TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 21 de septiembre de 2013

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 22 DE SEPTIEMBRE, 25º DEL TIEMPO ORDINARIO

Usad vuestros talentos con sabiduría


Lucas 16:1-13   En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido"
     El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa".
     Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Este respondió: "Cien barriles de aceite". Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta". Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?". Él contestó: "Cien fanegas de trigo". Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta" Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
     El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».

Otras Lecturas: Amós 8:4-7; Salmo 112; 1 Timoteo 2:1-8

LECTIO:
     Resulta difícil interpretar esta parábola. Como sucede con todas, es importante centrar la atención en la lección fundamental, y no distraerse llevando hasta el extremo las imágenes. Este pasaje puede entenderse a diversos niveles, pero nos centraremos en dos puntos fundamentales...
Jesús nos exhorta a ser administradores fieles de los talentos y recursos que nos ha confiado, en particular nuestro dinero. Debemos usar esos dones con sabiduría o sagacidad. Sin embargo, sería erróneo concluir que Jesús aprueba los medios poco honrados para lograrlo, tal como dejan bien claro otros pasajes de la sagrada escritura (incluyendo la lectura de Amós de este domingo). El otro punto importante es estar atento y saber quién es exactamente tu señor: ¿qué o quién te impulsa? ¿Son los principios de Dios quienes guían nuestras vidas de cada día, o las están configurando más bien la televisión y los medios de comunicación? ¿Estamos de verdad sirviendo a Dios o tan sólo a nosotros mismos? Jesús deja bien claro que tenemos que optar y tomar una decisión: no podemos servir a dos amos

MEDITATIO:
Considera si Dios es tu único señor o si también estás tratando de servir a otros señores. Medita sobre qué o quiénes influyen en lo que piensas o haces cada día.
Considera también en qué medida eres fiel y sensato con los recursos que Dios te ha confiado.
Pídele a Dios que te muestre de qué manera puedes bendecir a los demás con tu tiempo y tus posesiones

ORATIO:
   Utiliza 1 Timoteo 2:1-8 como punto de partida para tus oraciones de este día. Se nos recomienda que recemos por nuestros dirigentes y autoridades. Pídele a Dios que los guíe y les ayude a utilizar sabiamente su poder. También se nos insta a rezar por la libertad para practicar la propia fe.
     ¿Por qué no aprovechar esta ocasión para rezar por aquellos que viven en países donde es difícil y peligroso vivir como cristiano?

CONTEMPLATIO:
     Lee Amós 8:4-7 y considera el entrañable amor de Dios hacia los pobres y los explotados por los demás. ¿Dispones de algún medio práctico para responder a esa llamada?
Dichosos los que trabajan por la paz
De un sermón atribuido a san Pedro Crisólogo

     Bienaventurados los que trabajan por la paz -dice el evangelista, amadísimos hermanos-, porque ellos se llamarán hijos de Dios. Con razón cobran especial lozanía las virtudes cristianas en aquel que posee la armonía de la paz cristiana, y no se llega a la denominación de hijo de Dios si no es a través de la práctica de la paz.
     La paz, amadísimos hermanos, es la que despoja al hombre de su condición de esclavo y le otorga el nombre de libre y cambia su situación ante Dios, convirtiéndolo de criado en hijo, de siervo en hombre libre. La paz entre los hermanos es la realización de la voluntad divina, el gozo de Cristo, la perfección de la santidad, la norma de la justicia, la maestra de la doctrina, la guarda de las buenas costumbres, la que regula convenientemente todos nuestros actos. La paz recomienda nuestras peticiones ante Dios y es el camino más fácil para que obtengan su efecto, haciendo así que se vean colmados todos nuestros deseos legítimos. La paz es madre del amor, vínculo de la concordia e indicio manifiesto de la pureza de nuestra mente; ella alcanza de Dios todo lo que quiere, ya que su petición es siempre eficaz. Cristo, el Señor, nuestro rey, es quien nos manda conservar esta paz, ya que él ha dicho: La paz os dejo, mi paz os doy, lo que equivale a decir: «Os dejo en paz, y quiero encontraros en paz»; lo que nos dio al marchar quiere encontrarlo en todos cuando vuelva. El mandamiento celestial nos obliga a conservar esta paz que se nos ha dado, y el deseo de Cristo puede resumirse en pocas palabras: volver a encontrar lo que nos ha dejado. Plantar y hacer arraigar la paz es cosa de Dios; arrancarla de raíz es cosa del enemigo. En efecto, así como el amor fraterno procede de Dios, así el odio procede del demonio; por esto, debemos apartar de nosotros toda clase de odio, pues dice la Escritura: El que odia a su hermano es un homicida.
     Veis, pues, hermanos muy amados, la razón por la que hay que procurar y buscar la paz y la concordia; estas virtudes son las que engendran y alimentan la caridad. Sabéis, como dice san Juan, que el amor es de Dios; por consiguiente, el que no tiene este amor vive apartado de Dios.

     Observemos, por tanto, hermanos, estos mandamientos de vida; hagamos por mantenernos unidos en el amor fraterno, mediante los vínculos de una paz profunda y el nexo saludable de la caridad, que cubre la multitud de los pecados. Todo vuestro afán ha de ser la consecución de este amor, capaz de alcanzar todo bien y todo premio. La paz es la virtud que hay que guardar con más empeño, ya que Dios está siempre rodeado de una atmósfera de paz. Amad la paz, y hallaréis en todo la tranquilidad del espíritu; de este modo, aseguráis vuestro premio y vuestro gozo, y la Iglesia de Dios, fundamentada en la unidad de la paz, se mantendrá fiel a las enseñanzas de Cristo.
Coptos del siglo XXI


Estimados benefactores y amigos:
     Egipto está sufriendo en los últimos años una situación de revueltas políticas y sociales que afecta especialmente a los grupos más vulnerables, entre ellos la minoría cristiana, que supone un 10% de la población. Los coptos, que durante regímenes políticos anteriores sufrieron graves discriminaciones, ahora se sienten amenazados por los islamistas radicales que les acosan y atacan, aprovechando el caos que vive el país.
     Se estima que cerca de 80 iglesias y centenares de casas y de comercios de cristianos han sido saqueados o destruidos en diferentes zonas del país. En estas circunstancias, el Patriarca de la Iglesia copto-católica, Ibrahim IsaakSedrak, nos ha dirigido una carta en la que expresa: "Hemos recibido bastantes amenazas y rogamos a Dios que proteja las iglesias, a las personas y al país". Y nos dirige dos peticiones muy especiales:
     En primer lugar, ayuda económica para construir un muro alrededor de la catedral de Alejandría y que los que acuden al templo puedan sentir la seguridad de no ser apedreados u objeto de un atentado… La segunda petición nos toca el lado más humano. Se trata de ayudar a familias que han perdido su fuente de ingresos porque los radicales han destrozado sus comercios.

¡Atendamos a este grito de socorro! y no olvidemos rezar por ellos para que Dios les dé un futuro en paz y libertad.

Javier Menéndez Ros Director de AIN – España
                                                                   Madrid, 12 de septiembre de 2013        





   Proceden de los mismísimos faraones, pero entre persecución y persecución -desde los romanos a la actualidad-, los cristianos coptos egipcios han quedado relegados a minoría marginada, aunque sean unos ocho millones. Su historia es apasionante:

     Alguien ha dicho alguna vez  que los coptos no son más que chivos expiatorios de una sociedad que necesita encontrar un culpable. El más fácil y cercano, Occidente. Y a ojos de un musulmán, quizá nada más occidental que un cristiano, nada más lejano de la pureza y derechez del islam que un cristiano.
     Los coptos, esos cristianos atávicos, de catacumba y monjes primigenios, son hoy erróneamente identificados en Egipto con la prosperidad de un Occidente que en realidad se desmorona dramáticamente, casi como un moderno imperio romano, frente a la rabia de un Oriente joven y potente en el que las masas, espirituales y hambrientas, rugen de desesperación. Nobles, cultos y arrinconados Los coptos no representan hoy más que entre el 6 y el 10% de la población egipcia, unos ocho millones de seres para una población de 82. Sin embargo, están en la esencia misma del origen de este pueblo; los coptos son el corazón y el mismo alma del Egipto actual De hecho, su historia la encierra su propio nombre, el término copto procede del griego azgyptíos, que simplemente significa egipcio, sincopado después en kuptios. Después, la palabra pasó al árabe como qub o qíbyya de ahí a su denominación castellana.
    Los siglos de persecuciones, primero a manos de los romanos, después de Bizancio y más tarde por los musulmanes árabes     -ya fueran otomanos, los primeros que prohibieron la construcción de templos de la fe cristiana en territorio egipcio, o bereberes- han dejado rastro no sólo en el imaginario de estos cristianos árabes, sino en su arte y su literatura. Los templos coptos están plagados de pinturas y artesonados que recuerdan Matanzas y persecuciones y su propia historia y literatura religiosa se divide por épocas del sufrimiento, como el siglo III, la Edad del Martirio, o el siglo VII, la Era de las grandes Tribulaciones.
     Evangelizados por San Marcos, muchas de las familias coptas que hoy viven en Egipto, sobre todo en Alejandría, descienden directamente de los faraones.
     Hubo un tiempo en que la mayoría de la población egipcia era copta, tanto que en El Cairo o en Alejandría se hablaba su idioma litúrgico, el copto, una lejana lengua vernácula que ya se hablaba en época de Ptolomeo y que apenas ha cambiado desde entonces, al igual que su alfabeto. La célebre escuela de Alejandría, cuna de genios de la ciencia, la religión, las matemáticas y dónde nació el braille -con letras esculpidas en madera- o el sistema del comentario de texto, fue famosa por ellos, que la poblaron y mantuvieron durante siglos.
     La fe de los coptos desciende directamente de San Marcos, uno de los cuatro evangelistas, mártir en Alejandría en el 68 d. C cuando, apresado por la soldadesca romana, fue muerto y arrastrado por las calles con la cabeza a ras de suelo. Sus seguidores, miembros de la Iglesia Copta, pasaron a denominarse de esta manera después del gran cisma de Oriente en 471.
     La emigración es la dolorosa salida para un pueblo que accede sólo a puestos míseros, los coptos egipcios han vivido una penosa travesía que les ha llevado a no tener acceso a trabajos de calidad: no hay ningún cargo de responsabilidad pública, ningún potítkxi copto, ningún personaje público, cero representatividad para casi 10 millones de ciudadanos. Hoy, la indefensión frente, no ya a las agresiones que desde años atrás son comunes, sino a las bombas puestas en sus iglesias y a los atentados que han acabado con la vida de cientos de personas, es total.
                                                                                                               ÉPOCA 129 Ana Dávila
Domingo 30 de octubre de 2011




Los católicos perseguidos necesitan tu ayuda
Ayuda a la Iglesia Necesitada

sábado, 14 de septiembre de 2013

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 15 DE SEPTIEMBRE, 24º DEL TIEMPO ORDINARIO

Alegría en el cielo


Lucas 15:1-10      En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publícanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido" Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido" Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
Otras Lecturas: Éxodo 32:7-11, 13-14; Salmo 50; Timoteo 1:12-17

LECTIO:
     Una vez más, las ‘autoridades’ religiosas se sienten ultrajadas. Lucas nos dice que los dirigentes religiosos criticaban a Jesús por su actitud de amistad hacia los ‘pecadores’. Los recaudadores de impuestos encabezaban la ‘lista de pecadores’. Los judíos los odiaban porque recogían el dinero para los ocupantes paganos, los romanos. De hecho, uno de los propios discípulos de Jesús había sido en otro tiempo recaudador de impuestos: Levi, al que tradicionalmente se ha identificado con Mateo (Marcos 2:13-17).
     En Lucas 15, Jesús les propone a los fariseos tres parábolas: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo. La parábola de la oveja perdida pone de relieve a qué extremos será capaz de llegar el pastor para recobrar a una oveja que se le ha descarriado del rebaño, y la enorme alegría cuando encuentra a la oveja perdida y esta vuelve a estar bajo sus cuidados y su protección. La parábola de la moneda perdida corrobora esa misma idea. Una vez más, se ha perdido algo de valor. La mujer se pone a buscar por todas partes hasta encontrarla. Poco importa el hecho de que tenga otras nueve monedas: se ha perdido una, y hay que hallarla. Tanto el pastor como la mujer se llenan de gozo cuando recuperan lo que se les había perdido. De manera semejante, todo el cielo se alegra cuando se arrepiente un pecador: se ha restablecido una relación que estaba rota. El hijo perdido (‘pródigo’ según le llama la tradición) es el protagonista de la tercera parábola. Regresa como pordiosero después de haber dilapidado su herencia. Vuelve arrepentido y lo único que espera es que su padre le trate como a uno de sus criados. El padre anhelaba el regreso de su hijo. Sale corriendo a recibirle con los brazos abiertos. Y se prepara una gran celebración. La reacción del hermano mayor nos devuelve directamente a la respuesta de los fariseos. Jesús se acerca a los pecadores y celebra con ellos su arrepentimiento.
      Aconseja a sus oyentes (y a nosotros) que no nos sintamos justos ni actuemos como si fuésemos mejores que los demás. Todos dependemos de la misericordia y del perdón de Dios.

MEDITATIO:
¿Qué aspectos de estas tres parábolas te impresionan más?
Considera las actitudes de los fariseos, del pastor, la mujer y el padre. ¿Qué podemos aprender de ellas?
Medita sobre este versículo: “Esto es muy cierto y todos deben creerlo: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.” (1 Timoteo 1:15).

ORATIO:
     Utiliza las palabras del Salmo 50 como oración personal. Dale gracias a dios por su inmensa misericordia.
     Reza para que las ‘ovejas perdidas’ vuelvan a Jesús. Puede que el Espíritu santo te sugiera a alguien en particular por quien rezar.

CONTEMPLATIO:
     Considera el papel del pastor y las distancias que ha de recorrer en busca de su oveja. Deja que nuestro Buen Pastor te acoja con su amor.
Cinco caminos de penitencia
San Juan Crisóstomo, Homilía 2,6 sobre el diablo tentador



     ¿Queréis que os recuerde los diversos caminos de penitencia? Hay ciertamente muchos, distintos y diferentes, y todos ellos conducen al cielo.

     El primer camino de penitencia consiste en la acusación de los pecados: Confiesa primero tus pecados, y serás justificado. Por eso dice el salmista: Propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Condena, pues, tú mismo, aquello en lo que pecaste, y esta confesión te obtendrá el perdón ante el Señor, pues, quien condena aquello en lo que faltó, con más dificultad volverá a cometerlo; haz que tu conciencia esté siempre despierta y sea como tu acusador doméstico, y así no tendrás quien te acuse ante el tribunal de Dios.

     Éste es un primer y óptimo camino de penitencia; hay también otro, no inferior al primero, que consiste en perdonar las ofensas que hemos recibido de nuestros enemigos, de tal forma que, poniendo a raya nuestra ira, olvidemos las faltas de nuestros hermanos; obrando así, obtendremos que Dios perdone aquellas deudas que ante él hemos contraído; he aquí, pues, un segundo modo de expiar nuestras culpas. Porque si perdonáis a los demás sus culpas -dice el Señor-, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros.

     ¿Quieres conocer un tercer camino de penitencia? Lo tienes en la oración ferviente y continuada, que brota de lo íntimo del corazón.

     Si deseas que te hable aún de un cuarto camino, te diré que lo tienes en la limosna: ella posee una grande y extraordinaria virtualidad. También, si eres humilde y obras con modestia, en este proceder encontrarás, no menos que en cuanto hemos dicho hasta aquí, un modo de destruir el pecado. De ello tienes un ejemplo en aquel publicano, que, si bien no pudo recordar ante Dios su buena conducta, en lugar de buenas obras presentó su humildad y se vio descargado del gran peso de sus muchos pecados.

     Te he recordado, pues, cinco caminos de penitencia: primero, la acusación de los pecados; segundo, el perdonar las ofensas de nuestro prójimo; tercero, la oración; cuarto, la limosna; y quinto, la humildad.
     No te quedes, por tanto, ocioso, antes procura caminar cada día por la senda de estos caminos: ello, en efecto, resulta fácil, y no te puedes excusar aduciendo tu pobreza, pues, aunque vivieres en gran penuria, podrías deponer tu ira y mostrarte humilde, podrías orar asiduamente y confesar tus pecados; la pobreza no es obstáculo para dedicarte a estas prácticas. Pero, ¿qué estoy diciendo? La pobreza no impide de ninguna manera el andar por aquel camino de penitencia que consiste en seguir el mandato del Señor, distribuyendo los propios bienes --hablo de la limosna--, pues esto lo realizó incluso aquella viuda pobre que dio sus dos pequeñas monedas.
     Ya que has aprendido con estas palabras a sanar tus heridas, decídete a usar de estas medicinas, y así, recuperada ya tu salud, podrás acercarte confiado a la mesa santa y salir con gran gloria al encuentro del Señor, rey de la gloria, y alcanzar los bienes eternos por la gracia, la misericordia y la benignidad de nuestro Señor Jesucristo.

INVITACIÓN PERSONAL PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA


viernes, 6 de septiembre de 2013

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 8 DE SEPTIEMBRE, 23º DEL TIEMPO ORDINARIO

Lo que exige ser discípulo


Lucas 14:25-33    En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, sí quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: «Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar». ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar sí con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Otras Lecturas: Sabiduría 9:13-18; Salmo 89; Filemón 9-10, 12-17

LECTIO:
     Jesús está hablando a la gente que le rodea sobre los desafíos que conlleva el hecho de ser discípulo. Muchos le siguen tan sólo porque es un maestro popular. Pero los discípulos sabían que las dificultades le seguían muy de cerca. Ya estaban experimentando cierto nivel de persecución por parte de las autoridades religiosas.
     En toda relación llega un momento en que es necesario plantearse el seguir adelante en serio o dejarla. Y es precisamente de eso de lo que Jesús nos habla este domingo. La vida cristiana no está hecha para quienes buscan popularidad o desean pasar un buen rato sin asumir responsabilidades. A medida que Jesús explica su postura, ésta se vuelve más exigente. Lo que parece bueno puede dañar nuestra relación con el cielo. Jesús nos insta a que volvamos a pensárnoslo. Nada puede entorpecer nuestra relación con él. Así que el padre o la madre, el esposo o la esposa, nuestros hijos y nuestras propias necesidades y deseos deben ocupar un segundo lugar frente a la voluntad de Jesús. Es así como estaba establecida la relación de Jesús con su amado Padre.
     Sorprendentemente, tenemos que estar deseosos de someter nuestras vidas hasta el punto de ser en cierto modo crucificados. Se trata de algo muy doloroso. Nuestra vocación consiste en llevar a cabo la voluntad de Jesús a pesar de la humillación o el sufrimiento que suponga. Nuestros caminos egoístas deben someterse a la voluntad de Dios. Este género de vida abarca todas las áreas de la existencia y la configura al estilo de Jesús. Y está todo en juego. Por esa razón Jesús utiliza unas imágenes tan fuertes y gráficas para hacer que sopesemos los costes antes de emprender el camino de convertirnos en discípulos suyos.
     En Juan 6:43-71, las gentes se horrorizaron ante ciertos aspectos de la enseñanza de Jesús, de tal manera que muchos le abandonaron. Jesús deja muy claro que, humanamente hablando, es imposible seguirle. Sólo es posible mediante el Espíritu de Dios. Y en Juan 6:65, Jesús afirma que nadie puede venir a mí, si el Padre no le trae.

MEDITATIO:
¿Qué es lo que más te impacta al leer estos versículos? ¿Hay algún aspecto concreto de tu vida que no cuadre con la enseñanza de Jesús?

ORATIO:
     Con toda humildad, pásate cierto tiempo con Dios. Pídele que te ayude a someterle todo cuanto hay en tu vida. Pídele al Espíritu Santo que te conceda la fuerza y la gracia necesarias para seguir a Jesús con todas sus consecuencias. Mantén fijos los ojos en Jesús.  1 Tesalonicenses 5:23-24 nos proporciona mucho ánimo: ‘Que Dios mismo, el Dios de paz, os haga perfectamente santos, y os conserve todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sin defecto alguno, para el regreso de nuestro Señor Jesucristo. El que os ha llamado es fiel, y lo cumplirá.’.

CONTEMPLATIO:
     Piensa en el ejemplo que nos ofrece el mismo Jesús: vivir una existencia sometida por completo a Dios. También conocía el amor absoluto de Dios hacia él.
     Considera los sufrimientos que padeció Jesús en la cruz para que podamos vivir una vida libre de pecado y agradable a Dios.