TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 27 de febrero de 2021

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 28 DE FEBRERO DEL 2021, 2º DE CUARESMA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

 « ÉSTE ES MI HIJO AMADO… ESCUCHADLO»

 

Mc. 9. 2-10

 

     En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, ¡Qué bien estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra Moisés y otra para Elías". En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.

   Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo amado, escuchadlo". En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de "resucitar de entre los muertos".

 

Otras Lecturas: Génesis 22,1-2.9-13.15-18; Salmo 115; Romanos 8,31b-34

 LECTIO:

     El segundo domingo de cuaresma es el domingo de la transfiguración del Señor. “Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos”. Es una escena evangélica muy atrayente, yo diría incluso fascinante. Se presenta Jesús con Elías y Moisés y deja traslucir en su rostro y en sus vestidos el fulgor de su divinidad. Se trata de una teofanía, esto es, de una manifestación de la divinidad en la carne humana de Cristo.

     La reacción de los apóstoles fue de asombro superlativo, quedaron encandilados al verle, se sentían atraídos como se sintió Moisés ante la zarza ardiente en el monte Sinaí. Y Pedro exclamó: “¡Qué bien se está aquí!”. Cuando Dios se revela, cuando Dios se comunica, el corazón humano experimenta una gran paz, como una gran plenitud. El corazón humano está hecho para Dios y cuando Dios se le revela, experimenta un gozo que supera todo otro deleite. Eso será el cielo, del que Dios nos da sus anticipos en la tierra. Es la consolación espiritual, que tantas veces nos visita y nos da fuerzas para afrontar las dificultades que vinieren.

     Este Jesús de los evangelios aparece en esta escena como prolongación del bautismo en el Jordán, donde la teofanía fue parecida a esta del Tabor. También allí se oía la voz del Padre, envolviendo a Jesús con el Espíritu Santo y presentándolo con las mismas palabras: “Este es mi Hijo amado, escuchadlo”… (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)

 MEDITATIO:  

     El Evangelio hoy, segundo domingo de Cuaresma, nos invita a contemplar la transfiguración de Jesús. Este episodio está ligado a lo que sucedió seis días antes, cuando Jesús había desvelado a sus discípulos que en Jerusalén debería «sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitado a los tres días». (Papa Francisco)

     Este anuncio había puesto en crisis a Pedro y a todo el grupo de discípulos, que rechazaban la idea de que Jesús terminara rechazado por los jefes del pueblo y después matado. Ellos, de hecho, esperaban a un Mesías poderoso, fuerte, dominador; en cambio, Jesús se presenta como humilde, como manso, siervo de Dios, siervo de los hombres, que deberá entregar su vida en sacrificio, pasando por el camino de la persecución, del sufrimiento y de la muerte. Pero ¿cómo poder seguir a un Maestro y Mesías cuya vivencia terrenal terminaría de ese modo? (Papa Francisco)

   La transfiguración ayuda a los discípulos, y también a nosotros, a entender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero es sobre todo un regalo de amor, de amor infinito por parte de Jesús. (Papa Francisco)

     El evento de Jesús transfigurándose sobre el monte nos hace entender mejor también su resurrección. Para entender el misterio de la cruz es necesario saber con antelación que el que sufre y que es glorificado no es solamente un hombre, sino el Hijo de Dios, que con su amor fiel hasta la muerte nos ha salvado. El padre renueva así su declaración mesiánica sobre el Hijo, ya hecha en la orilla del Jordán después del bautismo y exhorta: «Escuchadle». (Papa Francisco)

 ORATIO:

     Gracias, Padre Bueno, porque así te ha parecido bien, revelarnos en Cristo Jesús el amor que le tienes y en Él revelarnos que nos quieres y que quieres que seamos obedientes.

Que nos dejemos siempre iluminar

por el resplandor de tu luz

y por la energía de tu resurrección.

 CONTEMPLATIO:

«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí!»

 

   Camino de la Pascua, la transfiguración viene a mostrarnos la meta, para que se nos haga llevadero el camino. A dónde nos dirigimos cuando hemos empezado el camino de la ascesis cuaresmal, en la que tan pronto nos cansamos. Teniendo en el horizonte la meta, la dureza del camino no nos eche para atrás. Es lo que hizo Jesús con sus tres apóstoles. Después de haberles anunciado su muerte en la Cruz, subió a la montaña alta y allí les mostró el resplandor de su luz para testimoniar de acuerdo con la ley y los profetas que por la pasión se llega a la gloria de la resurrección, como dice el prefacio de este domingo.

     Estamos llamados a esa transfiguración, nuestra vida irá cambiando por la acción del Espíritu Santo hasta convertirnos en una criatura nueva, hasta hacernos parecidos a Jesús. En eso consistirá la resurrección, que nos transformará incluso en nuestro cuerpo. La transfiguración del Señor encandila nuestros sentidos y por la fuerza de su atracción salimos de nuestros esquemas y de nuestras estrecheces y se nos abre un horizonte amplio, lleno de luz y de libertad [...]

     Eso es la cuaresma, todo un entrenamiento en la vida cristiana, fascinados por Cristo resucitado, atraídos por la fuerza de su Cruz, con la esperanza de que en nosotros se produzca un cambio, una metamorfosis, una transfiguración como la que aparece en el monte Tabor. Hemos nacido para ser divinizados. (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)

 

 

   Por lo demás y al margen de este admirable y arcano espectáculo de la gloria de Cristo, ocurrió además otro hecho útil y necesario para consolidar la fe en Cristo, no sólo de los discípulos, sino también de nosotros mismos. Allí, en lo alto, resonó efectivamente la voz del Padre que decía: Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo. (S. Cirilo de Alejandría)

 

viernes, 26 de febrero de 2021

 DECÁLOGOS DE CUARESMA:



   LA CUARESMA …

ha sido siempre el tiempo litúrgico más caracterizado del cristianismo. Es un conjunto de cuarenta días, cuya razón de ser originaria fue la de imitar el ayuno previo del Señor al comienzo de su ministerio apostólico.

es privilegio aptísimo para vivir en y de la Palabra de Dios. Vivir en y de la Palabra significa leerla, rezarla, meditarla, abrirse a ella, confrontarse con ella, poner a su tamiz y a su luz nuestra propia existencia. Llenarse de ella para sea la música y la letra de la pletina de nuestra alma y de la partitura de nuestro corazón.

Toda la liturgia de la cuaresma, tanto en sus aspectos rituales como en la misma liturgia de la palabra, está transida de hermosísimos símbolos que ayuden y hagan visible el camino cristiano de la conversión. Estos símbolos son el desierto, la luz, la salud, el agua, el perdón, la liberación, la cruz y la resurrección.

Los personajes bíblicos que iluminan el camino cuaresmal son José hijo de Jacob, Ester, la casta Susana, Jeremías, el ciego de nacimiento, el hijo pródigo, el padre del hijo pródigo, la samaritana, la mujer adúltera y arrepentida, Zaqueo, el buen ladrón… y, sobre todo, Jesús de Nazaret.

La cuaresma encuentra en la oración la más apropiada de sus atmósferas y de sus escuelas. La oración cuaresmal debe más frecuente y habitual. Su tonalidad propia es la humildad, la insistencia, la confianza. Es oración de súplica y de petición. La oración cristiana de la cuaresma debe intensificar sus dimensiones bíblica y litúrgica, de gran riqueza, variedad, matices y contenidos durante los cuarenta días de este tiempo. En este sentido, la oración litúrgica ha de ser más pausada, sencilla, cordial, humilde, pobre, seria y profunda.

El ayuno es el segundo camino cuaresmal, según el Papa San León Magno. Se trata del ayuno del hombre viejo, del ayuno del pecado, de la renuncia a los propios caminos para abrazar los caminos de Jesucristo. Se trata de privarnos de algo en favor de alguien necesitado, que podemos nosotros mismos o nuestro prójimo. El ayuno no es, pues, una ejercitación meramente voluntarista o hasta masoquista. Es una opción de purificación y de intercesión.

La vigente normativa eclesiástica de la abstinencia de carne durante todos los viernes de cuaresma y del ayuno y de la abstinencia el miércoles de ceniza y el viernes santo pueden ayudarnos a recorrer esta segunda vía cuaresmal y penitencial, antes citada.

La limosna, la caridad, la solidaridad es el tercero de los caminos tradicionales y permanentes de la cuaresma. ¡Tenemos tantas demandas de justicia para vivir la limosna, la caridad cuaresmal!

La cuaresma es un tiempo para vivir de ella. Es un tiempo para practicarla, para ejercitarla no como un fin en sí mismo sino como un medio, un camino hacia la pascua. Por ello, para recorrer adecuada y cristianamente la cuaresma debemos buscar y desarrollar nuevos espacios oracionales y devocionales. El rezo, antes tan habitual del Vía Crucis, durante, al menos, los viernes de cuaresma, es una praxis que, lejos de haber perdido su vigencia y sentido, debe ser potenciada y recuperada en nuestra Iglesia en medio de una sociedad donde la realidad y el misterio de la cruz siguen presentes y desafiantes. Otras maneras espléndidas y siempre fecundas para recorrer este camino cuaresmal de la oración será practicar algún día de retiro o de ejercicios espirituales, que nos llenarán de fuerza, de gracia y de vida, siempre necesarias para todos y participar en conferencias, charlas y escuelas cuaresmales.

 

Jesús de las Heras Muela

 



sábado, 20 de febrero de 2021

DEL BLOG DEL OBISPO

Oración, ayuno y limosna para abrirnos al amor de Dios



     Tres son las medicinas del alma y condiciones de este proceso penitencial cuaresmal que nos mostró Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18). En primer lugar, la oración, que es diálogo filial con el PadreNo significa exclusivamente recitar plegarias, debe ser sobre todo silencio y recogimiento que nos ilumina para afrontar los desafíos de la superficialidad y tomar las decisiones justas en nuestras vidas. En segundo lugar, el ayuno como una vía de privación que nos hace comprender a los pobres y desprendernos del afán de consumir. Quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. Finalmente, la limosna, que es un ejercicio de la caridad en su sentido más noble: nos da la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido para dejar lo que nos sobra y ejercitar la caridad ayudando a los necesitados. Se trata de compartir lo que tenemos con quien tiene menos, que hoy son tantos, descubrir a los pobres y a los que se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia. […] 

     Recordemos siempre que este itinerario ya está bajo la luz de la Resurrección, que nos hace otear en el horizonte la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, y anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo.

 

Itinerario cuaresmal



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LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 21 DE FEBRERO DEL 2021, 1º DE CUARESMA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

«SE HA CUMPLIDO EL PLAZO…»

 

Mc. 1, 12-15

    En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»


 Otras Lecturas: Génesis 9,8-15; Salmo 24; 1Pedro 3,18-22

 LECTIO:

    El primer domingo de cuaresma es el domingo de las tentaciones de Jesús. Se retiró al desierto, llevado por el Espíritu Santo, para ser tentado, para ser puesto a prueba. La vida entera de Jesús y nuestra propia vida es una vida sometida continuamente a la prueba...  Jesús no necesitaba ser puesto a prueba, pero dejó que el enemigo lo tentara para poder derrotarlo y enseñarnos a nosotros cómo hemos de actuar en nuestra lucha contra Satanás. El demonio se acercó a Jesús en varias ocasiones, se le insinuó de varias maneras. Los evangelios sinópticos tipifican el momento de las tres tentaciones del desierto, al comienzo del ministerio público, pero hay además otros momentos, como cuando Pedro se resiste a ir por el camino de la Cruz o cuando Jesús experimenta la prueba definitiva en la oración del huerto.

     En el programa de Jesús, un capítulo importante es su lucha frontal contra el demonio. Desde el comienzo de su ministerio, se retira cuarenta días para luchar contra él. Y lo vence por la oración y el ayuno, por la escucha de la Palabra, por el rechazo frontal sin admitir negociaciones. “Cuanto más tarde se decide el hombre a resistirle, tanto más débil se hace cada día, y el enemigo contra él más fuerte” (Kempis 13,5)… Nuestra lucha no es contra los poderes de este mundo, sino contra los espíritus del mal (Cf. Ef 6,12), nos recuerda san Pablo. El enemigo es más fuerte que nosotros. Sólo podremos vencerle con el poder de la gracia que viene de Dios,… (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)

 

MEDITATIO:  

   En este primer domingo de Cuaresma, el Evangelio menciona los temas de la tentación, la conversión y la Buena Noticia. Escribe el evangelista Marcos: «El Espíritu le empuja al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentando por Satanás». Jesús va al desierto a prepararse para su misión en el mundo. Él no necesita conversión, pero, en cuanto hombre, debe pasar a través de esta prueba, ya sea por sí mismo, para obedecer a la voluntad del Padre, como por nosotros, para darnos la gracia de vencer las tentaciones.  (Papa Francisco)

     Esta preparación consiste en la lucha contra el espíritu del mal, es decir, contra el diablo. También para nosotros la Cuaresma es un tiempo de lucha espiritual: estamos llamados a afrontar al maligno mediante la oración para ser capaces, con la ayuda de Dios, de vencerlo en nuestra vida cotidiana.  (Papa Francisco)

     Estamos invitados a escuchar con atención y recoger este llamamiento de Jesús a convertirnos y a creer en el Evangelio. Somos exhortados a iniciar con compromiso el camino hacia la Pascua, para acoger cada vez más la gracia de Dios, que quiere transformar el mundo en un reino de justicia, de paz, de fraternidad. (Papa Francisco)

 ORATIO:

  Señor Jesús, reconocemos nuestra debilidad y nuestra fragilidad, sabemos que podemos caer, somos conscientes que sin ti, sucumbimos y desfallecemos, por eso, te pedimos que nos ayudes a ser fuertes en Ti y en tu Palabra para no caer en ninguna tentación.

Abre nuestros corazones a tu Palabra,
sana nuestras heridas del pecado,
ayúdanos a hacer el bien en este mundo.

 CONTEMPLATIO:

«Convertíos y creed en el Evangelio»

   Este tiempo litúrgico nació con una triple e interdependiente finalidad: como preparación intensiva de los que aspiraban al bautismo; como período de conversión de los que necesitaban hacer una penitencia pública por un pecado notorio; y como camino que hacía todo el pueblo de Dios hacia la gran fiesta de la Pascua de Resurrección, corazón del año cristiano.

     Lo que vamos a escuchar de mil modos a lo largo de estos 40 días, es lo que dice el Evangelio de este domingo 1º de cuaresma: “se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed la Buena Noticia” (Mc 1,15).

     En medio de tantas malaventuranzas como nos asedian, de tantas pésimas noticias como nos acorralan, somos invitados a consentir que en nosotros Dios haga acontecer una Buena Noticia: su Reino en nosotros y entre nosotros. Hay que convertirse, creérselo, desearlo. Dejarse empujar por el Espíritu de Dios como Jesús, y con Él aprender que es posible recomenzar. (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).

 

  …   Lo que debe alentar al alma puesta sinceramente en las manos de Dios, a estar siempre apercibida para las tentaciones,… Por eso afirma san Jerónimo que "le es imposible a nuestra alma dejar de ser tentada mientras viva y que, si el mismo Jesucristo nuestro Salvador fue tentado, nadie puede ilusionarse con atravesar el mar tormentoso de la vida sin verse combatido por la tentación. [...] Convenceos de que sería desgracia no pequeña carecer de tentaciones, por ser ello indicio de no vencerse en cosa alguna, y de sucumbir fácilmente en la lucha con las propias pasiones."     (S. Juan Bautista de la Salle) 

jueves, 18 de febrero de 2021

 CONSIGNAS CUARESMALES


El ayuno que Dios quiere:

 

Que dejes de "morder" al prójimo en tus conversaciones

Que no "devores" a nadie comiéndole su fama o sus bienes

Que no hagas gastos superfluos

Que tus inversiones las pongas en la cuenta corriente de los pobres

Que ofrezcas tu tiempo al que te lo pida

Que prefieras servir a ser servido

Que tengas hambre y sed de justicia

Que te comprometas en la lucha contra toda marginación 

Que veas en toda persona un hermano

Que veas en el pobre y el que sufre un sacramento de Cristo.

La ceniza que Dios quiere:

 

Que no te consideres dueño de nada, sino humilde administrador.

Que no te gloríes de tus talentos y los pongas al servicio de los demás.

Que no te creas santo o grande, porque santo y grande sólo  es Dios.

Que quemes tu orgullo y tu egoísmo y te vuelvas más servicial.

Que no te deprimas ni te acobardes, porque Dios es tu victoria.

Que vivas el momento presente sin miedos ni añoranzas.

Que estés siempre abierto a la esperanza.

Que seas sencillo y humilde en el trato con los demás.

Que ores y escuches con fe la Palabra de Dios.

La abstinencia que Dios quiere:

 

Que no seas esclavo del consumo, de los juegos, de la moda

Que te abstengas de tanta televisión

Que no seas esclavo ni del sexo ni del tabaco ni de la bebida ni de nada

Que te abstengas de toda violencia

Que te abstengas de toda palabra hiriente o difamatoria

Que evites todo deseo de venganza o de rencor.

lunes, 15 de febrero de 2021

 EL VATICANO ADAPTA EL RITO DEL MIÉRCOLES DE CENIZA A LA COVID-19


    La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos  ha modificado el rito del  Miércoles de Ceniza adaptándose a este tiempo de coronavirus. Así lo ha explicado en una nota difundida el 12 de enero de 2021 por el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y Monseñor Arthur Roche, Arzobispo Secretario.

    El documento, titulado Imposición de la ceniza en tiempo de pandemia, explica que una vez “pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: «Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás».

  Tras ello, el sacerdote se limpiará las manos y se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Posteriormente, impondrá la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acercará a los fieles que estén de pie, permaneciendo en su lugar. Asimismo, el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada”.

 


¿ES OBLIGATORIA LA IMPOSICIÓN DE LA CENIZA?



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sábado, 13 de febrero de 2021

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 14 DE FEBRERO DEL 2021, 6º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

«QUIERO: QUEDA LIMPIO»

 

Mc. 1. 40-45

 

     En aquel tiempo, se acercó un leproso a Jesús, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio». La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».

    Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

 Otras Lecturas: Levítico 13,1-2.44-46; Salmo 31; 1 Corintios 10,31-111.1

 LECTIO:

     El Evangelio de este domingo VI del tiempo ordinario nos narra el encuentro de Jesús con un leproso en los umbrales de su vida pública. Para la sociedad de tiempos de Jesús, la lepra era consideraba como castigo del pecado. Era la enfermedad más terrible puesto que entonces era incurable. El leproso vivía alejado de la sociedad en cuevas y descampados, fuera del mundo de los sanos. La lepra era «primogénita de la muerte» (Job 18,13). Por esta razón, en el mundo rabínico curar a un leproso era lo mismo que resucitar a un muerto, cosa que sólo Dios podía hacer. (Num 12,1-16) Jesucristo, puede curar la lepra porque es el Hijo de Dios. Así lo entiende el leproso, que se arrodilla ante Jesús con esta súplica llena de humildad y de confianza: Si quieres, puedes limpiarme.

     El acercamiento del leproso a Jesús es sumamente audaz. La Ley de Moisés mandaba excluir a los leprosos de la comunidad. Así lo ordenaba el libro del Levítico: El enfermo de lepra andará con la ropa rasgada y la cabellera desgreñada, con la barba tapada y gritando: «¡Impuro, impuro!». Mientras le dure la afección, seguirá siendo impuro. Es impuro y vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento (Lev 13,45-46). Jesús no rechaza al leproso, ni confirma su exclusión de la sociedad. Como nos dice san Marcos, «compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: ‘Quiero, queda limpio’» (Mc 1,41).

     Los gestos que realiza Jesús nos muestran su humanidad. Jesús no es un teórico de la caridad ni un diletante. Ante el leproso se conmueve. El evangelista Marcos nos da un detalle sumamente importante: Jesús antes de curar al leproso, lo toca. ¡Cuánto tiempo haría que aquel leproso no sentía el contacto cálido de la mano de otra persona! Antes de restaurar su cuerpo enfermo, al tocar al leproso Jesús incluye en su afecto a aquel excluido, establece una relación personal con él y restaura sus relaciones sociales. ¡Quién sabe si a partir de entonces el leproso recién curado se convierte en uno de los seguidores de Jesús! Es un gesto muy común en sus curaciones. Jesús toma de la mano a la suegra de Pedro (Mt 8,15) y a la hija de Jairo (Mt 9,25) antes de sanarlas. Él acaricia los ojos de los ciegos para darles la vista (Mt 20,34). Es seguro que nosotros nunca podremos sanar a nuestros semejantes como Jesús, pero sí podemos tocar, incluir y mostrar afecto. (+ Juan José Asenjo Pelegrina - Arzobispo de Sevilla)

 MEDITATIO:

     «Si quieres, puedes limpiarme». Al oír eso, Jesús sintió compasión. Es muy importante fijar la atención en esta resonancia interior de Jesús… No se entiende la obra de Cristo, no se entiende a Cristo mismo si no se entra en su corazón lleno de compasión y de misericordia. Es esta la que lo empuja a extender la mano hacia aquel hombre enfermo de lepra, a tocarlo y a decirle: «Quiero; queda limpio». El hecho más impactante es que Jesús toca al leproso, porque aquello estaba totalmente prohibido por la ley mosaica. Tocar a un leproso significaba contagiarse también dentro, en el espíritu, y, por lo tanto, quedar impuro. Pero en este caso, la influencia no va del leproso a Jesús para transmitir el contagio, sino de Jesús al leproso para darle la purificación. (Papa Francisco)

   Ninguna enfermedad es causa de impureza: la enfermedad ciertamente involucra a toda la persona, pero de ningún modo afecta o le inhabilita para su relación con Dios. De hecho, una persona enferma puede permanecer aún más unida a Dios. En cambio, el pecado sí que te deja impuro. El egoísmo, la soberbia, la corrupción, esas son las enfermedades del corazón de las cuales es necesario purificarse, dirigiéndose a Jesús como se dirigía el leproso: «Si quieres, puedes limpiarme». (Papa Francisco)

     Ahora, cada uno puede pensar en su corazón, mirar dentro de sí y ver las propias impurezas, los propios pecados. Y cada uno de nosotros con la voz del corazón decir a Jesús: «Si quieres, puedes limpiarme». «Si quieres, puedes limpiarme». (Papa Francisco)

 ORATIO:

     Cristo, tú has santificado el dolor humano con tu vida y con tu Palabra... y nos has asegurado: «Tened ánimo, nadie os podrá arrebatar esta gloria eterna». Lo creemos, Jesús. Pero ayúdanos a seguir adelante en las muchas tribulaciones y cansancios cotidianos.

 

Vengo ante Ti como el leproso, necesito de tu gracia.

Tócame y sáname de todas mis limitaciones: de mi egoísmo, 

de mi soberbia, de mi vanidad, de mi indiferencia.

 CONTEMPLATIO:

     Sigue Marcos presentándonos estos primeros pasos de Jesús. El Señor va desgranando a través de la enseñanza y de los signos su gran objetivo: anunciar el Reino de Dios… Vemos cómo Jesús salta las barreras sociorreligiosas (escucha al leproso, atiende al marginal, toca al intocable, y compasivo, le cura). Preside la misericordia entrañable de esa luz de Dios que vino a disipar toda oscuridad. Y termina el relato con la “desobediencia” de este hombre a la advertencia de Jesús de no decírselo a nadie: comunicará a todos, y con gran fuerza, lo que a él le había ocurrido, haciendo del hecho una proclamación o predicación, es decir, lo mismo (se emplea el mismo verbo) que hacía Jesús por toda Galilea.

     Esto es algo que siempre ha sucedido en la historia de la salvación cristiana: cuando alguien ha sido tocado por la Gracia liberadora del Señor, el testimonio es imparable, sin pose ni fingimiento, como les pasó a los primeros discípulos que vieron a Jesús, que al encontrar a Simón le dirán: “hemos visto al Mesías”… La pregunta que nos hacemos ante tantos otros leprosos y tantas otras lepras modernas (soledad, depresión, ateísmo, secularización, hambre, injusticia, guerra, sida...), es cómo podría tocar hoy Jesús toda esta realidad. Y la respuesta que nos da la historia cristiana es siempre la misma: con nuestras manos. No hay otras manos. Así lo dispuso Él.  (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).

 

 

   Si nuestro Señor Jesucristo no hubiera curado todas las pasiones del hombre, pues para eso había venido, no habría subido a la cruz. En efecto, antes de venir nuestro Señor en la carne (Timoteo 3,16)el hombre estaba cojo, tullido, ciego, sordo, leproso, paralítico, estaba muerto por todo lo que está en contra de la naturaleza; pero cuando nuestro Señor Jesús vino, tuvo misericordia y vino por nosotros, resucitó al muerto, hizo ver al ciego, hablar al mudo, oír al sordo, enderezó al tullido, hizo andar al cojo, purificó al leproso, levantó al paralítico, y resucitó al hombre nuevo (Efesios 4,24)libre de toda enfermedad, y entonces subió a la cruz. (Isaías de Gaza)