TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 26 de mayo de 2018

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 27 DE MAYO DE 2018, SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (Comentario de +Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)



«SABED QUE ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS, HASTA EL FINAL DE LOS TIEMPOS»

Mt. 28. 16-20

     En aquel tiempo, Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
     «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

Otras Lecturas: Deuteronomio  4,32-34.39-40; Salmo 32; Romanos 8,14-17

LECTIO:
     La fiesta de este domingo y las lecturas bíblicas de su misa, nos permiten reconocer algunos de los rasgos de la imagen de Dios a la cual debemos asemejarnos. …Dios es comunión de Personas, Compañía amable y amante. Por eso no es bueno que el hombre esté solo: no porque un hombre solo se puede aburrir sino porque no puede vivirse y desvivirse a imagen de su Creador.
     La primera lectura de esta fiesta dice que sólo hay un único Dios, el cual nos manda guardar los mandamientos para que seamos felices. Y ese Dios nos propone un determinado modo de vivir para que realmente alcance nuestro corazón aquello para lo cual nació: la felicidad… nos ha hecho hijos suyos, nos ha adentrado en su hogar y nos ha hermanado a su propio Hijo Unigénito.
     Por eso podemos decir en verdad ¡Padre! por la fuerza del Espíritu. Y tan es verdad que somos hermanos de Jesús, que hemos heredado su misión como Él mismo dice a los suyos en su despedida: adentrad a todos en el hogar trinitario, bautizadlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñadles a ser felices según Dios, enseñadles lo que yo os he mandado.
           
MEDITATIO:
     Jesús nos reveló este misterio  de la Santísima Trinidad. Él nos habló de Dios como Padre; nos habló del Espíritu; y nos habló de sí mismo como Hijo de Dios. Y así nos reveló este misterio. (Papa Francisco)
     Y cuando, resucitado, envió a los discípulos a evangelizar a todos los pueblos les dijo que los bautizaran «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Este mandato… lo dirige también a cada uno de nosotros que, en virtud del Bautismo, formamos parte de su comunidad. (Papa Francisco)
     Por lo tanto, la solemnidad litúrgica de hoy, al tiempo que nos hace contemplar el misterio estupendo del cual provenimos y hacia el cual vamos, nos renueva la misión de vivir la comunión con Dios y vivir la comunión entre nosotros según el modelo de la comunión divina. (Papa Francisco)
     En una palabra, se nos encomienda la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más familia, capaces de reflejar el esplendor de la Trinidad y evangelizar, no sólo con las palabras, sino con la fuerza del amor de Dios que habita en nosotros. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro, ayúdame a olvidarme de mí por completo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si ya mi alma estuviera en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz ni hacerme salir de ti.


Tú lo eres todo, y en esa inmensidad sólo hay amor.
Un amor que me desborda, me construye y me recrea.
Un amor que se da y que espera.
Un amor que, por encima de todo, me salva.

CONTEMPLATIO:
"Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo"

     Llegar a ser discípulos: El discípulo convive con el maestro y aprende de él en la convivencia cotidiana. Forma comunidad con el maestro y lo sigue, tratando de imitar su modo de vivir y de convivir. Discípulo es aquella persona que no absolutiza su propio pensamiento, sino que está siempre dispuesto a aprender. Como el "siervo de Yahvé", el discípulo, él o ella, afinan el oído para escuchar lo que Dios ha de decir.
     Bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: Ser bautizado significaba y significa asumir públicamente el compromiso de vivir la Buena Noticia que Jesús nos ha dado: revelar a través de la fraternidad profética que Dios es Padre y luchar porque se superen las divisiones y las separaciones entre los hombres y afirmar que todos somos hijos e hijas de Dios. ¡Somos cristianos porque fuimos bautizados en el nombre de la Santísima Trinidad! Desde la pila de nuestro bautismo somos hijos de nuestro gran Padre Dios, que se nos dio a conocer en tres personas distintas.

"Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos nuestra morada".


  Oh mi Cristo amado, crucificado por amor, yo quisiera ser una esposa para tu corazón; quisiera cubrirte de gloria, quisiera amarte... hasta morir…  Ven a mí como Adorador, como Reparador y como Salvador [] Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero convertirme totalmente en deseo de saber para aprender todo de ti; y después, a través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas las impotencias, quiero fijarte siempre y permanecer bajo tu gran luz []Oh Fuego que consume, Espíritu de amor, ven a mí a fin de que se produzca en mi alma como una encarnación del Verbo; que yo le sea una humanidad añadida en la que él renueve todo su misterio. Y tú, Padre, inclínate sobre tu pobre y pequeña criatura, cúbrela con tu sombra, no veas en ella más que al Bienamado en el que has puesto todas tus complacencias… (Isabel de la Trinidad).
                            

viernes, 25 de mayo de 2018

27 de mayo, Jornada Pro Orantibus:



     El domingo 27 de mayo, solemnidad de la Santísima Trinidad, se celebra la Jornada Pro Orantibus. Los obispos españoles, en el Año Jubilar Teresiano, proponen como lema la invitación de Santa Teresa, Solo quiero que le miréis a Él. Además manifiestan “el agradecimiento y, a la vez, el apoyo paternal a los innumerables hombres y mujeres que esparcidos por la geografía española mantienen vivo el ideal religioso de la vida contemplativa”.
     En España, según datos de diciembre de 2017, hay 801 monasterios de vida contemplativa (35 masculinos y 766 femeninos) y 9.195 religiosos y religiosas (340 masculinos y 8.855 femeninas).
     Según los datos que se están recopilando, en los monasterios españoles hay aproximadamente 150 postulantes; 250 novicias y 450 profesas temporales. En las congregaciones religiosas femeninas habría alrededor de un 26% de extranjeras.
     En esta jornada de la vida contemplativa, que la Iglesia en España celebra el domingo de la Santísima Trinidad, invitamos a todos los hombres y mujeres que, siguiendo la invitación divina, han asumido esta forma de consagración, a buscar a Cristo en su propio corazón y descubrirse ellos mismos en el Corazón de Cristo. Así serán auténticos testimonios para todos los fieles y para el mundo entero. Los monasterios contemplativos son lugares de oración para todos los cristianos. Nos hacen este gran favor, sea cual sea nuestra vocación: propiciar un clima de silencio y oración, particularmente en la oración litúrgica, en la que ellos y ellas viven continuamente. Valoremos este gran servicio al pueblo de Dios, y sostengamos nuestros monasterios con nuestro apoyo, nuestra oración, e incluso con nuestra ayuda material.


«GAUDETE ET EXSULTATE»: GUÍA EN 35 PUNTOS PARA SER SANTOS (IV)



   18.- Ponte con Dios, haz camino con Él, mejora poco a poco
     "La gracia, precisamente porque supone nuestra naturaleza, no nos hace superhombres de golpe", avisa el Papa. "De ordinario, nos toma y transforma de forma progresiva", detalla.
     "En cualquier caso, como enseñaba san Agustín, Dios te invita a hacer lo que puedas y a pedir lo que no puedas; o bien a decirle al Señor humildemente: «Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras»", añade el Pontífice.
     La clave está, dice, en ponernos cerca de Dios y dejarnos transformar poco a poco por Él: "Si ya no ponemos distancias frente a Dios y vivimos en su presencia, podremos permitirle que examine nuestro corazón para ver si va por el camino correcto. Así conoceremos la voluntad agradable y perfecta del Señor y dejaremos que él nos moldee como un alfarero".
     Más adelante insiste en ello: "Lo primero es pertenecer a Dios. Se trata de ofrecernos a él que nos primerea, de entregarle nuestras capacidades, nuestro empeño, nuestra lucha contra el mal y nuestra creatividad, para que su don gratuito crezca y se desarrolle en nosotros".

   19.-  Nos justifica la gracia, no las obras

     Dedica varios párrafos a contrarrestar la idea popular (y pelagiana) de que nos salvamos, justificamos o vamos al Cielo por las obras buenas.
     "La Iglesia enseñó reiteradas veces que no somos justificados por nuestras obras o por nuestros esfuerzos, sino por la gracia del Señor que toma la iniciativa. Los Padres de la Iglesia, aun antes de san Agustín, expresaban con claridad esta convicción primaria. San Juan Crisóstomo decía que Dios derrama en nosotros la fuente misma de todos los dones antes de que nosotros hayamos entrado en el combate. San Basilio Magno remarcaba que el fiel se gloría solo en Dios, porque «reconoce estar privado de la verdadera justicia y que es justificado únicamente mediante la fe en Cristo».
     «Aun el querer ser limpios se hace en nosotros por infusión y operación sobre nosotros del Espíritu Santo», afirma citando al II Sínodo de Orange. "Aun cuando el Concilio de Trento destacó la importancia de nuestra cooperación para el crecimiento espiritual, reafirmó aquella enseñanza dogmática: «Se dice que somos justificados gratuitamente, porque nada de lo que precede a la justificación, sea la fe, sean las obras, merece la gracia misma de la justificación; “porque si es gracia, ya no es por las obras; de otro modo la gracia ya no sería gracia”.
     Añade que los mismos santos "evitan depositar la confianza en sus acciones", y cita a una gran predicadora de la gracia, Santa Teresita de Lisieux: "En el atardecer de esta vida me presentaré ante ti con las manos vacías, Señor, porque no te pido que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos".

   20.-  Grupos que empezaron bien... y se fosilizaron

     "Muchas veces, en contra del impulso del Espíritu, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos. Esto ocurre cuando algunos grupos cristianos dan excesiva importancia al cumplimiento de determinadas normas propias, costumbres o estilos. De esa manera, se suele reducir y encorsetar el Evangelio, quitándole su sencillez cautivante y su sal. [...] Esto afecta a grupos, movimientos y comunidades, y es lo que explica por qué tantas veces comienzan con una intensa vida en el Espíritu, pero luego terminan fosilizados... o corruptos. Sin darnos cuenta, por pensar que todo depende del esfuerzo humano encauzado por normas y estructuras eclesiales, complicamos el Evangelio y nos volvemos esclavos de un esquema que deja pocos resquicios para que la gracia actúe. Santo Tomás de Aquino nos recordaba que los preceptos añadidos al Evangelio por la Iglesia deben exigirse con moderación «para no hacer pesada la vida a los fieles», porque así «se convertiría nuestra religión en una esclavitud»".

   21. ¿Cómo ser un buen cristiano? Con las Bienaventuranzas

     El Papa dedica todo un capítulo a comentar cada bienaventuranza de Jesús, una guía para la vida cristiana, "muy a contracorriente respecto a lo que es la costumbre". Santidad es: ser pobre de corazón, ser manso (aunque piensen que eres tonto o débil), llorar con los demás, buscar la justicia con hambre y sed, "mirar y actuar con misericordia...", mantener el corazón limpio de lo que mancha el amor, aceptar que el Evangelio nos traiga problemas, sembrar paz...

   22. ¿Ser santo? Una "sana y permanente insatisfacción"... también social

     Pide una "sana y permanente insatisfacción" en la acción por el bien. "Los obispos de Canadá lo expresaron claramente mostrando que, en las enseñanzas bíblicas sobre el Jubileo, por ejemplo, no se trata solo de realizar algunas buenas obras sino de buscar un cambio social: «Para que las generaciones posteriores también fueran liberadas, claramente el objetivo debía ser la restauración de sistemas sociales y económicos justos para que ya no pudiera haber exclusión»". (Se refiere a una "carta abierta al Parlamento" que escribieron en 2001, sobre "El bien común, o exclusión: una elección para los canadienses").