: Sabiduría 2,12. 17-20; Salmo 53; Santiago 3, 16-4,3

LECTIO:
¿Quién es el más importante de todos?...
     Los discípulos no se daban cuenta que seguir a Jesús implicaba identificarse con Él, asumiendo su estilo de vida, viviendo con sus actitudes y su manera de ser y de actuar.
       La actitud de los discípulos en este pasaje nos hace tomar conciencia de que eran iguales a nosotros, con sus debilidades y carencias, sus virtudes y talentos, sus anhelos y búsquedas.
        Las ganas de sobresalir y de ser valorado forma parte de nuestra realidad, es constitutivo de nuestro ser. Por eso,  Jesús nos deja la novedad de sus enseñanzas, que son el reflejo de su manera de ser y de actuar, y nos remonta al corazón de Dios: «Quien quiera ser primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
       Esto es lo específico de la vida cristiana: amar y servir. Es lo que caracterizó la vida de Jesús y es la  propuesta que nos hace a cada uno de nosotros.
       Junto a esta novedad en la manera de ser y de vivir, el Señor coloca otra la dimensión del servicio. Nos dice que la acogida que se haga a un niño equivale a recibirlo a Él y el recibir a Él es recibir al Padre, que lo envío.
       En nuestra vida de seguimiento a Jesús el servicio no se agota en el bien que uno puede hacer al otro, sino que, tiene su trascendencia, porque el Señor se identifica con aquel a quién se le brinda la ayuda, y es Él el destinatario y el impulsor de la iniciativa.
       Busquemos adentrarnos y profundizar el sentido de este texto que nos puede ayudar a vivir de manera más consciente y viva nuestra fe y a ser presencia de Dios para los demás por nuestra  forma de ser y de actuar, de relacionarnos y de vivir en perspectiva de Dios.

   MEDITATIO:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará»

     En este anuncio de la pasión el evangelista se fija en la entrega de Jesús a la voluntad del Padre. La palabra entrega esconde la actitud radical de Jesús: hombre disponible, obediente, en sintonía con la voluntad del Padre. La cruz fue consecuencia de la actitud radical de Jesús: descubrir el verdadero ser de Dios como Padre y de los hombres como hermanos.
Uniéndote a la entrega de Jesús interioriza este pensamiento de Santa Teresa: “Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?”
Los doce ambicionan el puesto más elevado. Cada uno quiere estar por encima de los demás. Pero Jesús se sitúa en otra perspectiva: la de la cercanía a Él mismo. El primer puesto en la comunidad lo ocupa el que se haga el último y el servidor, el que se identifique con Jesús.
¿Te dejas interpelar por Jesús como los discípulos? ¿Sirves a los demás por entrega o para ser visto?
Si no asumimos el amor por la humildad, el servicio desinteresado y la caridad en el trato con los demás, no podemos entender a Jesús. ¿Sigues pensando como la sociedad que te rodea? ¿Te dejas seducir por los modelos de vida que nos presentan los medios de comunicación?

ORATIO:
     Tú sales al encuentro de esta prepotente necesidad de sobresalir y me propones ponerla al servicio del amor, haciéndome el último de todos, el siervo de todos, el más pacífico, el más dócil, el más misericordioso, acogedor con todos...

Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;
dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día,
también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.

     Pidamos a Dios que nos de unos ojos, para ver todo desde la fe. Unos ojos como los de un niño, confiado.
     Envía tu Espíritu de sabiduría, para que haga de mi vida una obra de paz.

CONTEMPLATIO:
«Quien quiera ser primero, que sea el último de todos y el servidor de todos»

     En el grupo que sigue a Jesús, el que quiera sobresalir y ser más que los demás, se ha de poner el último, detrás de todos; así podrá ver qué necesitan y podrá ser servidor de todos. Sólo así podremos captar que necesitan los hermanos.
La verdadera grandeza consiste en servir. Para Jesús, el primero es el que vive sirviendo y ayudando a los demás, esas personas sencillas que viven ayudando a quienes encuentran en su camino.

“El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí”

     Quien acoge a un “pequeño” está acogiendo al más “Grande”, a Jesús, y quien acoge a Jesús está acogiendo al Padre que lo ha enviado. El camino para acoger a Dios es acoger a su Hijo Jesús presente en los pequeños, los indefensos, los pobres y desvalidos.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Las obras de misericordia espirituales y corporales.
(V)
     Todos los cristianos formamos un gran familia. Y no sólo en la tierra con quienes nos acompañan en el vivir de cada día. Ese buen aire de familia lo vivimos también con quienes nos han precedido en este mundo, padres, abuelos, bisabuelos, y a quienes deseamos encontrar de nuevo más allá de la muerte. Ellos ya han pasado por este mundo y rezamos para que gocen eternamente de Dios en el Cielo.
Rogar a Dios por vivos y difuntos
     Hemos de procurar vivir la gran verdad que confesamos en el Credo: “Creo en la Comunión de los Santos”. Comunión de los Santos con las personas vivas en la tierra, que son “santos” viviendo en la gracia de Dios, aunque lógicamente tengan mucho que mejorar en su conducta; y con las personas que han terminado su caminar en este mundo.
     Rezamos por los vivos para que el Señor les conceda el apoyo, la gracia, la fortaleza, los dones del Espíritu Santo que necesitan para que sigan caminando como buenos cristianos hasta el día de su muerte, y den un testimonio claro y hondo de su Fe.
     Rezamos por nuestros padres, por nuestras familias, por nuestros hermanos, por nuestros amigos y compañeros, para que quieran más a Jesucristo, para que frecuenten los Sacramentos, para que sean piadosos, y se dejen convertir por el Amor de Dios, en el Amor de Dios.
Rogamos por los vivos para que se dejen ayudar por el Señor que les quiere sostener en sus batallas, renovar su esperanza, ayudarles de las mil maneras que el hombre necesita. “Venid a Mí todos los fatigados y agobiados, y Yo os aliviaré”
(Mt 11, 18).
     Rezar por los vivos es pedir al Señor la gracia de que todos acudan a Él, y lo encuentren en el Sacramento de la Reconciliación; que descubran su Corazón Misericordioso.
      Rezar por los difuntos es una gran manifestación de fe en la Providencia divina, en esta vida; y en la realidad de la Vida Eterna, que nos espera después de nuestra muerte en la tierra. Rezamos por los que han terminado su vida en la tierra, los que han muerto, para que el Señor les haya perdonado sus pecados, y los haya recibido en el Cielo.
     El Señor acoge con corazón abierto la petición de la Cananea que ruega por su hija enferma; atiende la petición del Centurión que ruega por su empleado enfermo. Y nos enseña, así, a pedirle a Él por nuestros enfermos, por los que buscan trabajo, por los que tienen una necesidad, una pena, un dolor.

      Estas obras de misericordia –las Espirituales sobre las que ya hemos reflexionado; y las Corporales, sobre las que comenzamos a reflexionar ahora- manifiestan el amor de Cristo a toda la persona, y el amor que con Él, en Él y por Él, quiere el Señor que vivamos cada uno de nosotros. Si en las Espirituales hemos visto cómo ayudar mejor a las necesidades del espíritu; ahora, en las Corporales, vamos a ver cómo atender mejor las necesidades del cuerpo; sin olvidar nunca que en cada ser humano, el cuerpo y el espíritu están siempre unidos, que el “yo” se expresa siempre corporal y espiritualmente. Que la vida del espíritu afecta al cuerpo y que la vida del cuerpo afecta al espíritu, y que el Señor, que es Creador de cielos y tierra, y que el cuerpo y el alma, la materia y el espíritu, han sido creadas por Dios para el bien del ser humano y para gloria de Su Nombre.
     De esta manera, el cristiano que vive estas obras de misericordia se une profundamente con Dios. “La convicción de que el ser en su totalidad ha sido creado por Dios comporta el optimismo creatural; implica la gozosa certeza de que el ser es bueno hasta el fondo; indica el sí a la materia, no menos querida por Dios que el espíritu; trae también consigo una autonomía del ser natural creado por Dios para ser él mismo, y de tal manera que este ser permanece en una íntima relación con Dios” (Ratzinger, 28-I-1989).
     Al leer la relación de las obras corporales de misericordia - las recordamos de nuevo: Visitar y cuidar a los enfermos.- Dar de comer al hambriento.- Dar de beber al sediento.- Dar posada al peregrino. –Vestir al desnudo.- Redimir al cautivo.- Enterrar a los muertos.-, quizá nos viene a la cabeza pensar que todas esas obras son cosas de tiempos pasados, en los que no había Servicios de Seguridad Social; en los que no había grandes comedores de Caritas; en los que en tiempos de catástrofes faltaban alimentos para todos; y que ya no son actuales.
     Los acontecimientos de cada día, las crisis sociales, morales, económicas que sufrimos, nos descubren con frecuencia la situación lastimosa de muchas personas y, sobre todo, la soledad en la que tantos hombres y mujeres se encuentran en los peores momentos de su vida.
Cuestionario
¿Soy consciente de que los demás me necesitan, y de que he de estar siempre dispuesto a ayudarles?
¿Me acuerdo de rezar a Dios, durante la Santa Misa, por el eterno descanso de los difuntos de la familia?
Cuando me entero de que alguien ha hecho alguna cosa mala, ¿rezo al Señor para que rectifique su conducta y, en adelante, haga el bien?