TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 26 de enero de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 27 DE ENERO DEL 2019, 3º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

«HOY SE HA CUMPLIDO ESTA ESCRITURA QUE ACABÁIS DE OÍR»


Lc 1.1-4; 4.14-21

     Ilustre Teófilo: Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, ilustre Teófilo, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
     Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
     Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
     «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos;  a proclamar el año de gracia del Señor».
     Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.  Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

Otras lecturas: Nehemías 8, 2-4a.5-6.8-10; Salmo 18; 1Corintios 12, 12-14.27

LECTIO:
     Lucas comienza su evangelio comunicando algo que es el corazón del Cristianismo: ha ocurrido un hecho, que no es una bella fábula, sino un acontecimiento. Hay testigos que lo han visto con sus ojos, lo han proclamado con sus labios.
     Se sitúa la escena en la sinagoga de Nazaret. Jesús, puesto en pie, lee una profecía especialmente querida y esperada por los fieles judíos: “el Espíritu del Señor está sobre mí, me ha ungido, me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los prisioneros la libertad y a los ciegos la vista...”. El suceso viene a continuación, cuando devuelve el libro y ante la mirada de “toda la sinagoga que tenía los ojos fijos en él”, les dice: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.
    Sólo podremos entender a Jesús y alegrarnos de su anuncio, si éste nos trae una salvación real para nuestras prisiones, pobrezas y cegueras. Tendremos que reconocer, sin maquillaje ni ignorancias culpables, cuáles son las cosas que nos esclavizan, las que nos empobrecen y ciegan (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm – Arzobispo de Oviedo)

MEDITATIO:
     El evangelista Lucas antes de presentar el discurso programático de Jesús de Nazaret, resume brevemente la actividad evangelizadora… Jesús es diferente de los maestros de su tiempo.  Sale para predicar y enseñar por todas partes: en las sinagogas, por las calles, en las casas, siempre moviéndose. Jesús también es distinto de Juan el Bautista, quien proclama el juicio inminente de Dios, mientras que Jesús anuncia su perdón de Padre. (Papa Francisco)
     Evangelizar a los pobres: esta es la misión de Jesús, esta es también la misión de la Iglesia y de cada bautizado en la Iglesia. Anunciar el Evangelio con la palabra y, antes aún, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. Se nota aquí que Jesús dirige la Buena Nueva a todos, sin excluir a nadie, es más, privilegiando a los más lejanos, a quienes sufren, a los enfermos y a los descartados por la sociedad. (Papa Francisco)
   Podemos preguntarnos hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las asociaciones, en los movimientos, ¿somos fieles al programa de Cristo? La evangelización de los pobres, llevarles el feliz anuncio, ¿es la prioridad?... Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios que convierte los corazones, sana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales, de acuerdo a la lógica del amor. Los pobres, de hecho, están en el centro del Evangelio. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Señor, que tenga el coraje de decirte como Isaías: "aquí estoy, envíame", que tu Palabra se actualice en mis labios y se cumpla en mis manos para consolar y curar…

Gracias Señor, por tu Palabra,
porque nos enseñas que lo más importante
es ir siempre a los más necesitados.

CONTEMPLATIO:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar…»

  Celebramos en este domingo la Jornada de la Infancia Misionera con el lema “Con Jesús a Belén. ¡Qué buena noticia!”. Es un lema muy alegre por dos motivos: por ir acompañados por el Niño Jesús y por transmitir su buena nueva llena de vida, ilusión y esperanza. La gran noticia misionera es que Dios se ha hecho pequeño, uno de nosotros, por amor a todos. Belén es el escenario donde estalla, como dice el papa Francisco, “la alegría del Evangelio”, que tiene que alcanzar a toda la tierra a través de nuestro anuncio.
      La solidaridad con los que más lo necesitan es una forma preciosa de manifestar el amor de Dios y de mostrar cómo nos queremos dentro de la gran familia que conformamos todos los hijos de Dios.  (+ Juan José Asenjo Pelegrina )
   Contempla: ¿Siento que soy  Buena Noticia? ¿Me he planteado que la vida está llena de demasiados  “silencios” ante los hermanos? Las personas que se relacionan conmigo. ¿Me perciben como transmisor de Buena Noticia para ellos?  


   A Jesús le correspondió leer un sábado estos versículos de Isaías en la sinagoga [] estaban espantados por el anuncio de que los versículos de Isaías pudieran cumplirse verdaderamente en su tiempo. Aunque una persona de fe pueda pedir a Dios que venga su Reino y se haga su voluntad, no por ello estará dispuesta a acoger el primero y la segunda. Aquí está el Mesías que consuela a los humildes y a los abatidos y libera a los prisioneros y a los siervos de sus cepos [] Estos versículos de Isaías, como muchos otros, ponen a prueba a las personas de fe: ¿están dispuestas a resistir la venida, el cumplimiento de los tiempos anunciados? Al final, pocos están dispuestos a creer que los versículos de Isaías son actuales. Pocos se comportarían de una manera diferente a los habitantes de Nazaret. Sin embargo, cada generación pasa rozando al Mesías, y corresponde sólo a los creyentes allanar su llegada (Enrico de Luca).


¿SE PUEDE APRENDER A ORAR?

     La oración no es una técnica y sin embargo es útil seguir determinadas reglas para que salga bien. Si mi mente divaga, si mi corazón está lleno de cosas mundanas, si mis afectos me hacen estar demasiado apegado a cosas que no son Dios, entonces me será difícil dedicarme por completo y con fruto a la oración.
     Hay que decir que la oración mental sí se puede aprender pero en cierto sentido cada día hay que volver a empezar. Por ello es muy importante no desanimarse porque a veces se tendrá la impresión del nadador que parece no moverse en el agua y que tiene la impresión de que nunca llegará a la orilla; y esto puede creer en el corazón desazón y descorazonamiento.
     Es muy conveniente conocerse para saber cuáles son los momentos del día en los que con mayor facilidad podemos entrar en oración. De modo normal en la mañana antes de ir al trabajo es un tiempo sereno y tranquilo o en la noche después del trajín del día. A veces incluso a mitad del día en alguna pausa del trabajo. Lo importante es saber ritmar nuestra vida de momentos de oración, hacerla presente en nuestra vida como el aire que respiramos: aprender a rezar antes y después de las comidas, a persignarse cuando se pasa delante de una iglesia, a dedicar un momento al día para leer la Palabra de Dios, a detenerse al medio día para rezar el Ángelus, a dedicar un momento de recogimiento antes de comenzar un trabajo, una actividad, un estudio.
     Algo que se puede ir aprendiendo, aunque con mucha paciencia es lo que se llama el recogimiento, es decir, esa actitud de la mente que sabe estar en paz consigo misma, que se prepara para dedicarse a pensar en Dios presente en el alma, a entrar dentro de sí mismos, a tener lo que se llama vida interior. El recogimiento va unido a una cierta compostura o actitud física externa que nos ayude a recordar que Dios está ahí: el cuerpo debe corresponder al fervor del espíritu.
     En definitiva, sí, la oración es un don divino, pero el hombre puede colaborar, puede ir aprendiendo el arte de orar, cada quien según su forma personal de ser, según su imaginación, su tipo de mente, su voluntad, su historia. Orar es algo muy personal. Existen consejos generales pero la mejor forma de aprender a orar es orando, decidiéndose a esa aventura de penetrar en el mundo de Dios, nuestro Creador, nuestro Señor y nuestro Padre.

La oración pide lo mejor de nosotros mismos

     Hemos dicho en las anteriores reflexiones que la oración es un don y es cierto. Sin Dios nada podemos hacer en el orden sobrenatural. Pero al mismo tiempo no menos verdadero es que Dios necesita de nuestra colaboración, del compromiso de nuestras facultades para hacer fructificar el tesoro de sus gracias.
     La oración es un acto humano. Pide la atención de nuestra mente, el empeño de nuestra voluntad, la participación de nuestros afectos, emociones y sentimientos. No podemos dejar que Dios haga sólo la obra de la oración. Los dones naturales y sobrenaturales que Él generosamente nos ha dado deben contribuir a forjar nuestro espíritu de oración. Hay que reconocer que hoy día vivimos en una cultura que nos inclina hacia lo superficial y fácil, a seguir la ley del mínimo esfuerzo y por ello la concentración en la oración, la profundidad de la misma, la atención se ven con frecuencias comprometidas.
     En la oración hemos de poner todo nuestro ser para que el Señor pueda hacer su obra en nosotros. Con frecuencia la falta de progreso en nuestra vida no depende tanto de la acción divina en nosotros, sino de una actitud nuestra más bien perezosa o poco dinámica en donde el Espíritu puede quedar sofocado porque ha caído la palabra divina en terreno poco profundo (Mt 13, 21). Por ello la oración exige lo mejor de nosotros mismos, lo mejor de nuestro tiempo, de nuestra inteligencia, de nuestra voluntad, de nuestros afectos y sentimientos. Ello exige de parte del hombre una continua purificación de sí mismo y de modo simultáneo una elevación de su ser hacia lo alto. Por ello se dice que la oración se reconoce en el rostro. La persona que ora, sin darse cuenta, se transfigura y también desde un punto de vista humano porque la oración requiere un trabajo sobre sí mismos que eleva al hombre en sus facultades y lo hace ser mejor persona.
     La colaboración que exige la oración puede llegar a elementos muy sencillos y prácticos. El Papa Francisco ha dicho que el amor es concreto. También la oración para que sea eficaz necesita a veces de cosas pequeñas que la van mejorando: anotar, escribir las luces o los puntos de la meditación, adoptar la postura física más conveniente, los momentos y lugares más apropiados.
     Todo esto es un acto de homenaje por nuestra parte al Dios Creador y Salvador con quien entramos en contacto en la oración. La obediencia de la fe que implica toda respuesta a Dios se manifiesta en la disponibilidad del alma a "presentar por la fe la sumisión plena de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad al Dios que revela y entrar así en comunión íntima con El" (Cfr. CCC 154).

P. Pedro Barrajón, L.C.

sábado, 19 de enero de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 20 DE ENERO DEL 2019, 2º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de + José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena)


«HACED LO QUE ÉL OS DIGA»

Jn. 2. 1-11


     En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
     Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
     Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

Otras lecturas: Isaías 62, 1-5; Salmo 95; 1Corintios 12, 4-11

LECTIO:
     Después de concluir los cuarenta días de ayuno en el monte de la Cuarentena, inmediatamente después de su bautismo en el Jordán, una vez elegidos sus primeros discípulos, Jesús sube con ellos a Galilea, su tierra. Concretamente a la aldea de Caná, donde se celebraba la boda de unos novios muy vinculados a Jesús… Todos conocemos muy bien la escena que nos narra el evangelista: la imprevisión de los novios o la afluencia de invitados no esperados, hace que el vino empiece a faltar apenas iniciados los festines nupciales. La Virgen, siempre atenta a las necesidades de los demás, seguramente prestaba su ayuda en la atención a los invitados, y se da cuenta de la situación y expone con sencillez a Jesús la necesidad: "No tienen vino", le dice. Jesús, consciente de que no ha llegado todavía la hora de realizar milagros, se resiste. Pero ante la actitud llena de confianza de la Virgen, que manda a los servidores ponerse a sus órdenes, el Señor pide que llenen seis tinajas con cien litros de agua cada una, que luego convierte en vino de excelente calidad.
     María, pues, anticipa la hora de Jesús con su oración sencilla, modelo de toda oración cristiana, puesto que no pide ni exige nada, sino que expone simplemente una necesidad. Al mismo tiempo robustece la fe incipiente de los discípulos en la mesianidad y divinidad de Jesús. (+ Juan José Asenjo Pelegrina - Arzobispo de Sevilla)

MEDITATIO:
     A aquellos que Jesús ha llamado a seguirlo, los ha ligado a sí en una comunidad y ahora, como una única familia, son invitados todos a la boda. Dando inicio a su ministerio público en las bodas de Caná, Jesús se manifiesta como el esposo del pueblo de Dios, anunciado por los profetas, y nos revela la profundidad de la relación que nos une a Él: es una nueva Alianza de amor. (Papa Francisco)
     Las palabras que María dirige a los sirvientes coronan el cuadro nupcial de Caná: «Hagan todo lo que él les diga» También hoy la Virgen nos dice a todos nosotros: «Hagan todo lo que él les diga». Es la herencia que nos ha dejado: ¡es bello! Se trata de una expresión que evoca la fórmula de fe utilizada por el pueblo de Israel en el Sinaí como respuesta a las promesas de la alianza: «Estamos decididos a poner en práctica todo lo que ha dicho el Señor» (Ex 19,8). (Papa Francisco)
     Las bodas de Caná son mucho más que una simple narración del primer milagro de Jesús… Como en un cofre, Él cuida el secreto de su persona y el fin de su venida: el esperado Esposo da inicio a las bodas que se cumplen en el Misterio pascual. En estas bodas Jesús liga a sí a sus discípulos con una alianza nueva y definitiva. En Caná los discípulos de Jesús se convierten en su familia y en Caná nace la fe de la Iglesia. ¡A estas bodas todos nosotros estamos invitados, porque el vino nuevo no faltará más! (Papa Francisco)

ORATIO:
     Señor, Dios de libertad, arráncanos de las insidias del Mal. Ven a compartir la mesa de nuestra vida cotidiana y, gracias a tu perenne intercesión ante el trono de Dios, poder sentarnos un día junto a ti en el banquete eterno. Fiesta de pecadores perdonados.

Ayúdanos a ser mensajeros de esperanza,
a arriesgar, si necesario fuera, la vida por los demás.

CONTEMPLATIO:
      Son muchas las enseñanzas que contiene este fragmento del Evangelio, de una gran riqueza teológica y de simbolismo. Me fijo en un aspecto: destaco el significado profundo de los milagros de Jesús. El primero, como todos los que realizará a lo largo de la vida pública, tienen como finalidad inmediata solucionar un problema humano: curar una dolencia o una enfermedad. Pero además son signos o señales. En el Evangelio que acabamos de proclamar, hemos escuchado que "en Caná de Galilea, Jesús realizó su primer signo, manifestó su gloria y creyeron en Él sus discípulos".
     Jesús, a través de sus milagros, se muestra como Hijo de Dios, como verdadero Mesías, como Salvador. A través de los milagros interpela, invita a su seguimiento, trata de provocar la adhesión a su persona. El evangelista nos dice que los primeros discípulos (Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Natanael, Mateo…) creyeron en Él. Por ello, puede ser oportuno que en esta semana, al hilo de estas reflexiones, nos preguntarnos ¿cómo es nuestra fe?, ¿cómo es mi fe en Jesús? ¿Es una fe rutinaria, sociológica, derivada del hecho de haber nacido en un país cristiano, en una cultura cristiana, en el seno de una familia cristiana, pero que no ha sido asumida personalmente porque no tiene repercusiones en la vida de cada día?... (+ Juan José Asenjo Pelegrina )



   Es preciso que consideremos su corazón y sus sentimientos. En esta circunstancia quiere dos cosas: la manifestación de la gloria del Hijo, y el bien y el consuelo de los convidados; dos deseos y dos voluntades dignos del amor perfecto del corazón de María. La caridad perfecta intenta procurar también los bienes temporales no por lo que son en sí, sino para el consuelo espiritual de las almas. María es omnipotencia suplicante: «No tienen vino», dice. La segunda cosa que debemos observar es ésta: la vida de María es una vida de silencio. Cuando tenía necesidad de hablar, lo hacía con el menor número de palabras posible; también con su Hijo hablaba sólo en el silencio. La conversación de Jesús con María era absolutamente interior: sus palabras exteriores se pueden contar con los dedos de las manos. Aquí María está obligada a hablar, y lo hace empleando sólo tres palabras. En tercer lugar, María demuestra que conoce el gran mandamiento de nuestro Señor sobre la oración; a saber: que ésta no consiste en hablar mucho. Indicando lo que era necesario, nos enseña un modo extraordinario de orar, y Jesús ha visto su deseo en su corazón y en sus ojos. He aquí una manera más que perfecta de orar: abrir los pliegues del corazón ante nuestro dulcísimo Maestro y reposar, después, nuestro ánimo en él, abandonándonos a su gran amor y a su infinita misericordia y esperando, en una contemplación de amor, el efecto de su ternura con nosotros (Francis M. Paul Libermann.).


“ACTÚA SIEMPRE CON TODA JUSTICIA” (Dt 16, 18-20)



     Es el lema para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2019 que se celebra del 18 al 25 de enero. Desde hace ya algunos años, el Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos encargan los materiales de oración para esta semana a Iglesias y Comunidades eclesiales confesionales diversas de alguna región geográfica. En esta ocasión, para la semana de oración de 2019, se lo han pedido a las Iglesias y comunidades de la región de Indonesia.
   La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, recuerdan los obispos de la Comisión Episcopal de Relaciones Inter-confesionales en su mensaje, ” Indonesia es de mayoría social musulmana y, aunque numerosas, son minoritarias las Iglesias y comunidades cristianas, que se han movilizado con fraterna solidaridad para paliar en lo posible los efectos de los seísmos”.
“ACTÚA SIEMPRE CON TODA JUSTICIA” (Dt 16, 18-20)
      Es muy aconsejable que durante los días del Octavario se invite a los fieles a releer los capítulos de este código deuteronómico, contexto bíblico que ayudará a comprender mejor y a tomar como criterio de comportamiento un tema bíblico que crea unidad y promueve concordia y reconciliación.
     La unidad de los cristianos no puede construirse al margen de la justicia, ya se haya de concebir como actuación o conducta regida por leyes justas que han de gobernar la vida social de los hombres; o bien como reconocimiento de la justicia debida a Dios en cuanto acatamiento y práctica de los mandamientos de la ley de Dios. La revelación divina manifiesta a los hombres y a los pueblos el verdadero fundamento de las leyes justas, cualesquiera que sean, que han de regir la vida social. Por esto mismo, actúa con toda justicia quien guarda los mandamientos de la ley de Dios y acata las leyes positivas de los hombres que explicitan estos mandamientos. Así, pues, para ser verdaderamente justas, las leyes y normas positivas de los hombres no han ser contrarias a la ley de Dios...

domingo, 13 de enero de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 13 DE ENERO DEL 2019, CONMEMORACIÓN DEL BAUTISMO DEL SEÑOR (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

«TÚ ERES MI HIJO, EL AMADO, EL PREDILECTO».



Lc. 3,15-16.21-22
     En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías. Él tomó la palabra y dijo a todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
    En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:
     «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto».

Otras lecturas: Isaías 42, 1-4.6-7; Salmo 28; Hechos 10, 34-38

LECTIO:
     Y así llegó el día, el fruto maduro, el tiempo del estreno. Pero este Jesús hombre-Dios, tampoco ahora realizará algo espectacular para dar comienzo a su ministerio… Como uno más de aquel pueblo, como uno más entre aquellos pecadores, como uno más de aquellos que oraban al Dios buscado.
     Aparentemente nada especial, pero allí estaba todo en esa triple solidaridad de Dios que se une sin ceremonias a un pueblo, que aparece como un pecador, que tiene necesidad de orar. Y triple será también la respuesta del Padre: abrirá los cielos, bajará el Espíritu, se escuchará la confesión de un amor predilecto. (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm – Arzobispo de Oviedo)


MEDITATIO:
     El Evangelio nos presenta a Jesús, en las aguas del río Jordán, en el centro de una maravillosa revelación divina: «Cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado, mientras oraba… “Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco”». De este modo Jesús es consagrado y manifestado por el Padre como el Mesías salvador y liberador. (Papa Francisco)
     ¡Pensemos a qué dignidad nos eleva el Bautismo! «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!». Tal estupenda realidad de ser hijos de Dios comporta la responsabilidad de seguir a Jesús, el Siervo obediente, y reproducir en nosotros mismos sus rasgos, es decir: es decir, mansedumbre, humildad y ternura. (Papa Francisco)
     Sin embargo, esto no es fácil, especialmente si entorno a nosotros hay mucha intolerancia, soberbia, dureza. ¡Pero con la fuerza que nos llega del Espíritu Santo es posible! El Espíritu Santo, recibido por primera vez el día de nuestro Bautismo, nos abre el corazón a la Verdad, a toda la Verdad. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Señor y Padre, haz que nunca endurezcamos nuestro corazón a tu llamada ni a la acción interior de tu Espíritu Santo.


Gracias, Señor, por el  agua que brotó
y fue usada el día de mi bautismo.
Gracias por el sacerdote que ungió mi pecho
y mi cabeza para la fortaleza de mi ser.

CONTEMPLATIO:
     «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto»
     Dios nos da en Cristo la garantía de un amor indestructible. Desde que el Verbo se hizo carne es posible ver el cielo abierto. Fue posible para los pastores de Belén, para los Magos de Oriente, para el Bautista…Y es posible también para cada uno de nosotros, si nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es donado por primera vez en el Bautismo. ¡Dejémonos invadir por el amor de Dios! ¡Éste es el gran tiempo de la misericordia!!
     "Éste es mi Hijo amado..." Jesús es el amado del Padre porque se ha ofrecido para la salvación de los hombres, reparando el pecado de Adán. Nunca comprenderemos que todo un Dios sea engendrado en el vientre de una mujer, hasta hacerse creatura, hombre.
     Cristo no presume de ser Dios, y tenerlo todo, sino de ser manso y humilde. Y de hecho, la imagen de su muerte elegida por los profetas, será la de un manso cordero llevado al matadero... El hombre humilde es pacífico y paciente. Vive confiando en la Providencia del Padre. No se engríe en los éxitos, ni se desespera en los fracasos. Porque sabe que Dios vela a su lado, y que nunca, nunca, nunca le va a dejar solo.


                                                                                                                                                     
   Ahora, sin embargo, hay otra acción de Cristo y otro misterio: Cristo es iluminado, Cristo es bautizado. Meditemos un poco sobre las distintas formas de bautismo. Bautiza Juan con el propósito de suscitar la penitencia; bautiza también Jesús y Él, sí, bautiza en el Espíritu. Éste es el bautismo perfecto. Conozco también otro bautismo, el del testimonio de sangre, que fue impartido también a Cristo mismo y es un bautismo mucho más venerable que los otros, porque después no será ensuciado por otras manchas. Conozco aún otro que es el de las lágrimas: pero éste es un bautismo más arduo: es el del enfermo, es el bautismo del que pronuncia las palabras del publicano en el templo (...). Al hombre ha sido dada toda palabra y para él se ha instituido todo misterio, a fin de que vosotros lleguéis a ser como lámparas en el mundo, potencia vivificadora para los demás hombres (S. Gregorio Nacianceno).

sábado, 12 de enero de 2019

PARA EL DIALOGO Y LA MEDITACIÓN

ENERO. NATURALEZA DE LA ADORACIÓN NOCTURNA:

ESCUELA PRÁCTICA  DE ORACIÓN PARA  APRENDER A AMAR COMO RAZÓN DE VIVIR
                                             

     En 1889 en el T.XXI  de La Lámpara del Santuario, Don Luis de Trelles, nuestro  primer fundador, dos años antes de su muerte les  escribía a  los adoradores nocturnos estas enjundiosas palabras:
     “He aquí, mis amados consocios, a qué nos llama la Vela nocturna; somos llamados  a la adoración, a la oración, a la reparación de las divinas ofensas, en la audiencia privada que nos otorga el amor de Dios Sacramentado la noche que hacemos nuestra vigilia. “( LS 1889, T.XXI pág 24)
     He de confesaros que la lectura de los escritos de Don Luis me ha ayudado a descubrir que la Adoración nocturna no es otra cosa que una ocasión u oportunidad que se me da para entrar en intimidad con un Dios que sabemos nos ama; a descubrir la maravilla de un Dios, tan cercano, que se ha quedado en el Sacramento eucarístico para  aliviarme porque estoy cansado y agobiado, como Jesús mismo nos prometió: "Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré" (Mt 11, 28). No son palabras de cortesía. Probadlo y lo experimentaréis.
      Claro que es una cuestión inherente a nuestra fe. Pero mi cauce ha venido de la Mano de Don Luis de Trelles. Ahora me he convertido en un adorador que no deja de proclamar que la Adoración Nocturna Española  tiene que volver, si no en la forma, quizás, sí en el espíritu, a recuperar los fines fundacionales.
      La Adoración Nocturna no nació para ser una institución clerical. Fue una propuesta de laicos que, en medio del ámbito de sus responsabilidades civiles, sociales, familiares y políticas, por el don bautismal, se retiraba en la noche para adorar al Santísimo Sacramento, robustecer sus fuerzas y  poder seguir en el ajetreo cotidiano, en la brega de cada día.
        No debe parecer nunca una institución de gente “piadosita” que huye de la ciudad para cobijarse en la penumbra de los templos. Aquí no hay tregua. La ciudad de Dios ha de surgir en medio de la ciudad terrena. Permitidme la licencia de decirlo en un lenguaje fuerte: las adoradoras  y los adoradores nocturnos ni “beatos” ni “meapilas”. Somos seglares que sabemos que un mundo mejor es posible. ¿Acaso por los méritos nuestros? No, No y No. Por la fuerza que viene del Señor. La Adoración Nocturna tiene como fin, mediante la oración, la implantación de “la civilización del amor”.
      La Adoración Nocturna Española sólo tiene una tarea: LA ADORACIÓN. ¿Pero qué es adorar sino ad-orar, orar con más veneración, como el adamar de San Juan de la Cruz es más que amar? La adoración nocturna es una escuela de oración, en la que se aprende a orar para mejor amar. Orando  una noche al mes,  año tras año, para orar todos los días de la vida. Me diréis: eso es tarea de todos los bautizados y de todos los creyentes. Y tenéis razón. San Ignacio de Loyola lo consideraba principio y fundamento no solo para creyentes, sino  para todos los seres humanos. ¿Lo recordáis? "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar dellas, quanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas, quanto para ello le impiden. Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados.”
      La Iglesia lo enseña en la doctrina y lo vive en la liturgia, en la oración y en las innumerables obras con que manifiesta el mandato de la caridad. Pero además la Iglesia cumple su función en los mil carismas que se han ido manifestando en el tiempo, en las órdenes contemplativas, en las atentas a la caridad o en las mixtas como las Hijas de la Madre Teresa de Calcuta. El Espíritu Santo vivifica  la vida de la Iglesia. Es admirable la diversidad y la unidad.
    Y fue el Espíritu Santo, precisamente en el siglo XIX, en el siglo de las revoluciones que han cambiado la faz del occidente y de la cristiandad, quien inspiró, en España a un laico, para difundir una humilde institución que enseñara a los seglares, hombres y mujeres, que el camino de salvación viene de la oración; que el único remedio para superar la tempestad contra la Iglesia, vendría de la mano de La Adoración Eucarística y de La protección maternal de la Santísima Virgen. La Adoración en todas sus manifestaciones es un instrumento providencial, siempre bajo el amparo de María,  para el triunfo total de la Iglesia.
      Con Santa Teresa, Don Luis de Trelles repetía, “no es una cuestión de saber, sino de amar” . Repito el párrafo con que he iniciado el escrito: “He aquí, mis amados consocios, a qué nos llama la Vela nocturna; somos llamados  a la adoración, a la oración, a la reparación de las divinas ofensas, en la audiencia privada que nos otorga el amor de Dios Sacramentado la noche que hacemos nuestra vigilia. ” ( LS 1889, T.XXI pág 24)
      Sería un error considerar que la celebración de la eucaristía, el rezo del santo rosario, la liturgia de las horas, o el tiempo dedicado a la contemplación en silencio, son cuatro variedades distintas entre sí  por la forma y por el fin. Son sin duda los cuatro modos que la Iglesia emplea para entrar en contacto con el Señor. Una oración vocal  que no brotara del corazón y no fuera consciente de lo que dice ni a quien se lo dice, sería runruneo vocal, pero no oración. Las cuatro formas, cuya cúspide es la Eucaristía, son encuentros de amistad con quien sabemos nos ama, reces los salmos, el santo rosario, contemples en silencio o adores al Señor sintiéndote partícipe en el sacrificio y en el sacramento de la Cruz.
      ¿Quieres ser adorador? Entra dentro de ti, ponte en presencia de Dios, y con el ritmo del manual, declárale tus amores al Señor y escucha cómo te corresponde. En la noche de tu turno también Él te dice: “Yo también te amo”.

Preguntas para el diálogo y la meditación.

■  ¿Es la oración el medio propio de un adorador para acercarse a la presencia de Dios?

¿Será suficiente para orar mover los labios o  será lo verdaderamente humano saber con quién hablamos y  entender lo que decimos para que arda en amores agradecidos nuestro corazón?

■  Muchos son los enemigos que nos impiden entrar en la oración. ¿Sabes que es requisito previo para orar el silencio interior y exterior, dejar las preocupaciones y afanes a la puerta de la iglesia y centrar nuestra mente y nuestro corazón en El Señor, en su presencia real, en que te está esperando con los brazos abiertos? No te desanimes. Sosiega una y otra vez “la loca de la casa” la imaginación y con paciencia  repítete: Mi Señor está aquí.