TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 28 de mayo de 2016

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 29 DE MAYO, SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO (Comentario de + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo)

«DADLES VOSOTROS DE COMER…»
 Lc. 9, 11b -17.
            Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y sanaba a los que tenían necesidad de curación.      El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce le dijeron: “despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado”.
       Él les contestó: “Dadles vosotros de comer” Ellos replicaron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente”. Porque eran unos cinco mil hombres.
       Entonces dijo a sus discípulos: “Haced que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno”. Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos. Él, tomando los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente.
       Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos.

Otras Lecturas: Génesis 14,18-20; Salmo 109; 1Corintios 11,23-26

LECTIO:
            El evangelista Lucas nos sitúa este “milagro” en un lugar abierto donde era más fácil que la gente que seguía a Jesús se pudiera congregar. Esta multiplicación de Jesús se encuadra dentro de su actividad como Maestro: Jesús se puso a hablar del Reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
       Jesús  quiso aliviar la necesidad de los muchos que le seguían. Pero también quiso enseñar a sus discípulos: Dadles vosotros de comer. Las objeciones que los discípulos pusieron a Jesús son humanamente comprensibles. Era un gentío el que estaba en torno a Jesús y en un descampado. ¿De dónde iban a sacar comida para tantos?
       ¿Acaso Jesús con la pregunta a los suyos no les estaría indicando que no solamente existe el hambre material? El mismo Jesús había dicho en otra ocasión que "Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
       Este “hambre de Dios” no quiere decir que nos tengamos que olvidar del “hambre material”. A quien tenga hambre hay que darle de comer. Pero no debemos olvidar que hay mucha gente satisfecha de comida, pero vacía de Dios. Ambas “hambres” no son excluyentes ni se repelen. Para un cristiano deben ir unidas.
       Jesús satisface el hambre material de la multitud (partió [los panes] y se los dio) no sin antes alzar la mirada al cielo y pronunciar la bendición. Solo podremos llevar a  los demás a Jesús, si antes nosotros nos hemos alimentado de Él. Esta experiencia de Dios será la que nos empuje a ayudar a nuestros hermanos.
             
  MEDITATIO:              
            En este Evangelio hay una expresión de Jesús que me impresiona siempre: «Dadles vosotros de comer». Partiendo de esta frase, me dejo guiar por tres palabras: seguimiento, comunión, compartir. (Papa Francisco)

… También nosotros buscamos seguir a Jesús para escucharle, para entrar en comunión con Él en la Eucaristía, para acompañarle y para que nos acompañe. Preguntémonos: ¿cómo sigo yo a Jesús? Jesús habla en silencio en el Misterio de la Eucaristía y cada vez nos recuerda que seguirle quiere decir salir de nosotros mismos y hacer de nuestra vida no una posesión nuestra, sino un don a Él y a los demás.
Ante la necesidad de la multitud, la solución de los discípulos es despedir a la muchedumbre. ¡Cuántas veces nosotros cristianos hemos tenido esta tentación! No nos hacemos cargo de las necesidades de los demás... Pero la solución de Jesús va en otra dirección «Dadles vosotros de comer».
     La Eucaristía es el Sacramento de la comunión, que nos hace salir del individualismo para vivir juntos el seguimiento, la fe en Él. Todos deberíamos preguntarnos ante el Señor: ¿cómo vivo yo la Eucaristía? ¿La vivo de modo anónimo o como momento de verdadera comunión con el Señor, pero también con todos los hermanos y las hermanas que comparten esta misma mesa? ¿Cómo son nuestras celebraciones eucarísticas?
     «Dadles vosotros...», «dar», compartir. ¿Qué comparten los discípulos? Lo poco que tienen: cinco panes y dos peces. Pero son precisamente esos panes y esos peces los que en las manos del Señor sacian a toda la multitud. Y son justamente los discípulos, perplejos ante la incapacidad de sus medios y la pobreza de lo que pueden poner a disposición, quienes acomodan a la gente y distribuyen - confiando en la palabra de Jesús - los panes y los peces que sacian a la multitud.
     En la Iglesia, pero también en la sociedad, una palabra clave a la que no debemos tener miedo «caridad», o sea, saber poner a disposición de Dios lo que tenemos, nuestras humildes capacidades, porque sólo compartiendo, sólo en el don, nuestra vida será fecunda, dará fruto.
     En la Eucaristía el Señor nos hace recorrer su camino, el del servicio, el de compartir, el del don, y lo poco que tenemos, lo poco que somos, si se comparte, se convierte en riqueza, porque el poder de Dios, que es el del amor, desciende sobre nuestra pobreza para transformarla.
Preguntémonos… al adorar a Cristo presente realmente en la Eucaristía: ¿me dejo transformar por Él? ¿Dejo que el Señor, que se da a mí, me guíe para salir cada vez más de mi pequeño recinto, para salir y no tener miedo de dar, de compartir, de amarle a Él y a los demás?

ORATIO:
          Bendito seas, oh Padre, que nos das cada día pan y vino y todos los bienes de la creación… Bendito seas, oh Verbo eterno, que pronuncias en nuestra historia la Palabra del Padre…
Señor Jesús:
¿De qué nos sirve hablar en nombre de Dios, conocer los secretos y poseer toda la ciencia?
¿De qué nos vale tener tanta fe como para mover montañas?
¿De qué nos sirve entregarlo todo a los pobres, e incluso entregar la propia vida?
Si nos falta el amor, nada somos…
Señor, enséñanos a amar.

     Bendito seas, oh Espíritu de Dios, que soplas en nuestros cuerpos y reviven a una vida nueva, que transformas la creación para que pueda acoger la presencia de Dios y continúe renovando la esperanza en nuestra vida, a fin de que podamos seguir orando para obtener nuestro pan y nuestro vino de cada día. 

CONTEMPLATIO:
     No podemos comulgar con Cristo en la intimidad de nuestro corazón sin comulgar con los hermanos que sufren. No podemos compartir el pan eucarístico ignorando el hambre de millones de seres humanos privados de pan y de justicia.
Dadles vosotros de comer
     La celebración de la eucaristía nos ha de ayudar a abrir los ojos para descubrir a quiénes hemos de defender, apoyar y ayudar en estos momentos. Vivida cada domingo con fe, nos puede hacer más humanos y mejores seguidores de Jesús. Nos puede ayudar a vivir la crisis con lucidez cristiana, sin perder la dignidad ni la esperanza.


Así, el sagrado convite hace de Cristo, que es la verdadera justicia, un bien nuestro, más aún de lo que son nuestros los bienes de la naturaleza; de modo que nos gloriemos de lo que es suyo, nos complazcamos en sus empresas como si fueran nuestras y, por último, tomemos de ellas el nombre, si custodiamos la comunión con él. (N. Cabasilas).




miércoles, 25 de mayo de 2016

ADORACIÓN Y PIEDAD EUCARÍSTICA

     
     Uno de los momentos más intensos del Sínodo fue cuando, junto con muchos fieles, nos desplazamos a la Basílica de San Pedro para la adoración eucarística. Con este gesto de oración, la asamblea de los Obispos quiso llamar la atención, y no sólo con palabras, sobre la importancia de la relación intrínseca entre celebración eucarística y adoración. En este aspecto significativo de la fe de la Iglesia se encuentra uno de los elementos decisivos del camino eclesial realizado tras la renovación litúrgica querida por el Concilio Vaticano II. Mientras la reforma daba sus primeros pasos, a veces no se percibió de manera suficientemente clara la relación intrínseca entre la santa Misa y la adoración del Santísimo Sacramento. Una objeción difundida entonces se basaba, por ejemplo, en la observación de que el Pan eucarístico no habría sido dado para ser contemplado, sino para ser comido. En realidad, a la luz de la experiencia de oración de la Iglesia, dicha contraposición se mostró carente de todo fundamento. Ya decía san Agustín: «Nadie come de esta carne sin antes adorarla [...], pecaríamos si no la adoráramos».
     En efecto, en la Eucaristía el Hijo de Dios viene a nuestro encuentro y desea unirse a nosotros; la adoración eucarística no es sino la continuación obvia de la celebración eucarística, la cual es en sí misma el acto más grande de adoración de la Iglesia. Recibir la Eucaristía significa adorar al que recibimos. Precisamente así, y sólo así, nos hacemos una sola cosa con Él y, en cierto modo, pregustamos anticipadamente la belleza de la liturgia celestial. La adoración fuera de la santa Misa prolonga e intensifica lo acontecido en la misma celebración litúrgica. En efecto, «sólo en la adoración puede madurar una acogida profunda y verdadera. Y precisamente en este acto personal de encuentro con el Señor madura luego también la misión social contenida en la Eucaristía y que quiere romper las barreras no sólo entre el Señor y nosotros, sino también y sobre todo las barreras que nos separan a los unos de los otros».
    Por tanto, juntamente con la asamblea sinodal, recomiendo ardientemente a los Pastores de la Iglesia y al Pueblo de Dios la práctica de la adoración eucarística, tanto personal como comunitaria. A este respecto, será de gran ayuda una catequesis adecuada en la que se explique a los fieles la importancia de este acto de culto que permite vivir más profundamente y con mayor fruto la celebración litúrgica. Además, cuando sea posible, sobre todo en los lugares más poblados, será conveniente indicar las iglesias u oratorios que se pueden dedicar a la adoración perpetua. Recomiendo también que en la formación catequética, sobre todo en el ciclo de preparación para la Primera Comunión, se inicie a los niños en el significado y belleza de estar con Jesús, fomentando el asombro por su presencia en la Eucaristía.
    Además, quisiera expresar admiración y apoyo a los Institutos de vida consagrada cuyos miembros dedican una parte importante de su tiempo a la adoración eucarística. De este modo ofrecen a todos el ejemplo de personas que se dejan plasmar por la presencia real del Señor. Al mismo tiempo, deseo animar a las asociaciones de fieles, así como a las Cofradías, que tienen esta práctica como un compromiso especial, siendo así fermento de contemplación para toda la Iglesia y llamada a la centralidad de Cristo para la vida de los individuos y de las comunidades.
     La relación personal que cada fiel establece con Jesús, presente en la Eucaristía, lo pone siempre en contacto con toda la comunión eclesial, haciendo que tome conciencia de su pertenencia al Cuerpo de Cristo. Por eso, además de invitar a los fieles a encontrar personalmente tiempo para estar en oración ante el Sacramento del altar, pido a las parroquias y a otros grupos eclesiales que promuevan momentos de adoración comunitaria.
Benedicto XVI, pp emérito

martes, 24 de mayo de 2016

AVISO PARA ADORADORAS/ES DEL TURNO NÚM. 5 DE MARÍA AUXILIADORA Y SAN JOSÉ IGLESIA DE SAN JOSÉ - Cádiz Extramuros


         Como tradicionalmente hemos venido haciendo volvemos a convocarte para las próximas actividades que durante este mes de mayo/junio vamos a celebrar.

DÍA 26 DE MAYO.-  Invitados por nuestro Párroco, Jornada de Adoración Eucarística, en la que se nos encomienda el turno de Adoración a Su Divina Majestad de 15,00 a 16,00h.
     Éste mismo día el Consejo Diocesano te convoca a la Vigilia extraordinaria de Corpus Christi, que se  celebrará en el Oratorio de la Santa Cueva a las 20.00 horas.

DÍA 29 DE MAYO.- Solemne Pontifical en la Solemnidad del Corpus Christi a las 09,30h en la S.I. Catedral, finalizado el cual y en Corporación, formaremos en la Procesión de la Festividad, reuniéndonos en la Capilla interior que se nos indique.

DÍA 5 DE JUNIO.-   Convocados por el Cabildo catedralicio, Solemne Celebración en la Octava de Corpus, a las 12,00h en la S.I. Catedral, finalizando con procesión Eucarística dentro del Templo.
      Sin otro particular y esperando contar con tu presencia y comprensión, al objeto de dar testimonio presencial, recibe un fuerte abrazo en Xtº Eucaristía.

¡ JESÚS SACRAMENTADO NOS ESPERA ¡


Fdº: Francisco J de la Torre Sanz
PRESIDENTE DEL TURNO


domingo, 22 de mayo de 2016

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 22 DE MAYO, SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (Comentario de + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo)

«SANTÍSIMA TRINIDAD… MISTERIO DE AMOR»
Jn. 16,12-15

            En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
       Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Otras Lecturas: Proverbios 8,22-31; Salmo 8; Romanos 5,1-15

LECTIO:
            En pocos versículos el autor del cuarto evangelio nos presenta y nos pone en estrecha relación a las tres personas de la Trinidad, fiesta litúrgica que celebramos en este domingo. Estamos dentro del núcleo de las enseñanzas de Jesús durante la última Cena.
       Jesús podría haberles explicado a sus discípulos más cosas sobre lo que iba a suceder, pero sabe que no podrían recibir más. Por eso opta por ofrecerles algunos retazos  de la obra del Espíritu Santo.
      Después de la resurrección de Jesús, el Espíritu Santo ayudará a los discípulos a entender lo que necesitan saber para vivir en relación con Dios y les concederá el poder que precisan para llevarlo a cabo.
       Jesús explica algo más sobre la relación existente entre el Espíritu Santo, el Padre y él mismo. El Espíritu Santo nos conduce y ayuda a entender y a ver la verdad respecto a Dios. De este modo da gloria al Padre y al Hijo. Los tres miembros de la Santísima Trinidad son un solo Dios en unidad plena.
       La Trinidad es misterio de amor. Por amor Dios Padre creó el mundo, la naturaleza y el hombre. Por amor, Dios lo redimió a través de su Hijo Jesucristo. Por amor, Dios continúa asistiéndonos con la fuerza de su Espíritu Santo.

  MEDITATIO:
      “El camino de la vida cristiana es un camino esencialmente ‘trinitario” en el que “el Espíritu Santo nos guía a la plena conciencia de las enseñanzas de Cristo, de su Evangelio; y Jesús, a su vez, vino al mundo para hacernos conocer al Padre, para guiarnos a Él, para reconciliarnos con Él”. (Papa Francisco)
     Estamos llamados a vivir los unos con los otros, por los otros y en los otros.  Esto significa acoger y testimoniar de acuerdo a la belleza del Evangelio; vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo alegrías y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorizando los diversos carismas… (Papa Francisco)
     Se nos ha confiado la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean siempre más familia, capaces de reflejar el esplendor de la Trinidad y de evangelizar no solo con las palabras, sino con la fuerza del amor de Dios que habita en nosotros. (Papa Francisco)
      En este mes de mayo nos encomendamos a la Virgen María. Que Ella nos guíe de la mano; nos ayude a percibir, en los acontecimientos del mundo, los signos de la presencia de Dios, Padre Hijo y Espíritu Santo; nos conceda amar al Señor Jesús con todo el corazón, para caminar hacia la visión de la Trinidad, meta maravillosa a la cual tiende nuestra vida. Pidámosle que ayude a la Iglesia a ser misterio de comunión y comunidad hospitalaria, donde toda persona, especialmente pobre y marginada, pueda encontrar acogida y sentirse hija de Dios, querida y amada. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Dios, que eres Padre, te agradezco que me hayas llamado a mi historia y dentro de mi historia… Concédeme creer en ti, confiarte todo mi tránsito, todo mi deseo, a fin de conseguir estar de verdad en tus manos.
¡Señor, Dios nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

     Dios, que eres Hijo, has entrado en mi historia y me has salvado… Concédeme vivir de tu libertad de acción y de palabra, concédeme comprender cómo la verdad puede hacerme realmente libre frente al pecado y frente a los demás.

¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él?

     Dios, que eres Espíritu Santo, es tu fuerza la que abre mis ojos para ver la historia verdadera que está detrás de la fachada de cada día… Concédeme tus dones, a fin de afrontar mi camino con los ojos bien abiertos y los oídos en condiciones de oír la voz que me llama de nuevo a la vida…

¡Señor, Dios nuestro,
que admirable es tu nombre en toda la tierra!

CONTEMPLATIO:
     Jesús invita a sus seguidores a relacionarse de manera confiada con Dios Padre, a seguir fielmente sus pasos de Hijo de Dios encarnado, y a dejarnos guiar y alentar por el Espíritu Santo. Nos enseña así a abrirnos al misterio santo de Dios.
     Jesús invita a sus seguidores a vivir como hijos e hijas de un Dios cercano, bueno y entrañable, al que todos podemos invocar como Padre. Con su grupo de seguidores, Jesús quiere formar una familia nueva donde todos busquen "cumplir la voluntad del Padre"
     Para esto necesitan acoger al Espíritu que alienta al Padre y a su Hijo Jesús.  Éste Espíritu es el amor de Dios, el aliento que comparten el Padre y su Hijo Jesús, la fuerza, el impulso y la energía vital que hará de los seguidores de Jesús sus testigos y colaboradores al servicio del gran proyecto de la Trinidad santa.


Pues, según esto, bienaventurado aquel que assí anda hirviendo día y noche en el amor de Dios, como un furioso enamorado del mundo anda perdido por lo que ama; bienaventurados aquellos que assí temen a Dios, como los malhechores sentenciados a muerte temen al juez y al executor de la sentencia; bienaventurado aquel que anda tan solícito en el servicio de Dios, como algunos prudentes criados andan en el servicio de sus señores; bienaventurado aquel que con tan grande zelo vela y está atento en el estudio de las virtudes, como el marido zeloso en lo que toca a la honestidad de su muger; bienaventurado aquel que de tal manera assiste al Señor en su oración, como algunos ministros assisten delante de su rey… (Juan Clímaco).

sábado, 21 de mayo de 2016

CONTEMPLAD EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA
   El domingo, 22 de mayo, celebramos la «Solemnidad de la santísima e indivisa Trinidad, en la que confesamos y veneramos al único Dios en la Trinidad de personas, y la Trinidad de personas en la unidad de Dios» (elog. del Martirologio Romano). En esa solemnidad celebramos también la Jornada Pro orantibus. Es un día para que valoremos y agradezcamos la vida de los monjes y monjas, que se consagran enteramente a Dios por la oración, el trabajo, la penitencia y el silencio. Toda la Iglesia debe orar al Señor por esta vocación tan especial y necesaria, despertando el interés vocacional por la vida consagrada contemplativa.
     La exhortación apostólica de san Juan Pablo II, Vita consecrata, en el número 8, describe así la naturaleza y finalidad de la vida consagrada contemplativa: «Los Institutos orientados completamente a la contemplación, formados por mujeres o por hombres, son para la Iglesia un motivo de gloria y una fuente de gracias celestiales. Con su vida y misión, sus miembros imitan a Cristo orando en el monte, testimonian el señorío de Dios sobre la historia y anticipan la gloria futura. En la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno, orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios. Ofrecen así a la comunidad eclesial un singular testimonio del amor de la Iglesia por su Señor y contribuyen, con una misteriosa fecundidad apostólica, al crecimiento del Pueblo de Dios» (VC, n. 8).
     El lema de este año es: «Contemplad el Rostro de la misericordia». Está en sintonía con el Año Santo de la Misericordia, convocado por el papa Francisco para toda la Iglesia.
     La misericordia es un tema central para comprender a Dios y, en consecuencia, para comprender al hombre. Así nos lo han recordado en los últimos años: san Juan Pablo II, con su encíclica Dives in misericordia; Benedicto XVI, con su encíclica Deus caritas est; y el propio papa Francisco con este Año Jubilar, a través de la bula de convocación Misericordiae Vultus.

     «Jesucristo es el Rostro de la misericordia del Padre» (MV, n. 1). «Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad» (MV, n. 2).

     La misericordia cualifica la sacramentalidad de la Iglesia. Dentro de la Iglesia, la vida consagrada y, de modo especial, la vida consagrada contemplativa, está llamada a ser transparencia viva del Rostro misericordioso de Cristo (mensaje del cartel de la Jornada). Quien ha experimentado en su vida, como la persona contemplativa, la misericordia de Dios, la irradia a los demás y es misericordiosa y compasiva con los hermanos. Es el gran mandato y herencia de Jesús: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6, 36).
     Antes hemos de rescatar la misericordia de una concepción excesivamente sentimental, para convertirla en el gran principio de acción de la Iglesia que la impulsa a comprometerse con los más pobres. Mientras los poderosos tienen en cuenta todo menos el sufrimiento del pueblo, la Iglesia, y dentro de ella la vida consagrada contemplativa, está urgida a recuperar y patentizar su clamor: «La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas» (EG, n. 188). «Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva» (EG, n. 24). El papa habla de comunidades samaritanas, verdaderos hospitales de campaña, capaces de salir a las periferias del dolor para sanar las heridas, curar, dar calor.
     Cierto que los miembros de vida consagrada y las personas contemplativas, como el resto del Pueblo de Dios, llevamos este tesoro de la misericordia de Dios en vasijas de barro (cf. 2 Cor 4, 7). Por eso necesitamos recibir constantemente la misericordia de Dios para poder ofrecerla y repartirla con la misma magnanimidad como se nos ofrece a diario. Ojalá que las personas consagradas sean testigos de misericordia y profecía del amor de Dios, que se revela en el rostro del Señor, el primer consagrado al padre, y con el que los contemplativos se identifican en su forma de vida y en sus gestos inconfundibles de misericordia.
     En la Jornada Pro orantibus damos gracias Dios por el don de la vida consagrada contemplativa, que tanto embellece el Rostro de Cristo misericordioso, que resplandece en su Iglesia.


Vicente Jiménez Zamora - Arzobispo de Zaragoza. Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada

jueves, 19 de mayo de 2016

LA FE DON DE DIOS Y ACTO DEL HOMBRE.
     Un mal endémico que vienen arrastrando, muchos españoles en el aspecto religioso, es el de la ignorancia y desconocimiento del don sobrenatural de la fe, que recibieron en su bautismo. La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y que hay que cuidar, alimentar y aumentar durante toda la vida. El benemérito y gran apóstol de la radio de los años 50, el P. Venancio Marcos, solía repetir machaconamente, que el principal y verdadero mal de los españoles,- en su tiempo preconciliar – era la falta de instrucción y formación religiosa- ¡catequesis!- y por ende, tenían una fe débil y anémica.
     Hoy, el panorama -¡50 años después!- no ha mejorado, sino se ha agravado a ojos vistas. Si se analiza, sin necesidad de costosos estudios, el fenómeno religioso español, queda uno perplejo. La religiosidad popular de Semana Santa, con sus actos tradicionales de procesiones, fiestas patronales, romerías, bodas, bautizos, comuniones, misas festivas etc, son aún importantes para una mayoría. Es el sentimiento, lo social y la tradición familiar lo que priva, más que el conocimiento y vivencia razonada de la fe.
     Son minoría, los interesados en su formación, a través de cursos bíblicos, teológicos, catequéticos, litúrgicos etc, adaptados a su edad, tiempo, saber y condición. Consecuencia: Aumentan los no practicantes, los alejados, los indiferentes, los “ateos de boquilla” y menguan los católicos comprometidos que den testimonio de su fe. La casi única formación es la que reciben en las homilías, a todas luces insuficientes.
     Es éste uno de los problemas acuciantes de la Iglesia española. O se dedica más tiempo, energías e interés a los laicos adultos, o cada vez irá a menos la fe de las personas, de las familias, y de la entera sociedad española. No es pesimismo sino la dura realidad.


RVD.  P. MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN.

viernes, 13 de mayo de 2016

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 15 DE MAYO, SOLEMNIDAD EN LA PASCUA DE PENTECOSTÉS (Comentario de + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo)

«Y EXALÓ SU ALIENTO… RECIBID EL ESPÍRITU SANTO»

Jn. 20,19-23
            Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
       Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
       Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

Otras Lecturas: Hechos 2,1-11; Salmo 103; Romanos 8,8-17

LECTIO:
                Con este texto concluimos las fiestas de Pascua. A los discípulos, reunidos por el miedo, se les convierte en testigos dándoles el don del Espíritu Santo y además los dones de la paz, de la alegría, de la misión, de la comunión, del perdón.
       La nueva comunidad de testigos de la resurrección continuará la misión de Jesús con la fuerza y el amor de su Espíritu. Jesucristo, el enviado del Padre, ahora envía a sus testigos que no estarán solos.
       Él, que murió para el perdón del pecado del mundo, ahora les da a sus testigos el poder de perdonar los pecados por el Espíritu Santo para que todos vuelvan al Padre.
       De este modo, el primer hombre que por el pecado había abandonado al Padre y rechazado la fraternidad; ahora por el Resucitado y su Espíritu, es recreado y reconciliado.
       El ser humano, por la aceptación del evangelio, podrá volver al Padre que lo creó en comunión con sus hermanos.

 MEDITATIO:
     En este día, contemplamos y revivimos en la liturgia la efusión del Espíritu Santo que Cristo resucitado derramó sobre la Iglesia, un acontecimiento de gracia que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo.
     A la luz de este texto  de los Hechos de los Apóstoles (Hch. 2.1-11), deseo reflexionar sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión. (Papa Francisco)
En  toda la historia de la salvación, cuando Dios se revela ofrece siempre novedad, trasforma y pide confianza total en Él. La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que verdaderamente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien.
     Preguntémonos hoy: ¿Estamos abiertos a las “sorpresas de Dios”? ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo?        
En la Iglesia, la armonía la hace el Espíritu Santo… Si nos dejamos guiar por el Espíritu, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca provocan conflicto, porque Él nos impulsa a vivir la variedad, la diversidad en la comunión de la Iglesia.
…la Eclesialidad es una característica fundamental para los cristianos, para cada comunidad, para todo movimiento. La Iglesia es quien me trae a Cristo y me lleva a Cristo…
     Preguntémonos: ¿Estoy abierto a la armonía del Espíritu Santo, superando todo exclusivismo? ¿Me dejo guiar por Él viviendo en la Iglesia y con la Iglesia?
Lo que sucedió en Jerusalén hace casi dos mil años no es un hecho lejano, es algo que llega hasta nosotros, que cada uno de nosotros podemos experimentar… Es el Espíritu Paráclito el que da el valor para recorrer los caminos del mundo llevando el Evangelio. El Espíritu Santo nos muestra el horizonte y nos impulsa a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo.
     Preguntémonos si tenemos la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos, en nuestro grupo, o si dejamos que el Espíritu Santo nos conduzca a la misión. 
                                                                                                                                                                      
ORATIO:
“Ven Dios Espíritu Santo”,
   …Y envíanos desde el cielo tu luz para iluminarnos. Sin tu inspiración divina, las gentes, nada podemos y el pecado nos domina.
   …Lava nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos y cura nuestras heridas.
   …Doblega nuestra soberbia, calienta nuestra frialdad, endereza nuestras sendas.
“Ven Dios Espíritu Santo”,
   …Concede, a quienes ponemos en ti nuestra fe y nuestra confianza, tus siete sagrados dones.
   …Danos virtudes y méritos, danos una buena muerte y contigo el gozo eterno".
Amen.

CONTEMPLATIO:
      Ven Espíritu creador de Dios. En tu mundo no hay paz… Despierta en nosotros el respeto a todo ser humano. Haznos constructores de paz. No nos abandones al poder del mal.
      Ven Espíritu liberador de Dios. Libera en nosotros la fuerza para trabajar por un mundo más justo. Haznos más responsables y solidarios. No nos dejes en manos de nuestro egoísmo.
     Ven Espíritu renovador de Dios. Despierta en nosotros la compasión que lucha por la justicia. Enséñanos a defender siempre a los últimos. No nos dejes vivir con un corazón enfermo.
     Ven Espíritu consolador de Dios. Reaviva en nosotros la atención a los que viven sufriendo. Enséñanos a estar más cerca de quienes están más solos. Cúranos de la indiferencia.
     Ven Espíritu bueno de Dios. Despierta en nosotros la fe y la confianza en Ti. Haznos portadores de tu Buena Noticia. No nos dejes huérfanos.
     Ven Espíritu vivificador de Dios. Tus hijos e hijas no sabemos cuidar la vida… Infunde en nosotros tu aliento creador. Haznos caminar hacia una vida más sana.  No nos dejes solos. ¡Sálvanos!

El Espíritu Santo, aun siendo uno solo, único e indivisible en el aspecto, confiere, pese a todo, a cada uno la gracia según su voluntad (cf. 1 Cor 12,11). (…) Y del mismo modo que quienes, sumergidos antes en las tinieblas, han visto de improviso el sol que ilumina el ojo de su cuerpo, pueden ver lo que antes no veían, así quien ha sido hecho digno de recibir el Espíritu Santo queda iluminado en el alma y ve en el orden sobrenatural todo lo que antes no conseguía ver (Cirilo de Jerusalén).