TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 2 de agosto de 2014

…DADLES VOSOTROS
DE COMER

Mt. 14:13-21 
     En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se fue de allí en una barca, a un lugar apartado. Pero la gente, al saberlo, salió de los pueblos para seguirle por tierra. Al bajar Jesús de la barca, viendo a la multitud, sintió compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. Como se hacía de noche, los discípulos se acercaron a él y le dijeron:
–Ya es tarde y este es un lugar solitario. Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y se compren comida.
     Jesús les contestó: –No es necesario que vayan. Dadles vosotros de comer.
     Respondieron: –No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.
     Jesús les dijo: –Traédmelos. Mandó entonces a la multitud que se recostara sobre la hierba. Luego tomó en sus manos los cinco panes y los dos peces y, mirando al cielo, dio gracias a Dios, partió los panes, se los dio a los discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía llenaron doce canastas con los trozos sobrantes. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

Otras Lecturas: Isaías 55,1-3; Salmo 144; Romanos 8,35.37-39

LECTIO:
   El evangelio de hoy se sitúa inmediatamente después del martirio de Juan Bautista (Mateo 14:1-12). Herodes hace una promesa precipitada en la fiesta de su cumpleaños, y esto le permite a Herodías, su amante, acallar a Juan de una vez por todas. Juan estaba preso por haber denunciado abiertamente la relación adúltera entre Herodes y la mujer de su hermano. (La legislación judía prohibía expresamente que un hombre se casara con la mujer de su hermano mientras éste vivía: (Levítico 18:16, 20:21.)
   La muerte de su primo Juan apenó profundamente a Jesús. Es comprensible que quiera pasar cierto tiempo a solas, por lo que se embarca con rumbo a algún lugar en la otra orilla del lago. Pero las gentes no están dispuestas a dejarle solo. Le siguen para obtener más curaciones milagrosas y escuchar su enseñanza poderosa.
   Mateo pone de relieve el pesar de Jesús y la compasión que siente por la gente que se esfuerza por seguirle. Su mirada alcanza al interior de sus corazones y no se hace el desentendido (versículo 14).
   Al caer la tarde, los discípulos se dan cuenta de que la gente empieza sentir hambre, pero en un lugar tan apartado no hay sitio alguno donde comprar comida. Por eso sugieren a Jesús que los despida y envía a las aldeas cercanas. La respuesta de Jesús tuvo que dejarles desconcertados: “¡Dadles vosotros de comer!”
   ¿En qué estaría pensando Jesús? Si ni siquiera tienen suficiente comida para ellos mismos. ¿Cómo van a poder dar de comer a toda aquella gente? Es del todo imposible. Jesús toma los panes y los peces, da gracias a Dios, parte el pan y se produce entonces el milagro: la comida se multiplica sin cesar. Lo suficiente para alimentar a 5.000 hombres, además de a las mujeres y a los niños. Y, además, ¡quedan doce canastas llenas de sobras!
   Este es el único milagro que recogen los cuatro evangelistas. Es evidente que Mateo quiere que veamos un paralelismo entre este milagro y el maná, la comida que Dios dio a su pueblo en el desierto bajo la mano de Moisés: pero aquí hay uno más grande que Moisés.

MEDITATIO:
Imagina que fueras testigo ocular de este milagro, primero como uno más de la multitud y, luego, como uno de los discípulos. ¿Qué impacto te habría producido? ¿Cómo habrías reaccionado?
¿Qué lecciones podemos aprender hoy día de este milagro? ¿Somos compasivos? ¿Deberíamos estar más abiertos a la posibilidad de que Dios intervenga de manera milagrosa en algunas ocasiones para demostrar su gloria?
¿Has tenido la experiencia de encontrarte en una situación en la que no tenías ni la capacidad ni los recursos para satisfacer una necesidad, pero intervino Dios?

ORATIO:
   El Salmo 144 nos recuerda la compasión y el amor eterno de Dios. También nos dice que Dios está cerca de quienes le llaman de todo corazón. ¿Qué oración brota de tu corazón? ¿De qué tienes hambre? Tómate tu tiempo para ofrecer ese hambre a Dios. Y deja que las palabras del salmo te traigan consuelo mientras oras.

CONTEMPLATIO:
«Dadles vosotros de comer»

  Ábrele tu corazón a Dios y pasa cierto tiempo meditando en qué podría significar para ti esa frase. Puede que Dios te revele algo muy concreto en los próximos días o semanas.

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