TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 15 de diciembre de 2012

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 16 DE DICIEMBRE, 3º DE ADVIENTO "GAUDETE..."

Practicad la Justicia

Lucas 3:10-18     En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «¿Entonces, qué hacemos?». Él contestó: «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Vinieron también a bautizarse unos publícanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué hacemos nosotros?». Él les contestó: «No exijáis más de lo establecido». Unos militares le preguntaron: «¿Qué hacemos nosotros?». Él les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga».
     El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga». Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

Otras lecturas: Sofonías 3:14-18; Isaías 12:2-6; Filipenses 4:4-7

LECTIO:
     Semana tras semana, Lucas nos conduce siguiendo el ministerio de Juan. Ya está en ciernes su trágico final en la prisión de Herodes.
    Pero antes, Lucas nos revela el ministerio de Juan frente a los diversos grupos de personas que buscaban la paz del espíritu y una salida. Sus instrucciones eran bien claras. A los odiados recaudadores de impuestos, por ejemplo, les dice que no se aprovechen de su poder. En tiempos de Juan, las autoridades romanas, con tal que se les entregaran sus impuestos, mantenían los ojos cerrados frente a los abusos de los recaudadores. De hecho, los recaudadores de impuestos podían robar a la gente y meterse en los bolsillos las sobretasas. Muchos se hacían ricos con tales prácticas. Por el contrario, la paga de los soldados era exigua, por eso empleaban la fuerza para obtener de la gente comida y dinero extra. Ninguna de las dos situaciones era justa. Juan predicaba un estilo de vida justo y quienes le escuchaban y aceptaban su enseñanza transformaban sus vidas. El pueblo comenzó a abrigar la esperanza de que Juan fuera el Mesías tanto tiempo esperado.   Pero Juan hizo pedazos sus sueños inmediatamente al decirles que venía uno que “es más poderoso que yo”. Juan describía su misión como una preparación para la venida del Mesías.
     Juan también se entrevistó con Herodes Antipas, que estaba interesado por su doctrina. A Herodes Antipas, uno de los hijos de Herodes el Grande, los romanos le habían nombrado gobernador de la zona norte de Galilea. Juan, que no se andaba con rodeos, criticó abiertamente su género de vida inmoral. Por desgracia, la franqueza de Juan hizo que Herodes lo hiciera detener y lo metiera en la cárcel.

MEDITATIO:
   Considera la relevancia que hoy día tienen para nosotros los principios de la enseñanza de Juan en los versículos 8 y 11-14.
    Algunas personas tienen más de lo que en realidad necesitan, mientras que a otros les falta hasta lo necesario. ¿Dónde te sitúas respecto al versículo 11?
     El versículo 17 te podría sobrecoger el corazón por el miedo, hasta que recuerdas que Jesús es la Buena Noticia (el perdón de los pecados). ¿Qué significa para ti la Buena Noticia y cómo la contrapesas con el versículo 17

ORATIO:
     Pídele al Espíritu Santo que utilice la lectura del evangelio de este domingo para revelarte si hay algo que debas hacer o cambiar.
     Lee Isaías 12:2-6 y Sofonías 3:14-18 y esfuérzate por personalizar estos grandes himnos de alabanza.
     Alaba a Dios por las maravillas que ha realizado. Alábale por enviarnos a Jesús. Dale gracias por haberte manifestado su amor y por las innumerables veces en que te ha ayudado. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a comunicar a los demás lo maravilloso que es Dios.

CONTEMPLATIO:
     Contempla a Jesús como Salvador y medita en su gracia redentora que le abre las puertas a todo aquel que quiere aceptarle.
     Considera el acertado consejo de Pablo en Filipenses 4:4-7.    Recuerda que en la oración puedes presentarle a Dios todos tus afanes e inquietudes; su paz te colmará y te protegerá en tu alma y en tu mente.

1 comentario:

  1. Este domingo, las lecturas de la Misa son provocativas. Podrían rivalizar con tantos titulares y echarles un pulso. Todos los profetas que en el mundo han sido, han sufrido el vértigo de anunciar esperanza a un pueblo desesperanzado; anunciar alegría, a gentes resignadas a tristeza y luto: ¿veis el desierto y los yermos, el páramo y la estepa? Pues florecerán como el narciso, y sonreirán con un gozo verdadero. ¿Os abruma la soledad, que vuestra situación no hay nada ni nadie que la pueda cambiar? Pues no pactéis con la tristeza y que el miedo no llene vuestro corazón, sed fuertes, no temáis: vuestro Dios viene en persona, para resarciros y salvaros. Y como quien está ciego y vuelve a la luz, como quien renquea de cojera y salta cual cervatillo, como mudo amilanado que consigue cantar... así veréis terminar vuestro destierro, soledad, tristeza, pesadumbre..., y volveréis a vuestra tierra como rescatados del Señor. Esta explosión de vida que tiene la huella creadora el único Hacedor, se prolonga en el evangelio: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. La alegría profetizada por Isaías encontrará su plenitud en Jesús.
    Cada uno tendrá que reconocer cuáles son sus desiertos, sus yermos, sus páramos; y poner biográficamente nombre a la ceguera, la sordera, la cojera o la mudez que nos embargan. Pero es en toda esa situación donde hemos de esperar a quien viene para rescatarnos de la muerte, de la tristeza, del fatalismo. Somos llamados a testimoniar ante el mundo esa alegría que nos ha acontecido, que se ha hecho también para nosotros el Rostro, la Carne y la Historia de Jesucristo: id y anunciad no las fantasías que se os ocurran, sino lo que estáis viendo y oyendo. Así hicieron los primeros cristianos, y así transformaron ya una vez el mundo. Entonces la alegría deja de ser un lujo conquistado o una pose fingida, y se convierte en una urgencia, en una evangelización, en un catecismo. Esta es la alegría que esperamos y que se nos dará por quien está viniendo. Una alegría que no nos podrán arrebatar, como ya profetizó Cristo. La alegría que consiste en reconocer ese factor nuevo que se ha introducido en la historia, que permite ver las cosas de modo distinto, y abrazarlas, y disponerse de la mejor manera para llegar a cambiarlas. Ese factor se llama gracia, y tiene el nombre y el rostro de quien nos la da: Jesús el esperado, Jesús el que vino, Jesús el que volverá sin haber dejado nunca nuestro camino.

    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
    Arzobispo de Oviedo


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