OFICIO DIVINO,
Oración de las horas (i)
I la liturgia de las horas en manos de los fieles
1. LA LITURGIA DE LAS HORAS, FUNCIÓN DE TODOS LOS BAUTIZADOS
La
Liturgia de las Horas es la oración de la Iglesia
que alabando a Dios e intercediendo por los hombres, prolonga en la tierra la
función sacerdotal de Cristo. Ahora bien, la Iglesia la forman todos
"aquellos hombres a los que Cristo ha hecho miembros de su Cuerpo, la
Iglesia, mediante el sacramento del bautismo", no únicamente una parte de
ellos; por consiguiente, la Liturgia de las Horas "pertenece a todo el
cuerpo de la Iglesia", no sólo a los sacerdotes y religiosos
contemplativos, como se ha venido pensando durante los últimos siglos. La
capacitación para tomar parte en esta oración no es, por tanto, consecuencia
del sacramento del orden ni de la profesión monástica, sino del bautismo y de
la confirmación. La entrega del Padrenuestro a los catecúmenos, tal como se
realiza en la iniciación cristiana de adultos, viene a ser como el rito
expresivo de que todo bautizado recibe la misión de orar en nombre y como
miembro de la Iglesia. Este libro que hoy ponemos en manos de los fieles
quiere, pues, devolver la oración eclesial a sus verdaderos destinatarios, es decir, a todos los bautizados.
2. LOS LAICOS ABANDONAN PRONTO LA LITURGIA DE LAS HORAS
Por
diversos avatares de la historia, sobre todo cuando, a raíz
del nacimiento de las lenguas vernáculas, el latín pasó a ser dominio exclusivo
de los clérigos, los laicos fueran abandonando l participación en la oración
común de la Iglesia, y el Oficio divino quedó cada vez más en manos de sólo los
clérigos y los monjes; con ello, aunque el Breviario continuó llamándose
"oración de la Iglesia", en realidad, se convirtió en plegaria
exclusivamente monástica y clerical. Y lo que al principio fue sólo práctica
decadente - los laicos, de hecho, no participaban en la salmodia eclesial - se
erigió después casi en principio doctrinal: rezar
el Oficio divino se presentó como competencia exclusiva de los sacerdotes y
monjes. A partir de esta visión, el rezo de la Liturgia de las
Horas empezó a relacionarse, no con el bautismo, que nos incorpora a la
Iglesia, sino con la ordenación o con la profesión monástica, que da únicamente
una función determinada o consagra un carisma particular. Esta visión,
ciertamente inadecuada, debe corregirse, y el Oficio divino debe volver a
aparecer como la oración de todos los bautizados.
3. VER LA ORACIÓN LITÚRGICA COMO FUNCIÓN PROPIA DE CLÉRIGOS Y
MONJES HA PERDURADO HASTA NUESTROS DÍAS
Ver la oración eclesial como función
exclusiva de clérigos y monjes no ha sido simple fenómeno pasajero, sino que ha
perdurado prácticamente hasta nuestros días. Por ello, no hay que extrañar
demasiado las dificultades que se presentan al restituir su uso entre los
fieles; ni el mismo
Vaticano II logró erradicar totalmente esta limitada e inexacta visión.
En efecto, casi en nuestros días (1947), Pío XII afirma aún en la encíclica
Mediator Dei que "el Oficio divino es la oración del cuerpo místico de
Cristo... cuando lo rezan los sacerdotes, los ministros de la Iglesia o los
religiosos delegados por la misma Iglesia para esta función". Y el
Vaticano II, a pesar de su renovada eclesiología, repite de nuevo los mismos
conceptos al decir que "cuando los sacerdotes y todos aquellos que han
sido destinados a esta función por institución de la Iglesia cumplen
debidamente ese admirable canto de alabanza. - entonces es en verdad la voz de
la misma Esposa que habla al Esposo". Es verdad que el Vaticano II empieza
a abrir la oración eclesial a los laicos al afirmar que "cuando los fieles
oran junto con el sacerdote"
también se realiza por medio de ellos la oración de la Iglesia; pero
esta apertura a los simples bautizados es aún muy tímida, ya que el Concilio,
para que se dé verdadera oración eclesial por parte de los laicos, pone como condición que éstos recen el
Oficio conjuntamente con los sacerdotes; en el fondo, por tanto,
persevera la visión de que la oración eclesial está más relacionada con la
ordenación que con el bautismo, es más clerical que cristiana.
4. PRIMEROS PASOS EN EL RETORNO DE LA ORACIÓN DE LA IGLESIA A
TODOS LOS FIELES
Un
primer paso, que hoy puede parecer pequeño, pero que
fue ya significativo, en la progresiva apertura de la oración eclesial al
Conjunto de todos los bautizados, fue
el motu proprio de Pablo VI Ecclesiae sanctae (1966).
En este documento se recomienda a los miembros de los Institutos religiosos que
adopten por lo menos las Horas principales de la Liturgia de las Horas y con
ellas substituyan los antiguos Oficios parvos a los que estaban habituados.
Así, dice el Papa, "participarán más plenamente en la vida litúrgica de la
Iglesia". Estamos ciertamente aún muy lejos de que la oración litúrgica se
abra a todos los bautizados, pero su rezo empieza ya a sobrepasar la antigua
frontera de sólo los clérigos y monjes contemplativos.
5. LA CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA "LAUDIS CANTICUM"
RESTITUYE A TODOS LOS BAUTIZADOS LA ORACIÓN LITÚRGICA, QUE POR PROPIA
NATURALEZA LES PERTENECE
Los progresivos pasos de apertura de la
oración litúrgica a todos los bautizados, que tímidamente se inician con Pío
XII y van avanzando con una mayor pujanza, se manifiestan en los documentos
conciliares, y alcanzan finalmente su término definitivo en los dos documentos preliminares de la
nueva Liturgia de las Horas, la Constitución
apostólica Laudis canticum y los Principios y Normas generales de la Liturgia
de las Horas. En ambos documentos se afirma
sin equívocos que el Oficio divino corresponde a todos los bautizados.
En efecto, la Constitución apostólica Laudis canticum afirma con toda claridad
que la plegaria de las Horas es propia de todo el pueblo y que, precisamente
por ser oración de todos los bautizados, "expresa la voz de la amada
Esposa de Cristo, los deseos y votos de todo el pueblo cristiano". Esta es
la razón, añade el Papa, por la que el rezo de las Horas en la reforma
litúrgica "ha sido dispuesto y preparado de suerte que puedan participar
en él no solamente los clérigos, sino también los religiosos y los mismos
laicos" y
por la que también su rezo se propone "a todos los fieles,
incluso a aquellos que legalmente no están obligados a él. "
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