TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

miércoles, 20 de diciembre de 2023


 ANTÍFONAS DE ADVIENTO O ANTÍFONAS MAYORES

(continuación)


4.-¡Oh Llave de David! y Cetro de la casa de Israel; que abres y nadie puede cerrar; cierras y nadie puede abrir: ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

     O Clavis David, et sceptrum domus Israel; qui aperis, et nemo claudit; claudis, et nemo aperit: veni, et educ vinctum de domo carceris, sedentem in tenebris, et umbra mortis.

Isaías había profetizado:

·         «Pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; abrirá, y nadie cerrará, cerrará, y nadie abrirá.» Is. 22:22

·         «Grande es su señorío y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia, desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahveh Sebaot hará eso.»  Is. 9:6

5.-¡Oh Sol! que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

      Oh Oriens, splendor lucis aeternae et sol iustitiae: veni et illumina sedentem in tenebris et umbra mortis. 

Isaías había profetizado:

·         «El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos.»  Is. 9:1-2

6.-¡Oh Rey de las naciones! y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo: ven y salva al hombre, que formaste del barro de la tierra.

    O Rex Gentium, et desideratus earum, lapisque angularis, qui facis utraque unum: veni, et salva hominem, quem de limo formasti.

Isaías había profetizado:

·         «Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre "Maravilla de Consejero", "Dios Fuerte", "Siempre Padre", "Príncipe de Paz".» Is. 9:5

·          «Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra.»  Is. 2:4

7.-¡Oh Dios!, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos: ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.

     O Emmanuel, Rex et legifer noster,  exspectatio Gentium, et Salvator earum: veni ad salvandum nos, Domine, Deus noster.

Isaías había profetizado:

·         «Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel.»  Is. 7:14

   Unamos a la oración un recogimiento mayor, una vigilancia más continua; descendamos con más frecuencia al fondo de nuestra alma, a fin de purificarla y embellecerla pensando que debe ser la cuna del Niño divino. Sin embargo, la grande preparación  es renunciar al pecado, al pecado mortal especialmente, pues ¿qué puede haber de común entre el Hijo de María y un corazón manchado de iniquidades?

     Escuchemos a san Carlos exhortando a su pueblo a santificar el Adviento, y apropiémonos de las palabras del gran Arzobispo: “Durante el Adviento debemos prepararnos para recibir al Hijo de Dios que abandona el seno de su Padre para hacerse hombre, y platicar nosotros; es preciso destinar un poco del tiempo que consagramos a nuestras ocupaciones a meditar en silencio sobre las preguntas siguientes: ¿Quién es el que viene? ¿De dónde viene? ¿Cómo viene? ¿Cuáles son los hombres para los que viene? ¿Cuáles son los motivos y cuál debe ser el fruto de su venida? Cifremos en él nuestras aspiraciones todas a imitación de los justos y Profetas del Antiguo Testamento que por tanto tiempo le esperaron, y para abrirle el camino de nuestro corazón purifiquémonos por medio de la confesión, el ayuno y de la comunión.

lunes, 18 de diciembre de 2023

ANTÍFONAS DE ADVIENTO O ANTÍFONAS MAYORES

 

     Las antífonas de Adviento o de la O (así llamadas porque todas empiezan en latín con la exclamación «O», en castellano «Oh».) son siete, y la Iglesia las canta antes y después del Magníficat con el Oficio de Vísperas desde el día 17 hasta el día 23 de diciembre. Son un llamamiento al Mesías recordando las ansias con que era esperado por todos los pueblos antes de su venida, y, también son, una manifestación del sentimiento con que todos los años, de nuevo, le espera la Iglesia en los días que preceden a la gran solemnidad del Nacimiento del Salvador.

     Fueron compuestas hacia los siglos VII-VIII, y se puede decir que son un magnífico compendio de la cristología más antigua de la Iglesia, y a la vez, un resumen expresivo de los deseos de salvación de toda la humanidad, tanto del Israel del Antiguo Testamento como de la Iglesia del Nuevo. Cada antífona empieza por una exclamación, «Oh», seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento, pero entendido con la plenitud del Nuevo. Es una aclamación a Jesús el Mesías, reconociendo todo lo que representa para nosotros. Y termina siempre con una súplica: «ven» y no tardes más.

   Son breves oraciones dirigidas a Cristo Jesús, que condensan el espíritu del Adviento y la Navidad. La admiración de la Iglesia ante el misterio de un Dios hecho hombre: «Oh». La comprensión cada vez más profunda de su misterio. Y la súplica urgente: «ven».

     Leídas en sentido inverso las iniciales latinas de la primera palabra después de la «O», dan el acróstico «erocras», que significa «seré mañana, vendré mañana», que es como la respuesta del Mesías a la súplica de sus fieles.

1.-¡Oh, Sabiduría!, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín, y ordenándolo todo con firmeza y suavidad: ven y muéstranos el camino de la salvación.

     O Sapientia, quae ex ore Altissimi prodiisti, attingens a fine usque ad finem, fortiter suaviterque disponens omnia: veni ad docendum nos viam prudentiae.

Isaías había profetizado:

·         «Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh. Y le inspirará en el temor de Yahveh.» Is. 11:2-3

·          «[...] trazar un plan maravilloso, llevar a un gran acierto.» Is. 28-29

2.-¡Oh Poderoso Señor!, jefe de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza encendida, y le diste tu Ley sobre el monte Sinaí! ¡Ven a rescatarnos con el poder de tu brazo.

     O Adonai et dux domus Israel, qui Moysi in igne flammae rubi apparuisti, et ei in Sina legem dedisti: veni ad redimendum nos in brachio extento.

Isaías había profetizado:

·         «Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos.» Is. 11:4-5

·          «Porque Yahveh es nuestro juez, Yahveh nuestro legislador, Yahveh nuestro rey: él nos salvará. Is. 33:22

3.-¡Oh Renuevo del tronco de Jesé!, que te alzas como un signo para los pueblos; ante quien los reyes enmudecen, y cuyo auxilio imploran las naciones: ven a librarnos, no tardes más.

     O Radix Jesse, qui stas in signum populorum, super quem continebunt reges os suum, quem Gentes deprecabuntur: veni ad liberandum nos, jam noli tardare.

Isaías había profetizado:

·         «Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.» Is. 11:1

·         «Aquel día la raíz de Jesé que estará enhiesta para estandarte de pueblos, las gentes la buscarán, y su morada será gloriosa.» Is. 11:10

   Jesé era el padre del rey David, y Miqueas había profetizado que el Mesías provendría de la casa y del linaje de David y que nacería en la ciudad de David, Belén. Miq. 5:1 

 (…) 

lunes, 11 de diciembre de 2023

PARA EL DIÁLOGO Y LA MEDITACIÓN

DICIEMBRE :  ADORAR AL NIÑO, INFANCIA ESPIRITUAL

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

 LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS

      La Eucaristía tiene que hacer crecer en nosotros la verdadera infancia espiritual. Que adorar el Sacramento sea como adorar al Niño… Que esta preparación para la navidad nos vaya haciendo cada vez más pequeños, más confiados, más amables…

 Humildad-confianza-amor. Son tres virtudes fundamentales para nuestra vida cristiana. La primera porque es como el fundamento: es “andar en verdad” es decir, la verdad de que somos criaturas, de que somos pequeños, de que dependemos en todo del cuidado de nuestro buen Padre Dios.  La segunda es confianza, porque los niños también saben, que, aunque dependen en todo de sus padres, tienen la absoluta certeza de que ellos les van a proveer de sus necesidades, de su amor y cariño. Por eso la tercera es el amor, porque amor con amor se paga. Y porque obras son amores y no buenas razones. La caridad de Cristo es en nosotros la fuente de todos nuestros méritos ante Dios. La gracia, uniéndonos a Cristo con un amor activo, asegura el carácter sobrenatural de nuestros actos y, por consiguiente, su mérito tanto ante Dios como ante los hombres. Los santos han tenido siempre una conciencia viva de que sus méritos eran pura gracia.

     Con la infancia espiritual experimentamos que todo viene de Dios, a él vuelve y en él permanece, para la salvación de todos, en un misterio de amor misericordioso. Ése es el mensaje doctrinal que enseñó y vivió esta santa. Como para los santos de la Iglesia de todos los tiempos, también para ella, en su experiencia espiritual, el centro y la plenitud de la revelación es Cristo. Teresa conoció a Jesús, lo amó y lo hizo amar con la pasión de una esposa. Penetró en los misterios de su infancia, en las palabras de su Evangelio, en la pasión del Siervo que sufre, esculpida en su santa Faz, en el esplendor de su existencia gloriosa y en su presencia eucarística. Cantó todas las expresiones de la caridad divina de Cristo, como las presenta el Evangelio (Divina Amoris scientia, Juan Pablo II)

    La Escritura nos da ejemplo de que sólo haciéndonos como niños podemos alcanzar la patria: Cuando dice de Jesús que “Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos.”

     ¡Eso tenemos que hacer hoy nosotros! ¡Presentarnos como niños a Dios, dejarnos presentar a él por María, para que Él imponga las manos sobre nosotros y ore sobre nosotros! No se trata hoy de hacer nosotros, sino de dejarnos hacer como niños.

     Nos puede salir ese medio orgullo, tan “razonable” de los adultos…”Los discípulos los reprendieron”. Pero Jesús les corrige y nos da una gran enseñanza: «Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos». Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí. La relación de los niños con sus padres, nosotros con Dios. ¡Qué caminito tan sencillo de tocar el centro del Evangelio! ¡Qué formula tan magnifica la de ponerse a adorar la Eucaristía! 

   También santa Teresita la descubrió en la Sagrada Escritura:  Jesús se complace en mostrarme el único camino que conduce a esa hoguera divina. Ese camino es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en brazos de su padre... «El que sea pequeñito, que venga a mí», dijo el Espíritu Santo por boca de Salomón. Y ese mismo Espíritu de amor dijo también que «a los pequeños se les compadece y perdona». Y, en su nombre, el profeta Isaías nos revela que en el último día «el Señor apacentará como un pastor a su rebaño, reunirá a los corderitos y los estrechará contra su pecho». Y como si todas esas promesas no bastaran, el mismo profeta, cuya mirada inspirada se hundía ya en las profundidades de la eternidad, exclama en nombre del Señor: «Como una madre acaricia a su hijo, así os consolaré yo, os llevaré en brazos y sobre las rodillas os acariciaré».

     Los santos nos animan, muy especialmente santa Teresita del Niño Jesús que  nos enseña a recorrer este camino de la humildad Eucarística, de la infancia espiritual: “¡Qué dulce fue el primer beso de Jesús a mi alma! Fue un beso de amor. Me sentía amada y decía a mi vez: “Te amo, y me entrego a ti para siempre … Ni el precioso vestido que María me había comprado, ni todos los regalos que había recibido me llenaban el corazón. Sólo Jesús podía saciarme.”

     Dios no quiere darnos su casa de la tierra; se conforma con enseñárnosla para hacernos amar la pobreza y la vida escondida. La que nos reserva es su propio palacio de la gloria, donde ya no le veremos escondido bajo la apariencia de un niño o de una blanca hostia, ¡¡¡sino tal cual es en el esplendor de su gloria infinita...!!!

     Yo me dedicaba sobre todo a amar a Dios. Y amándolo, comprendí que mi amor no podía expresarse tan sólo en palabras, porque: «No todo el que me dice Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de Dios». Y esta voluntad, Jesús la dio a conocer muchas veces, debería decir que casi en cada página de su Evangelio. Pero en la última cena, cuando sabía que el corazón de sus discípulos ardía con un amor más vivo hacia él, que acababa de entregarse a ellos en el inefable misterio de la Eucaristía, aquel dulce Salvador quiso darles un mandamiento nuevo. Y les dijo, con inefable ternura: os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros, que os améis unos a otros igual que yo os he amado. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros.

 Preguntas para el diálogo y la meditación.

 ¿Adorar me está haciendo más humilde?

¿Conozco los escritos de santa Teresita y su infancia espiritual?

¿Cómo puede ayudarnos a hacer mejor nuestra adoración?

El adviento está haciendo crecer en mí la esperanza, la confianza?