«…
ESCOGIÓ LA PARTE MEJOR»
Lc. 10. 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer
llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada Maria, que,
sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta
se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile
que me eche una mano.»
Pero el
Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas;
sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»
Otras Lecturas: Génesis 18 1-10a; Salmo 14;
Colosenses 1,24-28
LECTIO:
El pueblo judío era un pueblo muy acogedor
con los huéspedes y visitantes. Marta recoge aquél espíritu de hospitalidad y
quiere ofrecer al Señor lo mejor. Por eso se afana en disponer las cosas para
que no le falte nada.
No hay
nada que reprochar a Marta. La acogida, la hospitalidad y el servicio no son puestas
en entredicho por Jesús.
Tampoco lo es la actitud de María. Hay un elemento que es mencionado muy rápidamente y que, sin
embargo, es fundamental: se trata de la Palabra de Jesús.
Reflexionemos sobre este evangelio:
Podemos hacer obras de caridad, de misericordia, de servicio a los pobres,
podemos trabajar desde el compromiso social, lo podemos hacer, incluso, en el
nombre de Jesús, pero sin escucharle a Él, sin llevar vida de oración, sin
vivir los sacramentos…
Pero podemos hacer también lo contrario.
Escuchar a Jesús, vivir en intimidad con Él y eso, seguro, hará que todo
nuestro obrar sea más auténtico.
MEDITATIO:
«Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas…»
La escucha de la Palabra del Señor, la contemplación,
y el servicio al prójimo no son dos actitudes contrapuestas, sino dos aspectos,
ambos esenciales para nuestra vida cristiana; aspectos que nunca se han de
separar, sino vivir en profunda unidad y armonía. (Papa Francisco).
Nos preocupamos por muchas cosas, nos
quejamos de que hay poco tiempo para aquello que nos gusta, pero no nos damos cuenta de que
solo una cosa es necesaria, escuchar al Señor en nuestro interior.
«…María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»
Jesús nos pone en guardia ante el mucho
hacer y el poco meditar. Es necesario vivir más de cerca del evangelio. Con
ello podemos ser hombres contemplativos y al evangelizar hacer más y mejor,
porque se cuenta con el apoyo de Cristo mismo.
En un cristiano, las obras de servicio y de
caridad nunca están separadas de la fuente
principal de cada acción: es decir, la escucha de la Palabra del Señor, el
estar —como María— a los pies de Jesús con la actitud del discípulo. (Papa Francisco)
ORATIO:
Demos gracias al Señor por el bien que
hayamos hecho y pidámosle perdón por las omisiones.
Señor, como María queremos elegir la
mejor parte.
Buscarte siempre y en todo momento.
Sé Tú el sentido de nuestra vida.
Danos la fuerza para darte lo que nos
pides.
Invoquemos al Espíritu Santo, que «da la
vida» y es fuente del amor, para que abra nuestros ojos.
CONTEMPLATIO:
“…María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán”.
En ningún momento critica Jesús en Marta
su actitud de servicio, tarea fundamental en todo seguimiento a Jesús, pero la
invita a no dejarse absorber por su trabajo hasta el punto de perder la paz. Y
recuerda que la escucha de su Palabra ha de ser lo prioritario para todos.
Jesús alerta del peligro de vivir
absorbidos por un exceso de actividad, en agitación interior permanente,
apagando en nosotros el Espíritu, contagiando nerviosismo y agobio más que paz
y amor.
El Señor nos dice que la primera tarea de
la vida es la oración. La oración del corazón: mirar al Señor, pedir al Señor…
La oración hace milagros.
■… En estos últimos decenios, la psicología ha contribuido mucho a
descubrir un nuevo modo de entender las relaciones interpersonales. Sin
embargo, algunos de nosotros se han dejado impresionar hasta tal punto por los
nuevos descubrimientos que han perdido de vista la enorme riqueza contenida y
conservada en conceptos antiguos como el de hospitalidad. Ese concepto podría
dar una nueva dimensión a nuestra comprensión de una relación benéfica y a la
formación de una comunidad, nuevamente creativa, en un mundo que sufre de
alienación y de extrañamiento (H. J. Nouwen,).
La escena del Evangelio de este domingo tiene lugar en una casa muy querida por Jesús, en Betania, donde unos hermanos (Lázaro, Marta y María) gozaban de su amistad. Se da un célebre diálogo entre Marta y Jesús, que no podemos leer de modo reduccionista: María la mujer contemplativa “que no hace nada”, y Marta la mujer activa “que trabaja por las dos”. Desde esta visión dualista y divididora saldría el elogio de Jesús (“María ha escogido la mejor parte”) en beneficio de la vida contemplativa, pero contra la otra actitud representada por una Marta demasiado atareada y nerviosilla.
ResponderEliminarEn una interpretación sesgada de esta actitud, pudiera parecer que María era una aprovechada, mientras que Marta era el personaje disipado acaso víctima del privilegio de su hermana. Es decir, María escuchaba al Maestro y Marta pagaba el precio del lujo contemplativo de su hermana. Pero lo que Jesús “reprocha” a Marta no es su actividad, sino que realice su trabajo sin paz, con agobio y murmuración, hasta el nerviosismo que llega a hacer olvidar la única cosa necesaria, en el afán de tantas otras cosas que no lo son. Por tanto, Jesús no está propugnando y menos aun alabando la holgazanería de “escurrir el bulto”, sino la primacía absoluta de su Palabra.
Esta escena trata de alertarnos sobre los dos extremos que un discípulo de Jesús debería de evitar: tanto un modo de trabajar que nos haga olvidadizos de lo más importante, como un modo de contemplar que nos haga inhibidores de aquellos quehaceres que solidariamente, hemos de compartir con los demás.
No obstante, creo que hoy corremos más riesgo de olvidar esa actitud fontal de escuchar a Jesús, de dedicar tiempo a su Palabra y a su Presencia. Hijos como somos de una cultura de la prisa y del arrebato, del eficientismo, lo que no está de moda es la gratuidad y por ello tanto nos cuesta orar de verdad, y ello explicaría en buena medida cómo trabajando a veces tanto –incluso apostólicamente– tenga en ocasiones tan poco fruto todo nuestro esfuerzo y dedicación.
La tradición cristiana ha resumido esta enseñanza de Jesús en un binomio que recoge la actitud del verdadero discípulo cristiano: contemplativo en la acción y activo en la contemplación. Dicho de otra manera, que todo cuanto podamos hacer responda a esa Palabra que previamente e incesantemente escuchamos, y al mismo tiempo, que toda verdadera escucha del Señor nos lance no a un egoísmo piadoso sino a un trabajo y a una misión que edifiquen el proyecto de Dios, su Reino.
+ Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo