TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

viernes, 22 de agosto de 2014


CUATRO POSTURAS PARA VIVIR LA EUCARISTÍA


     Nuestro ser está definido por cuerpo, alma y corazón. Y, porque sabemos que de Dios venimos y a Dios vamos, le expresamos nuestro profundo amor  –no solamente desde el interior- sino, también y además, con diversos gestos corporales. Nuestro cuerpo transmite lo que, interiormente, conmueve a nuestro corazón, nuestra mente y nuestro ser.
      Desgraciadamente, muchas veces por pura justificación, oímos aquello de “lo importante es lo interno, no lo externo”. Pero puede ocurrir que, en el fondo,  cuando cuesta enarbolar una bandera es porque, tal vez, se ha perdido el sentido de pertenencia a un pueblo. Lo malo no es  reverenciar con una u otra postura determinada a Dios, lo malo es el por qué algunas de ellas las hemos olvidado y dejado en el cubo de nuestro propio criterio o capricho.
     Entre otras cosas, incluso los gestos dentro de la liturgia, son expresión de unidad. De un pueblo que se mueve en la misma dirección, con los mismos sentimientos. Pues, ese pueblo, pertenece a un mismo Cuerpo de Cristo y, por lo tanto, en gestos y posturas, lo hacemos visible.


LA SEÑAL DE LA CRUZ
     Respecto a este gesto corporal, el Reverendo Padre Romano Guardini, erudito y profesor de liturgia, escribió lo siguiente:
     Cuando nos hagamos la señal de la cruz, que ésta sea una verdadera señal de la cruz. En lugar de un gesto diminuto e imperceptible que no proporciona ninguna noción acerca de su significado; hagamos, en vez, una gran señal, sin ningún apuro, que empiece desde la frente hasta nuestro pecho, de hombro a hombro, sintiendo conscientemente cómo involucra todo nuestro ser, nuestros pensamientos, nuestras actitudes, nuestros cuerpos y nuestras almas, cada una de las partes de nosotros mismos y de una sola vez, de modo que nos consagra y nos santifica...(Señales Sagradas, 1927).

ADORACIÓN
     El estar de rodillas, aunque para algunos suponga un esfuerzo y una penitencia, es adoración y vasallaje al Señor. Es inclinación de un pueblo que cree y espera en su Señor. Es veneración a la presencia real y misteriosa del Señor en el altar. Ponerse de rodillas es saber que Dios está por encima de todo. ¿Por qué se nos hace tan duro ponernos de rodillas ante Dios y tenemos tan pocos escrúpulos en hacerlo delante de cualquier poderoso?

 RESPETO
     Cuando entra y sale el sacerdote nos ponemos de pie (no porque sea sacerdote) sino porque representa a Jesús. Nos ponemos de pie, entre otras cosas, porque con Jesús buscamos bienes superiores, razones más elevadas para vivir en la tierra con la presencia del Señor. De pie nos ponemos en el Evangelio, culmen de la revelación, porque sabemos que, de en vela, es como el Señor nos ha de encontrar cuando vuelva: escuchando, meditando, pregonando sus alabanzas.

 ACCION DE GRACIAS
     El permanecer sentados, no significa ser indiferentes. Conlleva e incita a meditar, a saborear la Palabra que se ha escuchado. Sentarse, delante del sagrario, en la homilía o después de la comunión, implica proyectar en la pantalla de nuestra mente nuestra propia vida e intentar iluminarla con la vida de Jesús. Sentarse, en la Eucaristía, no es pensar “aquí me las den todas”. Es sentir cómo, la Eucaristía, es una gran ola que nos acaricia, nos refresca la memoria y nos invita a profundizar en lo que somos y vivimos.

          J.Leoz













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