TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 2 de agosto de 2014

"De los escritos del Siervo de Dios D. Luis de Trelles y Noguerol”


HAGAMOS LAS COSAS CON PRIMOR

     "Es preciso que las cosas buenas lo sean totalmente, y que las obras de edificación se hagan con primor. Porque está escrito que en todas nuestras obras debemos ser preexcelentes, y mucho más en las obras de Dios, o que a Dios se aplican. La ordenanza interior del que vela en la noche, es preciso inculcarlo más y más, nos encamina a la oración mental, alternada con la recitación devota de los salmos de David, en recitación semitonada, pero no cantada, a excepción del Te Deum y del Benedictus, que nos brinda asunto digno de la meditación".
    "Nuestra vocación es por todo extremo excelente y sublime. Porque, fuerza es repetirlo, conviene el culto íntimo del alma, la oración ferviente que la meditación saca del fondo de nuestro ser, la súplica devota y humilde pero fervorosa y apremiante, que sube en espirales de olor al trono de Dios para recabar sus mercedes, y atraer a la tierra la lluvia benéfica de sus gracias; y que no se compadece con las solemnidades ruidosas del culto público, buenas ciertamente para despertar las almas dormidas en la indiferencia y la apatía; pero no adecuadas al cultivo de los sentimientos íntimos, y a las erupciones del corazón encendido en el amor divino por el suave soplo del Espíritu santo".
     "En las ceremonias y procedimientos del culto divino cada método tiene su objeto, y cada camino tiene su término, como cada flor tiene su aroma. El campo de la iglesia es fecundo, y el perfume que despide, como otro campo metafórico de JACOB, se compone de diversos timiamas que todos se enderezan al trono de Dios, pero por diferentes vías, como suben los vapores de la tierra a la atmósfera, y se condensan en nubes de variados matices a la luz del sol que les brinda sus colores. Así, las oraciones de los hombres a la mirada de Dios reciben, según su excelencia respectiva y la humildad con que se ofrecen, diversa acogida ante su presencia soberana, y corresponden en diversas maneras y grados a los dones y gracias que descienden del cielo, como el rocío de la noche que refrigera la atmósfera después de un día de estío.   Los dones son varios, como dice san Pablo a otro propósito, porque uno es el don de los evangelistas, otro el de los profetas, otro el de los doctores, otro el de los apóstoles, otro el de los perfectos, y otro el de los penitentes.
     Aplicando esta doctrina sin riesgo de vanagloria, porque cumplimos mal y correspondemos menguadamente al propósito, nuestro llamamiento a la oración y al desagravio, a la impetración y al catecismo espiritual, a la humildad profunda y a la oración ferviente y secreta ante el divino acatamiento. Y si los adoradores que esto lean se encuentran distantes de la meta a que debemos llegar, consuélense con la noticia de que más lejos está todavía quien esto escribe por ellos y para ellos, sin haber gustado casi nunca una ráfaga de la luz que quiere hacer brillar a los ojos de sus hermanos de vocación".


 Lámpara del santuario, tomo 15 (Madrid 1884), pp. 417-423

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