TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 26 de enero de 2013

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 27 DE ENERO, 3º DEL TIEMPO ORDINARIO - JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA



Lucas 1,1-4; 4, 14-21.    Excelentísimo Teófilo: muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
     En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por todo la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
- «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
- «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír».

Otras lecturas: Nehemías 8:2-6, 8-10; Salmo 19:7-9, 14; 1 Corintios 12:12-30

LECTIO:
     Este domingo nos presenta juntos dos pasajes distintos de Lucas. El primero sirve de introducción al segundo:
     En el capítulo 1, Lucas pone gran interés en mostrar la calidad y la fiabilidad de su información. En primer lugar ha hablado con testigos de los acontecimientos que describe y, además, ha llevado una investigación cuidadosa de los mismos. Por eso, su relación de los hechos no responde al tipo de ‘noticias de revista’ que se pueden oír en las tertulias o leer en los periódicos. La carta va dirigida a un tal Teófilo, nombre que significa amigo de Dios’.
     El capítulo 4 se centra en la visita de Jesús a la sinagoga de Nazaret. Aunque le dan a leer el profeta Isaías, parece que es él mismo quien escoge los versos concretos de su lectura. Los proclama a la asamblea reunida.
     Entonces les anuncia el significado de aquellas palabras. Les dice que la profecía de Isaías, escrita cientos de años antes, ‘hoy mismo se ha cumplido’. Lo que eso implica es que Jesús mismo es el cumplimento de aquellas palabras. El Jesús natural de aquel pueblo se presenta ahora con la buena noticia para los pobres, libertad para los presos, vista para los ciegos y libertad para los oprimidos. No se nos dice si en esta ocasión Jesús está hablando literal o metafóricamente.
     ¿Cómo se sintió aquella comunidad cuando habló Jesús aquella mañana del sábado? ¿Qué sucedió en sus corazones y en sus mentes? Aunque este acontecimiento tuvo lugar hace dos mil años, la verdad de la palabra de Dios es eterna. Así que la lectura de la Sagrada Escritura no puede ser nunca un acontecimiento meramente cultural. Cuantas veces se proclama, la Escritura es algo vivo, activo, siempre lleno de poder.

MEDITATIO:
¿Qué crees que entendería la gente al escuchar a Jesús proclamar ‘Hoy mismo se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros’?
¿Hasta qué punto crees que estos versos de Isaías resumen el ministerio de Jesús en la tierra? ¿De qué manera dio Jesús cumplimiento a esta profecía?
Considera la buena noticia del Evangelio. Da gracias por todas las formas en que es de verdad una buena noticia para ti.

ORATIO:
     Reza para que en tu iglesia todos desempeñen sus tareas de una manera tal que la iglesia entera funcione como un cuerpo sano, tal como la describe Pablo en 1 Corintios 12:12-30.
     Reza por tu propia misión. Pídele a Dios que te muestre si hay cosas que debes llevar a cabo tú mismo o dejar que sean otros quienes las realicen.

CONTEMPLATIO:
     Reflexiona sobre el texto de Nehemías 8:10: ‘No estéis tristes, porque la alegría del Señor es nuestro refugio’.
Abre tu corazón a Dios usando el Salmo 18.        

viernes, 25 de enero de 2013


ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
IGLESIA DE SAN JOSÉ
Cádiz  Extramuros



   … “rezad unos por otros para que os curéis.  Mucho puede hacer la oración intensa del justo”…                                              (Santiago 15,16)


     Para la pronta recuperación de nuestro hermano adorador Rvdº P. D. Mateo Silva Romero, Consiliario emérito del Turno nº 5 de María Auxiliadora y San José, tengámoslo presente en nuestras oraciones.


     "Aunque la enfermedad forme parte de la experiencia humana no logramos acostumbrarnos, no sólo porque a veces es verdaderamente grave y dura, sino porque estamos hechos de vida”.
     Por ello, añadió, "en esos momentos surge la duda y la angustia en el ser humano, quien se pregunta: "¿cuál es la voluntad de Dios?".
     El Papa afirmaba que "con el pasar de los tiempos, no cambia el mensaje de la Iglesia que proclama que la vida humana es bella y es vivida en su totalidad también cuando es débil y está envuelta en el misterio del sufrimiento".
Benedicto XVI, en la Jornada Mundial del Enfermo


Para vivir con fe la Eucaristía
Javier Leoz
Silencio
  • El silencio es un poder. Sin él es muy difícil escuchar. Nuestras eucaristías son deficitarias en silencio. Parece como si nos violentásemos por el simple hecho de estar unos segundos sin decir nada.
  • El silencio es el ruido de la oración.
  • El silencio, después de la homilía, es interpelación.
  • El silencio, después de la comunión, es gratitud al Dios por tanto que nos ha dado.
  • En el silencio se llena todo de nuestras intenciones personales, peticiones o deseos.
  • La música o el canto, los símbolos y otras cosas secundarias, nunca pueden ser una especie de tapagujeros que hagan más “digerible” la eucaristía. El silencio no es ausencia de…., es cultivar un lugar para que Dios nazca o hable.
Contemplación
     La Eucaristía se hace más sabrosa cuando se la contempla. En el horizonte inmenso todo parece igual, pero cuando los ojos quedan fijos en él, surgen detalles que a simple vista parecían no existir.
     Con la Eucaristía ocurre lo mismo. Es un paisaje que puede parecer todos los días igual. Sentarse, relajarse, olvidarse de lo que rodea lleva al alma contemplativa, a la persona contemplativa a vivir una serie de sensaciones que es la presencia escondida de Dios.
     Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile que me ayude”. Le respondió el Señor: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada”. (Lucas 10, 38-42).
Oración
     La oración y la eucaristía van de la mano como la cerradura se acciona con la llave. La eucaristía, el diálogo con Jesús se hace más fecundo después de haber escuchado la Palabra de Dios. Para que la Eucaristía resulte vibrante, no es cuestión de recurrir a la ayuda puntual del ritmo maraquero o guitarrero. En el diálogo de las personas está el crecimiento personal y comunitario. En la oración reside uno de los potenciales más grandes para entender, comprender y vivir intensamente la Eucaristía.
     Cuando oréis, no seáis como los hipócritas que son amigos de rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas, para exhibirse ante la gente. Ya han cobrado su paga, os lo aseguro. Tú, en cambio, cuando quieras rezar, echa la llave y rézale a tu Padre que está ahí en lo escondido; Tu Padre que ve lo escondido te recompensará” (Mt. 6, 5-6).
Caridad
     La fuente de la caridad perfecta es la Eucaristía. La fuente de la caridad que nunca se agota ni se cansa es la Eucaristía. En ella contrastamos nuestros personales egoísmos con las grandes carencias que existen en el mundo que nos rodea. Cada día que pasa es una oportunidad que Dios nos da para ofrecer algo o parte de la riqueza material o personal que podemos tener cada uno de nosotros.
     Hay dos dimensiones que nunca podemos olvidar al celebrar la eucaristía: la caridad hacia Dios y la caridad hacia los hermanos. Amar a Dios con todo el corazón y con toda nuestra alma es subirse al trampolín, para saltar y amar, aunque se nos haga duro y a veces imposible, a los más próximos a nosotros. Y, esos próximos, ¡qué lejos los tenemos muchas veces del corazón y qué cerca físicamente! Hoy, de todas maneras, está más de moda mirar horizontalmente al hombre que verticalmente acordarnos de que Dios existe.
     «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, cercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.” ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» El dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».
Escucha
     Cuando Dios habla no nos da simple información: se nos revela. Su Palabra es un escáner por el que vamos conociendo el corazón de Dios, sus sentimientos, sus pensamientos y, también, lo qué tiene pensado para cada uno de nosotros. Lo qué quiere de cada uno de nosotros.
     El Antiguo Testamento nos prepara a la venida de Cristo. Las epístolas u otras lecturas nos ofrecen las reflexiones de San Pablo y de otros contemporáneos sobre Jesucristo, su vida y su mensaje. El Evangelio nos da la clave de cada encuentro eucarístico. Es el punto culminante de toda la Liturgia de la Palabra. Es en este momento, cuando puestos de pie rendimos homenaje presente en la Palabra.
     Le reclamaba una vez por la noche al Señor: – “¿Por qué Señor no me escuchas?, si cada noche te hablo…” – “¿Por qué Señor no me atiendes?, cuando en cada momento te pido…” – “¿Por qué Señor no te veo?, si oro constantemente…” – “En esta noche Señor hablo y hablo contigo, mas no siento tu presencia, ¿por qué Señor no me tomas en cuenta? A lo que Dios contestó: – “Cada noche escucho tu clamor, cada noche trato de atender, cada noche trato de hacerme ver delante de ti, y quisiera cumplir tus deseos. Pero me hablas y pides muchas cosas, las cuales escucho con atención, sin embargo, en cuanto terminas de agradecer y de pedir lo que necesitas, terminas tu oración, sin darme oportunidad de hablar”
     Una conversación es un diálogo entre dos, muchas veces hablamos con Dios pero no nos damos un tiempo para escuchar su voz. ¿Alguna vez has tratado de hablar con alguien que no te deja decir ni una sola palabra? Pues bien, Dios quiere hacernos escuchar su voz y para eso necesita que le des la oportunidad de hacerlo, y solo entonces, al escuchar su voz y guardar silencio por un momento, tu oración será completa, y Dios cumplirá su promesa de darte todo aquello que pidas con fe.
     Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumba enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero los preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.

lunes, 14 de enero de 2013

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN


Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: --«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto» (Mt 3,16-17).


Oración
Al celebrar el bautismo del Señor y recordar nuestro propio bautismo, invoquemos al Padre:
-Para que todos los bautizados profesemos la fe en Dios Padre que nos ha creado, en Dios Hijo que nos ha redimido, en Dios Espíritu Santo que nos santifica.
-Para que todos los bautizados, amados y elegidos de Dios, ungidos por el Espíritu Santo, pasemos por este mundo haciendo el bien.
-Para que todos los bautizados escuchemos al Hijo amado, predilecto del Padre, y hagamos fructificar en nosotros sus palabras.
-Para que los padres cristianos, al presentar a sus hijos para el bautismo, asuman la responsabilidad de trasmitirles la vivencia de su fe.
Oración
 Dios Padre nuestro, que en el bautismo nos has adoptado como hijos tuyos, concédenos perseverar siempre en tu benevolencia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

sábado, 12 de enero de 2013

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 13 DE ENERO EN LA FESTIVIIDAD DEL BAUTISMO DEL SEÑOR


Y se abrió el cielo


Lucas 3:15-16, 21-22    En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: - «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».
     En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:
- «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto».

Otras lecturas: Isaías 42, 1-4,6-7; Salmo 28; Hechos 10; 34-38

LECTIO:
     Lucas es quien nos guía por este acontecimiento con el que arranca el ministerio de salvación de Jesús. El evangelista nos recuerda las enormes expectativas que abrigaba la nación judía en torno a un Mesías o salvador. En algunos aspectos, el Mesías les resultaba familiar, ya que todos los grandes profetas hablaban de su venida. Y el pueblo todavía seguía esperando.
     A lo largo de los años, especialmente en las épocas de inestabilidad, la gente debió de fijar su atención en numerosos personajes destacados. En aquel momento, se preguntaban, e incluso llegaron a esperar que Juan fuera el Mesías prometido. Con toda prontitud, Juan hizo que se desvanecieran aquellas esperanzas y proclamó la inminente llegada del verdadero Salvador, el que ‘os bautizará con el Espíritu Santo y fuego’. Juan puso de manifiesto que el Salvador habría de ser un dirigente espiritual, y no político. Bautizaría a las gentes con el Espíritu Santo. La promesa que hacía era un tanto oscura: ¿cómo responderían a ella los seguidores de Juan? ¿La entenderían? Y aquí, en la orilla del río Jordán, Jesús es bautizado junto con todos los demás.
     Aunque no había pecado, está dispuesto a identificarse con el pueblo común y pecador en un acto público de arrepentimiento y conversión.
     Mateo recoge la reacción asombrada de Juan cuando Jesús se adelanta para bautizarse (Mateo 3:13-15). En cambio, Lucas se fija en Jesús y en el Espíritu Santo.
     Jesús permanece en oración y contemplación después del bautismo. Y entonces ocurre el milagro: Jesús ve cómo desciende sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma. Y la oración de Jesús se convierte en comunión cuando el Padre le habla y le confirma.
     Algo que podemos observar es que tan pronto como Jesús se identifica con la humanidad en el bautismo de arrepentimiento, su Padre proclama bien alto y bien claro: ‘Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido’....

 MEDITATIO:
¿Qué fue lo que hizo que Juan pareciera ser el Mesías prometido? ¿Y por qué era necesario el bautismo de Juan? ¿Cómo pudo ayudar todo aquello a que el pueblo se preparase para recibir a Jesús y su mensaje?
El bautismo de Jesús constituyó una ‘epifanía’, una revelación de Dios en forma de Padre, Hijo y Espíritu Santo (la paloma). ¿Qué pudo significar para Jesús mismo esta experiencia y manifestación?
Imagina que estuvieras allí y vieras la paloma y oyeras la voz de Dios. ¿De qué manera influiría en tu opinión sobre Jesús?

ORATIO:
     El Salmo 103 es un vibrante cántico de alabanza. El primer verso proclama: <Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío que grande eres!>
     Relee estos versos lentamente. Escribe luego tu propia lista de razones para dar gloria a Dios y ofréceselas como oración de alabanza. Puede que incluso quieras convertirla en tu propio salmo dirigido a Dios.

 CONTEMPLATIO:
     Considera los versos de Isaías de este domingo y lo que manifiestan sobre Jesús y Juan Bautista. Que las promesas contenidas en esos pocos versos penetren profundamente en tu corazón.
     Piensa en las palabras grandiosas de san Pablo en su carta a Tito. Nuestra salvación se basa en la misericordia de Dios, y es él quien nos concede la gracia de vivir nuestras vidas de tal manera que le agraden. Dios quiere que poseamos la vida eterna con él y todo lo ha hecho para que eso fuera posible. Es esta otra maravillosa promesa llena de esperanza, que deberíamos dejar que se asentara en nuestros corazones.  

                                                                                                              Lectio Divina de Sociedad Bíblica España