TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

viernes, 31 de julio de 2015

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 2 DE AGOSTO, 18º DEL TIEMPO ORDINARIO

« YO SOY EL PAN DE VIDA… »
Jn.6. 24-35
     En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo has venido aquí?” Jesús contesto: “Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.” Ellos le preguntaron: “Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?” Respondió Jesús: “La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.” Le replicaron: “¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Les dio a comer pan del cielo.”” Jesús les replicó: “Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.” Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de este pan.” Jesús les contestó: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed”.

Otras Lecturas: Éxodo 16, 2-4.12-15; Salmo 77; Efesios 4, 17.20-24

LECTIO:
     La gran multitud sigue a Jesús, y lo hace de la forma que puede, sin importar el esfuerzo que ello conlleve. Pero no se busca a Jesús por Jesús mismo, sino lo material por encima de lo espiritual que permanece. Recordemos el signo milagroso de la multiplicación de los panes, este suceso había ocurrido solo pocas horas atrás, y los protagonistas eran en la mayoría estos mismos que se acercan y lo “buscan.
     Jesús les hace notar el interés que los embarga y moviliza; “ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse”. Ellos seguían buscando signos para creer. Jesús les reprocha su actitud, y los exhorta a buscar y trabajar no por el alimento perecedero, sino por el que permanece para la vida eterna. Este pan, es el que dará el Hijo del Hombre, Jesús no se llama a sí mismo Hijo de Dios, como sí lo hizo Pedro, y otros en las escrituras, sino que a través de esta designación muestra su abajamiento, y humildad.
     Entonces el Pan de Vida, lo dará el Hijo de Hombre; Jesús, que fue marcado por el Padre. Marcar es poner signo propio, para que una cosa no se confunda con otras. Se marca algo para reconocerlo, para destacarlo sobre lo demás. Dios Padre marca a Jesús para compartir con él su naturaleza y atributos divinos.
     Creer en aquel que el Padre ha enviado, de eso se trata la obra de Dios. Esta es la respuesta de Jesús a quienes lo seguían. Jesús no les dice directamente que se trata de creer en él, ni tampoco les dice que él mismo es el Hijo de Dios, sino que se pone en el lugar de enviado del Padre, para ser reconocido como tal. Ante esta respuesta, piden aún más signos, precisan ver para creer.
     No bastan los panes multiplicados, ni sus palabras, signos, y gestos. Hasta tienen el atrevimiento de preguntarle qué obra realiza y menospreciándolo le recuerdan el maná que sus antepasados comieron en el desierto.
     No es Moisés quien le dio el pan venido del cielo al pueblo, sino que es Dios, el Padre, quien lo da. Jesús es el maná que permanece, que el Señor hizo llover del cielo como alimento de los hombres. Porque Cristo, descendió por todos los hombres y hasta el lugar concreto de cada hombre, y de esta forma atrae a todos hacia sí por su gran amor. Este desciende del cielo, y da vida al mundo. No solo al pueblo judío, sino a todo el mundo. Ya no se habla de alimento sino de vida, es decir lo da todo, invita al hombre a la plenitud. Ellos le responden “danos siempre de ese pan”.
     Jesús es el Pan de Vida que cura las enfermedades, alivia los dolores, anima en los esfuerzos y sacrificios, y fortalece la esperanza. Dice la Palabra que quien se acerca a él, nunca tendrá hambre. A lo que podemos agregar que nunca tendrán hambre, pero que siempre estarán deseosos de saborear, y saciarse un poco más de la inmensidad del amor de Dios.

MEDITATIO:
     Jesús descubre las intenciones de la multitud que le busca. Quedaron saciados con el pan y los peces multiplicados milagrosamente. Y seguían buscando a Jesús, porque les aseguraba el alimento corporal gratuitamente, sin esfuerzo propio.
¿Busco al Señor cada día, para acercarme y encontrarme con Él? ¿Me mueven otros intereses a la hora de buscarlo? ¿Hay en mí comportamientos similares de la multitud que buscaba al Señor por los signos, y el alimento material? ¿Busco ver, para poder creer?
     Jesús pretende rectificar aquellas razones por las cuales la gente le buscaba. Y les anima a buscar el alimento que dura y que da la vida verdadera.
¿Qué pan busco, el que perece o el que da vida? ¿Cuáles son esos panes perecederos terrenales que me atan? ¿Cuál es mi experiencia personal con el Pan de Vida; Jesús?
     Jesús intenta motivar a la gente, para que siga en la búsqueda del verdadero alimento, superando sus ansias de saciarse con un pan que no da la vida. El maná alimentó a sus antepasados sólo corporalmente, ya que, al fin, murieron. El Pan que da Jesús es el alimento total, que da la vida eterna.
¿Me pregunto qué significa creer en Jesús, en esta obra de Dios? ¿Entiendo que creer, requiere de mí una respuesta activa, poniendo mi vida al servicio de Dios, configurándome su discípulo?
¿Suelo tener la tentación de sentirme “cómodo” en mi vida espiritual, y quedarme allí sin buscar un poco más? ¿Comprendo que solo el Señor sacia mi “hambre y sed”?

ORATIO:
     Jesús, como esa gente de la que habla el evangelio, vengo a tu encuentro, quiero hablar contigo y escuchar tus palabras; no busco ningún interés personal, lo único que te pido es que me llenes de ti y me hagas experimentar tu amor para poder corresponderte.
     Tú eres el pan vivo, Señor de la Vida…
Para que seamos fuertes en la esperanza,
¡Señor, danos siempre de tu pan!

     Jesús, aumenta mi fe. Para que anhele y desee la Vida que Tú me ofreces constantemente y que la Iglesia celebra y nos entrega para saciar nuestra hambre y nuestra sed.
     Jesús, que entendamos que en Ti está la Vida auténtica. Haz que los fieles y los sacerdotes nos esmeremos en hacer crecer a los cristianos en su fe, para que tengan apetito del verdadero Pan de la Palabra y de la Eucaristía.

CONTEMPLATIO:
Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre;
     Jesús sigue ofreciéndose a sí mismo, como el alimento que nos va a llenar y saciar todas nuestras apetencias y deseos.
A ti mismo, que buscas saciar tu hambre y tu sed en fuentes que no te satisfacen.
 “La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.”

     Haz, oh Señor, que no desista nunca de ser un hombre bien arraigado en la realidad y, al mismo tiempo, abierto también a tu Realidad, a ti, que puedes sorprenderme y venir a mi encuentro en cualquier momento; a ti, que puedes dar la vuelta en un instante a la marcha normal de las cosas, para plantearme la pregunta radical sobre en qué pongo mi confianza.
La Eucaristía dominical,

corazón de la semana y centro de la vida cristiana
  
  …Es un hecho que el domingo se ha ido vaciando progresivamente de contenido religioso y son muchos los cristianos que no han descubierto la riqueza espiritual de la Eucaristía en el día del Señor. Por ello, quiero volver sobre la participación en la Misa dominical que es obligatoria por ser un distintivo característico del cristiano y un camino privilegiado para alimentar la propia fe y para fortalecer el testimonio. Sin la Misa del domingo y de los días festivos nos faltaría algo que pertenece a la columna vertebral de la vida cristiana.
      Cuando el domingo pierde su significado fundamental de Día del Señor y se transforma en un día de pura evasión, queda el cristiano prisionero de un horizonte tan estrecho que no le deja ver el cielo, como escribiera el Papa Juan Pablo II. Por desgracia, son muchos los católicos que a pesar de vivir inmersos en un ambiente cultural de raíces cristianas, desconocen la riqueza espiritual que encierra el domingo y la celebración eucarística.
      En el domingo debe ocupar un lugar preeminente la oración y, sobre todo, la Eucaristía. Todos hemos de procurar que nuestra participación en ella sea para nosotros el acontecimiento central de la semana. Es un deber irrenunciable, que hemos de vivir no sólo para cumplir un precepto, sino como una necesidad, para que nuestra vida cristiana sea verdaderamente coherente y consciente. No olvidemos que la Eucaristía es el alimento que necesitamos más que nunca en las peculiares circunstancias en las que vivimos los cristianos hoy, en medio de una sociedad profundamente secularizada. Por ello, qué verdaderas son las palabras que pronuncian los mártires de Cartago en el año 304, cuando acuciados por el procurador romano que les conminaba a abandonar la participación en la mesa del Señor, responden con esta frase rotunda: "Sin la eucaristía no podemos vivir".
      En la Eucaristía dominical, los cristianos nos reunimos como familia de Dios en torno a la mesa de la Palabra y del Pan de vida y nos alimentamos con el manjar del cielo para luchar contra el mal, vivir nuestros compromisos con entusiasmo y valentía y confesar al Señor delante de los hombres. Por otra parte, la celebración eucarística es el lugar privilegiado donde la comunión es anunciada y cultivada. Por ello, a través de la participación en la Santa Misa, el día del Señor se convierte también en el día de la Iglesia, que se construye y edifica a través de la celebración de la Eucaristía. En ella comprendemos cada vez mejor nuestros orígenes, de dónde venimos y a dónde vamos, y reconocemos nuestras verdaderas señas de identidad Así lo sentían los primeros cristianos, para quienes la participación en la celebración dominical constituía la expresión natural de su pertenencia a Cristo, de la comunión con su Cuerpo místico, en la gozosa espera de su segunda venida.
      Es necesario reafirmar en la vida de nuestras comunidades parroquiales la centralidad del Día del Señor y de la Eucaristía dominical. Es preciso insistir también en la dignidad y sacralidad de las celebraciones, utilizando los ornamentos preceptuados por la Iglesia y favoreciendo la presencia de monaguillos bien formados, verdadero manantial de vocaciones…
       Les pido por fin que fomenten las diversas formas de piedad eucarística, las procesiones con el Señor y la exposición y la adoración del Santísimo Sacramento, todo lo cual constituye un verdadero manantial de fidelidad y de santidad.
      Termino la última carta del curso pastoral. Deseo unas felices vacaciones a quienes podáis disfrutarlas. Dios quiera que no sean un tiempo perdido en nuestra relación con el Señor, sino un tiempo de gracia y de provecho espiritual muy cerca de la Eucaristía.
      Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina - Arzobispo de Sevilla (de una Carta Pastoral)

sábado, 25 de julio de 2015

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 26 DE JULIO, 17º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo)

« ¿CON QUÉ COMPRAREMOS PAN…? »
Jn.6. 1-15
           
            En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de Tiberiades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
       Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. 
       Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo».
       Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
       Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda». Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
       La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Otras Lecturas: 2Reyes 4, 42-44; Salmo 144; Efesios 4, 1-6


LECTIO:
            El relato de la multiplicación de los panes es uno de los pasajes que aparecen en todos los evangelios. Todos destacan la multitud que sigue al Señor, los panes y el pescado, la acción de gracias, el hecho que todos comen y se sacian y la cantidad que sobra. Esto muestra que este hecho ha calado hondamente en la vida de la comunidad
       En el texto es Jesús el que inicia el diálogo, haciendo ver la necesidad de “comprar” pan para la gente. Esto ocasiona la reacción de Felipe, que hace notar que se necesitaría casi el sueldo de un año para que todos pudieran tener al menos un bocado.
       Andrés, trae a un muchacho que tenía cinco panes de cebada y dos peces. Y hace notar que eso es muy poco e insignificante para alimentar y resolver el problema de tanta gente.
       Con esos panes y esos peces, Jesús reitera el gesto que realizó en la última cena: “tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados…”. Alusión a  la institución de la Eucaristía.
        Este relato de la multiplicación de los panes termina con una profesión de fe: después de haber comido y de haberse saciado, la gente exclamó: “Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo”.
       El pasaje concluye con la intención de la gente de hacer rey a Jesús, pero Él huye y evade esa situación. No era ese el reinado que Él predicaba ni buscaba, ni era ese el modo como Él debía ser coronado, esto Él lo haría en la cruz y durante la pasión se autoproclamaría Rey.

MEDITATIO:      
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces…»
El pan se multiplica porque alguien renuncia a lo poco que tenía para sí. El "muchacho de la narración evangélica se fía de Jesús, aún cuando él no había prometido nada. ¿Qué dice la actitud del joven? ¿Nos fiamos de Jesús? ¿Estamos dispuestos a renunciar a las apetencias, las cosas, el tiempo… ante las necesidades de otros?
Pasando por las manos de Jesús todo se convierte en grande. Hay una desproporción entre lo que somos y lo que Dios nos hace llegar a ser, si nos ponemos en sus manos. “Nada es imposible para Dios” Dios colma toda desproporción entre Él y nosotros. ¿Crees y confías, incluso, cuando todo parece que está en contra?
Luchamos por saciar el hambre física, lograr el pan material…, y ¿el hambre de Dios? Este hambre nos ayuda a relativizar tantos problemas que nos parecen más grandes que nosotros y a vivir más serenamente preocupándonos sólo de lo esencial.

ORATIO:
     Tú, Señor omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu nombre, y diste a los hombres la comida y bebida para que disfrutaran de ellas. Pero, además, nos has proporcionado una comida y bebida espiritual y una vida eterna por medio de tu Siervo.
Cinco panes y dos peces
para saciar las necesidades existenciales de la gente…,
Cinco panes y dos peces
para mirar la vida desde el corazón de Dios,
para ser conscientes que nada es imposible para el Señor…

     Señor Jesús, hoy seguimos teniendo necesidad de ti, hoy seguimos esperando tu ayuda, tu bendición y tu gracia para que multipliques nuestros esfuerzos y nuestras actividades.

CONTEMPLATIO:
     Entre los discípulos de Jesús todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe y les va a ayudar a vislumbrar un camino diferente. Sus discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los necesitados lo que tengan…
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces…»
     La actitud de Jesús es sencilla y humana. Pero, ¿quién nos va a enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿Quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? No es posible creer en Dios como Padre de todos y vivir dejando que sus hijos –nuestros hermanos- mueran de hambre, de soledad, sin horizonte…
“Todos quedaron saciados”
     El “milagro” es signo del mundo querido por Dios: un mundo fraterno y solidario donde todos compartamos dignamente la vida que recibimos de Dios.

«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda»

viernes, 24 de julio de 2015

LA EUCARISTÍA, SACRAMENTO DE LA PRESENCIA DE CRISTO

     En las lecturas de la Palabra de Dios se habla de las necesidades por las que pasa el hombre en su vida. El Papa Francisco llama a estas dificultades y sufrimientos de distinto orden, las periferias existenciales. Las lecturas recogen un aspecto concreto, pero muy importante, de estas carencias y señalan a los que no tienen para comer. En la primera lectura, el profeta Eliseo quiere demostrar que él es el portavoz de Dios, que es un verdadero profeta y esto lo expresa por medio de obras simbólicas, aunque él se confía de lleno en la Palabra de Dios que necesariamente se cumplirá; mientras que en el Evangelio vemos como la figura de Jesús se resalta especialmente cuando multiplica los panes con la fuerza serena de su sola palabra, pero cuidando los detalles para que la gente recuerde siempre este signo, con esa intención ha preguntado por cuántos hay y cuánto ha sobrado. Los dos casos son semejantes, pero Jesús es un profeta mayor, Él es el Verbo encarnado, la revelación del Padre y sus obras quedarán impresas en la memoria de todos. El Señor Jesús sale siempre al encuentro de nuestros males, pero con el remedio siempre multiplicado, va por delante de nuestras carencias y necesidades.
     Dios es quien conoce mejor los sufrimientos de su pueblo, quien oye primero sus gritos de dolor y el primero que sale en nuestro auxilio, mientras el profeta es un llamado y un enviado a solucionar los temas en el nombre de Dios; el profeta sabe que la iniciativa no es suya, sino del que está más pendiente de su pueblo que él mismo, pero se pone a disposición, como un instrumento eficaz de la preocupación y de la prisa de Dios por salvar a su pueblo. Cuando actúa Jesús, actúa Dios y se hace presente en medio de nosotros. Es en la Eucaristía donde ha querido el Señor perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a la Iglesia el memorial de su muerte y resurrección, ¡aquí esta Dios! Abrid bien vuestros ojos, para verle a Él; espabilad vuestros oídos para oírle a Él, hacedle un hueco en el calvario de vuestro ser y dejad volar vuestro corazón para encontrarle, todos los días, en la Eucaristía, con el alma limpia. En el número 1323 del Catecismo se dicen cosas hermosísimas de la Eucaristía, especialmente dice que es el "sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura...". No nos ha dejado solos Jesús, Él está en medio de nosotros, sigue con nosotros y oye nuestras necesidades. En la Eucaristía seguimos viendo a Jesucristo multiplicar el pan de su Cuerpo y salir al encuentro de nuestras súplicas.
     Cuando nos referimos a la Eucaristía solemos decir también el Santo Sacrifico de la Misa, el sacrificio de Cristo en la cruz, ofrecido de una vez para siempre a Dios Padre en remisión de los pecados. El amor sigue siendo la explicación definitiva de la redención mediante la cruz. Es la única respuesta a la pregunta '¿por qué?', a propósito de la muerte de Cristo incluida en el designio eterno de Dios. La clave es sencilla, pero contundente: el amor de Dios.
 + José Manuel Lorca Planes-Obispo de Cartagena

EN LA SOLEMNIDAD DEL PATRÓN DE ESPAÑA

    
 El próximo día 25 de Julio celebra toda la Iglesia la fiesta de Santiago Apóstol. En España tiene especial importancia, porque Santiago es Patrón de España, aunque no sea fiesta laboral en muchas partes.
     Últimamente se habla con frecuencia de las  raíces cristianas de Europa y de España…
     Es indudable que, en la realidad de la España actual y ya desde hace muchos siglos, la fe cristiana ha tenido y sigue teniendo una gran importancia hasta configurar en buena parte la manera de ser, de vivir y de comportarse de los españoles, tanto individualmente como asociados. La fe cristiana se ha convertido en cultura. No hay más que observar el lenguaje, las costumbres, las fiestas, los nombres de las personas y de los lugares, los edificios que marcan las rutas importantes desde la época romana y desde la Edad Media.
     Pues bien un factor importantísimo en nuestras raíces cristianas es el Apóstol Santiago. Según una antigua tradición estuvo en España, aún en vida. Y lo que ya no es sólo tradición, sino historia, desde el descubrimiento del que se supone su sepulcro en Galicia, hacia el año 813, es que Santiago ha marcado la religiosidad y la cultura de Europa, y muy especialmente de España y en buena parte de América. El Camino de Santiago, la ruta religiosa y cultural más importante de España y de Europa, con los monumentos erigidos en el camino – templos, hospitales, cementerios - y los documentos literarios y musicales que nacieron en este camino y en su meta, Santiago de Compostela, son prueba fehaciente de las raíces de la España actual.
     El Apóstol Santiago, como probablemente San Pablo y, desde luego, sus discípulos aparecen en la historia de nuestra fe cristiana y de nuestro pueblo como el anillo primero que nos conecta con la predicación apostólica y, por lo mismo, con los orígenes del Cristianismo. La presencia de las legiones romanas y de la administración de Roma en la Península Ibérica constituyó, sin duda, un vehículo eficaz para la llegada de la fe cristiana a España…
     La celebración de la fiesta de Santiago, aunque haya perdido en nuestra tierra importancia social por haber dejado de ser fiesta laboral por exigencias de los acuerdos con la Administración pública, nos ofrece una ocasión óptima para preguntarnos qué hemos hecho de nuestras raíces. No se trata evidentemente de volver a determinadas formas de la Edad Media o de la era apostólica. Pero tampoco es bueno para las personas, para los pueblos y para las culturas prescindir de sus raíces en aras de la novedad, con frecuencia inconsistente y efímera.
     Juan Pablo II, en su primera Visita a España, en el año 1982, en Santiago de Compostela, calificado por el mismo Papa como “un punto de atracción y de convergencia para Europa y para toda la cristiandad”, dijo dirigiéndose a Europa: “Vuelve a encontrarte, Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces”. Es una llamada que se nos hace hoy a todos los que hemos nacido o vivimos en esta tierra, que se llama España, y en Europa, al acercarse la fiesta de Santiago.

+José Sánchez-Obispo Emérito de Sigüenza-Guadalajara  (de una Carta Pastoral)

sábado, 18 de julio de 2015

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 19 DE JULIO, 16º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo)

«…COMO OVEJAS SIN PASTOR»

Mc. 3.30-34
           
            En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
       Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
       Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
       Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

Otras Lecturas: Jeremías 23, 1-6; Salmo 22; Efesios 2, 13-18
  
LECTIO:

            Los apóstoles vuelven de la misión. Se reúnen con Jesús y le cuentan todo lo que han hecho y enseñado. Los apóstoles no han caído en la tentación de pensar que han triunfado en la misión por sus palabras serenas y sus gestos certeros.
       Jesús acoge a los suyos y les invita a ir a un sitio retirado y tranquilo, para descansar un poco. Efectivamente, la misión no es fácil y por eso es imprescindible para el apóstol el descanso.
       A la misión los apóstoles han ido enviados por Jesús, también en su tiempo de descanso Jesús va a estar con ellos.  Esta escena es reflejo de nuestra vida como cristianos: en la misión actuar siempre en el nombre del Señor, luego, en el descanso, en nuestra vida de oración acudir siempre a estar con Él. A descansar con Jesús.
       Suben a una barca, con la intención de buscar un lugar tranquilo y solitario. La gente que les acompañaba era numerosa e impedía encontrar el reposo deseado. Cuando llegan a la otra orilla del lago,  ya estaba la multitud esperándoles, pues les habían visto embarcar y corrieron para encontrarles. Necesitaban a Jesús. Necesitaban su palabra y su consuelo.
       De esta multitud anónima tenemos que aprender, que tuvieron que superar algunas dificultades (por lo menos físicas) para llegar hasta Jesús. El evangelio describe qué cuando la barca tocó tierra: Jesús siente entrañablemente a la gente, siente sus necesidades, se dedico a ellos con calma y se puso a enseñarles.
       El tiempo de descanso se convirtió en tiempo también para amar al prójimo. Era más urgente pensar en esa multitud desorientada que en el propio descanso físico. Otra lección que recibieron los apóstoles, entregarse al otro antes que a uno mismo.
       También para el tiempo de descanso, Jesús nos enseña que se puede aprovechar para hacer el bien en su nombre. ¿Tendrá esto algo que ver con las vacaciones de verano que estamos viviendo o tenemos tan próximas?

MEDITATIO: 

     Jesús quiere retirarse a un lugar solitario para descansar con sus discípulos; pero al desembarcar ve al gentío y se “compadece” de ellos. La compasión es el motor de la actividad de Jesús. ¿Son estos también tus sentimientos?
Pidamos al Señor que nos conceda tener los sentimientos que animaban su vida: la misericordia entrañable hacia los que sufren y lo pasan mal y también la sabiduría para poner remedio a esas situaciones.
El descanso de las tareas  consiste en estar con Jesús, disfrutando de su intimidad. En el tiempo de descanso, ¿tenemos la misma compasión y la misma solicitud del Maestro por las personas que tienes cerca, están desorientadas, necesitadas…?
     Jesús hoy nos invita a que nos dejemos conducir a su intimidad. Necesitamos descansar de tanto materialismo, de tanto ajetreo… necesitamos dialogar con Él, contarle nuestras cosas en oración reposada. Necesitamos compartir sus intereses: la salvación de los hombres, un mundo más justo, los pobres…    
                                                                                                                                                                     
ORATIO:
    
     Señor, te agradezco porque me has elegido para ser tu apóstol, al servicio de la Buena Noticia del Reino. Pero, al mismo tiempo, siento mi pequeñez y desánimo para acometer esta empresa con todo entusiasmo y entrega.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas…
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida…

     Ten compasión de mí, Jesús, y haz que yo pueda responder a tu llamada como lo hicieron tus discípulos primeros.

CONTEMPLATIO:

“Al desembarcar, Jesús vio la multitud…”
     Su corazón intuye la desorientación en que se encuentran los campesinos de aquellas aldeas. Hemos de aprender a mirar a la gente como la miraba Jesús: captando el sufrimiento, la soledad, el desconcierto o el abandono que sufren muchos.
“se pone a enseñarles con calma”
     Movido por la compasión, Jesús “se pone a enseñarles con calma”. Sin prisas, se dedica pacientemente a enseñarles la Buena Noticia de Dios y su proyecto humanizador. No  podemos permanecer indiferentes ante la necesidad de tanta gente. 
     El descanso veraniego ha de ser un periodo de recuperación y una oportunidad para revisar nuestra vida, reconocer nuestras equivocaciones… y aprender a vivir de otra manera. Es escuchar también hoy la invitación de Jesús a sus discípulos:

“Venid a un sitio tranquilo a descansar.”