TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

miércoles, 28 de diciembre de 2022

CONVOCANDO VIGILIA GENERAL


 

«La familia, cuna de la vocación al amor»

   La institución de la fiesta de la Sagrada Familia es relativamente reciente, pues se remonta a 1893, bajo el pontificado de León XIII. En nuestros tiempos, adquiere una importancia especial ya que los ataques contra la familia, las leyes a favor del divorcio y los atentados contra el matrimonio natural, no dejan de multiplicarse.

¿Por qué celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia?

     Este día de fiesta se honra a Jesús, a la Santísima Madre y a San José como la familia más sagrada, y por lo tanto un modelo para todas las familias cristianas. Eran santos porque colocaban a Dios en el centro de su vida familiar, se amaban y sacrificaban el uno por el otro, e irradiaban ese amor a los demás en la misión redentora de la Palabra Encarnada.

     El Papa San Juan Pablo II dijo: "El Redentor del mundo eligió a la familia como lugar para su nacimiento y crecimiento, santificando así esta institución fundamental de toda sociedad" (mensaje de Ángelus, 30 de diciembre de 2001).

¿Dónde encontramos relatos de la Sagrada Familia en las Escrituras?

     La historia de la Sagrada Familia se encuentra en sólo dos relatos, lo que se llama las Narrativas de infancia: los dos primeros capítulos de los Evangelios de Mateo y Lucas.

     Escribiendo a un público judío, San Mateo proporciona el descenso abrahámico y davídico de Jesús, seguido de un relato de Su nacimiento. En el capítulo 2 habla de la visita de los Reyes Magos, la búsqueda del Niño por parte del rey Herodes y la partida hacia Egipto. Concluye su narración con el regreso de Egipto a Nazaret, guardó silencio sobre la vida de Jesús en Nazaret. Jesús aparece a continuación a los 30 años de edad en Su bautismo por San Juan el Bautista (Mt. 3).

   Lucas comienza con la concepción de San Juan y la Anunciación del Señor. Continúa con la visita de María a Isabel y el nacimiento del Bautista. Luego da cuenta de la Natividad, el anuncio de los ángeles a los pastores, la circuncisión y presentación de Jesús en el Templo, y el reconocimiento y profecías de Simeón y Ana. Lucas concluye con el regreso a Nazaret, añadiendo sólo un detalle más, Jesús permaneciendo en el Templo cuando tenía 12 años.

Mensaje de los obispos en la jornada de la sagrada familia

   En esta fiesta de la Sagrada Familia nos acercamos a contemplar de la mano de la Virgen María y de san José el misterio del Dios encarnado por amor a nosotros, pidiéndoles que nos ayuden a descubrir la familia como lugar privilegiado de acogida y discernimiento de la vocación al amor.

    En estos momentos en los que atravesamos un invierno vocacional, no solo en referencia al sacerdocio y a la vida consagrada, sino incluso al matrimonio cristiano, estamos convencidos de que buena parte de esta crisis está producida por la pérdida de la cultura vocacional, ese “humus” en el cual el planteamiento de la vida como vocación resulta algo normal.

     Ante esta situación, no queremos instalarnos en una queja estéril que contempla pasivamente este ocaso de las vocaciones, precisamente porque estamos convencidos de que la felicidad de cada persona pasa por el descubrimiento y vivencia en plenitud de la vocación que Dios ha soñado para ella desde toda la eternidad. Recordemos que «El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente. Por esto precisamente, Cristo redentor […] revela plenamente el hombre al mismo hombre» ( San Juan Pablo II, encíclica Redemptor hominis, n. 10).

     La familia, célula vital de la sociedad y de la Iglesia, es fundamental en la formación de los niños y jóvenes que en un futuro serán llamados a abrazar una vocación concreta, partiendo de la base de la vocación bautismal. Ninguna institución puede suplir la labor de la familia en la educación de sus hijos, especialmente en lo que se refiere a la formación de la conciencia. Cualquier intromisión en este ámbito sagrado debe ser denunciada porque vulnera el derecho que tienen los padres de trasmitir a sus hijos una educación conforme a sus valores y creencias. […].

                                                                                       
                                                                                                  


sábado, 17 de diciembre de 2022

PARA EL DIÁLOGO Y LA MEDITACIÓN

DICIEMBRE :   ADORAR AL NIÑO, INFANCIA ESPIRITUAL

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

 LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS

       

Adorado sea el Santísimo Sacramento…

     La Eucaristía tiene que hacer crecer en nosotros la verdadera infancia espiritual. Que adorar el Sacramento sea como adorar al Niño… Que esta preparación para la navidad nos vaya haciendo cada vez más pequeños, más confiados, más amables… 

 Humildad-confianza-amor. Son tres virtudes fundamentales para nuestra vida cristiana. La primera porque es como el fundamento: es “andar en verdad” es decir, la verdad de que somos criaturas, de que somos pequeños, de que dependemos en todo del cuidado de nuestro buen Padre Dios.  

     La segunda es confianza, porque los niños también saben, que, aunque dependen en todo de sus padres, tienen la absoluta certeza de que ellos les van a proveer de sus necesidades, de su amor y cariño. Por eso la tercera es el amor, porque amor con amor se paga. Y porque obras son amores y no buenas razones. La caridad de Cristo es en nosotros la fuente de todos nuestros méritos ante Dios. La gracia, uniéndonos a Cristo con un amor activo, asegura el carácter sobrenatural de nuestros actos y, por consiguiente, su mérito tanto ante Dios como ante los hombres. Los santos han tenido siempre una conciencia viva de que sus méritos eran pura gracia. 

     Con la infancia espiritual experimentamos que todo viene de Dios, a él vuelve y en él permanece, para la salvación de todos, en un misterio de amor misericordioso. Ése es el mensaje doctrinal que enseñó y vivió esta santa. Como para los santos de la Iglesia de todos los tiempos, también para ella, en su experiencia espiritual, el centro y la plenitud de la revelación es Cristo. Teresa conoció a Jesús, lo amó y lo hizo amar con la pasión de una esposa. Penetró en los misterios de su infancia, en las palabras de su Evangelio, en la pasión del Siervo que sufre, esculpida en su santa Faz, en el esplendor de su existencia gloriosa y en su presencia eucarística. Cantó todas las expresiones de la caridad divina de Cristo, como las presenta el Evangelio (Divina Amoris scientia, Juan Pablo II) 

     La Escritura nos da ejemplo de que sólo haciéndonos como niños podemos alcanzar la patria: Cuando dice de Jesús que “Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos.” 

     ¡Eso tenemos que hacer hoy nosotros! ¡Presentarnos como niños a Dios, dejarnos presentar a él por María, para que Él imponga las manos sobre nosotros y ore sobre nosotros! No se trata hoy de hacer nosotros, sino de dejarnos hacer como niños. Nos puede salir ese medio orgullo, tan “razonable” de los adultos…”Los discípulos los reprendieron”. Pero Jesús les corrige y nos da una gran enseñanza: «Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos». Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí. 

     La relación de los niños con sus padres, nosotros con Dios. ¡Qué caminito tan sencillo de tocar el centro del Evangelio! ¡Qué formula tan magnifica la de ponerse a adorar la Eucaristía!  

  También santa Teresita la descubrió en la Sagrada Escritura: Jesús se complace en mostrarme el único camino que conduce a esa hoguera divina. Ese camino es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en brazos de su padre... «El que sea pequeñito, que venga a mí», dijo el Espíritu Santo por boca de Salomón. Y ese mismo Espíritu de amor dijo también que «a los pequeños se les compadece y perdona». Y, en su nombre, el profeta Isaías nos revela que en el último día «el Señor apacentará como un pastor a su rebaño, reunirá a los corderitos y los estrechará contra su pecho». Y como si todas esas promesas no bastaran, el mismo profeta, cuya mirada inspirada se hundía ya en las profundidades de la eternidad, exclama en nombre del Señor: «Como una madre acaricia a su hijo, así os consolaré yo, os llevaré en brazos y sobre las rodillas os acariciaré». 

     Los santos nos animan, muy especialmente santa Teresita del Niño Jesús que  nos enseña a recorrer este camino de la humildad Eucarística, de la infancia espiritual: “¡Qué dulce fue el primer beso de Jesús a mi alma! Fue un beso de amor. Me sentía amada y decía a mi vez: “Te amo, y me entrego a ti para siempre … Ni el precioso vestido que María me había comprado, ni todos los regalos que había recibido me llenaban el corazón. Sólo Jesús podía saciarme.”  Dios no quiere darnos su casa de la tierra; se conforma con enseñárnosla para hacernos amar la pobreza y la vida escondida. La que nos reserva es su propio palacio de la gloria, donde ya no le veremos escondido bajo la apariencia de un niño o de una blanca hostia, ¡¡¡sino tal cual es en el esplendor de su gloria infinita...!!! 

    Yo me dedicaba sobre todo a amar a Dios. Y amándolo, comprendí que mi amor no podía expresarse tan sólo en palabras, porque: «No todo el que me dice Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de Dios». Y esta voluntad, Jesús la dio a conocer muchas veces, debería decir que casi en cada página de su Evangelio. Pero en la última cena, cuando sabía que el corazón de sus discípulos ardía con un amor más vivo hacia él, que acababa de entregarse a ellos en el inefable misterio de la Eucaristía, aquel dulce Salvador quiso darles un mandamiento nuevo. Y les dijo, con inefable ternura: os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros, que os améis unos a otros igual que yo os he amado. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros. 

Preguntas para el diálogo y la meditación.

¿Adorar me está haciendo más humilde?

¿Conozco los escritos de santa Teresita y su infancia espiritual?

¿Cómo puede ayudarnos a hacer mejor nuestra adoración?

¿El adviento está haciendo crecer en mí la esperanza, la confianza?

¿Qué muestras de Amor estoy preparando al Niño?


martes, 13 de diciembre de 2022

Contenidos y actitudes del adviento

1.- El adviento es, en primer término, tiempo de preparación a la Navidad, donde se recuerda a los hombres la primera venida del Hijo de Dios.

2.- Es asimismo tiempo en el que se dirigen las mentes, mediante este recuerdo y esta espera, a la segunda venida de Cristo, que tendrá lugar al final de los tiempos.

3.- Por ello, el adviento tiene una triple dimensión: histórica, en recuerdo, celebración y actualización del nacimiento de Jesucristo en la historia; presente, en la medida en que Jesús sigue naciendo en medio de nuestro mundo y a través de la liturgia celebramos, de nuevo, su nacimiento; y escatológica, en preparación y en espera de la segunda y definitiva venida del Señor.

4.- El adviento es, ya en su mismo término o vocablo, <presencia> y <espera>. Es tiempo, no tanto de penitencia como la cuaresma, sino de esperanza gozosa y espiritual, de gozo, de espera gozosa. Toda la liturgia de este tiempo persigue la finalidad concreta de despertar en nosotros sentimientos de esperanza, de espera gozosa y anhelante.

5.- El adviento es un tiempo atractivo, cargado de contenido, evocador, válido… Vivir el adviento cristiano es revivir poco a poco aquella gran esperanza de los grandes padres de Israel desde Abraham a Isabel, desde Moisés a Juan el Bautista… Vivir el adviento es ir adiestrando el corazón para las sucesivas sementeras de Dios que preparan la gran venida de la recolección… La vida es siempre adviento o hemos perdido la capacidad de que algo nos sorprenda grata y definitivamente.

6.- Durante este tiempo del adviento se han de intensificar actitudes fundamentales de la vida cristiana como la espera atenta, la vigilancia constante, la fidelidad obsequiosa en el trabajo, la sensibilidad precisa para descubrir y discernir los signos de los tiempos, como manifestaciones del Dios Salvador, que está viniendo con gloria.

7.- A lo largo de las cuatro semanas del adviento debemos esforzarnos por descubrir y desear eficazmente las promesas mesiánicas: la paz, la justicia, la relación fraternal, el compromiso en pro del nacimiento de un nuevo mundo desde la raíz.

8.- El adviento nos dice que la perspectiva de la vida humana está de cara al futuro, con la esperanza puesta en la garantía del Dios de las promesas.

9.- Adviento es el camino hacia la luz. El camino del creyente y del pueblo que caminaban entre tinieblas y encuentran la gran luz en la explosión de la luz del alumbramiento de Jesucristo, luz de los pueblos.

10.- La esperanza es la virtud del adviento. Y la esperanza es el arte de caminar gritando nuestros deseos: ¡Ven, Señor Jesús!


viernes, 2 de diciembre de 2022


El origen del Adviento

     Sobre el origen del adviento es preciso remontarse al siglo IV. “El Concilio de Zaragoza” (año 380) habla de un tiempo preparatorio a la navidad, que comprende desde el 17 de diciembre, es decir, ocho días antes de la gran fiesta del nacimiento de Jesús, y obliga a los cristianos a asistir todos los días a las reuniones eclesiales hasta en día 6 de enero.

     En Francia, San Gregorio de Tours, menciona un período de ayuno a celebrar a partir del 11 de diciembre, lo que confirió al adviento un carácter marcadamente penitencial…

     La Iglesia de Roma en el siglo IV una gran celebración de la fiesta de la navidad… Progresivamente, según se va enriqueciendo de contenido teológico el memorial de la <nativitas domini>, así se va diseñando el adviento como una auténtica liturgia.

     San León magno, Obispo de Roma en el siglo V, piensa el misterio de la navidad como una preparación para la pascua: el pesebre es premonición de la cruz y la llegada del Mesías asumiendo la humanidad es evocación de la segunda venida del Señor, revestido de poder y gloria. De ahí que, con el paso del tiempo, el adviento en Roma revistiera esa doble perspectiva y que se mantiene hasta el día de hoy: celebración de la parusía del Señor que ha de venir y también celebración de aquel misterio de Cristo, su salvífica encarnación, que culmina en el misterio pascual, realizado por la muerte y resurrección del Señor. Así, pues, adviento que en cuanto vocablo pagano no significa más que venida o llegada, o aniversario de una venida, asume un nuevo valor semántico: el de espera y el de preparación”.


Una explosión de jóvenes adoradores abarrota la Adoración Nocturna en la secularizada Barcelona 



    Para muchos, la secularización es un fenómeno imparable y arrollador.  Barcelona podría ser un ejemplo representativo, habiendo perdido más de 160 templos solo en el último año. Mientras, otros cultos como el evangélico ha sumado 24 nuevos centros en el mismo periodo.

    Por eso, lo sucedido el pasado 19 de noviembre en la Ciudad Condal es todo un signo de esperanza que muestra no solo como los católicos barceloneses se resisten a desaparecer, sino que la fe firme y madura se encuentra en expansión. La parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús fue testigo de ello cuando más de 500 adoradores y familiares de los mismos se congregaron en el templo del barrio de Gracia para recibir a los 75 nuevos y jóvenes miembros de la Adoración Nocturna.

   El evento, que tuvo lugar durante la tradicional vigilia anual celebrada con motivo de la festividad de Cristo Rey, muestra además los frutos de la perseverancia de los adoradores, pues tan solo unos meses antes dejaron de contar con el histórico emplazamiento del Tibidabo. Allí tenía lugar la Adoración Nocturna perpetua con más historia de España, habiéndose celebrado el primer turno en 1960 (encomendando a la Adoración Nocturna Española cubrir los arduos turnos de la noche). Tras décadas de adoración, la comunidad salesiana la suspendió mientras que no se adaptase la estructura, contenido y organización de los turnos a las preferencias de la comunidad. El rosario, algunos rezos en latín, el espíritu de reparación y alabanza o el mismo nombre de Adoración Nocturna Española, eran solo algunos de ellos.

    Cientos de adoradores, 31 turnos y nuevos templos

   Desde 2020, los adoradores han trasladado su oración a la parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús y sus integrantes no han hecho más que crecer, como mostraron los más de 500 asistentes al evento. Actualmente hay 31 turnos de adoración en la parroquia, con adoradores provenientes de multitud de agrupaciones como 40 Días Por La Vida, Emaús, Lazos del Amor Mariano, Carismáticos, Opus Dei, Regnum Christi, Unión Seglar o Schola Cordis Iesu, entre otros.

  Una decena de sacerdotes y diáconos de diferentes parroquias y órdenes religiosas participaron en la celebración, presidida el obispo auxiliar de Barcelona, Javier Vilanova.

  Durante la ceremonia se entregó el distintivo de nuevos adoradores a 75 personas de todas las edades, en su gran mayoría jóvenes. Además doce adoradores recibieron la insignia de Veterano (144 vigilias), uno la de Veterano Constante (250 vigilias) y otro la de Veterano Constante Ejemplar (500 vigilias).

    A día de hoy, más de 350 fieles de la sección barcelonesa adoran a la Eucaristía cada noche del año entre las 22:00 y las 6:00 horas. El incremento, explican desde Adoración Nocturna Española, no es solo en número de adoradores, sino también de templos y capillas de Adoración Perpetua, que en los últimos años han pasado de 1 a 8 en toda la provincia.

   "Cristo reina glorioso, estoy contento de ver esta pasión por Cristo, por Dios, por su reino, este sentirse Iglesia. El Señor nos confunde: reina muerto en la cruz; en la cruz reina en Amor, el Señor quiere con su amor reinar en nuestra vida. Cristo reina en la Eucaristía", declaró el obispo Javier Vilanova durante su homilía. Finalizada la celebración, Vilanova bendijo con el Santísimo la ciudad de Barcelona.

   La Adoración Nocturna Española fue fundada en España por D. Luis de Trelles en 1877, que concibió grupos de hombres que adoraran y dieran gloria al Santísimo Sacramento. Algo que "consiste en hacer bien a su hermano y coadyuvar a los propósitos de la Santa Iglesia esposa de Cristo, en la conversión de los pecadores, agonizantes y atribulados, en impetrar la libertad y prosperidad de la misma Iglesia Católica militante y purgante y el bien del Estado", en palabras del fundador y venerable desde enero de 2015.

J.M.C.



DEL BLOG DEL OBISPO

MENSAJE AL INICIO DEL ADVIENTO


Es hora de despertar… es tiempo de salvación.


   Ha llegado el Tiempo de Adviento, tan importante y solemne, que, como dice el Espíritu Santo, es tiempo favorable, día de la salvación (Cf. 2 Cor 6, 2), de la paz y de la reconciliación. Es el tiempo que desearon ardientemente los patriarcas y profetas y que fue objeto de tantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simeón vio lleno de alegría, y que la Iglesia celebra solemnemente. También nosotros debemos vivir en todo momento con fervor, alabando y dando gracias al Padre eterno por la misericordia que en este misterio nos ha manifestado.

     La Iglesia celebra cada año el misterio de este amor tan grande hacia nosotros, exhortándonos a tenerlo siempre presente. A la vez nos enseña que la venida de Cristo no sólo aprovechó a los que vivían en el tiempo del Salvador, sino que su eficacia continúa, y aún hoy se nos comunica si queremos recibir, mediante la fe y los sacramentos, la gracia que Él nos prometió, y si ordenamos nuestra conducta conforme a sus mandamientos.

   Es importante distinguir el Adviento de la Navidad,… primero tenemos que prepararnos para celebrar después un hecho que cambió el mundo y nuestras propias vidas: la Encarnación y el Nacimiento del Hijo de Dios. Por eso, la invitación fundamental del Adviento es a estar en vela, a orar, a despertar del sueño de la muerte y avivar el deseo de recibir a Cristo. Velar nos hace ver el valor del tiempo, cómo aprovechamos el tiempo, para qué o para quién vivimos […]

     Durante este tiempo, la Iglesia, como madre tierna y celosa de nuestra salvación, nos enseña, a través de himnos, cánticos y otras palabras inspiradas, y de diversos ritos, a recibir con un corazón agradecido este beneficio tan grande, a enriquecernos con su fruto y a prepararnos interiormente para la venida de nuestro Señor Jesucristo con tanta solicitud como si hubiera Él de venir nuevamente al mundo. Así nos lo enseñaron los patriarcas del Antiguo Testamento con sus palabras y ejemplos que recordaremos estos días. El Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo único, para librarnos de la tiranía y del poder del pecado, invitarnos al Cielo e introducirnos en lo más profundo de los misterios de su Reino, manifestarnos la verdad, enseñarnos a vivir santamente, comunicarnos el germen de las virtudes, enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos, herederos de la vida eterna.

     Recordemos que el Adviento es el tiempo de la Virgen por excelencia porque es el tiempo de la espera del Mesías. Esperemos, pues, junto con Nuestra Señora, que, al estar embarazada, esperaba su nacimiento, pero sobre todo con la fe, en escucha y oración. María también nos recuerda que es imprescindible la ternura y la mansedumbre para recibir la misericordia de Dios. Digamos con ella “¡Ven, Señor Jesús!” (Ap 22,20).

     No dejéis de preparar en casa el belén, y, ya desde ahora, el Calendario de Adviento, que nos facilita crecer cada día y avanzar. Si crece nuestra esperanza experimentaremos una inmensa alegría.

  + Rafael, Obispo de Cádiz y Ceuta