TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 25 de mayo de 2013

DOMINGO 26 DE MAYO, JORNADA PRO ORANTIBUS

Vida contemplativa en el año de la fe



     El domingo 26 de mayo, solemnidad de la Santísima Trinidad, celebramos la Jornada “pro orantibus”. Es un día para que el pueblo cristiano tome conciencia, valore y agradezca la presencia de la vida contemplativa. Desde la clausura de los monasterios y conventos, las personas consagradas contemplativas, como afirma el concilio Vati­cano II, «dedican todo su tiempo únicamente a Dios en la soledad y el silencio, en oración constante y en la penitencia practicada con alegría»1. La Jornada se celebra en el Año de la fe, convocado por el querido y recordado papa Benedicto XVI, que nos ha dejado un lumi­noso magisterio sobre la vida consagrada en general y sobre la vida contemplativa en particular. Ahora sigue amando y sirviendo a la Iglesia a través de la plegaria y reflexión desde el retiro de la clausura. El nuevo sucesor de Pedro, el papa Francisco, ha retomado toda la programación del Año de la fe, para renovar a la Iglesia. Oremos para que Jesucristo, Pastor Supremo, le asista en el pastoreo de su Iglesia en el Año de la fe y en esta hora de nueva evangelización. El lema de la Jornada de este año es: Centinelas de la oración. La pala­bra centinela evoca vigilancia. Los centinelas estaban apostados sobre los muros de las ciudades (cf. 2 Sam 18, 24; 2 Re 9, 17-20), en torres de vigilancia en el desierto o sobre las cumbres (cf. 2 Crón 20, 24; Jer 31, 6). El propio Dios es descrito en ocasiones como centinela o guardián de su pueblo (cf. Sal 127, 1), siempre preocupado por la seguridad y protección de los suyos (cf. Sal 121, 4ss). El salmista suplica al Señor su misericor­dia y espera en su palabra «más que el centinela la aurora» (Sal 130, 6). La personas contemplativas vigilan como centinelas día y noche igual que las vírgenes prudentes la llegada del esposo (cf. Mt 25, 1-13) con el aceite de su fe, que enciende la llama de la caridad. Los monjes y monjas son en la Iglesia centinelas de la oración contemplativa para el encuentro con el Esposo Jesucristo, que es lo esencial…
 …Las personas contemplativas como centinelas apuntan siempre a lo fundamental y esencial. Para el hombre moderno, encarcelado en el torbellino de las sensaciones pasajeras, multiplicadas por los mass-media, la presencia de las personas contemplativas silenciosas y vigilantes, entregadas al mundo de las realidades «no visibles» (cf. 2 Cor 4, 18), representan una llamada providencial a vivir la vocación de caminar por los horizontes ilimitados de lo divino. En esta Jornada “pro orantibus” es justo y necesario que recemos por las personas contemplativas, que volvamos la mirada y el corazón a sus monasterios y pidamos por sus intenciones. Sin duda, sus in­tenciones van encaminadas a la permanencia en la fidelidad siempre renovada de todos  sus miembros en la vocación recibida y al aumento de vocaciones en esta forma de consagración. Como un signo de gratitud, ayudemos también económicamente a los monasterios en sus necesidades materiales. Sabemos que las mon­jas y monjes son personas que por su habitual silencio y discreción no suelen pedir; pero son bien acreedoras a nuestras limosnas y genero­sidad, y nos pagarán con creces, alcanzándonos del Señor gracias y bendiciones de mucho más valor.
     Que la santísima Virgen María, primera consagrada al Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo, maestra de contemplación y centinela orante que dio a luz al Sol de justicia, Cristo nuestro Salvador, cuide y proteja a todas las personas contemplativas. ¡Feliz Jornada de la vida contemplativa en el Año de la fe!
Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander
Presidente de la CEVC
Objetivos de la Jornada

1.    Orar a favor de los consagrados y consagradas en la vida contemplativa, como expresión de reconocimiento, estima y gratitud por lo que representan, y el rico patrimonio espiritual de sus institutos en la Iglesia.
2.   Dar a conocer la vocación específicamente contemplativa, tan actual y tan necesaria en la Iglesia y para el mundo.
3.   Promover iniciativas pastorales dirigidas a incentivar la vida de oración y la dimensión contemplativa en las Iglesias particulares, dando ocasión a los fieles, donde sea posible, para que participen en las celebraciones litúrgicas de algún monasterio, salvaguardando, en todo caso, las debidas exigencias y las leyes de la clausura.


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