TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 27 de abril de 2019

DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA
   
      Durante los años treinta, cuando comenzaba a gestarse la segunda guerra mundial, nuestro Señor Jesucristo entregó a la humanidad, a través de Santa María Faustina Kowalska, una serie de mensajes. Estos mensajes, cargados de esperanza y premura, nos indican que debemos dirigir nuestra mirada hacia Él, reconociendo y valorando el sacrificio que hizo por nosotros.
     Estos se refieren a la Misericordia infinita que siente Nuestro Señor Jesucristo, por cada uno de nosotros. Él reconoce nuestra miseria, se compadece de nuestras vidas llenas de cansancio, tristeza, errores y vacíos. Él nos tiende una mano ofreciéndonos su ayuda y el perdón de nuestras faltas.
     Los relatos en sí nos demuestran la Misericordia del Señor, ya que es Él quién nos busca, nos tiende una mano, nos alienta y nos ofrece su perdón. No podemos desperdiciar esta maravillosa invitación.
     Todos tenemos la certeza que algún día moriremos, que nuestra vida terrenal llegará a su fin. Esta verdad nos causa incertidumbre o inclusive miedo. Aunque pretendamos alargar nuestras vidas, de todos modos cuando Dios así lo disponga, moriremos. En vista de esta realidad imposible de cambiar, nuestro Señor Jesucristo nos dice que siempre debemos estar preparados. Precisamente la devoción a la Divina Misericordia, así como lo menciona Jesús, es nuestra última oportunidad para prepararnos antes de la justa justicia de nuestro Padre.
     La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 5 de mayo del 2000 un decreto en el que se establece, por indicación de Juan Pablo II, la fiesta de la Divina Misericordia, que tendrá lugar el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico será “segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia.
     Ya el Papa lo había anunciado durante la canonización de Sor Faustina Kowalska, el 30 de abril de 2000: “En todo el mundo, el segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al género humano en los años venideros”. El Papa le dedicó una de sus encíclicas a la Divina Misericordia (“DIVES IN MISERICORDIA”).
    
DECRETO

     Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos, rece en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti").
    Además, los navegantes, que cumplen su deber en la inmensa extensión del mar; los innumerables hermanos a quienes los desastres de la guerra, las vicisitudes políticas, la inclemencia de los lugares y otras causas parecidas han alejado de su patria; los enfermos y quienes les asisten, y todos los que por justa causa no pueden abandonar su casa o desempeñan una actividad impostergable en beneficio de la comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria en el domingo de la Misericordia divina si con total rechazo de cualquier pecado, como se ha dicho antes, y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones habituales, rezan, frente a una piadosa imagen de nuestro Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti").
     Si ni siquiera eso se pudiera hacer, en ese mismo día podrán obtener la indulgencia plenaria los que se unan con la intención a los que realizan del modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso una oración y a la vez los sufrimientos de su enfermedad y las molestias de su vida, teniendo también ellos el propósito de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones prescritas.

     Se concede la indulgencia parcial al fiel que, al menos con corazón contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso una de las invocaciones piadosas legítimamente aprobadas.
     Los sacerdotes que desempeñan el ministerio pastoral, sobre todo los párrocos, informen oportunamente a sus fieles acerca de esta saludable disposición de la Iglesia, préstense con espíritu pronto y generoso a escuchar sus confesiones, y en el domingo de la Misericordia divina, después de la celebración de la santa misa o de las vísperas, o durante un acto de piedad en honor de la Misericordia divina, dirijan, con la dignidad propia del rito, el rezo de las oraciones antes indicadas; por último, dado que son "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5, 7), al impartir la catequesis impulsen a los fieles a hacer con la mayor frecuencia posible obras de caridad o de misericordia, siguiendo el ejemplo y el mandato de Jesucristo, como se indica en la segunda concesión general del "Enchiridion Indulgentiarum".

Este decreto tiene vigor perpetuo.

     Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaría apostólica, el 29 de junio de 2002, en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles.

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 28 DE ABRIL DEL 2019, DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)



«BIENAVENTURADOS LOS QUE CREAN SIN HABER VISTO»


Jn 20, 19-31

     Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:       «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. 
     Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».    
     Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
     A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Otras lecturas: Hechos 5, 12-16; Salmo 117; Apocalipsis 1,9-11ª.12-13. 17-19

LECTIO:
 El evangelio de este segundo domingo de Pascua nos da algún ejemplo. Era la mañana de pascua. Aquellos primeros discípulos estaban encerrados a cal y canto, llenos de miedo. Jesús se presenta en medio de ellos… “Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor”… Cuando llegó Tomás, el que faltaba, rápidamente le dieron la gran noticia: “hemos visto al Señor”. Pero era insuficiente para quien también “había visto” el proceso del Señor… Por eso su reto: yo he visto cómo Él ha muerto. Si decís que ha estado aquí, yo creeré si palpo vuestra evidencia.
La condescendencia de Dios hacia todas las durezas de los hombres, está representada en la respuesta que Tomás recibe por parte de Jesús, cuando al volver allí ocho días después, le dice que toque lo que le parecía imposible. Es el perfecto tipo de agnóstico, tan corriente hoy en día: no niego que esto haya sucedido, pero si no lo veo y no lo palpo, no creo. Y este “agnosticismo” Jesús lo llamará sencillamente incredulidad: “trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente”. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)

MEDITATIO:
     «¡Señor mío y Dios mío!» … ¿Cómo puede Dios ser mío? ¿Cómo puedo hacer mío al Omnipotente?  Diciendo mío … honramos su misericordia, porque él es el que ha querido “hacerse nuestro”. Y como en una historia de amor, le decimos: “Te hiciste hombre por mí, moriste y resucitaste por mí, y entonces no eres solo Dios; eres mi Dios, eres mi vida. En ti he encontrado el amor que buscaba y mucho más de lo que jamás hubiera imaginado”. (Papa Francisco)
     ¿Cómo tocar hoy con la mano la misericordia de Jesús? …lo primero que hizo Jesús apenas resucitado fue dar el Espíritu para perdonar los pecados. Para experimentar el amor hay que pasar por allí: dejarse perdonar. Dejarse perdonar. Me pregunto a mí, y a cada uno de vosotros: ¿Me dejo perdonar? Para experimentar ese amor, se necesita pasar por esto: ¿Me dejo perdonar? (Papa Francisco)
     Existe una puerta cerrada ante el perdón del Señor, la de la resignación. … podemos pensar: “Soy cristiano desde hace mucho tiempo y, sin embargo, en mí no cambia nada, cometo siempre los mismos pecados”. Entonces, desalentados, renunciamos a la misericordia. Pero el Señor nos interpela: “¿No crees que mi misericordia es más grande que tu miseria? ¿Eres reincidente en pecar? Sé reincidente en pedir misericordia, y veremos quién gana”. … la fuerza de la vida es recibir el perdón de Dios y seguir adelante, de perdón en perdón. Así es la vida: de vergüenza en vergüenza, de perdón en perdón. Esta es la vida cristiana. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Ven, quédate con nosotros, Señor, y aunque encuentres cerrada la puerta de nuestro corazón por temor o por cobardía, entra igualmente. Tu saludo de paz es bálsamo que hace desaparecer nuestros miedos…

Quiero entrar en el misterio de tus llagas,
en el misterio de tu amor misericordioso.
Ayúdame, Jesús Resucitado…

CONTEMPLATIO:
…dichosos los que no han visto y han creído.

Hoy quienes creemos en la Resurrección de Jesús, tenemos que prolongar aquél diálogo entre Jesús y sus discípulos: anunciar la vida en los estigmas de la muerte en todas sus formas.
Somos los testigos de que aquello que aconteció en Jesús, también nos ha sucedido a nosotros: el odio, la oscuridad, la violencia, el miedo, el rencor, la muerte... es decir, el pecado, no tienen ya la última palabra. Cristo ha resucitado y en Él han sido muertas todas nuestras muertes. De esto somos testigos. A pesar de todas las cicatrices de un mundo caduco, insolidario, violento, que mancha la dignidad del hombre y no da gloria a Dios, nosotros decimos: Hemos visto al Señor. Ojalá nuestra generación se llene de alegría como aquellos discípulos, y como Tomás diga también: Señor mío y Dios mío. (De una homilía de +Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)
        

   Éstos son los nuevos reclutas del Señor [...]. Han seguido a Cristo sin haberlo visto, lo han deseado, han creído en él. Lo han reconocido con los ojos de la fe, no con los del cuerpo. No han puesto sus dedos en la herida de los clavos, pero se han unido a su cruz y han abrazado sus sufrimientos. No han visto el costado del Señor, pero se han unido a sus miembros a través de la gracia (Basilio de Seleucia).


DEL BLOG DEL OBISPO

“Sin la resurrección, vana sería la vida del hombre y de la humanidad”
  
     ¡Feliz Pascua!, queridos amigos, ¡Cristo ha resucitado

     Cada día de esta Octava Pascual que culmina con el Domingo de la Divina Misericordia forma parte del Día grande, la Pascua, y es razón de felicitarnos con todo el gozo de sabernos tan amados por Dios.
     Deseo para todos vosotros que la alegría de la Pascua y la exuberante acción de gracias que provoca en nosotros llene vuestros corazones de esperanza para vivir la vida con el gozo de Dios que estimula la entrega más noble y generosa.
     La gran noticia para el mundo es que Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios, ha resucitado. Este acontecimiento único marca la historia de la humanidad, puesto que la renueva por dentro. Desde ahora es una nueva creación. También hoy sigue siendo la mejor noticia. Sin la resurrección vana sería la vida del hombre de la humanidad. En el siglo XXI los cristianos, testigos de este hecho, lo proclamamos al mundo.
     El Señor Jesús está vivo y reina glorioso para siempre por su victoria sobre el pecado y sobre la muerte. ¡Alegrémonos porque Cristo ha resucitado!


sábado, 20 de abril de 2019

EN LA NOCHE DE PASCUA






LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 14 DE ABRIL DEL 2019, DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (Comentario de + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm - Arzobispo de Oviedo)

«SE HAN LLEVADO AL SEÑOR Y NO SABEMOS DÓNDE LO HAN PUESTO»


Jn 20. 1-9


     El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
     Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

     Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. Los dos discípulos se volvieron a casa.

Otras lecturas: Hechos 10, 34ª.37-43; Salmo 117; Colosenses 3, 1-4

LECTIO:
El Evangelio del domingo de pascua trae un curioso protagonista: el sepulcro, que hasta seis veces se reseña, y los personajes se mueven en torno a él: van, vienen, vuelven, miran, se detienen, pasan…
Aquel sepulcro no era un tumba cualquiera. Para unos, como los sumos sacerdotes y los letrados, el sepulcro era el final de la pesadilla que para ellos tal vez fue Jesús. Para otros, como Pilatos, tal vez el final de un susto que le puso contra las cuerdas haciendo peligrar su poltrona política. Para otros, finalmente, como los discípulos, el sepulcro era su pena, su escándalo, su frustración. Recordando tantas palabras de su Maestro, aún mirarían aquel lugar con una débil esperanza.
     Pero llegó María Magdalena…  y al verlo así, abierto y sin Jesús, pensó lo más natural: que alguien había robado el cadáver. Y comunicado a los Apóstoles, corrieron para ver. El discípulo a quien Jesús quería, vio y creyó. Y comenzaron a entender la Escritura, a reconocer como verdad lo que ya les había sido otras veces anunciado: que Jesús resucitaría. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)

MEDITATIO:
     «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto». Y esto es lo que ha sucedido: Jesús, el grano de trigo sembrado por Dios en los surcos de la tierra, murió víctima del pecado del mundo, permaneció dos días en el sepulcro; pero en su muerte estaba presente toda la potencia del amor de Dios, que se liberó y se manifestó el tercer día, y que hoy celebramos: la Pascua de Cristo Señor. (Papa Francisco)
     «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado» La muerte, la soledad y el miedo ya no son la última palabra […] la fuerza del amor de Dios, «ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos». (Papa Francisco)
     «…Ha resucitado». Palabras que quieren tocar nuestras convicciones y certezas más hondas, nuestras formas de juzgar y enfrentar los acontecimientos que vivimos a diario; especialmente nuestra manera de relacionarnos con los demás. La tumba vacía quiere desafiar, movilizar, cuestionar, pero especialmente quiere animarnos a creer […] «…Ha resucitado». Es el anuncio que sostiene nuestra esperanza y la transforma en gestos concretos de caridad. ¡Cuánto necesitamos dejar que nuestra fragilidad sea ungida por esta experiencia, cuánto necesitamos que nuestra fe sea renovada, cuánto necesitamos que nuestros miopes horizontes se vean cuestionados y renovados por este anuncio! Él resucitó y con él resucita nuestra esperanza y creatividad para enfrentar los problemas presentes, porque sabemos que no vamos solos. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Danos un corazón humilde, abierto y disponible, para poder encontrarte… A ti queremos acercarnos en esta mañana de pascua, con los pies desnudos de la esperanza, para tocarle con la mano vacía de la pobreza, para mirarte con los ojos puros del amor y escucharte con los oídos abiertos de la fe.

Jesús es Señor: de él brota la vida,
en él nuestra esperanza, con él todo bien,
a él nuestro reconocimiento,
para él nuestra voluntad, por él nuestra plenitud;
él nuestra justicia, él nuestra salvación...

CONTEMPLATIO:
… el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

¿Corremos nosotros al sepulcro de Cristo?

Un sepulcro vacío, donde no cabía tanta vida, abrió sus puertas de par en par, y una voz se escuchó, y salió de nuevo como la vez primera diciendo con sus labios creadores ¡que exista la Luz! [...] Porque Cristo ha resucitado, y en Él, como en el primero de todos los que después hemos seguido, se ha cumplido la promesa del Padre Dios, un sueño de bondad y belleza, de amor y felicidad, de alegría y bienaventuranza. El sueño que Él nos ofrece como alternativa a todas nuestras pesadillas.
Con la Pascua se abre otra procesión que nunca termina, la que no tiene tiempo, ni calendario, la que atraviesa nuestra vida sembrando en ella su luz y su amor. Con el gozo de María la madre del Señor y Reina de los cielos, alegrémonos nosotros también. Con todos los santos que se alegran en el cielo por la misma razón que nosotros brindamos hoy en la tierra. Cristo ha resucitado. Feliz Pascua florida. (De una homilía de +Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)

  Estarás en condiciones de reconocer que tu espíritu ha resucitado plenamente en Cristo si puede decir con íntima convicción: «¡Si Jesús vive, eso me basta!». Estas palabras expresan de verdad una adhesión profunda y digna de los amigos de Jesús. Cuan puro es el afecto que puede decir: «¡Si Jesús vive, eso me basta!». Si él vive, vivo yo, porque mi alma está suspendida de él; más aún, él es mi vida y todo aquello de lo que tengo necesidad.   (Beato Guerrico de Igny)

martes, 16 de abril de 2019

CONVOCATORIA EXTRAORDINARIA


INDULGENCIA PLENARIA Y EL SANTO TRIDUO PASCUAL
     Durante la Semana Santa podemos ganar para nosotros o para los difuntos el don de la Indulgencia Plenaria si realizamos algunas de las siguientes obras establecidas por la Santa Sede.

obras que gozan del don de la indulgencia plenaria en semana santa


Jueves Santo

1.- Si durante la solemne reserva del Santísimo Sacramento, que sigue a la Misa de la Cena del Señor, recitamos o cantamos el himno eucarístico del "Tantum Ergo" ("Adorad Postrados este Sacramento…").

2.- Si visitamos por espacio de media hora el Santísimo Sacramento reservado en el Monumento para adorarlo.

Viernes Santo

1.- Si asistimos piadosamente a la Adoración de la Cruz en la solemne celebración de la Pasión del Señor.

Sábado Santo

1.- Si rezamos juntos el Santo Rosario.

Vigilia Pascual

1.- Si asistimos a la celebración de la Vigilia Pascual (Sábado Santo por la noche) y en ella renovamos las promesas de nuestro Santo Bautismo.


 CONDICIONES:

     Para ganar la Indulgencia Plenaria además de haber realizado la obra enriquecida se requiere el cumplimiento de las siguientes condiciones:

a.- Exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial.
b.- Confesión sacramental, Comunión eucarística y
c.- Oración por las intenciones del Sumo Pontífice.


     Estas tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de la ejecución de la obra enriquecida con la Indulgencia Plenaria; pero conviene que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se realicen el mismo día en que se cumple la obra.

     Es oportuno señalar que con una sola confesión sacramental pueden ganarse varias indulgencias. Conviene, no obstante, que se reciba frecuentemente la gracia del sacramento de la Penitencia, para ahondar en la conversión y en la pureza de corazón. En cambio, con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Santo Padre sólo se gana una Indulgencia Plenaria.
     La condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple si se reza a su intención un solo Padrenuestro y Avemaría; pero se concede a cada fiel cristiano la facultad de rezar cualquier otra fórmula, según su piedad y devoción.

domingo, 14 de abril de 2019

MURIÓ POR NOSOTROS Y VENCIÓ LA MUERTE


     Llegamos a la semana central del año litúrgico católico, la Semana Santa. El centro de nuestra fe cristiana es una persona, Jesucristo, Dios verdadero y hombre verdadero. Y el núcleo de su recorrido histórico en la tierra es su muerte en cruz y su gloriosa resurrección. El próximo 21 de abril es el día más solemne del año, la Pascua de resurrección, precedida por el Triduo pascual.
   El domingo de Ramos, este domingo, celebramos el comienzo de la Semana Santa. Jesús llega a Jerusalén y hace su entrada triunfal a lomos de una borriquita, no de un caballo potente, como solían hacer los vencedores. Jesús nos enseña así que su reino no es de este mundo ni como los de este mundo, sino que su reino es un reinado de amor, que nos conquista por el camino de la humildad y del servicio. Los niños captaron el momento y salieron a su encuentro aclamándolo con cantos mesiánicos: “Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor”…
     El Jueves santo celebramos la Cena del Señor, en la que Jesús tuvo aquel gesto profético del Lavatorio de los pies y nos dio su Cuerpo y Sangre. Todo un resumen de la vida cristiana, la entrega en el servicio y el don de su amor en la Eucaristía. Por este sacramento, se perpetúa la presencia viva y real de Jesús entre nosotros, hecho sacrificio y comunión. Qué regalo más grande ¡Adorémosle!
     El Viernes santo lo llena plenamente la Cruz del Señor. El patíbulo de la Cruz en la que Cristo ha sido ejecutado con la pena capital se ha convertido en el símbolo cristiano. La cruz es el lugar y la forma como Cristo ha muerto, dando la vida por amor. Nos invita a seguirle, tomando cada uno su propia cruz y ayudando a los demás a llevar la suya. La Cruz de Cristo ilumina todo sufrimiento humano y lo hace llevadero.
   El Sábado santo es día de silencio con María junto al sepulcro de Cristo cadáver, en la espera de la resurrección. Es el día de la espera incluso para los que no tienen ninguna esperanza, porque la espera se centra en Jesucristo que resucitará del sepulcro y nos resucitará a todos con él. Cuando ha caído el día, la Iglesia se reúne para la principal de las vigilias, la Vigilia pascual con aleluya inacabable por la victoria de Cristo sobre la muerte. Esa es una noche santa que recuerda las maravillas de Dios en todas las noches de las historia.
   El Domingo de Pascua es todo alegría y fiesta. Ha resucitado el Señor, es decir, ha vencido la muerte en él y para nosotros. Ningún personaje de la historia ha vencido la muerte, todos continúan en el sepulcro. Cristo ha salido victorioso del sepulcro y ya no muere más. Este el horizonte más amplio que puede tener una mente humana la muerte no es la última palabra. La última palabra es la vida sin final, la vida eterna, en la que Jesús nos introduce por su resurrección.
     Nos acercamos a la Semana Santa, que en nuestros pueblos y ciudades tiene una grandiosa expresión en la piedad popular con las procesiones, estaciones de penitencia, desfiles, viacrucis, etc. Entremos de lleno, de corazón, en la Semana Santa y acojamos el don del amor hecho carne en su Hijo muerto y resucitado.
     Recibid mi afecto y mi bendición:


+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba