…DADLES VOSOTROS
DE COMER
Mt. 14:13-21
En aquel
tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se fue de allí en
una barca, a un lugar apartado. Pero la gente, al saberlo, salió
de los pueblos para seguirle por tierra. Al
bajar Jesús de la barca, viendo a la multitud, sintió compasión de ellos y
sanó a los que estaban enfermos. Como se hacía de noche, los discípulos se
acercaron a él y le dijeron:
–Ya es tarde y este es un lugar solitario.
Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y se compren comida.
Jesús
les contestó: –No es necesario que vayan. Dadles vosotros de comer.
Respondieron:
–No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.
Jesús
les dijo: –Traédmelos. Mandó entonces a la multitud que se recostara sobre la
hierba. Luego tomó en sus manos los cinco panes y los dos peces y, mirando al
cielo, dio gracias a Dios, partió los panes, se los dio a los discípulos y
ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos,
y todavía llenaron doce canastas con los trozos sobrantes. Comieron
unos cinco mil hombres, sin
contar las mujeres y los niños.
Otras Lecturas: Isaías 55,1-3; Salmo
144; Romanos 8,35.37-39
LECTIO:
El
evangelio de hoy se sitúa inmediatamente después
del martirio de Juan Bautista (Mateo 14:1-12). Herodes hace una promesa precipitada en la fiesta de su
cumpleaños, y esto le permite a Herodías, su amante, acallar a Juan de una vez
por todas. Juan estaba preso por haber denunciado abiertamente la relación
adúltera entre Herodes y la mujer de su hermano. (La legislación judía
prohibía expresamente que un hombre se casara con la mujer de su hermano
mientras éste vivía: (Levítico
18:16, 20:21.)
La
muerte de su primo Juan apenó profundamente a Jesús. Es comprensible que quiera
pasar cierto tiempo a solas, por lo que se embarca con rumbo a algún lugar en
la otra orilla del lago. Pero las gentes no están dispuestas a dejarle solo. Le
siguen para obtener más curaciones milagrosas y escuchar su enseñanza poderosa.
Mateo pone de relieve el pesar de Jesús y la compasión que siente por la
gente que se esfuerza por seguirle. Su mirada alcanza al interior de sus
corazones y no se hace el desentendido (versículo 14).
Al caer
la tarde, los discípulos se dan cuenta de que la gente empieza sentir hambre,
pero en un lugar tan apartado no hay sitio alguno donde comprar comida. Por eso
sugieren a Jesús que los despida y envía a las aldeas cercanas. La respuesta de
Jesús tuvo que dejarles desconcertados: “¡Dadles
vosotros de comer!”
¿En qué
estaría pensando Jesús? Si ni siquiera tienen suficiente comida para ellos
mismos. ¿Cómo van a poder dar de comer a toda aquella gente? Es del todo imposible.
Jesús toma los panes y los peces, da gracias a Dios, parte el pan y se produce
entonces el milagro: la comida se multiplica sin cesar. Lo suficiente para
alimentar a 5.000 hombres, además de a las mujeres y a los niños. Y, además,
¡quedan doce canastas llenas de sobras!
Este es
el único milagro que recogen los cuatro
evangelistas. Es evidente que Mateo quiere que veamos un paralelismo entre
este milagro y el maná, la comida que Dios dio a su pueblo en el desierto bajo
la mano de Moisés: pero aquí hay uno más grande que Moisés.
MEDITATIO:
■ Imagina que fueras testigo
ocular de este milagro, primero como uno más de la multitud y, luego, como uno
de los discípulos. ¿Qué impacto te habría producido? ¿Cómo habrías reaccionado?
■ ¿Qué lecciones podemos
aprender hoy día de este milagro? ¿Somos compasivos? ¿Deberíamos estar más
abiertos a la posibilidad de que Dios intervenga de manera milagrosa en algunas
ocasiones para demostrar su gloria?
■ ¿Has tenido la experiencia
de encontrarte en una situación en la que no tenías ni la capacidad ni los
recursos para satisfacer una necesidad, pero intervino Dios?
ORATIO:
El Salmo
144 nos recuerda la compasión y el amor eterno de Dios. También nos dice
que Dios está cerca de quienes le llaman de todo corazón. ¿Qué oración brota de
tu corazón? ¿De qué tienes hambre? Tómate tu tiempo para ofrecer ese hambre a
Dios. Y deja que las palabras del salmo te traigan consuelo mientras oras.
CONTEMPLATIO:
«Dadles
vosotros de comer »
Ábrele tu
corazón a Dios y pasa cierto tiempo meditando en qué podría significar para ti esa
frase. Puede que Dios te revele algo muy concreto en los próximos días o
semanas.
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