TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 29 de febrero de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 1 DE MARZO DEL 2020, 1º DE CUARESMA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo y Administrador Apostólico de Coria-Cáceres)

«TAMBIÉN ESTÁ ESCRITO: NO TENTARÁS AL SEÑOR, TU DIOS»


Mt. 4, 1-11


       En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Pero él le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».
      Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”». Jesús le dijo: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
     De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.

Otras Lecturas: Génesis 2, 7-9;3,1-7; Salmo 50; Romanos 5, 12.17-19

LECTIO:
     Se subraya en el Evangelio, tanto de Lucas como de Mateo, que Jesús es conducido por el Espíritu Santo al desierto y allí es tentado. No deja de llamar la atención que el lugar de gracia, de encuentro con el Padre es el desierto, pero también puede ser lugar de tentación, donde aprovecha el diablo para, como aquel que divide la obra de Dios, que siempre divide, y nos quiere separar de Dios, de los hermanos y de nosotros mismos, saltar al ataque, incluso en los lugares que son de encuentro y gracia, como lo es el desierto.
     En el Padre nuestro no pedimos no tener tentaciones sino no caer en la tentación. La tentación es inevitable. Nos acecha en el camino para seguir a Jesús. Es siempre un obstáculo, una trampa para no cumplir su misión. La tentación ni es buena ni es mala, sólo es una oportunidad de crecer cuando no nos metemos nosotros en el peligro, para que, como dice el libro del Eclesiastés: “el que ama el peligro en él perecerá”. Pero, también es verdad que muchas veces, la tentación nos hace caer en la cuenta del tesoro que llevamos en el corazón y de cuánto vale la vida cristiana cuando se nos quiere arrebatar
     Donde tienes tus tesoros, donde guardas tus grandes amores, serás tentado: la vocación, la familia, la amistad, la Iglesia, tu comunidad… Es fácil descubrir que nuestras grandes tentaciones nos conducen a nuestros grandes tesoros. Solo somos tentados en aquello que es tesoro para nuestra vida. (+ Francisco Cerro Chaves -  Obispo de Coria-Cáceres) 

MEDITATIO:
     En este primer domingo de Cuaresma, el Evangelio nos introduce en el camino hacia la Pascua, mostrando a Jesús que permanece durante cuarenta días en el desierto, sometido a las tentaciones del diablo. Pero… Jesús responde solamente con la Palabra de Dios. Y así el Hijo, lleno de la fuerza del Espíritu Santo, sale victorioso del desierto. (Papa Francisco)
     La cuaresma es un camino: nos conduce a la victoria de la misericordia sobre todo aquello que busca  aplastarnos o rebajarnos a cualquier cosa que no sea digna de un hijo de Dios. La cuaresma es el camino de la esclavitud a la libertad, del sufrimiento a la alegría, de la muerte a la vida… es tiempo de memoria, es el tiempo de pensar y preguntarnos: ¿Qué sería de nosotros si Dios nos hubiese cerrado las puertas? ¿Qué sería de nosotros sin su misericordia que no se ha cansado de perdonarnos y nos dio siempre una oportunidad para volver a empezar? Cuaresma es el tiempo de preguntarnos: ¿Dónde estaríamos sin la ayuda de tantos rostros silenciosos que de mil maneras nos tendieron la mano y con acciones muy concretas nos devolvieron la esperanza y nos ayudaron a volver a empezar? (Papa Francisco)
     Cuaresma es el tiempo de la compasión para decir con el salmista: «Devuélvenos Señor la alegría de la salvación, afiánzanos con espíritu generoso para que con nuestra vida proclamemos tu alabanza»; y nuestro barro —por la fuerza de tu aliento de vida— se convierta en «barro enamorado». (Papa Francisco)

ORATIO:
     Oh Espíritu, tú que condujiste a Jesús al desierto para que, victorioso del mal, pudiese restituir al Padre la sumisión amorosa que cada uno de nosotros le hemos negado: ilumíname y fortalece mi corazón, para que aprenda a discernir tu voluntad y la cumpla sin temer fracasos o burlas, con humildad obediente, en la libertad del amor.
Tenme piedad, oh Dios, según tu amor,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
y de mi pecado purifícame.

CONTEMPLATIO:
«Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».

   …Necesitamos convertirnos porque somos indigentes. El salmo responsorial del primer domingo de cuaresma dice precisamente: “reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado”. Y sin embargo si el pecado (y todos nuestros fracasos y limitaciones) tuviese la palabra última y fatal, eso sería lo triste.
     Pero este es precisamente el núcleo del acontecimiento cristiano: que la salvación, la felicidad, la superación de todo pecado, de todo fracaso y de toda muerte se llama Jesucristo.
     Por eso el salmo 50 continúa diciendo: “crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme… devuélveme la alegría de tu salvación”. Efectivamente, el mensaje de la cuaresma cristiana no es la condena a un terrible paredón, sino precisamente la más grande, la más inesperada y la más inmerecida de las amnistías.
     Comienza la cuaresma. Es el desierto de todas nuestras tentaciones en donde se nos salva de la soledad librándonos de nuestras seducciones funestas. Comienza un tiempo de penitencia, de ayuno y de oración, para prepararnos a la acogida renovada de la Luz pascual que viene a iluminar todas nuestras oscuridades, la acogida de la salvación del Hijo de Dios en cuyas heridas todas las nuestras han sido curadas, la acogida de la victoria del Resucitado que viene a triunfar sobre todas nuestras muertes. Por eso, paradójicamente… la cuaresma es camino de alegría. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)




 El Señor Jesucristo fue tentado por el diablo en el desierto y en Él eras tú también tentado. Cristo tenía de ti la condición humana para sí, y de sí la salvación para ti; tenía de ti la muerte para sí y de sí la vida para ti; tenía de ti ultrajes para sí, y de sí honores para ti. Y también tenía de ti la tentación para sí, y de sí la victoria para ti. Si en Él fuimos tentados, en Él venceremos al diablo. ¿Te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que Cristo venció la tentación? Reconócete, pues, a ti mismo tentado en Él, y reconócete también a ti mismo victorioso en Él. Hubiera podido impedir la acción tentadora del diablo; pero entonces tú, que estás sujeto a la tentación, no hubieras aprendido de Él a vencerla”.  (San Agustín)


lunes, 24 de febrero de 2020

LOS SIGNOS EXTERNOS DE DEVOCIÓN POR PARTE DE LOS FIELES (Cont.)

OFICINA PARA LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS DEL SUMO PONTÍFICE


     En realidad, los gestos del cuerpo expresan y promueven “la intención y los sentimientos de los participantes”11 y permiten superar el peligro que acecha a todo cristiano: el acostumbramiento. “Para nosotros, que vivimos desde siempre con el concepto cristiano de Dios y nos hemos acostumbrado a él, el tener esperanza, que proviene del encuentro real con este Dios, resulta ya casi imperceptible”12. Por eso “un signo convincente de la eficacia que la catequesis eucarística tiene en los fieles es sin duda el crecimiento en ellos del sentido del misterio de Dios presente entre nosotros. Esto se puede comprobar a través de las manifestaciones específicas de veneración de la Eucaristía, hacia la cual el itinerario mistagógico debe introducir a los fieles”13.
     Los actos de devoción se comprenden, de modo adecuado, en este contexto de encuentro con el Señor, que implica unión, “unificación que sólo puede realizarse según la modalidad de la adoración”14. Destacamos en primer lugar la genuflexión 15, “que se hace doblando la rodilla derecha hasta la tierra, significa adoración; y por eso se reserva para el Santísimo Sacramento, así como para la santa Cruz desde la solemne adoración en la acción litúrgica del Viernes Santo en la Pasión del Señor hasta el inicio de la Vigilia Pascual” 16.
     La inclinación de cabeza significa reverencia y honor 17. En el Credo -excepto en las solemnidades de Navidad y la Encarnación en las que es sustituida por el arrodillarse-, unimos este gesto a la pronunciación de las palabras admirables “Y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre”18
  Finalmente queremos destacar el arrodillarse en la consagración19 y, donde se conserva este uso desde el Sanctus hasta el final de la Plegaria eucarística 20, o al recibir la sagrada Comunión 21. Son signos fuertes que manifiestan la conciencia de estar ante Alguien particular. Es Cristo, el Hijo de Dios vivo, y ante él caemos de rodillas 22. En el arrodillarse el significado espiritual y corporal forman una unidad pues el gesto corporal implica un significado espiritual y, viceversa, el acto espiritual exige una manifestación, una traducción externa. Arrodillarse ante Dios no es algo “no moderno”, sino que corresponde a la verdad de nuestro mismo ser 23. “Quien aprende a creer, aprende también a arrodillarse, y una fe, o una liturgia que desconociese el arrodillarse, estaría enferma en uno de sus puntos capitales. Donde este gesto se ha perdido, se debe aprender de nuevo, para que nuestra oración permanezca en la comunión de los Apóstoles y los mártires, en la comunión de todo el cosmos, en la unidad con Jesucristo mismo” 24.

[11] Institutio Generalis Missalis Romani (IGMR) n. 42.
[12] Benedicto XVI, Carta encSpe salvi, n. 3.
[13] Benedicto XVI, Exh. apost. post. Sacramentum caritatis, n. 65.
[14] Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana, 22-XII-2005.
[15] Cfr. M. Righetti, Storia liturgica 1, Ed. anastatica, Milano 20052, pp. 389-390.
[16] IGMR, n. 274; Ceremonial de los Obispos, n. 69.
[17] Cfr. IGMR, n. 275; Ceremonial de los Obispos, n. 68.
[18] Cfr. IGMR, n. 275.
[19] Cfr. IGMR, n. 43; J. Jungmann, Missarum sollemnia 2, Ed. anastatica, Milano 2004, pp. 162-164.
[20] Cfr. IGMR, n. 43.
[21] Cfr. IGMR, n. 160; J. Jungmann, Missarum sollemnia, 2, p. 283.
[22] Cfr. Benedicto XVI, Luce del mondo, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 2010, pp. 219-220.
[23] Cfr. J. Ratzinger, Opera omnia. Teologia della liturgia, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 2010, pp. 175-183.194-195, 558-559.
[24] J. Ratzinger, Opera omnia. Teologia dell

sábado, 22 de febrero de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 23 DE FEBRERO DEL 2020, 7º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo electo de Toledo y Administrador Apostólico de Coria-Cáceres)

«SED PERFECTOS, COMO VUESTRO PADRE CELESTIAL ES PERFECTO»

Mt. 5. 38-48

         En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos. «Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo.  Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.

Otras Lecturas: Levítico 19, 1-2.17-18; Salmo 102; 1Coríntios 3, 16-23

LECTIO:
     El evangelio de este domingo continúa el Sermón de la montaña, donde Jesús va interiorizando los preceptos de Dios. Donde se dijo “ama a tu prójimo y aborrece a tu enemigo”, Jesús nos enseña a poner la otra mejilla cuando te abofetean en una de ellas. Es decir, no sólo no respondas con el tono con que has sido ofendido, sino que “no hagáis frente al que os agravia”.
     Esta doctrina no la ha enseñado nunca nadie más en toda la historia de la humanidad, es una enseñanza original de Jesús, que concluye: “Amad a vuestro enemigos y rezad por los que os persiguen”. y la razón más profunda de ello es para parecerse a Dios Padre, que hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos
     Podemos decir que en este mandamiento del amor a los enemigos Jesús nos resume la quintaesencia del Evangelio, que consiste en tener a Dios como Padre y en tratar a todos como hermanos, hijos del mismo Padre. Y puesto que todos somos limitados y pecadores, en la convivencia de unos con otros es necesario el perdón continuo, pedido con humildad y ofrecido con generosidad.
     Así nos parecemos a nuestro Padre Dios, porque tratamos de imitar a Jesucristo, acogiendo el don del Espíritu Santo. Así podemos ser santos como nuestro Padre celestial es santo. (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)

MEDITATIO:
    Jesús muestra el camino de la verdadera justicia mediante la ley del amor que supera la de la venganza, «ojo por ojo y diente por diente»… no pide a sus discípulos sufrir el mal, pide reaccionar con el bien. El mal es un “vacío”, un vacío de bien, y un vacío no se puede llenar con otro vacío, sino solo con un “lleno”, es decir con el bien. La represalia no lleva nunca a la resolución de conflictos. (Papa Francisco)
     Jesús nos quiere enseñar la distinción que tenemos que hacer entre la justicia y la venganza. La venganza nunca es justa. Se nos consiente pedir justicia; es nuestro deber practicar la justicia. Sin embargo se nos prohíbe vengarnos o fomentar de alguna manera la venganza, en cuanto expresión del odio y de la violencia. (Papa Francisco)
     Jesús propone el mandamiento del amor del prójimo, que implica también el amor por los enemigos: «Amad a vuestro enemigos y rogad por los que os persiguen». Y esto no es fácil. … Cuando hablamos de “enemigos” no tenemos que pensar en personas diferentes y alejadas de nosotros; hablamos también de nosotros mismos, que podemos entrar en conflicto con nuestro prójimo, con nuestros familiares. Enemigos son también aquellos que hablan mal de nosotros, que nos calumnian y nos tratan injustamente. A todos ellos estamos llamados a responder con el bien. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Señor Jesús gracias porque a pesar de mi miseria me sigues llamando a la santidad, quieres que sea perfecto como tú lo eres. Quiero recibir la dulzura de tu bondad y  entregarla a los demás.

Creo en ti, Señor, pero ayúdame a creer con firmeza;
espero en ti, pero ayúdame a esperar sin desconfianza,
te amo, Señor, pero ayúdame a demostrarte que te quiero…

CONTEMPLATIO:
“Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen”
Jesús propone cambiar la ley del talión, «ojo por ojo, diente por diente», esto es, puedes vengarte en la medida en que has sido ofendido… Hay que reconocer que este espíritu de venganza sigue estando vivo en el corazón de aquellas personas que utilizan expresiones como éstas: «el que la hace, la paga», «no te dejes pisar», «el que ríe el último ríe mejor», «la mejor defensa es un buen ataque»
Para Jesús y los que deseen seguirlo queda excluido no sólo la venganza efectiva sino también el deseo de la misma, hasta llegar a renunciar a todo tipo de justicia vengativa o a cualquier violencia activa, incluso como autodefensa: «No hagáis frente al que os agravia, al contrario,…» y muestra con varios ejemplos el verdadero espíritu de perdón, de reconciliación y de fraternidad
El mensaje de Jesús aparece aquí en toda su radicalidad y revoluciona todos nuestros criterios y valores humanos. Duro programa de examen es el que propugna. ¿Seremos capaces de aprobarlo?... Jesucristo no propone estas normas o enseñanzas a sus discípulos como una mera utopía. Es el ideal, que si fracasa, será por la dureza del corazón humano y/o por las estructuras violentas y egoístas con que hemos creado el mundo. Jesucristo excluye conscientemente toda clase de violencia o ensañamiento, pero no una resistencia pacífica, basada en el amor. (+ Ángel Pérez Pueyo - Obispo Barbastro-Monzón)


   Muchos, midiendo los preceptos de Dios con su debilidad y no con la gracia o fuerza de los santos, dicen que son imposibles las cosas preceptuadas, y que basta para la virtud no aborrecer a los enemigos, porque, el amarlos, es más de lo que puede soportar la naturaleza humana. Pero debe tenerse en cuenta que Jesucristo no manda cosas imposibles, sino perfectas. Como lo que hizo David con Saúl y Absalón, también lo que hizo el mártir San Esteban, quien rogó por los que le apedrearon y (Hch 7) San Pablo, que quiso ser anatematizado en lugar de sus perseguidores (Rom 9)Esto nos enseñó el Señor, y lo hizo también diciendo: «Padre, perdónalos» (Lev 23,24). (San Jerónimo)

LOS SIGNOS EXTERNOS DE DEVOCIÓN POR PARTE DE LOS FIELES

OFICINA PARA LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS DEL SUMO PONTÍFICE


     Si abrimos el Catecismo de la iglesia católica leemos: “En la Liturgia de la Nueva Alianza, toda acción litúrgica, especialmente la celebración de la Eucaristía y de los Sacramentos es un encuentro entre Cristo y la Iglesia”1. La Liturgia es pues el “lugar” privilegiado del encuentro de los cristianos con Dios y con quien Él envió, Jesucristo (cf. Jn 17,3)2.
     En este encuentro la iniciativa, como siempre, es del Señor que se sitúa en el centro de la ecclesia, ahora resucitado y glorioso. De hecho, “si en la liturgia no destacase la figura de Cristo, que es su principio y está realmente presente para hacerla válida, ya no tendríamos la liturgia cristiana, totalmente dependiente del Señor y sostenida por su presencia creadora”3.
     Cristo precede a la asamblea que celebra. Él –que actúa inseparablemente unido al Espíritu Santo- la convoca, la reúne y la instruye. Por eso, la comunidad, y cada fiel que la forma, “debe prepararse para encontrar a su Señor, debe ser un pueblo bien dispuesto”4. A través de las palabras, las acciones y los símbolos que constituyen la trama de cada celebración, el Espíritu Santo pone a los fieles y a los ministros en relación viva con Cristo, Palabra e imagen del Padre, a fin de que puedan incorporar a su vida el sentido de lo que oyen, contemplan y realizan5. De ahí que “toda celebración sacramental es un encuentro de los hijos de Dios con su Padre, en Cristo, y en el Espíritu Santo, y este encuentro se expresa como un diálogo a través de acciones y de palabras”6.
     En este encuentro el aspecto humano, como señala san Josemaría Escrivá, es importante: “Yo no cuento con un corazón para amar a Dios, y con otro para amar a las personas de la tierra. Con el mismo corazón con el que he querido a mis padres y quiero a mis amigos, con ese mismo corazón amo yo a Cristo, y al Padre, y el Espíritu Santo y a Santa María. No me cansaré de repetirlo: tenemos que ser muy humanos; porque, de otro modo, tampoco podremos ser divinos”7. Así pues, la confianza filial debe caracterizar nuestro encuentro con Cristo. Sin olvidar que “esta familiaridad encierra también un peligro: el de que lo sagrado con el que tenemos contacto continuo se convierta para nosotros en costumbre. Así se apaga el temor reverencial. Condicionados por todas las costumbres, ya no percibimos la grande, nueva y sorprendente realidad: él mismo está presente, nos habla y se entrega a nosotros”8.
     La liturgia y de modo especial la Eucaristía, “es un encuentro y una unificación de personas, pero la persona que viene a nuestro encuentro y desea unirse a nosotros es el Hijo de Dios”9. El hombre y la comunidad han de ser conscientes de encontrarse ante Aquel que es tres veces santo. De ahí, la necesaria actitud, impregnada de reverencia y sentido de estupor, que brota del saberse en la presencia de la majestad de Dios. ¿No era esto, acaso, lo que Dios quería expresar cuando ordenó a Moisés que se quitase las sandalias delante de la zarza ardiente? ¿No nacía de esta conciencia, la actitud de Moisés y de Elías, que no osaron mirar a Dios cara a cara?10. Y ¿no nos muestran esta misma actitud los Magos que “postrándose le adoraron”? Los diferentes personajes del Evangelio, al encontrarse con Jesús que pasa, que perdona... ¿no nos da también una ejemplar pauta de conducta ante nuestros actuales encuentros con el Hijo de Dios vivo?.../...



[2] Juan Pablo II, Carta apostólica Vicesimus Quintus Annus, 7.
[7] San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 166.
[8] Benedicto XVI, Homilía Misa Crismal, 20-III-2008.
[9] Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana, 22-XII-2005.
[10] Cfr. Juan Pablo II, Mensaje a la Asamblea plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (21.IX.2001).

viernes, 21 de febrero de 2020

PARA EL DIALOGO Y LA MEDITACIÓN


FEBRERO:  DESDE EL CUARTO DE GUARDIA

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar


I - LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS


1º Marco para esta noche de febrero.

     “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.” (Evangelio según san Mateo, 11,27-30)
     Nuestro Dios tiene Corazón. No lo digo por sentimentalismo blandengue. Tiene Corazón por su capacidad humana y divina para amarnos. Frente a la indiferencia, frialdad, crueldad del mundo contemporáneo, ha elegido como su imagen más representativa un Corazón. Es desde  ese Corazón donde se explica todo lo que ha hecho por nosotros, por cada uno de nosotros y donde encuentra respuesta el misterio del hombre. Somos una necesidad de amar y de ser amados. El Corazón de Cristo en la Eucaristía es tan de carne como el tuyo. No es un símbolo. Palpita. Lo que importa en esta noche es que oigas su latido y te encontrarás aliviado.

2º Una oración jaculatoria  al espíritu santo, para que nos encienda en amores.

   -“Envía, Señor, tu Espíritu, y serán creados.  Y renovarás la faz de la tierra.”-

     ¿Qué  ocurre para que con sólo escuchar la doctrina de Jesús no pongamos en consonancia nuestra acción, nuestras obras con nuestro pensamiento? El hombre viejo se resiste ante la propuesta del hombre nuevo.
     Os respondo  con una cita de la novela Quo Vadis  de Sinkiewitz. ¿La recordáis?. En boca de Marco Vicinio el romano enamorado de la cristiana Ligia pone el autor católico estas palabras: “Pero yo –y tomo a los dioses por testigo- no puedo hacerlo. ¿Te das cuenta de lo que esto significa? Hay algo en mi naturaleza que se estremece ante esta doctrina.”
     El mismo apóstol Pablo se lo enseñó: no está en nuestras manos cumplir la nueva Ley. Practicar la doctrina, sí; pero vivido como don y regalo del mismo cielo.
     Sin el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo, no podremos desprendernos de lo viejo y ser recreados en el hombre nuevo. Sólo el Espíritu renueva la faz de nuestra vieja condición. Ven Espíritu de Dios

3º Un texto de un santo o de la iglesia que nos inicie en la oración meditativa.

(Opúsculo 57, en la fiesta del Cuerpo de Cristo, lect. 1-4)

     “El Hijo único de Dios, queriendo hacernos partícipe de su divinidad, tomó nuestra naturaleza, a fin de que hecho hombre, divinizase a los hombres.
     Además, entregó por nuestra salvación todo cuanto tomó de nosotros. Porque, por nuestra reconciliación ofreció, sobre el altar de la cruz, su cuerpo como víctima a Dios, su Padre, y derramó su sangre como precio de nuestra libertad y como baño sagrado que nos lava, para que fuésemos liberados de una miserable esclavitud y purificados de todos nuestros pecados.
     Pero, a fin de que guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan gran beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo, para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida.
     ¡Oh banquete precioso y admirable, banquete saludable y lleno de toda suavidad! ¿Qué puede haber, en efecto, más precioso que este banquete en el cual no se nos ofrece, para comer, la carne de becerros o de machos cabríos, como se hacía antiguamente, bajo la ley, sino al mismo Cristo, verdadero Dios?
     No hay ningún sacramento más saludable que éste, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.
     Se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos.
      Finalmente, nadie es capaz de expresar la suavidad de este sacramento, en el cual gustamos la suavidad espiritual en su misma fuente y celebramos la memoria del inmenso y sublime amor que Cristo mostró en su pasión.
     Por eso, para que la inmensidad de este amor se imprimiese más profundamente en el corazón de los fieles, en la Última Cena, cuando, después de celebrar la Pascua con sus discípulos, iba a pasar de este mundo al Padre, Cristo instituyó este sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las antiguas figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia.”
     Ojala lo aprendiéramos de memoria. Subrayo en el texto  las frases que me han llegado a mi alma. Y elijo para mi diálogo íntimo con mi Dios  las que alivian mis cansancios e inquietudes: Empiezo por la última: se ha quedado con nosotros como singular consuelo en las tristezas de su ausencia. En esta vigilia de oración sé que para consolarnos se ha quedado en la Hostia. Dios está aquí.
¡Estamos llamados a ser dioses por adopción. Hijos de Dios y herederos del cielo!
     ¿Podremos olvidar este beneficio al verlo en el Pan y en el Vino? No hay amor más sublime -inmenso y sublime amor- que Cristo mostró en su pasión.  La Adoración Nocturna es un regalo para cultivar la intimidad con nuestro Dios.

Preguntas para el diálogo y la meditación.

   ¿Conocéis a nadie que no tenga contrariedades ni penas? ¿Huir hacia adelante? ¿Engancharse a lo que sea? ¿Nos quedamos con el Corazón de Cristo Eucarístico?

   Obras son amores, sin duda. Pero ¿veo el don en todo lo bueno que hago y mi responsabilidad en las trabas que le pongo? Ésta es la cuestión.

   ¿Crees que se nos ha destinado a “gozar lo que Él goza, a verle como Él se ve, a amarle como Él  se ama, a embriagarnos de la plenitud de sus delicias, a vivir con Él en sociedad perfecta de  vida, gozo y gloria, durante siglos eternos?