TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 31 de diciembre de 2017

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 31 DE DICIEMBRE DE 2017, FESTIVIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)


«ÉSTE ESTÁ PUESTO PARA QUE MUCHOS EN ISRAEL CAIGAN Y SE LEVANTEN…»


 Lc. 2, 22-40

     Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.»
     Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
     Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
     Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
     Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Otras Lecturas: Sirácida  3,2-6.12-14; Salmo 127; 1Colosenses 3, 20-12.21

LECTIO:
     Contempla a esta pequeña familia, en medio de tanta gente, en los grandes atrios del templo. No sobresale a la vista, no se distingue... Sin embargo, no pasa desapercibida. Dos ancianos, Simeón y Ana, movidos por el Espíritu Santo, se acercan y comienzan a alabar a Dios por ese Niño, en quien reconocen al Mesías, luz de las gentes y salvación de Israel. (Papa Francisco)
     Nos los podemos imaginar temblones y llorosos por ver cumplido lo que toda una vida habían estado esperando. Simeón se puso a cantar un himno de alabanza porque estaba arrullando entre sus manos arrugadas y tiernas a quien era presentado como luz para todos los Pueblos. Y comprendió que la vida ya le había dado todo, y tan hermosamente, y tan puntualmente, y tan inmerecidamente… pero se lo había dado de verdad.
     Todos nosotros tenemos la misma promesa del anciano Simeón, sea cual sea nuestra edad y circunstancia. Hemos nacido para ese encuentro con Alguien que se nos da como la luz que corresponde a tantas negruras y apagones, como la misericordia que corresponde con todas nuestras durezas, como la gracia que es capaz de abrazar nuestras soledades, la alegría que recoge en su odre festivo todas nuestras lágrimas laborables. Este encuentro es lo que en estos días y siempre llamamos Navidad.
     Dios nos ha invitado a su fiesta al hacernos nacer a su Hijo para nuestro bien, y al mostrarlo dentro de aquella bendita familia.

MEDITATIO:
     En la familia es en donde mejor se ve y se construye la "cultura del encuentro", ya que es lugar de convivencia entre generaciones (padres, hijos, abuelos, bisabuelos, nietos), donde nadie queda excluido, donde todos son necesarios y cada uno recibe el amor y la ayuda que necesitan.
     En la familia se aprenden y desarrollan las virtudes esenciales para la vida. Una familia viva, en cuyo centro, como sustentador de cada uno, en todo su desarrollo personal y social, y a lo largo de todo el camino que dure la existencia, esté Dios.
     La Sagrada Familia de Nazaret es el prototipo de toda familia cristiana. ¿Quién es esa familia? La que reunida en el sacramento del matrimonio, y alimentada con la Palabra y la Eucaristía, está llamada a realizar esa vocación y misión de ser célula viva, no solamente de la sociedad, sino también de la Iglesia.
     En la Familia de Nazaret contemplamos cómo el amor no es concéntrico, ni busca interés personal ni toma en cuenta el mal recibido, sino que se alegra con la verdad. En Nazaret, se hacen verdad aquellas palabras del apóstol San Pablo: "el amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".
     Hoy es día de entregar Belleza al matrimonio y a la familia, hoy es día de decir un Sí incondicional al amor. Dios es amor, y por ello la vocación fundamental de todo ser humano está en amar. (+Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid)

ORATIO:
     Señor y Padre de todos los hombres, el apóstol Pablo ha enseñado a los cristianos a vivir la vida familiar «en el Señor»: nosotros te pedimos que la persona de Jesús sea el hilo de oro que una a toda nuestra familia cristiana.

Niño Dios bendice a todas las familias,
protege a todos los niños,
a los jóvenes y ancianos.
Haz que en todos los hogares te abran el corazón,

CONTEMPLATIO:
     Jesús es quien acerca a las generaciones. Es la fuente de ese amor que une a las familias y a las personas, venciendo toda desconfianza, todo aislamiento, toda distancia. ¿Es Jesús quien facilita y une en tu vida de familia, el que facilita las relaciones entre padres, e hijos, abuelos…? (Papa Francisco)
     El mensaje que proviene de la Sagrada Familia es ante todo un mensaje de fe. En la vida familiar de María y José Dios está verdaderamente en el centro, y lo está en la Persona de Jesús. Por eso la Familia de Nazaret es santa. ¿Por qué? Porque está centrada en Jesús. ¿Pones los medios y te preocupas para que tu familia esté centrada en Jesús? ¿Oráis juntos? ¿Sois misericordiosos unos con otros, os perdonáis, comprendéis, dialogáis… (Papa Francisco)
     La luz que irradia (la Sagrada Familia) es luz de misericordia y de salvación para todo el mundo, luz de verdad para todo hombre, para la familia humana y para cada familia. Esta luz que viene de la Sagrada Familia nos alienta a ofrecer calor humano en esas situaciones familiares en las que, por diversos motivos, falta la paz, falta la armonía y falta el perdón. En las situaciones de dificultad ¿os animáis unos a otros, os sostenéis, buscáis soluciones juntos…? ¿Veis a Dios en esos momentos de dificultad? ¿Sois luz y descanso unos para otros? ¿Los más débiles, los ancianos…cómo son considerados y tratados? (Papa Francisco)


 La casa de Nazaret es la escuela donde se ha empezado a conocer la vida de Jesús, esto es, la escuela del evangelio. Aquí se aprende a observar, a escuchar, a meditar a penetrar el significado tan profundo y tan misterioso de esta manifestación del Hijo de Dios, tan simple, humilde y bella. Quizás también aprendamos, casi sin percatarnos, a imitar. Aquí comprendemos el modo de vivir en familia. Nazaret nos recuerda lo que es la familia, qué cosa es la comunión de amor, su belleza austera y simple, su carácter sagrado e inviolable. (Pablo VI).

jueves, 28 de diciembre de 2017

CONVOCANDO VIGILIA GENERAL EXTRAORDINARIA


DECALOGO PARA LA NAVIDAD

1.- Vive con ENTUSIASMO estos días de Navidad: ¡Dios ha bajado a la tierra!
Envía un SMS y pon: “Dios ha nacido: feliz Navidad”. Remite por tu correo electrónico felicitaciones pero con escenas religiosas.
2.- Exterioriza PUBLICAMENTE lo que crees y sientes: ¡Cristo ha nacido! Cuelga en el exterior de tu casa un símbolo cristiano. Al mirar hacia tu casa, algunos dirán, “ahí se nota que vive un cristiano”.
Para recuperar la salud de la Navidad hemos de posibilitar también la espiritual de cada uno.
3.- Tú, como Jesús, también te puedes hacer pequeño en estos días y ser la alegría de alguien.
Visita algún enfermo, ejerce la caridad, ayuda en alguna residencia de ancianos.
4.- Demuestra la ALEGRIA cristiana de estos días.
No olvides cantar villancicos en la sobremesa de la nochebuena o siempre que tu familia esté reunida.
5.- Ilumina, además de tu interior, el exterior de tu domicilio.
Dios, que está en ti, también habla a través de lo que tú haces o enmudece cuando no te atreves a hablar en su nombre.
6.- Que no falte el belén, o por lo menos la figura del Niño Jesús, en tu hogar. La imagen del Niño, en Navidad, es tan imprescindible como un balón en un partido de futbol.
¡Cuántos hay que juegan a la Navidad “sin el esférico de Jesús de Nazaret”!
7.- Participa en las celebraciones de tu parroquia. Ofrécete para los distintos ministerios.
Tú, como los pastores, también puedes entregar algo de tu pan, leche o miel. Recuerda que, una fe sin obras, es una fe muerta.
8.- ADORA al Señor. Visita diferentes belenes instalados en parroquias, plazas o lugares públicos. Explica a tus pequeños, si los tienes, el sentido de la Navidad.
Reza y bendice la mesa. No olvides que, el amor de Dios, también se manifiesta en aquellos bienes que pone a nuestra disposición.
9.- REZA con emoción contenida, ante la llegada de un Dios tan divino y humano. ¿Sirve algo una mesa en la que no se coma? ¿Sirven de algo unas navidades en las que no se rece?
La oración es el fuego que mantiene cálido el Misterio de la Navidad. Sin oración, un pesebre, un belén…quedan huérfanos. Les falta el valor divino.
10.- FELICITA, con lenguaje y símbolos cristianos, el acontecimiento que es la razón y el ser de estos días: ¡Dios ha nacido! ¡Aleluya!
Evita expresiones como “Felices Fiestas” o “Felices días”. Como cristianos, nuestro mensaje, ha de ser el siguiente: “Dios ha nacido; feliz Navidad” “Feliz Navidad y que Dios te bendiga.” ¿O no te atreves?
Javier Lehoz.

sábado, 23 de diciembre de 2017

BENDICIÓN DE LA CENA DE NOCHEBUENA


LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 24 DE DICIEMBRE DE 2017, 4º DEL ADVIENTO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

«AQUÍ ESTÁ LA ESCLAVA DEL SEÑOR; HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA»


Lc. 1. 26-38

     En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
     El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.      El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
     Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
     María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.

Otras Lecturas: 2Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16; Salmo 88; Romanos 16, 25-27

LECTIO:
     Hay dos trazos en el lienzo de la Anunciación que nos pueden ayudar también a nosotros a comprender la obra de arte de nuestra propia vida cuando dejamos que la pinte y la inmortalice el talento de Dios.
     En primer lugar, se le dice a María: no temas. Tengo la impresión que hay muchos creyentes que tienen en secreto miedo a Dios, como si lo que Él nos fuese indicando fuera algo inevitable pero indeseado. No temer a Dios, porque cuanto de tantos modos Él nos propone es a nuestro favor, para nuestro bien, lo más correspondiente con nuestro corazón.
     Luego se le dice a la Virgen: mira a tu prima Isabel. El ángel está proponiendo a María… reconocer que la fidelidad de Dios se hace historia y se hace también geografía, en las personas y en los lugares en donde se nos ha narrado el amor de Dios.
     Deberíamos descubrir en nuestra vida a dónde mirar, a quiénes mirar, para que nuestros ojos no queden cegados por el sin sentido mezquino que nos imponen todos los excesos con que a veces nos hacemos daño.
     Mirar a Isabel significó en María, y significa en nosotros, descubrir que el Señor nos consuela y nos estimula haciéndonos ver de un modo plástico y realista, que cuanto nos propone no es una quimera irreal sino una historia verificable en personas significativas que el mismo Señor nos pone al lado como una dulce compañía en la aventura de vivir y de creer.
     Esa historia tiene su punto culminante en el envío de Jesús, el Hijo de Dios, nacido de mujer en la plenitud del tiempo. Pero ese punto es posible por el sí de una joven que se fio de Dios y creyó hasta el fondo que todo eso que es imposible para los humanos, no lo es para Dios. María dijo sí, y en ese sí Dios escribió el suyo eterno. El Señor nos conceda entrar en esos dos "síes": el de Dios y el de María. (Jesús Sanz Montes. Arzobispo de Oviedo)

MEDITATIO:
     Fijemos la mirada en esta sencilla joven de Nazaret, en el momento en que acoge con docilidad el mensaje divino con su «sí»; captemos dos aspectos esenciales de su actitud, que es para nosotros modelo de cómo prepararnos para la Navidad. (Papa Francisco)
     Ante todo su fe, su actitud de fe. Escucha la Palabra de Dios para abandonarse a esta Palabra con plena disponibilidad de mente y de corazón…
     Otro aspecto es la capacidad de la Madre de Cristo de reconocer el tiempo de Dios. María… hizo posible la encarnación del Verbo gracias precisamente a su «sí» humilde y valiente. María nos enseña a captar el momento favorable en el que Jesús pasa por nuestra vida y pide una respuesta disponible y generosa. Y Jesús pasa. (Papa Francisco)
     El misterio del nacimiento de Jesús en Belén, que tuvo lugar históricamente hace más de dos mil años,… en la celebración de la Navidad viene a llamar nuevamente al corazón de cada cristiano: Jesús pasa y llama. Cada uno de nosotros está llamado a responder, como María, con un «sí» personal y sincero, poniéndose plenamente a disposición de Dios y de su misericordia, de su amor. (Papa Francisco)
     Cuántas veces pasa Jesús por nuestra vida y cuántas veces nos envía un ángel, y cuántas veces no nos damos cuenta, porque estamos muy ocupados, inmersos en nuestros pensamientos, en nuestros asuntos y, concretamente, en estos días, en nuestros preparativos de la Navidad, y Él pasa y llama a la puerta de nuestro corazón, pidiendo acogida, pidiendo un «sí», como el de María. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Como a María, haznos a nosotros hombres y mujeres obedientes. Escúchanos también a nosotros, miembros de tu pueblo, estando en comunión contigo, a darte sin dudar los "síes" que nos pidas.

Yo te saludo, María,
porque te dejaste guiar por el Espíritu
y permaneciste a su sombra,
dejando a Dios ser Dios


CONTEMPLATIO:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»
     María “se turbó y se preguntaba…” Está atenta y a la escucha del paso de Dios por su vida. ¿Cuántas veces pasa Dios por nuestro lado y ni nos damos cuenta, ni lo escuchamos, ni sabemos que nos pide?
«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
     María expresa también su duda… En nuestras dudas, en nuestras incertidumbres, en el hermano que necesita ayuda, también está Dios esperando nuestra respuesta. Dios se nos muestra en numerosos signos de nuestra vida cotidiana que son expresión sencilla de su amor. ¿Por qué nos cuesta tanto reconocerlos y responder?
«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
     Contempla la actitud de disponibilidad y confianza de María al plan de Dios. ¿Cómo es nuestra confianza, entrega y disponibilidad al plan de Dios? ¿Cómo es esta entrega confianza y disponibilidad con los que nos necesitan?
     María admite su pequeñez y confía sólo en la fuerza de Dios para realizar lo que le propone. ¿Reconocemos nuestra pequeñez? ¿Ponemos los medios necesarios para que se realicen los planes de Dios? ¿Confíanos plenamente en que Dios pone lo que no está de tu parte?




  La salutación del ángel es uno de los cánticos más hermosos que podemos dirigir a la gloria del Altísimo. Por eso repetimos esta salutación para agradecer a la Santísima Trinidad sus múltiples e inestimables beneficios. Alabamos a Dios Padre, porque tanto amó al mundo, que llegó a darle su único Hijo para salvarle. Bendecimos al Hijo, porque descendió del cielo a la tierra, porque se hizo hombre y porque nos ha redimido. Glorificamos al Espíritu Santo porque formó en el seno de la Virgen Santísima el cuerpo purísimo de Jesús, que fue la víctima de nuestros pecados. Con este espíritu de agradecimiento debemos rezar la salutación angélica, acompañándola de actos de fe, esperanza, caridad y acciones de gracias por el beneficio de nuestra salvación. (Luis Mª Grignion de Montfort)