TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 25 de marzo de 2018

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 25 DE MARZO DEL 2018, DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)


«DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?»

Mc. 14. 1-15,47

(Versión breve)

     Al atardecer llegó Jesús con los doce y se sentaron a la mesa. Mientras estaban cenando dijo Jesús: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo». 
     Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».
     Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos. Llegan a un huerto, que llaman Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí mientras voy a orar». Se lleva consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir espanto y angustia, y les dice: «Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad». Y, adelantándose un poco, cayó en tierra y rogaba que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y decía: «¡Abba!, Padre : tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz. Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres».
     Todavía estaba hablando, cuando se presenta Judas, uno de los Doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles: «Al que yo bese, es él: prendedlo y conducidlo bien sujeto». Y en cuanto llegó, acercándosele le dice: «¡Rabbí!». Y lo besó.
     Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, hicieron una reunión. Llevaron atado a Jesús y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Él respondió: «Tú lo dices». Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo: «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan». Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba extrañado. Pilato les preguntó: «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?». Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?». Ellos gritaron de nuevo: «Crucifícalo». Pilato les dijo: «Pues ¿qué mal ha hecho?». Ellos gritaron más fuerte: «Crucifícalo». Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
     Y lo sacan para crucificarlo. Y conducen a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecían vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos».
     Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente: Eloí Eloí, lemá sabaqtaní (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»). Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».
     José de Arimatea…lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, observaban dónde lo ponían.

Otras Lecturas: Isaías  50,4-7; Salmo 21; Filipenses 2,6-11

LECTIO:
     Jesús durante toda la pasión se mantuvo fiel a hacer la voluntad del Padre. Él fue preso, torturado, burlado, abrazó la cruz, fue crucificado, despreciado e insultado y al final murió como testigo de amor hasta el extremo. Los hombres, sin embargo, movidos por la envidia, lo entregaron a la muerte. Movidos por la codicia, lo vendieron. Movidos por la hipocresía, lo traicionaron con un beso. Movidos por el miedo, huyeron y lo abandonaron. Movidos por la cobardía, lo negaron. Movidos por la prepotencia, le pegaron y lo escupieron. Movidos por la ingratitud, eligieron a un asesino, prefiriendo dar libertad a un malhechor. Motivados por la maldad, lo torturaron y se burlaron de él. Motivados por el despecho, lo insultaban sin ningún motivo.
     Mirando nuestra historia personal, podemos descubrir que muchas veces actuamos motivados por envidia, por hipocresía, por cobardía, por miedo, por prepotencia, con ingratitud, por maldad, o por despecho … exactamente como aquellos del Evangelio.
     No nos debe escandalizar lo que hicieron estos hombres 2000 años atrás, pues en alguna medida… nosotros prolongamos en cada jornada la pasión de Cristo. El Jesús sufriente de nuestros días nos denuncia nuestro comportamiento. Cuando lo traicionamos, lo comerciamos, lo abandonamos, lo torturamos, lo insultamos o nos burlamos de Él,  solamente nos mira, como miró hacia Pedro.
     Jesús nos amó y lo hizo hasta el extremo. Ni aun cuando fue torturado y muerto fue capaz de dejar de amarnos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Y sabemos que el Padre siempre ha escuchado la oración de Jesús.
     En esta semana santa pidamos a Jesús, ante todo, la gracia de reconocer las situaciones en que concretamente también nosotros hoy continuamos crucificándolo y que su mirada nos ayude a sinceramente llorar nuestros pecados. (Síntesis Comentario Hno. M Florentino, Capuchino).

MEDITATIO:
     Al recorrer hasta el final este camino, el Hijo de Dios tomó la «condición de siervo». En efecto, la humildad quiere decir también servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo, «despojándose», como dice la Escritura. Este «despojarse» es la humillación más grande. (Papa Francisco)
     Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito... Jesús la rechazó sin dudarlo. Y, con él, solamente con su gracia y con su ayuda, también nosotros podemos vencer esta tentación de la vanidad, de la mundanidad, no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida. (Papa Francisco)
     Pensemos también en la humillación de los que, por mantenerse fieles al Evangelio, son discriminados y sufren las consecuencias en su propia carne. Y pensemos en nuestros hermanos y hermanas perseguidos por ser cristianos, los mártires de hoy, no reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y ultrajes. Lo siguen por su camino. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Concédenos, Señor, la gracia de vivir este tiempo en un profundo recogimiento interior. Que hasta en los compromisos diarios de nuestro trabajo permanezca viva en nosotros la memoria de tu santísima pasión.

Dispón, Señor, nuestro corazón para acoger
tu Pasión y las experiencias dolorosas de nuestra vida,
como una ocasión privilegiada de unirnos a ti,
que nos has  redimido con el precio de tu sangre.

CONTEMPLATIO:
     Contempla como Jesús quiere también entrar hoy triunfante en la vida de los hombres sobre una cabalgadura humilde: quiere que demos testimonio de él, en la sencillez de nuestro trabajo bien hecho, con nuestra alegría, con nuestra serenidad, con nuestra sincera preocupación por los demás. Quiere hacerse presente en nosotros, a través de las circunstancias del vivir humano.
Ellos gritaron de nuevo: «Crucifícalo»
     Hemos escuchado la Pasión del Señor «La humillación de Jesús». Esta palabra nos desvela el estilo de Dios y, en consecuencia, aquel que debe ser el del cristiano: la humildad. Nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde. Humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades. (Papa Francisco)
     Contemplar al crucificado nos llevará a abrir el corazón a los demás, reconociendo las heridas de Jesús en cada ser humano que sufre; y nos llevará, en especial, a luchar contra toda forma de desprecio de la vida y de explotación de la persona, y a aliviar los dramas de la soledad y del abandono de muchos hermanos.


  Toda alma fiel, hija de Sión y de Jerusalén, es decir, de la madre Iglesia, debe en este día salir al encuentro de Cristo no sólo corporalmente, sino con los sentimientos interiores, con corazón rebosante de gozo y labios festivos, con ramos de olivo como signo de la íntima devoción, con ramos de palma simbolizando la victoria y el honor, porque nuestro rey, Jesucristo, con su humildad vence al soberbio enemigo, el diablo, librando a su pueblo en virtud de su sangre. Por esta razón él no viene hoy con fasto, sino como salvador humilde y pobre para anunciar la paz a los hombres, sacándolos del amor del mundo para atraerlos al amor y alabanza de Dios (San Buenaventura).

sábado, 24 de marzo de 2018

“ El secreto está en descubrir como amar, morir y resucitar unidos al Señor”



     La Semana Santa es un tiempo privilegiado en el año litúrgico. Esta semana se conoció también antiguamente como “la semana grande”, pues son unos días privilegiados en que la Iglesia vive intensamente la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo y eleva su oración a Dios Padre pidiendo especialmente la salvación de toda la humanidad. Es, en efecto, una semana grande, puesto que constituye el centro y el corazón de la liturgia de todo el año. En ella se celebra el misterio de la redención.
     La Iglesia invita a todos los fieles en Semana Santa a vivir con mayor intensidad espiritual estos días en los que se recuerda y actualiza los misterios de Jesús, comenzando por la entrada triunfal en la ciudad de Jerusalén y culminando con el misterio de su Resurrección. Los cristianos no solamente celebramos la Eucaristía en estos días, sino que intensificamos, por decirlo así, la oración, unidos a la oración de Cristo, Cabeza,  formando con él un solo cuerpo en alabanza y acción de gracias a Dios Padre. Vivamos, pues, la liturgia, los oficios de los días del Tríduo Pascual y dejemos que nos impregne la honda piedad que contagian las distintas devociones: el Vía Crucis, la predicación de las Siete Palabras, las Horas Santas, las procesiones, con todo su arte y emoción.
     Nosotros participamos en los misterios de Cristo no mediante imaginación o sentimiento, aunque también éstos tienen su cometido, sino por la fe. Reavivemos, pues, nuestra la fe en esta Semana Santa donde la Iglesia revive el misterio salvador de la pasión, muerte y resurrección del Señor. El secreto está en descubrir cómo amar, morir y resucitar unidos al Señor para apropiarnos de esta renovación que él ha introducido en el mundo, una nueva vida.

Rafael Zornoza BoyObispo de Cádiz y Ceuta

EL COMBATE ESPIRITUAL Y LAS TENTACIONES

      La vida espiritual consiste en conocer la infinita grandeza y bondad de Dios, junto a un grande sentido de nuestra propia debilidad y tendencia para el mal; en amar a Dios y detestarnos a nosotros mismos; en humillarnos no solamente delante de Él sino, por Su causa, también delante de los hombres; en renunciar enteramente a nuestra propia voluntad para hacer la Suya.



PARA VENCER LAS TENTACIONES, TEN EN CUENTA ESTOS CONSEJOS

1) No perder la calma: estar seguros de que todas las tentaciones pueden vencerse con la gracia de Dios.
2) Acuérdate de que sólo la voluntad puede pecar y, por lo tanto, mantenla inflexible.
3) Encomiéndate a Dios y a la Virgen Inmaculada, que jamás abandonan a los que acuden a ellos.
4) Desembarázate de la ocasión, en cuanto puedas. Si hubo victoria, da gracias a Dios. Si caída, arrepiéntete y aprovecha la lección para otra vez.
5) Después de cada caída, haz un acto de contrición, confiésate enseguida y además ofrece en reparación una mortificación que te cueste.
6) No vuelvas a pensar más en la tentación; ocúpate de algo. Para tu tranquilidad has de saber que dice San Pablo que Dios jamás permitirá que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas.
     Dice San Agustín y el Concilio de Trento lo repite que «Dios no pide a nadie cosas imposibles, sino que hagas lo que puedas, y pidas lo que no puedas; que Él te ayudará para que puedas».

Después de una tentación pueden ocurrir tres cosas:

1) Victoria clara, porque la rechazaste totalmente en cuanto caíste en la cuenta de la tentación: dale gracias a Dios que te ha ayudado a vencer.
2) Derrota clara, porque te dejaste llevar conscientemente: arrepiéntete, humíllate ante Dios, y pídele que te ayude a vencer en otra ocasión; haz un acto de contrición y propón confesarte pronto.
3) Duda de si consentiste o no consentiste. No estás seguro si resististe completamente a la tentación. En este caso expón al confesor sencillamente tu duda, por ejemplo, diciéndole: «he tenido malos pensamientos y malos deseos contra la pureza, y no sé si los he rechazado suficientemente». No te contentes con dejar la confesión para después de la caída.  La confesión también tiene un valor preventivo, porque aumenta la gracia en virtud del sacramento y fortalece la voluntad. Cuando presientas una posible caída, confiésate aunque no tengas pecados graves. Y si, además, puedes comulgar, todavía mucho mejor.

     Para dominar el cuerpo es muy conveniente la mortificación. Es una práctica común de todos los santos. Un cuerpo mortificado es mucho más dócil. El ser mortificado fortalece la voluntad y enriquece espiritualmente.
He aquí algunos modos de mortificarse:

- No hacer gastos inútiles.
- Ser puntual para no hacer esperar a los demás.
- Escoger los peores sitios en las reuniones.
- Dejar hablar a los demás cuando estás deseando intervenir. - No discutir aunque se tenga razón, si la cosa no es importante.
- No enfadarnos, si no es necesario.
- Sonreír amablemente aunque no se tengan ganas.
- Disponibilidad en los servicios comunes.
- Escoger para sí mismo lo peor, cuando esto sea posible.
- Evitar ruidos que molestan a los demás. - Cuidar el aseo personal evitando malos olores. - Terminar bien lo que se está haciendo aunque esté cansado. - Etc., etc., etc. (3)


Tema completo y estructurado con contenidos de los siguientes sitios:
2) catholicexchange.com (traducción de Píldoras de fe)
 Catholic.net