TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

miércoles, 22 de febrero de 2023

 

¿Qué significa el Miércoles de Ceniza? 

     En 2010, durante la audiencia general del Miércoles de Ceniza, el Papa Benedicto XVI dijo: -Que los cuarenta días de preparación de la Pascua son tiempo favorable y de gracia lo podemos entender precisamente en la llamada que el austero rito de la imposición de la ceniza nos dirige y que se expresa, en la liturgia, con dos fórmulas: “Convertíos y creed en el Evangelio”, “Acuérdate de que polvo eres y en polvo te convertirás”-

  Más adelante, en la misma audiencia, sostuvo: -Con la imposición de la ceniza renovamos nuestro compromiso de seguir a Jesús, de dejarnos transformar por su misterio pascual, para vencer el mal y hacer el bien, para hacer que muera nuestro “hombre viejo” vinculado al pecado y hacer que nazca el “hombre nuevo” transformado por la gracia de Dios.

  Sobre la celebración que hace la Iglesia de este día, el Papa Benedicto XVI expresó: La liturgia del Miércoles de Ceniza señala la dimensión fundamental de Cuaresma como la conversión del corazón a Dios. Ese es el mensaje que evoca la tradición del rito de las cenizas…

   Es un rito con doble significado: el primero tiene que ver con el cambio interior, la conversión y la penitencia, (“Conviértete y cree en el Evangelio”) mientras que el segundo evoca la precariedad de la condición humana, (“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás”) como se comprende fácilmente a partir de las dos fórmulas alternativas que acompañan el gesto de colocar las cenizas.

¿Qué dice la Biblia a cerca del Miércoles de Ceniza?

   El Miércoles de Ceniza no aparece mencionado en la Biblia. Sin embargo, el uso religioso de las cenizas como un signo tiene fundamento en las Escrituras. Las cenizas se usaban en el judaísmo como signo de duelo (Ester 4,3) y arrepentimiento (Jonás 3,6, Job 42,6). Es un signo natural de la transitoriedad de la vida humana y del regreso desde el pecado hacia

¿De dónde se obtienen las cenizas del Miércoles de Ceniza?

  Las cenizas se obtienen de los ramos de olivo o las palmas bendecidos el Domingo de Ramos del año anterior y que normalmente los fieles acercan a las parroquias para ese propósito.

¿Cuánto tiempo se supone que uno debe dejarse las cenizas en la frente? 

  La decisión es personal pero sin duda ofrecen una oportunidad de dar testimonio público de la fe si se las deja en la frente en público; sin embargo, la intención de este gesto no debe tener un origen en la vanidad.

¿Solo los católicos pueden recibir las cenizas?

   La práctica de recibir las cenizas en la frente el Miércoles de Ceniza de parte del sacerdote o ministro que, mientras las coloca, dice “Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás” o algo similar, no es exclusiva de los católicos. Algunas iglesias no católicas (por ejemplo, anglicana, episcopal) lo celebran. Sin embargo, la práctica no es familiar para la Iglesia Oriental Católica Ortodoxa, que generalmente comienzan la Cuaresma con otras prácticas que recuerdan la necesidad del arrepentimiento y el perdón.

  Como no es un sacramento, la imposición de las cenizas el Miércoles de Ceniza está abierto a quien quiera recibirlas, independientemente de su fe. Debe hacerse respetando la práctica y la intención católicas, por supuesto. Es común ver personas que no son católicas que se acercan a participar de este rito.

sábado, 18 de febrero de 2023

(Gn 16, 13)

 

FEBRERO 2023

 

«Tú eres el Dios que me ve». (Gn 16, 13).

     El versículo de la Palabra de vida de este mes está tomado del libro del Génesis. Son unas palabras pronunciadas por Agar, la esclava de Sara entregada como mujer a Abrahán porque aquella no podía tener hijos y asegurar así una descendencia. Cuando Agar descubre que está encinta se siente superior a su señora. El maltrato recibido por parte de Sara la obliga más tarde a huir al desierto. Y allí precisamente tiene lugar un encuentro único entre Dios y la mujer, la cual recibe una promesa de descendencia semejante a la que Dios le había hecho a Abrahán. El hijo que nacerá se llamará Ismael, que significa «Dios ha escuchado», pues ha acogido la angustia de Agar y le ha dado una estirpe.

«Tú eres el Dios que me ve»

   La reacción de Agar refleja una idea común en el mundo antiguo: que los seres humanos no pueden mantener un encuentro muy de cerca con la divinidad. Agar se queda sorprendida y agradecida de haber sobrevivido a él. Experimenta el amor de Dios precisamente en el desierto, el lugar privilegiado donde se puede experimentar un encuentro personal con Él; siente su presencia y se siente amada por un Dios que la ha «visto» en su situación dolorosa, un Dios que se preocupa por sus criaturas y las envuelve con su amor. «No es un Dios ausente, lejano, indiferente a la suerte de la humanidad, como tampoco a la suerte de cada uno de nosotros. Así lo experimentamos muchas veces. [...] Él está aquí conmigo, lo sabe todo de mí y comparte cada pensamiento, alegría o deseo mío, lleva conmigo cada preocupación y cada prueba de mi vida»[1].

«Tú eres el Dios que me ve»

   Esta palabra de vida reaviva una certeza y nos conforta: nunca estamos solos en nuestro camino; Dios está ahí y nos ama. A veces, como Agar, nos sentimos «extranjeros» en esta tierra, o buscamos modos de huir de situaciones duras y dolorosas. Pero hemos de estar seguros de la presencia de Dios y de nuestra relación con Él, que nos hace libres, nos sosiega y nos permite empezar siempre de nuevo.

   Esta ha sido la experiencia de P., que vivió sola durante la pandemia. Cuenta: «Desde el inicio de la clausura de toda actividad en nuestro país, estoy sola en casa. No tengo físicamente cerca a nadie con quien poder compartir esta experiencia, y procuro ocupar el día como puedo. Con el pasar de los días me siento cada vez más desanimada. Por la noche me cuesta mucho quedarme dormida. Me parece que no podré salir nunca de esta pesadilla. Pero siento fuertemente que debo encomendarme completamente a Dios y creer en su amor. No tengo dudas de su presencia, que me acompaña y me reconforta en estos meses de soledad. Me llegan pequeñas señales de los hermanos que me hacen comprender que no estoy sola. Como una vez en que estaba festejando el cumpleaños de una amiga on line y en ese momento me llegó un trozo de tarta de parte de mi vecina»,

«Tú eres el Dios que me ve»

   Así, protegidos por la presencia de Dios, también nosotros podemos ser mensajeros de su amor: estamos llamados a ver las necesidades de los demás, a socorrer a nuestros hermanos en sus desiertos, a compartir sus alegrías y sus dolores. El esfuerzo consiste en mantener los ojos abiertos a la humanidad en la que estamos inmersos también nosotros.

   Podemos pararnos y mostrar nuestra cercanía con quienes están buscando un sentido y una respuesta a los muchos «por qué» de la vida: familiares, amigos, conocidos, vecinos, compañeros de trabajo, personas con problemas económicos y quizá marginadas socialmente.

    Podemos recordar y compartir esos momentos preciosos en los que hemos conocido el amor de Dios y hemos redescubierto el sentido de nuestra vida. Podemos afrontar juntos las dificultades y descubrir en los desiertos por los que pasamos la presencia de Dios en nuestra historia, que nos ayuda a proseguir el camino con confianza.

Patrizia Mazzola


[1] C. LUBICH, Palabra de vida, julio de 2006: Ciudad Nueva n. 433 (200617), p. 29.

PARA EL DIÁLOGO Y LA MEDITACIÓN

FEBRERO ADORACIÓN Y REPARACIÓN

 Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

 LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS


 “¡Ahí está Jesús! ¡No dejadlo abandonado!”

   Siempre es bueno recordar que venimos a la adoración porque Dios previamente nos ha llamado… Primero, Él, “el Dios vivo y verdadero, llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración”. Segundo, nosotros respondemos “esta iniciativa de amor del Dios fiel es siempre lo primero en la oración, la actitud del hombre es siempre una respuesta.” ¡Qué privilegiados somos de ser llamados a este encuentro con Dios!

   Y para encontrarse con Dios hay muchas maneras, lo sabemos: su presencia está en la Sagrada Escritura, por su palabra, donde dos o tres se reúnen en su nombre por su promesa; en nuestros corazones, por la gracia; en los sacerdotes como en sus ministros... Sí, todo eso es cierto, pero, "sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas".

  Entonces, ¡doblemente privilegiados de ser llamados a este encuentro de oración y a este encuentro con la Eucaristía! Recordemos que el modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos”.

   Estas varias maneras de presencia llenan el espíritu de estupor y llevan a contemplar el misterio de la Iglesia. Pero es muy distinto el modo, verdaderamente sublime, con el cual Cristo está presente a su Iglesia en el sacramento de la Eucaristía, que por ello es, entre los demás sacramentos, el más dulce por la devoción, el más bello por la inteligencia, el más santo por el contenido; ya que contiene al mismo Cristo (San Pablo VI  Mysterium fidei).

  Y, sin embargo, ¡cuántos no escuchan esta llamada! ¡cuánto desprecio e indiferencia ante esta sublime presencia! Por eso, estamos llamados a la Adoración sí, pero a la adoración reparadora. Que repare tanto amor ofendido, tan poca respuesta a un Amor tan grande. Esta vigilia mensual, que sea de adoración y de reparación.

   Tenemos ejemplos de adoración reparadora en la Sagrada Escritura. Cuando María Magdalena se adelanta y llora ante Jesús sus pecados, y limpia con sus lágrimas los pies de Jesús; cuando, más tarde, María en Betania, de nuevo, se pone a sus pies y rompe un frasco de perfume en honor de Cristo.    

   También nosotros en esta velada nos vamos a colar en la sala donde está Jesús; somos conscientes de nuestros pecados, y de cuántas veces no hemos respondido a su llamada o no hemos hecho aprecio de su presencia… pero venimos, como María a reparar. Primero, nuestros propios pecados. Se trata de que, esta noche, hagamos como María: “colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.”

  Queremos acompañar hoy a Jesús con especial cariño porque somos conscientes de que nos ha perdonado mucho. También nosotros somos unos pecadores. ¡Él ha pasado por alto muchas de nuestras indiferencias! Nos ha perdonado una deuda no simplemente de unos “eurillos”, le debíamos millones, ¡pero todo nos lo ha perdonado! ¿Cuál de los dos amará más?» «Pienso que aquel a quien perdonó más».

   Y no sólo eso, esta noche no se trata simplemente de ponernos a los pies de Jesús (adorar) agradeciendo su amor que nos ha perdonado (reparar), sino también de poner amor donde otros han puesto desamor. De poner detalles de cariño donde otros se han olvidado totalmente. A Jesús esas faltas de Simón también le afectan y le duelen. Pero, por suerte, tiene a María que sabe bien cómo consolar a Jesús:  “Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.”

   Imitemos a María, no a Simón. Adoremos y reparemos. Con la misma amorosa audacia… “Cuando veo a la Magdalena adelantarse, en presencia de los numerosos invitados, y regar con sus lágrimas los pies de su Maestro adorado, a quien toca por primera vez, siento que su corazón ha comprendido los abismos de amor y de misericordia del corazón de Jesús, y que por más pecadora que sea, ese corazón de amor está dispuesto, no sólo a perdonarla, sino incluso a prodigarle los favores de su intimidad divina y a elevarla hasta las cumbres más altas de la contemplación” (Carta de santa Teresita).

  También los Santos nos animan a la adoración y la reparación…, como san Manuel González. Gran apóstol de los sagrarios abandonados… después de aquella experiencia que él tuvo en aquel pueblecito andaluz, su primera parroquia, y ver el sagrario tan olvidado, sucio y descuidado. Aquello le marcó para siempre. ¡Cómo podemos tratar así a Jesús!...   “fuime derecho al sagrario. Ahí mi fe veía a un Jesús tan callado, tan paciente, que me miraba, que me decía mucho y me pedía más, una mirada en la que se reflejaba todo lo triste del Evangelio: lo triste de no tener posada, de la traición, de la negación, del abandono de todos”

   Con qué fuerza nos dice hoy estas palabras:  “ve al Santísimo, te espera desde hace miles de años, solo a ti. Quiere verte a ti. Da igual el enfado, el poco tiempo que tengas. Da igual que te sientas alejado de él, que no entiendas, que te cueste. Entra, mírale y observa. Tú le necesitas y Él te necesita. ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está!”

Preguntas para el diálogo y la meditación.

¿Soy sensible a las distintas presencias de Cristo, además de la Eucarística?

¿Reparo con pequeños gestos de amor el desamor de los hombres?

¿Tengo “adoptado” un sagrario, donde visitar a Jesús?

 

¡NO LO DEJEN ABANDONADO!


sábado, 4 de febrero de 2023



     El adorador nocturno no solamente debe ser activo en la 0ración, sino también en el sacrificio.

     El reglamento nos pide que asistamos una noche de cada mes a la Vigilia ordinaria y que velemos en esa noche durante la hora que se nos designe. Indudablemente que para cumplir ese deber es necesario hacer muchos pequeños sacrificios. Dejar las comodidades, pocas o muchas, de nuestro hogar; abandonar a la familia que queda intranquila por nuestra ausencia; pasar la noche en un sitio poco adecuado, a veces verdaderamente incómodo, como sucede en algunas Secciones; permanecer en vela durante algún tiempo, cuando el cansancio natural nos agobia; sufrir las inclemencias del tiempo y a veces largas y peligrosas caminatas, como tienen que soportarlo hermanos alejados de los centros poblados ... , todo esto es sacrificio y a veces bastante duro.

     ¿Cuál es la actividad qua el adorador puede desarrollar en ese aspecto?

     En primer lugar, cumplir fielmente con esos deberes, sea cual fuere el trabajo y dificultades que se nos presenten. Ser pues, estrictamente puntuales en nuestra asistencia, aunque nos sintamos ligeramente indispuestos, aunque la familia se acongoje un poco, aunque la lluvia o el frio traten de impedirnos el asistir. Además, aceptar de buen agrado la hora de vela que se nos fije, el sitio para descanso que se nos señale, el cambio de turno que nos ordenen y, en general, cualquier cosa que quizá pueda contrariar nuestro gusto.

     No olvidemos, además, que en el sacrificio hay tres grados: 1º, el aceptarlo sin repugnancia; 2º , que es más alto, el desearlo con amor; y 3º, más alto todavía, el buscarlo con gozo y alegría.

     Cuando tú, hermano adorador nocturno, asistas a tus vigilias con verdadero anhelo y procures que te sean dadas las horas de vela más pesadas, el rinconcito más humilde para descansar y todo lo que sea más duro y difícil, entonces serás verdaderamente activo en el sacrificio.

 

LA LÁMPARA DEL SANTUARIO noviembre 1949