TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 30 de agosto de 2014

OFICIO DIVINO, Oración de las horas (i)

I la liturgia de las horas en manos de los fieles

 1. LA LITURGIA DE LAS HORAS, FUNCIÓN DE TODOS LOS BAUTIZADOS
     La Liturgia de las Horas es la oración de la Iglesia que alabando a Dios e intercediendo por los hombres, prolonga en la tierra la función sacerdotal de Cristo. Ahora bien, la Iglesia la forman todos "aquellos hombres a los que Cristo ha hecho miembros de su Cuerpo, la Iglesia, mediante el sacramento del bautismo", no únicamente una parte de ellos; por consiguiente, la Liturgia de las Horas "pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia", no sólo a los sacerdotes y religiosos contemplativos, como se ha venido pensando durante los últimos siglos. La capacitación para tomar parte en esta oración no es, por tanto, consecuencia del sacramento del orden ni de la profesión monástica, sino del bautismo y de la confirmación. La entrega del Padrenuestro a los catecúmenos, tal como se realiza en la iniciación cristiana de adultos, viene a ser como el rito expresivo de que todo bautizado recibe la misión de orar en nombre y como miembro de la Iglesia. Este libro que hoy ponemos en manos de los fieles quiere, pues, devolver la oración eclesial a sus verdaderos destinatarios, es decir, a todos los bautizados.

2. LOS LAICOS ABANDONAN PRONTO LA LITURGIA DE LAS HORAS
     Por diversos avatares de la historia, sobre todo cuando, a raíz del nacimiento de las lenguas vernáculas, el latín pasó a ser dominio exclusivo de los clérigos, los laicos fueran abandonando l participación en la oración común de la Iglesia, y el Oficio divino quedó cada vez más en manos de sólo los clérigos y los monjes; con ello, aunque el Breviario continuó llamándose "oración de la Iglesia", en realidad, se convirtió en plegaria exclusivamente monástica y clerical. Y lo que al principio fue sólo práctica decadente - los laicos, de hecho, no participaban en la salmodia eclesial - se erigió después casi en principio doctrinal: rezar el Oficio divino se presentó como competencia exclusiva de los sacerdotes y monjes. A partir de esta visión, el rezo de la Liturgia de las Horas empezó a relacionarse, no con el bautismo, que nos incorpora a la Iglesia, sino con la ordenación o con la profesión monástica, que da únicamente una función determinada o consagra un carisma particular. Esta visión, ciertamente inadecuada, debe corregirse, y el Oficio divino debe volver a aparecer como la oración de todos los bautizados.

3. VER LA ORACIÓN LITÚRGICA COMO FUNCIÓN PROPIA DE CLÉRIGOS Y MONJES HA PERDURADO HASTA NUESTROS DÍAS
     Ver la oración eclesial como función exclusiva de clérigos y monjes no ha sido simple fenómeno pasajero, sino que ha perdurado prácticamente hasta nuestros días. Por ello, no hay que extrañar demasiado las dificultades que se presentan al restituir su uso entre los fieles; ni el mismo Vaticano II logró erradicar totalmente esta limitada e inexacta visión. En efecto, casi en nuestros días (1947), Pío XII afirma aún en la encíclica Mediator Dei que "el Oficio divino es la oración del cuerpo místico de Cristo... cuando lo rezan los sacerdotes, los ministros de la Iglesia o los religiosos delegados por la misma Iglesia para esta función". Y el Vaticano II, a pesar de su renovada eclesiología, repite de nuevo los mismos conceptos al decir que "cuando los sacerdotes y todos aquellos que han sido destinados a esta función por institución de la Iglesia cumplen debidamente ese admirable canto de alabanza. - entonces es en verdad la voz de la misma Esposa que habla al Esposo". Es verdad que el Vaticano II empieza a abrir la oración eclesial a los laicos al afirmar que "cuando los fieles oran junto con el sacerdote"  también se realiza por medio de ellos la oración de la Iglesia; pero esta apertura a los simples bautizados es aún muy tímida, ya que el Concilio, para que se dé verdadera oración eclesial por parte de los laicos, pone como condición que éstos recen el Oficio conjuntamente con los sacerdotes; en el fondo, por tanto, persevera la visión de que la oración eclesial está más relacionada con la ordenación que con el bautismo, es más clerical que cristiana.

4. PRIMEROS PASOS EN EL RETORNO DE LA ORACIÓN DE LA IGLESIA A TODOS LOS FIELES
     Un primer paso, que hoy puede parecer pequeño, pero que fue ya significativo, en la progresiva apertura de la oración eclesial al Conjunto de todos los bautizados, fue el motu proprio de Pablo VI Ecclesiae sanctae (1966). En este documento se recomienda a los miembros de los Institutos religiosos que adopten por lo menos las Horas principales de la Liturgia de las Horas y con ellas substituyan los antiguos Oficios parvos a los que estaban habituados. Así, dice el Papa, "participarán más plenamente en la vida litúrgica de la Iglesia". Estamos ciertamente aún muy lejos de que la oración litúrgica se abra a todos los bautizados, pero su rezo empieza ya a sobrepasar la antigua frontera de sólo los clérigos y monjes contemplativos.

5. LA CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA "LAUDIS CANTICUM" RESTITUYE A TODOS LOS BAUTIZADOS LA ORACIÓN LITÚRGICA, QUE POR PROPIA NATURALEZA LES PERTENECE
     Los progresivos pasos de apertura de la oración litúrgica a todos los bautizados, que tímidamente se inician con Pío XII y van avanzando con una mayor pujanza, se manifiestan en los documentos conciliares, y alcanzan finalmente su término definitivo en los dos documentos preliminares de la nueva Liturgia de las Horas, la Constitución apostólica Laudis canticum y los Principios y Normas generales de la Liturgia de las Horas. En ambos documentos se afirma sin equívocos que el Oficio divino corresponde a todos los bautizados. En efecto, la Constitución apostólica Laudis canticum afirma con toda claridad que la plegaria de las Horas es propia de todo el pueblo y que, precisamente por ser oración de todos los bautizados, "expresa la voz de la amada Esposa de Cristo, los deseos y votos de todo el pueblo cristiano". Esta es la razón, añade el Papa, por la que el rezo de las Horas en la reforma litúrgica "ha sido dispuesto y preparado de suerte que puedan participar en él no solamente los clérigos, sino también los religiosos y los mismos laicos" y por la que también su rezo se propone "a todos los fieles, incluso a aquellos que legalmente no están obligados a él. "

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