TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 30 de julio de 2011

Carta Encíclica ECCLESIA DE EUCHARISTIA (Continuacion)

CAPÍTULO V
DECORO DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA (2 )


 Como la mujer de la unción en Betania, la Iglesia no ha tenido miedo de « derrochar », dedicando sus mejores recursos para expresar su reverente asombro ante el don inconmensurable de la Eucaristía. No menos que aquellos primeros discípulos encargados de preparar la « sala grande », la Iglesia se ha sentido impulsada a lo largo de los siglos y en las diversas culturas a celebrar la Eucaristía en un contexto digno de tan gran Misterio. La liturgia cristiana ha nacido en continuidad con las palabras y gestos de Jesús y desarrollando la herencia ritual del judaísmo. Y, en efecto, nada será bastante para expresar de modo adecuado la acogida del don de sí mismo que el Esposo divino hace continuamente a la Iglesia Esposa, poniendo al alcance de todas las generaciones de creyentes el Sacrificio ofrecido una vez por todas sobre la Cruz, y haciéndose alimento para todos los fieles. Aunque la lógica del « convite » inspire familiaridad, la Iglesia no ha cedido nunca a la tentación de banalizar esta « cordialidad » con su Esposo, olvidando que Él es también su Dios y que el « banquete » sigue siendo siempre, después de todo, un banquete sacrificial, marcado por la sangre derramada en el Gólgota. El banquete eucarístico es verdaderamente un banquete « sagrado », en el que la sencillez de los signos contiene el abismo de la santidad de Dios: « O Sacrum convivium, in quo Christus sumitur! » El pan que se parte en nuestros altares, ofrecido a nuestra condición de peregrinos en camino por las sendas del mundo, es « panis angelorum », pan de los ángeles, al cual no es posible acercarse si no es con la humildad del centurión del Evangelio: « Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo » (Mt 8, 8; Lc 7, 6).


 En el contexto de este elevado sentido del misterio, se entiende cómo la fe de la Iglesia en el Misterio eucarístico se haya expresado en la historia no sólo mediante la exigencia de una actitud interior de devoción, sino también a través de una serie de expresiones externas, orientadas a evocar y subrayar la magnitud del acontecimiento que se celebra. De aquí nace el proceso que ha llevado progresivamente a establecer una especial reglamentación de la liturgia eucarística, en el respeto de las diversas tradiciones eclesiales legítimamente constituidas. También sobre esta base se ha ido creando un rico patrimonio de arte. La arquitectura, la escultura, la pintura, la música, dejándose guiar por el misterio cristiano, han encontrado en la Eucaristía, directa o indirectamente, un motivo de gran inspiración.
Así ha ocurrido, por ejemplo, con la arquitectura, que, de las primeras sedes eucarísticas en las « domus » de las familias cristianas, ha dado paso, en cuanto el contexto histórico lo ha permitido, a las solemnes basílicas de los primeros siglos, a las imponentes catedrales de la Edad Media, hasta las iglesias, pequeñas o grandes, que han constelado poco a poco las tierras donde ha llegado el cristianismo. Las formas de los altares y tabernáculos se han desarrollado dentro de los espacios de las sedes litúrgicas siguiendo en cada caso, no sólo motivos de inspiración estética, sino también las exigencias de una apropiada comprensión del Misterio. Igualmente se puede decir de la música sacra, y basta pensar para ello en las inspiradas melodías gregorianas y en los numerosos, y a menudo insignes, autores que se han afirmado con los textos litúrgicos de la Santa Misa. Y, ¿acaso no se observa una enorme cantidad de producciones artísticas, desde el fruto de una buena artesanía hasta verdaderas obras de arte, en el sector de los objetos y ornamentos utilizados para la celebración eucarística?
Se puede decir así que la Eucaristía, a la vez que ha plasmado la Iglesia y la espiritualidad, ha tenido una fuerte incidencia en la « cultura », especialmente en el ámbito estético.

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 31 DE JULIO, 18º DEL TIEMPO ORDINARIO

DADLES VOSOTROS DE COMER

MATEO 14:13-21  13 Cuando Jesús recibió aquella noticia, se fue de allí, él solo, en una barca, a un lugar apartado. Pero la gente, al saberlo, salió de los pueblos para seguirle por tierra. 14 Al bajar Jesús de la barca, viendo a la multitud, sintió compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. 15 Como se hacía de noche, los discípulos se acercaron a él y le dijeron:
–Ya es tarde y este es un lugar solitario. Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y se compren comida.
16 Jesús les contestó: –No es necesario que vayan. Dadles vosotros de comer.
17 Respondieron: –No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.
18 Jesús les dijo: –Traédmelos.
19 Mandó entonces a la multitud que se recostara sobre la hierba. Luego tomó en sus manos los cinco panes y los dos peces y, mirando al cielo, dio gracias a Dios, partió los panes, se los dio a los discípulos y ellos los repartieron entre la gente. 20 Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía llenaron doce canastas con los trozos sobrantes. 21 Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Otras Lecturas: Isaías 55:1-3; Salmo 145:8-9, 15-18; Romanos 8:35, 37-39
LECTIO:
   El evangelio de hoy se sitúa inmediatamente después del martirio de Juan Bautista (Mateo 14:1-12). Herodes hace una promesa precipitada en la fiesta de su cumpleaños, y esto le permite a Herodías, su amante, acallar a Juan de una vez por todas. Juan estaba preso por haber denunciado abiertamente la relación adúltera entre Herodes y la mujer de su hermano. (La legislación judía prohibía expresamente que un hombre se casara con la mujer de su hermano mientras éste vivía: Levítico 18:16, 20:21.)
   La muerte de su primo Juan apenó profundamente a Jesús. Es comprensible que quiera pasar cierto tiempo a solas, por lo que se embarca con rumbo a algún lugar en la otra orilla del lago. Pero las gentes no están dispuestas a dejarle solo. Le siguen para obtener más curaciones milagrosas y escuchar su enseñanza poderosa.
   Mateo pone de relieve el pesar de Jesús y la compasión que siente por la gente que se esfuerza por seguirle. Su mirada alcanza al interior de sus corazones y no se hace el desentendido (versículo 14).
   Al caer la tarde, los discípulos se dan cuenta de que la gente empieza sentir hambre, pero en un lugar tan apartado no hay sitio alguno donde comprar comida. Por eso sugieren a Jesús que los despida y envía a las aldeas cercanas. La respuesta de Jesús tuvo que dejarles desconcertados: “¡Dadles vosotros de comer!”
   ¿En qué estaría pensando Jesús? Si ni siquiera tienen suficiente comida para ellos mismos. ¿Cómo van a poder dar de comer a toda aquella gente? Es del todo imposible. Jesús toma los panes y los peces, da gracias a Dios, parte el pan y se produce entonces el milagro: la comida se multiplica sin cesar. Lo suficiente para alimentar a 5.000 hombres, además de a las mujeres y a los niños. Y, además, ¡quedan doce canastas llenas de sobras!
   Este es el único milagro que recogen los cuatro evangelistas. Es evidente que Mateo quiere que veamos un paralelismo entre este milagro y el maná, la comida que Dios dio a su pueblo en el desierto bajo la mano de Moisés: pero aquí hay uno más grande que Moisés.
MEDITATIO:
Imagina que fueras testigo ocular de este milagro, primero como uno más de la multitud y, luego, como uno de los discípulos. ¿Qué impacto te habría producido? ¿Cómo habrías reaccionado?
¿Qué lecciones podemos aprender hoy día de este milagro? ¿Somos compasivos? ¿Deberíamos estar más abiertos a la posibilidad de que Dios intervenga de manera milagrosa en algunas ocasiones para demostrar su gloria?
¿Has tenido la experiencia de encontrarte en una situación en la que no tenías ni la capacidad ni los recursos para satisfacer una necesidad, pero intervino Dios?
ORATIO:
   El Salmo 145:8-18 nos recuerda la compasión y el amor eterno de Dios. También nos dice que Dios está cerca de quienes le llaman de todo corazón. ¿Qué oración brota de tu corazón? ¿De qué tienes hambre? Tómate tu tiempo para ofrecer ese hambre a Dios. Y deja que las palabras del salmo te traigan consuelo mientras oras.
CONTEMPLATIO:
‘Dadles vosotros de comer’
  Ábrele tu corazón a Dios y pasa cierto tiempo meditando en qué podría significar para ti esa frase. Puede que Dios te revele algo muy concreto en los próximos días o semanas.

lunes, 25 de julio de 2011

CARTA PASTORAL DÍA DE LOS ABUELOS
    Mis queridos diocesanos:
    El día 26 de julio celebra la Iglesia la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, abuelos del Niño Jesús. Este día, pues, nace “el día de los abuelos”, como fruto del amor cristiano y de la gratitud humana. Esta festividad es un momento adecuado para celebrar en familia la fiesta de los abuelos.
1. Importancia de los abuelos en nuestra vida
    La figura de los abuelos en la actualidad es muy importante. El Beato Juan Pablo II declaraba la importancia de los abuelos en nuestra vida, cuando decía: “Es importante que se conserve, o se restablezca donde se haya perdido, un pacto entre las generaciones, de modo que los padres ancianos, llegados al término de su camino, puedan encontrar en sus hijos y nietos la acogida y la solidaridad que ellos le dieron cuando nacieron” (Juan Pablo II, Evangelium vitae).
    Nuestros abuelos son punto de referencia de los primeros actos y sensaciones de nuestra vida. Gracias a nuestros abuelos vinieron a la vida nuestros padres. Gracias a ellos nosotros hemos vivido nuestras primeras alegrías y primeros cumpleaños y muestras de cariño de nuestros abuelos. Ellos son importantes en la vida de familia y en la sociedad: ellos lo han dado todo por la familia. El libro de los Proverbios nos recuerda: La corona de los ancianos son sus nietos; la gloria de los hijos, sus padres (Prov. 17,6).
2. Los abuelos, presencia viva en la familia…
    En la celebración íntima y familiar del Día de los abuelos ellos vuelven a ser protagonistas. Es una extensión justa, y cada día más necesaria del cuarto mandamiento: “Honrarás a tu padre y a tu madre“.
    La figura de los abuelos es realmente una figura emblemática y llena de ternura humana. El Papa Benedicto XVI afirma: “La Iglesia ha prestado siempre una atención particular a los abuelos, reconociendo que constituyen una gran riqueza desde el punto de vista humano y social, así como desde el punto de vista religioso y espiritual. Ojalá que los abuelos vuelvan a ser una presencia viva en la familia, en la Iglesia y en la sociedad“.
    Álzate ante las canas y honra al anciano (Lev. 19, 32). Honrar a los abuelos supone un triple deber hacia ellos: acoger, asistirlos y valorar sus cualidades. Es preciso convencerse de que es propio de una civilización plenamente humana y cristiana respetar y amar a los abuelos, porque ellos se sienten, a pesar del debilitamiento progresivo de las fuerzas, parte viva de la sociedad.
3. Gratitud humana y cristiana
    El Día de los abuelos es una ocasión magnífica para mostrarles nuestro agradecimiento. Para ello existen mil formas de hacerlos partícipes de la alegría, el cariño, la ternura y el amor hacia ellos, incluso arrancando de sus rostros fatigados una sonrisa abierta y esperanzadora.
    Este día, agradezcámosle con nuestra cercanía, respeto y alegría, sus esfuerzos, sus múltiples desvelos y su sabiduría; en definitiva, agradezcámosles la vida.
    Os invito a celebrar un año más el Día de los abuelos, y demos gracias a Dios por compartir esta alegría.
    Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta

Carta Encíclica ECCLESIA DE EUCHARISTIA (Continuacion)

CAPÍTULO V
DECORO DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
. Quien lee el relato de la institución eucarística en los Evangelios sinópticos queda impresionado por la sencillez y, al mismo tiempo, la « gravedad », con la cual Jesús, la tarde de la Última Cena, instituye el gran Sacramento. Hay un episodio que, en cierto sentido, hace de preludio: la unción de Betania. Una mujer, que Juan identifica con María, hermana de Lázaro, derrama sobre la cabeza de Jesús un frasco de perfume precioso, provocando en los discípulos –en particular en Judas (cf. Mt 26, 8; Mc 14, 4; Jn 12, 4)– una reacción de protesta, como si este gesto fuera un « derroche » intolerable, considerando las exigencias de los pobres. Pero la valoración de Jesús es muy diferente. Sin quitar nada al deber de la caridad hacia los necesitados, a los que se han de dedicar siempre los discípulos –« pobres tendréis siempre con vosotros » (Mt 26, 11; Mc 14, 7; cf. Jn 12, 8)–, Él se fija en el acontecimiento inminente de su muerte y sepultura, y aprecia la unción que se le hace como anticipación del honor que su cuerpo merece también después de la muerte, por estar indisolublemente unido al misterio de su persona.
   En los Evangelios sinópticos, el relato continúa con el encargo que Jesús da a los discípulos de preparar cuidadosamente la « sala grande », necesaria para celebrar la cena pascual (cf. Mc 14, 15; Lc 22, 12), y con la narración de la institución de la Eucaristía. Dejando entrever, al menos en parte, el esquema de los ritos hebreos de la cena pascual hasta el canto del Hallel (cf. Mt 26, 30; Mc 14, 26), el relato, aún con las variantes de las diversas tradiciones, muestra de manera tan concisa como solemne las palabras pronunciadas por Cristo sobre el pan y sobre el vino, asumidos por Él como expresión concreta de su cuerpo entregado y su sangre derramada. Todos estos detalles son recordados por los evangelistas a la luz de una praxis de la « fracción del pan » bien consolidada ya en la Iglesia primitiva. Pero el acontecimiento del Jueves Santo, desde la historia misma que Jesús vivió, deja ver los rasgos de una « sensibilidad » litúrgica, articulada sobre la tradición veterotestamentaria y preparada para remodelarse en la celebración cristiana, en sintonía con el nuevo contenido de la Pascua.

viernes, 22 de julio de 2011

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 24 DE JULIO, 17º DEL TIEMPO ORDINARIO

EL TESORO DEL REINO

Mateo 13:44-52 44 “El reino de los cielos se puede comparar a un tesoro escondido en un campo. Un hombre encuentra el tesoro, y vuelve a esconderlo allí mismo; lleno de alegría, va, vende todo lo que posee y compra aquel campo. 45 “También se puede comparar el reino de los cielos a un comerciante que anda buscando perlas finas; 46 cuando encuentra una de gran valor, va, vende todo lo que posee y compra la perla.47 “Puede compararse también el reino de los cielos a una red echada al mar, que recoge toda clase de peces. 48 Cuando la red está llena, los pescadores la arrastran a la orilla y se sientan a escoger los peces: ponen los buenos en canastas y tiran los malos. 49 Así sucederá al fi n del mundo: saldrán los ángeles a separar a los malos de los buenos, 50 y arrojarán a los malos al horno encendido, donde llorarán y les rechinarán  los dientes. 51 “Jesús preguntó: – ¿Entendéis todo esto? – Sí, Señor –contestaron ellos. 52 Entonces Jesús añadió: –Cuando un maestro de la ley está instruido acerca del reino de los cielos, se parece a un padre de familia que de lo que tiene guardado saca cosas nuevas y cosas viejas.
Otras Lecturas: 1 Reyes 3:5, 7-12; Salmo 119:57, 72, 76-77, 127-130; Romanos 8:28-30
LECTIO:
   Mateo 13 concluye con otras tres parábolas en torno al reino de los cielos. Las dos primeras ponen de relieve el valor que tiene seguir a Jesús. Es tan importante y valioso, que merece dejarlo todo o “venderlo” para entrar en el nuevo género de vida de Jesús.
   Como sugieren las parábolas, en ocasiones quienes encuentran el tesoro no lo estaban buscando; en otros casos, quienes llevan buscando con empeño el sueño de su viada acaban por encontrarlo.
   La tercera parábola nos dice que nuestra decisión de seguir a Jesús tiene consecuencias muy serias. Es Dios quien decide quién ha vivido en obediencia al evangelio y quién no.
   Sólo Dios puede distinguir entre unos individuos y otros.
   Como cristianos, cada día nos enfrentamos al desafío de vivir en obediencia a Jesús. A veces fallamos, pero incluso entonces podemos sentir el perdón de Dios.
   Evidentemente, podemos tener la confianza de que, aunque no siempre sea fácil, vivir siguiendo el camino de Dios siempre valdrá la pena del sacrificio.
   Jesús termina este pasaje refiriéndose a “cosas nuevas y cosas viejas”. Insiste en que no ha venido a abolir la Ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas, sino a darles su verdadero cumplimiento (Mateo 5:17). Por eso, los viejos tesoros de la Ley cobran un significado nuevo en el reino de los cielos.
MEDITATIO:
¿Cuáles son los tesoros más valiosos de tu vida? ¿Dónde figura Jesús en esa ‘lista’?
¿Qué decisiones difíciles has tenido que tomar para ser un cristiano fiel?
¿A qué has renunciado para seguir a Jesús?
¿Qué valor le concedes a tu relación con Jesús?
ORATIO:
   Lee los versos seleccionados del Salmo 119. ¿Puedes repetirlos como tu propia oración?
   En nuestra lectura de 1 Reyes 3, Salomón le pide a Dios sabiduría. Dedica algún tiempo para exponer ante Dios algunos de los retos con los que te enfrentas.      Pídele su ayuda y, sobre todo, su sabiduría para abordarlos.
CONTEMPLATIO:
   “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, de quienes él ha llamado de acuerdo con su propósito… Y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó los hizo justos; y a los que hizo justos les dio parte en su gloria.” Romanos 8:28, 30
Cada día se nos plantean opciones. ¿Qué te ayuda a tomar decisiones? ¿Qué papel desempeñan la Biblia y la oración a la hora de tomarlas? ¿Cómo optas por lo que Dios te dice a ti personalmente? Que estas palabras de Romanos te animen en la semana que empieza.

miércoles, 20 de julio de 2011

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN

En su discurso de despedida, Jesús dijo a sus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado"» (Jn 14,27-28).


Oremos a Dios Padre, en el nombre de Jesús, de quien procede la verdadera reconciliación de los hombres y el perdón de los pecados.
-Para que la Iglesia sea siempre y en toda situación instrumento y lugar de reconciliación y pacificación entre los hombres y los pueblos.
-Para que los cristianos seamos factores y testigos de vida reconciliada y de perdón generoso.
-Para que los que ejercen autoridad no se dejen dominar por el espíritu de venganza, el egoísmo o el afán de prestigio.
-Para que los injustamente oprimidos alcancen, con dignidad y sin rencor, la plena libertad y el reconocimiento de sus derechos.

Oración: Señor Jesús, que nos has dejado en herencia tu paz, concédenos la gracia de permanecer en ella, de reconciliar a los hombres enfrentados y de promover tu reino de paz y amor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

domingo, 17 de julio de 2011

      Cuando conviven juntos el bien y el mal (Mt 13,24-43)

       ...    ¡Qué difícil coexistencia la del trigo y la cizaña, la de la gracia y el pe­cado! Porque Dios trabaja incansablemente por nuestra felicidad, pero no es el único "obrero" en nuestro campo. Su Reino es de paz, de justicia, de amor, de misericordia y de per­dón, de fe y esperanza, de fidelidad y comunión..., que se ha plantado en un campo (nuestra vida y la del mundo) en el que hay otro que también planta y acrecienta su semilla: la guerra, la injusticia, el desamor, la dureza y el rencor, el descreimiento y la desesperanza, la infidelidad y la división.             
        Los cristianos estamos en medio de un mundo en el que por doquier hay un enemigo que no ceja de sembrar su semilla aniquiladora de lo que Dios ha querido plan­tar. Por amor al trigo hay que saber convivir vigilantes con la cizaña: sin escandalizarse pero sin bajar la guardia, sin maldecir pero sin creer que todo da lo mismo. La confusión es uno de los males más frecuentes porque no permite advertir el error. La sana tolerancia no es sinónimo de indiferencia o ingenuidad, como si diera igual la luz y la tiniebla, la gracia y el pecado, el trigo y la cizaña. Saber distinguir unos y otros, conocer los riesgos que se corren y no claudicar en lo que Dios ha sembrado en nosotros y entre nosotros. Contamos con la ayuda de Dios y de su Espíritu que sostiene nuestra debilidad, y con la de la comunidad eclesial que nos acoge, discierne, educa y acompaña.
        El Señor os bendiga y os guarde.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Domingo 16º Tiempo ordinario
17 de julio de 2011



sábado, 16 de julio de 2011

VIGILIA DIOCESANA DE LAS ESPIGAS 2011



   El pasado día 9 de Julio celebramos nuestra Vigilia Diocesana de las Espigas en la hermana localidad de Chiclana de la Frontera bajo la protección de la Santísima Trinidad y la intercesión de nuestra Señora de los Remedios.
   Junto a la Bandera blanca de la Adoración Nocturna pudimos reunirnos unos 140 adoradores/as venidos de diferentes pueblos de la Diócesis y de la vecina de Asidonia-Jerez, así como un nutrido grupo de fieles que nos acompañó en la celebración Eucarística.
   Concluida la procesión de las Banderas celebramos la Santa Misa, que junto al rezo de Vísperas, fue presidida por nuestro querido Obispo D. Antonio Ceballos, acompañado en esta ocasión por nuestros anfitriones RR.PP. Agustinos y el Consiliario de la Sección de S. José del Valle.


   De su sentida homilía podemos destacar como nos recordaba la importancia de la Adoración Eucarística, su poder de intermediación en estos tiempos de dificultad y la petición de fidelidad y constancia en esta importantísima práctica que deberá ir acompañada de manera indivisible de la caridad.
   Transcurridos los turnos de Vela y hora litúrgica, nos trasladamos en procesión junto con el Santísimo Sacramento, por las calles  de la localidad para la bendición de los Campos. Finalizando con la Bendición y Reserva y el agradecimiento a la Sección Anfitriona por las atenciones y el desarrollo de los actos.

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 17 DE JULIO, 16º DEL TIEMPO ORDINARIO

LA SIEGA FINAL

Mateo 13:24-30, 36-43* 24 Jesús les contó esta otra parábola: “El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero mientras todos estaban durmiendo, llegó un enemigo que sembró mala hierba entre el trigo, y se fue. 26 Cuando creció el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. 27 Entonces los labradores fueron a decirle al dueño: ‘Señor, si la semilla que sembraste en el campo era buena, ¿cómo es que ha salido mala hierba?’ 28 El dueño les dijo: ‘Un enemigo ha hecho esto.’ Los labradores le preguntaron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancar la mala hierba?’ 29 Pero él les dijo: ‘No, porque al arrancar la mala hierba podéis arrancar también el trigo. 30 Es mejor dejarlos crecer juntos, hasta la siega; entonces mandaré a los segadores a recoger primero la mala hierba y atarla en manojos, para quemarla, y que luego guarden el trigo en mi granero.’ ” 36 Jesús despidió a la gente y entró en la casa. Sus discípulos se acercaron a él y le pidieron que les explicase la parábola de la mala hierba en el campo. 37 Él les respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre, 38 y el campo es el mundo. La buena semilla representa a los que son del reino; la mala hierba, a los que son del maligno; 39 y el enemigo que sembró la mala hierba es el diablo. La siega representa el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 40 Así como se recoge la mala hierba y se la quema en una hoguera, así sucederá al fi n del mundo. 41 El Hijo del hombre mandará sus ángeles a recoger de su reino a todos los que hacen pecar a otros y a los que practican el mal. 42 Los arrojarán al horno encendido, donde llorarán y les rechinarán los dientes. 43 Entonces, aquellos que cumplen lo ordenado por Dios brillarán como el sol en el reino de su Padre. Los que tienen oídos, oigan.
Otras Lecturas: Sabiduría 12:13, 16-19; Salmo 85:5-6, 9-10, 15-16; Romanos 8:26-27
LECTIO:
   Es muy importante la interpretación que hace Jesús de esta parábola. En este caso, las semillas no son la ‘palabra de Dios’ de la segunda parábola del sembrador (Mateo 13:1-19). Aquí Jesús está hablando sobre la comunidad eclesial, el pueblo de Dios en medio del mundo, aunque a primera vista las dos parábolas resulten parecidas.
   A quienes intentan vivir tal como él les manda, Jesús los llama ‘los que son del reino’. En medio de ellos se esconden ‘los que son del maligno’. En otras palabras, quienes no obedecen a Dios, sino que dejan que sea el Diablo quien dirija sus vidas. Los labradores quieren arrancar la mala hierba inmediatamente, pero el dueño les ordena que esperen hasta la época de la cosecha. De la misma manera, nosotros, como miembros de la iglesia, deberíamos evitar juzgarnos los unos a los otros. El juicio le pertenece al Hijo del hombre: él es el único que distingue entre unas simientes y otras. Mientras tanto, las buenas semillas tienen tiempo para crecer y madurar hasta el tiempo de la siega, aunque ‘la mala hierba’ pueda ser un obstáculo. Jesús se niega a intervenir hasta el momento de la cosecha, es decir, el fin del mundo.
   Hay aquí una advertencia para quienes frecuentan la iglesia pero en realidad no siguen a Jesús. Todos nosotros debemos estar alerta y vivir nuestras vidas en obediencia a Jesús. Cada uno tendrá que rendir cuentas de su propia vida el día del juicio.
MEDITATIO:
¿Qué importancia tiene esta parábola para tu vida espiritual?
¿Qué puedes aprender aquí de las enseñanzas de Jesús?
¿Cuál es tu respuesta?
ORATIO:
   “De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.” Romanos 8:26
   Todos nosotros necesitamos la ayuda de Dios para poder seguirle, y este versículo nos anima, ya que el Espíritu Santo está intercediendo por nosotros. Responde a Dios en la oración. Puede que desees orar diciendo: ‘Señor, dame la gracia de escuchar tu voz que me llama a una vida de fe más profunda’.
CONTEMPLATIO:
Lee el Salmo 86 y medita en torno a la grandeza y la misericordia de Dios.

viernes, 15 de julio de 2011

Carta Encíclica ECCLESIA DE EUCHARISTIA (Continuacion)



   EUCARISTÍA Y COMUNIÓN ECLESIAL  (y 3º)


. Si en ningún caso es legítima la concelebración si falta la plena comunión, no ocurre lo mismo con respecto a la administración de la Eucaristía, en circunstancias especiales, a personas pertenecientes a Iglesias o a Comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia católica. En efecto, en este caso el objetivo es satisfacer una grave necesidad espiritual para la salvación eterna de los fieles, singularmente considerados, pero no realizar una intercomunión, que no es posible mientras no se hayan restablecido del todo los vínculos visibles de la comunión eclesial.
En este sentido se orientó el Concilio Vaticano II, fijando el comportamiento que se ha de tener con los Orientales que, encontrándose de buena fe separados de la Iglesia católica, están bien dispuestos y piden espontáneamente recibir la eucaristía del ministro católicoEste modo de actuar ha sido ratificado después por ambos Códigos, en los que también se contempla, con las oportunas adaptaciones, el caso de los otros cristianos no orientales que no están en plena comunión con la Iglesia católica
. En la Encíclica Ut unum sint, yo mismo he manifestado aprecio por esta normativa, que permite atender a la salvación de las almas con el discernimiento oportuno: « Es motivo de alegría recordar que los ministros católicos pueden, en determinados casos particulares, administrar los sacramentos de la Eucaristía, de la Penitencia, de la Unción de enfermos a otros cristianos que no están en comunión plena con la Iglesia católica, pero que desean vivamente recibirlos, los piden libremente, y manifiestan la fe que la Iglesia católica confiesa en estos Sacramentos. Recíprocamente, en determinados casos y por circunstancias particulares, también los católicos pueden solicitar los mismos Sacramentos a los ministros de aquellas Iglesias en que sean válidos
Es necesario fijarse bien en estas condiciones, que son inderogables, aún tratándose de casos particulares y determinados, puesto que el rechazo de una o más verdades de fe sobre estos sacramentos y, entre ellas, lo referente a la necesidad del sacerdocio ministerial para que sean válidos, hace que el solicitante no esté debidamente dispuesto para que le sean legítimamente administrados. Y también a la inversa, un fiel católico no puede comulgar en una comunidad que carece del válido sacramento del Orden.
La fiel observancia del conjunto de las normas establecidas en esta materia(99) es manifestación y, al mismo tiempo, garantía de amor, sea a Jesucristo en el Santísimo Sacramento, sea a los hermanos de otra confesión cristiana, a los que se les debe el testimonio de la verdad, como también a la causa misma de la promoción de la unidad.

lunes, 11 de julio de 2011

ENCUENTROS CON CRISTO EUCARISTÍA

La Santa Misa. –“Signo de unidad, vínculo de amor”
Recordando estas dos características de la Eucaristía Sacramento: signo de unidad y vínculo de amor. Y la Eucaristía es “unidad y amor”, porque: “Toda la Iglesia se une a la ofrenda y a la intercesión de Cristo” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1369).
¿Qué quiere decir esta afirmación del Catecismo?
Aunque sólo las personas que acompañan en el templo al sacerdote están presentes físicamente en la celebración de la Eucaristía, por la comunión de los santos, unidos en el Espíritu Santo, todos los fieles de la Iglesia esparcidos en los cinco continentes participan en la Eucaristía que se celebra en un lugar.
De manera muy especial, todos los fieles que vivimos la Eucaristía entramos en comunión con el Santo Padre: “Encargado del ministerio de Pedro, el Papa es asociado a toda celebración de la Eucaristía en la que es nombrado como signo y servidor de la unidad de la Iglesia universal” (n. 1369). Y al mencionar el nombre de Benedicto XVI, elevamos nuestra oración a Dios para que le llene de Espíritu Santo, y pueda así servir con toda su alma la misión que Cristo confió a san Pedro: fortalecer en la Fe a todos los cristianos.
Como ya hemos recordado, además de la Iglesia que vive en la tierra, también la que ya goza de Dios en el Cielo participa en la Eucaristía. “A la ofrenda de Cristo se unen, no sólo los miembros que están todavía aquí abajo, sino también los que están ya en la gloria del cielo. La Iglesia ofrece el sacrificio eucarístico en comunión con la santísima Virgen María y haciendo memoria de ella, así como de todos los santos y santas” (Catecismo, n. 1370).
Y no sólo los santos. En este acto de “adoración, de reparación, de acción de gracias y de petición”, que lleva a cabo Cristo sobre el altar –y que nosotros vivimos con Él-, participan también los fieles difuntos que esperan la última purificación para poder entrar en el cielo. Todos se benefician, de algún modo, de  la riqueza infinita de gracias que es la Santa Misa. “El sacrificio eucarístico es también ofrecido por los fieles difuntos, que han muerto en Cristo y todavía no están plenamente purificados” (Catecismo n. 1371).
Esta oración por los difuntos tiene lugar en todas las Misas, y no solamente en las que se celebran con la particular intención de interceder por el alma de un difunto determinado. En la Plegaria Eucarística Tercera rezamos así a Dios Padre: “A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad, recíbelos en tu Reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria”.
La Santa Misa es una verdadera comunión de todos los fieles con Cristo Nuestro Señor. Y no sólo  para ofrecer a Dios Padre el sacrificio de su vida, pasión y muerte, para la “redención de los pecados”; sino también, para gozar ya aquí en la tierra con Cristo del gozo de su Resurrección, y comenzar ya la comunión de amor que la Trinidad Beatísima, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, desea vivir con todos los fieles, con todos los hombres, por toda la eternidad.
         La Santísima Virgen, San José y todos los santos y santas, se unen a nosotros desde el Cielo en esta acción de alabanza y reconocimiento a Dios Padre. Y, si se lo pedimos, nos ayudarán a vivir siempre con más devoción el Misterio de la Eucaristía; descubrir su grandeza y no cesaremos de dar gracias a  Cristo Nuestro Señor por invitarnos a celebrarla con Él.
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Cuestionario.
           -Dentro de las peticiones que dirigimos a Dios durante la Misa, ¿tiene una parte especial la que hacemos por la persona e intenciones del Papa, y de los Obispos fieles al Papa?
           -Nos acordamos de las necesidades de la Iglesia, en todos los países del mundo, especialmente en los que los católicos son perseguidos, discriminados, expulsados?
           -¿Rezamos por las almas del Purgatorio al vivir con Cristo la Eucaristía?

sábado, 9 de julio de 2011

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 10 DE JULIO, 15º DEL TIEMPO ORDINARIO

DAR FRUTO

Mateo 13:1-9, 18-23*  Aquel mismo día salió Jesús de casa y fue a sentarse a la orilla del lago.  Como se reunió mucha gente, subió Jesús en una barca y se sentó, mientras la gente se quedaba en la orilla. Y se puso a hablarles de muchas cosas por medio de parábolas. Les dijo: “Un sembrador salió a sembrar. Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; aquella semilla brotó pronto, porque la tierra no era profunda;  pero el sol, al salir, la quemó, y como no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra y dio una buena cosecha: unas espigas dieron cien granos por semilla, otras dieron sesenta y otras treinta. Los que tienen oídos, oigan.”  “Oíd, pues, lo que significa la parábola del sembrador: Los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden, son como la semilla que cayó en el camino; viene el maligno y les quita el mensaje sembrado en su corazón. La semilla que cayó entre las piedras representa a los que oyen el mensaje y al pronto lo reciben con gusto, pero, como no tienen raíces, no pueden permanecer firmes: cuando por causa del mensaje sufren pruebas o persecución, fracasan en su fe. La semilla sembrada entre espinos representa a los que oyen el mensaje, pero los negocios de este mundo les preocupan demasiado y el amor a las riquezas los engaña: todo eso ahoga el mensaje y no le deja dar fruto en ellos. Pero la semilla sembrada en buena tierra representa a los que oyen el mensaje y lo entienden, y dan una buena cosecha: son como las espigas que dieron cien, sesenta o treinta granos por semilla.”
*Esta es una forma abreviada del evangelio. El texto completo es Mateo 13:1-23
Otras Lecturas: Isaías 55:10-11; Salmo 65:9-13; Romanos 8:18-23
 LECTIO:
   Con frecuencia Jesús usaba parábolas, o breves relatos, para enseñar verdades profundas sobre Dios. Basaba sus parábolas en experiencias humanas cotidianas, y se refría a realidades con las que estaban familiarizados sus oyentes. Lo normal es que las parábolas tuviesen un ‘argumento’ sencillo y un único mensaje.
   En nuestro texto de hoy, Jesús pinta una viva imagen del sembrador y sus semillas. Cada una de las situaciones descritas en esta parábola tiene un significado preciso. La parábola versa sobre cómo reciben la palabra de Dios diversos tipos de personas y la cosecha que se produce en cada caso.
   Jesús compara a las personas con cuatro tipos de terrenos. Tres de los cuatro grupos de personas mencionadas por Jesús no permiten que la palabra de Dios produzca el fruto deseado por Dios.   Las razones son diversas, pero el resultado es en definitiva el mismo.   Aunque todos reciben el mensaje, no dejan que eche raíces en ellos.
   Solo un grupo de personas, ‘la buena tierra’, es fecundo. Otros tipos de personas distintas producen diversas cantidades de fruto, pero sólo este grupo es realmente fecundo.
   La responsabilidad del sembrador consiste en sembrar la semilla. El sembrador no sabe con qué abundancia llegará la cosecha: sólo Dios lo sabe.
MEDITATIO:
¿Cómo respondes a la palabra de Dios? De los cuatro tipos de terreno, ¿cuál crees que te describe mejor? ¿Cómo te sientes en ese sentido?
‘La semilla que cayó en buena tierra representa a las personas que con corazón bueno y dispuesto oyen el mensaje y lo guardan, y permaneciendo firmes dan una buena cosecha.’ Lucas 8:15. ¿Nos ayuda la descripción de la buena tierra que hace Lucas para entender mejor el pasaje? ¿Qué podemos aprender de este versículo?
Piensa de qué manera podrías dar más fruto en tu vida.
ORATIO:
   Reflexiona sobre la escritura y respóndele a Dios humildemente en la oración. Pídele que te conceda audacia y te muestre ocasiones concretas para compartir tu fe.
CONTEMPLATIO:
   La misión de tu párroco o pastor te llega gracias a su propia entrega personal. ¿De qué manera ha influido en ti su ministerio? ¿Qué has ignorado o rechazado que pueda estar reduciendo el fruto que podrías dar? ¿Qué puede cambiar tu actitud respecto a su ministerio en las próximas semanas o meses?

Lectio Divina de Sociedad Bíblica España