TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 7 de febrero de 2015

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 8 DE FEBRERO, 5º DEL TIEMPO ORDINARIO - CAMPAÑA DE MANOS UNIDAS CONTRA EL HAMBRE

«SEÑOR…TODOS TE BUSCAN»
 Mc. 1. 29-39
      En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta.
     Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. 
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.» Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»

     Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.


Otras Lecturas: Job 7,1-4.6-7; Salmo 146; Corintios 9,16-19.22-23

LECTIO:
                San Marcos nos presenta a un Jesús que anuncia el Reino de Dios tanto de palabra como con obras. De ahí que insista continuamente en presentar a un Jesús que enseña, pero que también actúa, que se revela por medio de su predicación y a su vez en su actuar.
       En este pasaje encontramos a Jesús que sana a la suegra de Pedro, y dando una visión general, el evangelista nos dice que le llevaron todos los enfermos y endemoniados”, y Él sanó a muchos enfermos y echó a muchos demonios. De esta manera manifiesta la identidad de Jesús, como Alguien que tiene autoridad, tanto sobre la naturaleza, como pueden ser las enfermedades, como también sobre los espíritus inmundos.
       San Marcos nos da a conocer  no sólo a un Jesús que sana, hace milagros, sino que nos muestra también su corazón, su actitud, su relación con el Padre: “…cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar”. Esto nos revela su búsqueda, su comunicación e intimidad con el Padre.
       También el texto recoge la misión de Jesús de anunciar y actualizar el Reino con su vida y su predicación: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido”.
       Esta es  la íntima relación que Jesús manifiesta entre la oración y la misión, entre su tiempo para Dios y su tiempo para la gente, manifestando así una relación mutua entre ambas realidades, donde una lleva a la otra y cada una se expresa en la otra.
       Jesús viene a salvar a todos, a que cada uno tengamos vida abundante en toda la dimensión de la persona.
                     
MEDITATIO:            
     Jesús era sensible con los que sufrían, era cercano con los que pasaban necesidad…, como discípulo debemos imitar sus actitudes y actuar como Él.
¿Eres capaz de ver la necesidad del que tienes a tu lado?, ¿te acercas a ellos y haces algo por ayudarlos o justificas tu indiferencia? ¿Qué haces para imitar la vida de Jesús?
     El Señor buscaba tiempo para orar, para estar a solas con el Padre.
¿Te esfuerzas por tener cada día un tiempo de oración, dejarte inundar por el amor de Jesús y dejarte transformar por Él?
¿Has logrado realizar en tu vida la síntesis entre oración y acción? ¿La oración te lleva al servicio a los hermanos y la acción te conduce a la intimidad con el Señor?
     La gente quería que Jesús solucionara sus penas y enfermedades, pero Él sabía que tenía que anunciar la Buena Nueva. 
¿Cómo participas en comunicar y anunciar el Evangelio? ¿Cómo colaboras para que el mensaje de Jesús sea conocido y vivido? 

ORATIO:
Sana, Señor… y cicatriza las huellas de mi pecado,
Sana, Señor… mis actitudes y dame tus sentimientos,

     Señor, deseo alabarte, bendecirte y darte gracias con todo el corazón por esta tu Palabra, escrita para mí, hoy, pronunciada por tu Amor por mí, porque Tú me amas verdaderamente.
     Gracias, porque has venido, has bajado, has entrado en mi casa y me has alcanzado precisamente allí donde estaba enfermo, donde me quemaba una fiebre enemiga; has llegado allí donde yo estaba lejano y solo. Y me has abrazado. Me has cogido de la mano y me has levantado, devolviéndome la vida plena y verdadera que viene de Ti, la que se vive junto a Ti. Por ahora soy feliz, Señor mío. 

CONTEMPLATIO:
Él se acercó, la cogió de la mano…”.

     Deja que Jesús se acerque te tome la mano y te cure. Experimenta la fuerza y la gracia de Dios que te impulsan al servicio.
 “…la levantó”
     Le puso en pie, le devolvió la dignidad. Así está siempre Jesús: como una mano tendida que nos levanta, como un amigo cercano que nos infunde vida.  La mujer curada por Jesús se pone a “servir” a todos. Lo ha aprendido de Jesús. Sus seguidores hemos de vivir acogiéndonos y cuidándonos unos a otros.
 “…le llevaron todos los enfermos…”

     ¿Cómo te presentas tú ante Jesús? ¿Cómo necesitado, confiado, amado, atendido en todo momento…? ¿Cómo te presentas en tus actividades y trabajos? ¿Te sientes protagonista o dejas que Jesús actúe por tu medio?


1 comentario:

  1. Este Evangelio es la escena que se desenvuelve en Cafarnaún, en casa de Simón. Tras lo ocurrido con el endemoniado en la Sinagoga unas horas antes en aquel sábado (Mc 1,21-28), suceden dos reacciones similares respecto de Jesús. En efecto, los discípulos dijeron a Jesús que la suegra de Simón estaba con fiebre en cama. Jesús la curó y ella se puso a servirles. Pero, no sólo a ellos: “al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta” (Mc 1,30-32). Era un espectáculo: enfermos, poseídos, todo el pueblo de espectador... Dice el Evangelio que curó a muchos y expulsó a muchos demonios. Pero al llegar la madrugada, Jesús se levantó y se fue a la soledad del campo para orar.
    Sin embargo, no fue Él el único que madrugó aquel domingo. Los discípulos, embajadores de suegras, lo serán ahora de la masa: “Simón y sus compañeros fueron, y al encontrarlo le dijeron: todo el mundo te busca” (Mc 1,36-37). Tanto los discípulos como aquel pueblo, perseguían al Maestro. ¿Que les seducía? ¿Qué habían descubierto en Él? ¿Qué esperaban recibir? Aquí se abre una dolorosa división entre el modo de pensar y de actuar de Jesús y de todos los demás en esta escena. Estaban en planos completamente diferentes.
    Es lo que dice Juan al contarnos el dolido reproche de Jesús ante el “interés” que su Persona suscitaba tras el milagro de los panes y los peces: “en verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado” (Jn 6,26).
    Evidentemente, se puede buscar a Jesús, se le puede seguir y perseguir, como quien entra en un supermercado: para autoservirse sólo de aquello que se quiere consumir, haciendo caso omiso del resto de las ofertas. La iniciativa no la tienen los estantes, ni el dueño del negocio, sino la libertad del consumidor. No es así, no debe serlo, en la relación con Jesucristo, no cabe un cristianismo “a la carta”. Él se nos da por entero, y sólo por entero podemos darnos a Él en respuesta agradecida. No vale servirse de Jesús, aprovecharse de Dios, sólo en la prebenda, en el favor, en la recomendación. Acoger a Jesús es acoger el don de su Persona, el Reino, hecho de palabras y signos, de gracia y de exigencia, de entrega y donación. Y ese Reino es amar a Dios amando todo lo que Él ama, y por lo tanto hacer nuestra su causa y su proyecto, sus amores y dolores, sus hijos todos. Seremos así eco, continuación y credibilidad de la Buena Noticia de Cristo.

    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo

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