TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

viernes, 22 de agosto de 2014

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 24 DE AGOSTO, 21º DEL TIEMPO ORDINARIO

…¿QUIÉN DECIS QUE SOY YO?
Mt 16,13-20 
     En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas».
     Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
     Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Mesías.

Otras Lecturas: Isaías 22,19-23; Salmo 137; Romanos 11,33-36.

LECTIO:
     San Mateo propone este texto que es símbolo de nuestra catolicidad. La propuesta de recordar que Jesús es el Señor; Jesús es el Cristo; Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo, es vital para la Iglesia. Jesús no es un profeta más, ni un místico, ni un maestro como los demás en Israel. Aunque leemos muy rápido el texto, debe haberse desarrollado en un ambiente de serenidad y todo debe haber pasado en un buen tiempo.
     Tal vez es bueno recordar la situación histórica –socio/ política- en la que se encontraban en ese momento en el pueblo de Israel. Estaban siendo ocupados por el Imperio Romano, que con gran violencia se había adueñado de la región y había impuesto sus leyes y todos debían pagar impuestos a la potencia extranjera. Ellos esperaban un rey al estilo David que uniéndolos saliera a defender el territorio y con gran fuerza los liberara para que fueran ellos la gran potencia. Pero Jesús no iba a tener ese estilo de liderazgo.
     Partiendo de esta situación, Jesús ha reunido a sus discípulos, y lanza una nueva e importante pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo? (o en este texto usando un título mesiánico “el Hijo del Hombre”). Los discípulos han estado en misiones, y ahora Jesús reunido con ellos quiere recabar información sobre lo que se dice sobre Él mismo. Ellos comentan lo que la gente anda diciendo por ahí: “es Juan el Bautista, Elías, Jeremías o algún otro de los profetas” (es curioso cómo identifican a estos personajes de la historia como que hubieran vuelto a la vida). Esto significaba ya mucho. Jesús tenía una gran misión podría igualarse a cualquiera de los grandes personajes en el recuerdo de Israel. El pueblo ya se había dado cuenta de algo diferente. Por eso mismo comentaban estas cosas. Pero Jesús devuelve la pregunta ahora a sus discípulos ¿Y ustedes quien dicen que soy yo? Antes había usado la expresión de “hijo del hombre” (que proviene de la profecía de Daniel 7, 13-14, pero en el Nuevo Testamento se menciona ochenta y ocho veces este título de Jesús). Sin embargo la pregunta a los discípulos está ligada a otra expresión, tal vez más directa “Yo Soy”. Habla más directamente sobre su doble naturaleza Humana y Divina. En las dos preguntas encontramos esto.
    Simón Pedro sale inmediatamente diciendo “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Es una declaración que no pudo habérsela inventado ni rastreado Pedro por sí mismo. Es el Padre del cielo quien se lo ha puesto en los labios. Es la primera vez que públicamente se habla de la verdadera identidad de Jesús. Él es el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Es una declaración de fe. Una manera nueva de entender a Jesús. Esta declaración y confirmación de Pedro, lo hace ahora responsable de guiar a la comunidad de discípulos, seguidores de Jesús. Sobre Pedro se construye la Iglesia y las puertas del infierno (que es el imperio de la muerte) no tendrán poder sobre ella. También le dice que por esta declaración tendrá las llaves del Reino de los cielos y sus decisiones en la tierra serán tomadas en cuenta en el cielo (lo que ates en la tierra será atado en el cielo y lo que desates en la tierra será desatado en los cielos).
     El mesianismo de Jesús difiere radicalmente del sentir y pensar humano. La gente no estaba preparada, por eso Jesús pide que no lo digan a las personas. Ni siquiera Pedro está preparado para el anuncio de la Pasión del Señor (que sigue inmediatamente a este texto). Pero aún la debilidad humana de Pedro Jesús no le quita la misión que le ha confiado de ser la “roca”, es decir el fundamento y referencia obligada de los seguidores del Mesías.

MEDITATIO:       
     “Es el mismo Jesús quien, hablando con los discípulos, distingue: "¿Quién dice la gente que soy yo?" (cf. Mt 16, 13), refiriéndose a los que lo conocen de lejos, por decirlo así "de segunda mano". "Y vosotros ¿quién decís que soy yo?", refiriéndose a los que lo conocen "de primera mano", habiendo vivido con él, habiendo entrado realmente en su vida personalísima hasta convertirse en testigos de su oración, de su diálogo con el Padre.
    Así, es importante que tampoco nosotros nos limitemos a la superficialidad de tantos que escucharon algo acerca de él: que era una gran personalidad, etc..., sino que entremos en una relación personal para conocerlo realmente. Y esto exige el conocimiento de la Escritura, sobre todo de los Evangelios, donde el Señor habla con nosotros”… (Benedicto XVI)
¿Recurro a la Oración con la Palabra de Dios, dejo que Jesús me instruya?
¿Quién es Jesús para mí? ¿Hasta dónde quiero llegar en mi relación con Jesús? ¿Lo busco en su Palabra, personal y comunitariamente? ¿Busco vivir continuamente los sacramentos que me acercan a Jesucristo?
    “Este coloquio con el Señor en la Escritura no debe ser nunca un coloquio individual; ha de hacerse en comunión, en la gran comunión de la Iglesia, donde Cristo está siempre presente, en la comunión de la liturgia, del encuentro personalísimo de la sagrada Eucaristía y del sacramento de la Reconciliación, donde el Señor me dice: "Te perdono"… (Benedicto XVI)
¿Soy consciente que no puedo ser un cristiano aislado y anónimo sino que soy parte de una comunidad llamada Iglesia?
¿Entiendo que no se puede separar a la Iglesia de Jesús, el Cristo, el Mesías? Mi encuentro con el Señor debe ser como miembro de la Iglesia.
¿Pido a Dios por el sucesor de Pedro y los Apóstoles? ¿Sigo sus enseñanzas?

.ORATIO:
     Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Hoy quiero escucharte, quiero darme cuenta que en mi vida tú estás a la puerta llamándome para preguntarme, para insistir sobre mi vida. Mi vida tiene sentido sólo si te reconozco a Ti, que eres el Señor de la Historia. Verdadero Hombre, pero verdadero Dios que vino a este mundo a salvarme.
     Señor que te conozca y te reconozca en mi vida. Señor que también me conozca a mí mismo y mis limitaciones que sólo Tú puedes llenar.
     Gracias por ofrecerme la Iglesia, que es la prolongación de tus mismos discípulos y misioneros. Es en la Iglesia donde sigues obrando. Que reconozca que una relación contigo pero sin la Iglesia es como un avión que le falta un ala y no puede volar. Señor, dame la gracia de amar a tu Iglesia y a todos los cristianos que son tus seguidores. Que con ellos comparta la vida con mayúscula, que me una en los sacramentos.
     Gracias porque me invitas permanentemente a encontrarme contigo, en la oración.

CONTEMPLATIO:
     Hemos llegado a la etapa donde las palabras de Jesús maestro, se quedan grabadas en nuestro corazón.
¿Cómo interiorizo el mensaje?
Oh Señor, tu eres Dios, tu eres el mesías, tu eres mi Señor,
Oh Jesús tu eres el camino, tu eres la verdad, tu eres la vida,

     Dispongámonos pues a repetir estas frases en nuestro interior para que la luz de Cristo, sea el faro que guie nuestro camino.

1 comentario:

  1. El Evangelio del día de hoy nos presenta precisamente esta verdad fundamental de nuestra fe, sobre la cual se basan nuestras certezas y seguridades sobrenaturales: ¡Jesucristo fundó realmente su Iglesia y colocó a Pedro y a sus sucesores como piedra angular de la misma!: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. A ti te daré las llaves del Reino de los cielos, y lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo; y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. ¡Esto es lo que da fuerza y solidez a nuestra fe, y por eso nos proclamamos, con santo orgullo, “católicos, apostólicos y romanos”!
    Este es un punto fundamental que, tristemente, niegan los hermanos separados, que se autodenominan “cristianos”– y que, dicho claramente– han abandonado la fe católica para pasarse a las diversas denominaciones protestantes.
    En el Papa los católicos tenemos un punto firme y seguro de nuestra fe porque Jesucristo quiso edificar su Iglesia sobre Pedro y sus sucesores. En sus enseñanzas y en su Magisterio pontificio hallamos una roca inconmovible de frente a los oleajes de confusión doctrinal que hoy en día se arremolinan por doquier, sobre todo en todas esas sectas que quieren asolar y engañar a los fieles católicos. En el Papa, en los Obispos y en los sacerdotes fieles –es decir, en todos aquellos que reconocen la autoridad del Romano Pontífice, siguen su Magisterio y transmiten sus enseñanzas– encontramos al mismo Cristo, Buen Pastor, que guía a sus ovejas a los pastos del cielo. ¡Escuchemos su voz, sigamos sus huellas, imitemos su ejemplo de amor, de santidad y de entrega incondicional para el bien de todos los hombres, nuestros hermanos.
    Que éste sea hoy nuestro compromiso: de vivir, defender y proclamar nuestra fe católica, en obediencia al Papa y a nuestros pastores; y, si Dios lo permitiera, también pedirle la gracia de morir por ella, como lo hicieron un día nuestros mártires. Que Dios así nos lo conceda y desde ahora proclamemos nuestra fe con nuestras propias obras.

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