TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

viernes, 23 de diciembre de 2011

D. ANTONIO LLAVES  VILLANUEVA
CABALLERO DE LA PONTIFICIA ORDEN DE SAN GREGORIO MAGNO.

     Con enorme satisfacción recibimos la gratísima noticia de este merecido nombramiento que su Santidad Benedicto XVI pp., ha tenido a bien otorgar en la persona de nuestro querido Presidente diocesano, Antonio Llaves.
     Poco después de conocer la concesión de la referida distinción Pontificia por nuestro Obispo, D. Rafael Zornoza, este Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna tuvo conocimiento de la noticia por boca del distinguido; el cual, embargado por una profunda emoción no daba crédito a la misma.
     De esta manera la Iglesia Universal premia la labor desinteresada que ha prestado y continúa prestando en la diócesis de Cádiz y Ceuta, de manera ejemplar, tal y como ha resaltado nuestro Consiliario Diocesano y Vicario General Rvdº D. Guillermo Domínguez Leonsegui.
A MODO DE SEMBLANZA
      Este Jerezano nace por el mes de Mayo de 1.933, estableciéndose con sus padres en Cádiz donde desarrolla su dilatada vida desde la más tierna infancia.
     Cursa sus primeros estudios en el Colegio de La Salle-Mirandilla, dirigido por los Hermanos de la Doctrina Cristiana; ampliándolos posteriormente con estudios mercantiles y preparándose para su ingreso en la Banca privada. Durante los años de actividad laboral también desempeñó y compatibilizó diversas actividades:

     En 1.987 fue elegido por unanimidad miembro de número del Ateneo Literario, siendo actualmente Secretario General de esta Institución.
     Fue durante 24 años, desde 1.958 hasta el fallecimiento en 1.981, Secretario personal del Ilustre poeta Don José María Pemán.
     En su juventud perteneció a la Acción Católica, formando parte del Consejo Diocesano de Jóvenes y aceptando posteriormente el cargo de Vocal de Estudios.
     Corriendo el año 1.951 en unión de otros jóvenes funda en el Convento de San Francisco de Cádiz la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno del Amor, de la que fue su primer Mayordomo con tan sólo 18 años; y  ya por  1.962 trabajó entusiasta y denodadamente para que la Cofradía tuviera una cotitular, viendo recompensados sus desvelos con la salida procesional de Ntra. Sra. de la Esperanza.
      Vice-Presidente de la Comisión Gestora del Consejo Local de Cofradías y Hermandades de Cádiz, fue designado por el Obispo de la Diócesis  Presidente del citado Consejo, hasta el nombramiento del nuevo Presidente, durante dos años.
     Tiene en su haber, entre otros, la participación como orador y ponente en numerosos pregones y conferencias: 
    -- En 1.979 pronunció el Primer Pregón a la Eucaristía, organizado por la Real Congregación de la Vela y Hermandad del Prendimiento, siendo elegido por su pertenencia a la Adoración Nocturna Española. …
   -- Pregonero de la Patrona de Cádiz la Santísima  Virgen del Rosario en 1.991,  designado por el Exmo. Ayuntamiento de Cádiz y pronunciado en el Salón de Plenos del mismo.
  entre muchos otros no menos importantes.
      En 1.973 fue elegido por Asamblea General de Adoradores, Presidente del Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna Gaditana, permaneciendo en la actualidad en el cargo. 
     Con ocasión de la celebración del Centenario de la Adoración Nocturna de Cádiz (1.884 - 1.994), fue el organizador y “alma mater” del Triduo Eucarístico Diocesano en el que se contó con la inestimable presencia e intervención del Sr. Obispo de Málaga Don Antonio Dorado; del Obispo Consiliario de Adoración Nocturna Española, Don Manuel Ureña y del Arzobispo de Sevilla Don Carlos Amigo; clausurando tan solemnes actos el Obispo de Cádiz Don Antonio Ceballos Atienza. 
     Ha organizado cada año, junto con la Sección elegida, la Vigilia Eucarística de las Espigas en las diversas localidades de la Diócesis, viviendo las mismas de manera fervorosa y entusiasta, siendo el mediador y promotor de que a las mismas no hayan faltado, ni escusado su asistencia, los diferentes Obispos de la Diócesis, que de manera incomparable han presidido los actos.
     En la actualidad continúa entregando su tiempo y colaboración al obispado de Cádiz-Ceuta, donde viene ejerciendo diferentes actividades,  continuando en ellas a pesar de las limitaciones que su salud le ha impuesto, llevando éstas con la necesaria conformidad y entereza cristiana.
… no sois vosotros los que me habéis elegido… soy Yo quien os ha elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure… (Jn 15,16)


BENEDICTO XVI, PONT. MAX.
En virtud de las preces que se Nos han presentado, rogándonos su aceptación, y por las que consta que, por tu entrega a los asuntos que miran al bien y al incremento de la Iglesia Católica, te haces merecedor de Nuestro reconocimiento, para que quede constancia de esta Nuestra voluntad, elegimos, designamos y nombramos a

Antonio Llaves Villanueva
de la diócesis de Cádiz y Ceuta

Caballero de la Orden de San Gregorio Magno en su clase civil, y te concedemos la facultad de utilizar todos los privilegios que van unidos con dicha dignidad.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 8 de octubre de 2011.
Cardenal Tarsicio Bertone
Secretario de Estado

jueves, 22 de diciembre de 2011

ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
IGLESIA DE SAN JOSÉ
Cádiz  Extramuros



AVISO PARA ADORADORAS/ES DEL TURNO NÚM. 7 DE MARÍA AUXILIADORA Y SAN JOSÉ

     Entrado el Adviento y próximo ya las Pascuas de Navidad, el Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna convoca Vigilia general extraordinaria de fin de año, que tendrá lugar en el Oratorio de la Santa Cueva el próximo viernes 30 de Diciembre a las 20,00 horas.
¡Alegraos!  igual que oyeron los pastores del Ángel.
     Esta alegría profunda del creyente en estas fiestas arranca de la FE; que Dios es cercano, entrañable y que se nos ofrece desde la ternura y fragilidad de un niño.       

viernes, 16 de diciembre de 2011

INSTRUCCIÓN ”REDEMPTIONIS SACRAMENTUM”

LA PARTICIPACIÓN DE LOS FIELES LAICOS EN LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA


1. UNA PARTICIPACIÓN ACTIVA Y CONSCIENTE
   La celebración de la Misa, como acción de Cristo y de la Iglesia, es el centro de toda la vida cristiana, en favor de la Iglesia, tanto universal como particular, y de cada uno de los fieles, a los que «de diverso modo afecta, según la diversidad de órdenes, funciones y participación actual. De este modo el pueblo cristiano, “raza elegida, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido”, manifiesta su orden coherente y jerárquico».«El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan de forma peculiar del único sacerdocio de Cristo».[
   Todos los fieles, por el bautismo, han sido liberados de sus pecados e incorporados a la Iglesia, destinados por el carácter al culto de la religión cristiana,  para que por su sacerdocio real, perseverantes en la oración y en la alabanza a Dios, ellos mismos se ofrezcan como hostia viva, santa, agradable a Dios y todas sus obras lo confirmen, y testimonien a Cristo en todos los lugares de la tierra, dando razón a todo el que lo pida, de que en él está la esperanza de la vida eterna. Por lo tanto, también la participación de los fieles laicos en la celebración de la Eucaristía, y en los otros ritos de la Iglesia, no puede equivaler a una mera presencia, más o menos pasiva, sino que se debe valorar como un verdadero ejercicio de la fe y la dignidad bautismal.
    Así pues, la doctrina constante de la Iglesia sobre la naturaleza de la Eucaristía, no sólo convival sino también, y sobre todo, como sacrificio, debe ser rectamente considerada como una de las claves principales para la plena participación de todos los fieles en tan gran Sacramento. «Privado de su valor sacrificial, se vive como si no tuviera otro significado y valor que el de un encuentro convival fraterno».
   Para promover y manifestar una participación activa, la reciente renovación de los libros litúrgicos, según el espíritu del Concilio, ha favorecido las aclamaciones del pueblo, las respuestas, salmos, antífonas, cánticos, así como acciones, gestos y posturas corporales, y el sagrado silencio que cuidadosamente se debe observar en algunos momentos, como prevén las rúbricas, también de parte de los fieles. Además, se ha dado un amplio espacio a una adecuada libertad de adaptación, fundamentada sobre el principio de que toda celebración responda a la necesidad, a la capacidad, a la mentalidad y a la índole de los participantes, conforme a las facultades establecidas en las normas litúrgicas. En la elección de los cantos, melodías, oraciones y lecturas bíblicas; en la realización de la homilía; en la preparación de la oración de los fieles; en las moniciones que a veces se pronuncian; y en adornar la iglesia en los diversos tiempos; existe una amplia posibilidad de que en toda celebración se pueda introducir, cómodamente, una cierta variedad para que aparezca con mayor claridad la riqueza de la tradición litúrgica y, atendiendo a las necesidades pastorales, se comunique diligentemente el sentido peculiar de la celebración, de modo que se favorezca la participación interior. También se debe recordar que la fuerza de la acción litúrgica no está en el cambio frecuente de los ritos, sino, verdaderamente, en profundizar en la palabra de Dios y en el misterio que se celebra.
   Sin embargo, por más que la liturgia tiene, sin duda alguna, esta característica de la participación activa de todos los fieles, no se deduce necesariamente que todos deban realizar otras cosas, en sentido material, además de los gestos y posturas corporales, como si cada uno tuviera que asumir, necesariamente, una tarea litúrgica específica. La catequesis procure con atención que se corrijan las ideas y los comportamientos superficiales, que en los últimos años se han difundido en algunas partes, en esta materia; y despierte siempre en los fieles un renovado sentimiento de gran admiración frente a la altura del misterio de fe, que es la Eucaristía, en cuya celebración la Iglesia pasa continuamente «de lo viejo a lo nuevo». En efecto, en la celebración de la Eucaristía, como en toda la vida cristiana, que de ella saca la fuerza y hacia ella tiende, la Iglesia, a ejemplo de Santo Tomás apóstol, se postra en adoración ante el Señor crucificado, muerto, sepultado y resucitado «en la plenitud de su esplendor divino, y perpetuamente exclama: ¡Señor mío y Dios mío!».
   Son de gran utilidad, para suscitar, promover y alentar esta disposición interior de participación litúrgica, la asidua y difundida celebración de la Liturgia de las Horas, el uso de los sacramentales y los ejercicios de la piedad popular cristiana. Este tipo de ejercicios «que, aunque en el rigor del derecho no pertenecen a la sagrada Liturgia, tienen, sin embargo, una especial importancia y dignidad», se deben conservar por el estrecho vínculo que existe con el ordenamiento litúrgico, especialmente cuando han sido aprobados y alabados por el mismo Magisterio; esto vale sobre todo para el rezo del rosario. Además, estas prácticas de piedad conducen al pueblo cristiano a frecuentar los sacramentos, especialmente la Eucaristía, «también a meditar los misterios de nuestra redención y a imitar los insignes ejemplos de los santos del cielo, que nos hacen así participar en el culto litúrgico, no sin gran provecho espiritual».
   Es necesario reconocer que la Iglesia no se reúne por voluntad humana, sino convocada por Dios en el Espíritu Santo, y responde por la fe a su llamada gratuita (en efecto, ekklesia tiene relación con Klesis, esto es, llamada). Ni el Sacrificio eucarístico se debe considerar como «concelebración», en sentido unívoco, del sacerdote al mismo tiempo que del pueblo presente. Al contrario, la Eucaristía celebrada por los sacerdotes es un don «que supera radicalmente la potestad de la asamblea [...]. La asamblea que se reúne para celebrar la Eucaristía necesita absolutamente, para que sea realmente asamblea eucarística, un sacerdote ordenado que la presida. Por otra parte, la comunidad no está capacitada para darse por sí sola el ministro ordenado». Urge la necesidad de un interés común para que se eviten todas las ambigüedades en esta materia y se procure el remedio de las dificultades de estos últimos años. Por tanto, solamente con precaución se emplearán términos como «comunidad celebrante» o «asamblea celebrante», en otras lenguas vernáculas: «celebrating assembly», «assemblée célébrante», «assemblea celebrante», y otros de este tipo.

martes, 6 de diciembre de 2011

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN

En la Anunciación, el ángel Gabriel, enviado por Dios, dijo a la Virgen María: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús». María dijo al ángel: «Cómo será eso, pues no conozco varón». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios» (cf. Lc 1,26-35).



Presentemos nuestras plegarias a Dios por medio de María Inmaculada, a la que el Padre eligió para madre del Verbo encarnado.
-Por todos los creyentes en Cristo; en comunión con María, Madre de la Iglesia, roguemos al Señor.
-Por los pastores de la Iglesia; en comunión con María, Reina de los apóstoles, roguemos al Señor.
-Por los que rigen las naciones; en comunión con María, Reina de la paz, roguemos al Señor.
-Por todos los que sufren; en comunión con María, consuelo de los afligidos, roguemos al Señor.
-Por nosotros y por quienes más lo necesiten; en comunión con María, Madre de Jesús y madre nuestra, roguemos al Señor.


 Escucha, Señor, nuestras súplicas, que María Inmaculada, abogada e intercesora nuestra, te presenta. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.