Conducíos
a la verdad
Juan 16:12-15 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: “Tengo mucho más que deciros, pero en este momento sería demasiado
para vosotros. Cuando venga el Espíritu
de la verdad, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia
cuenta, sino que dirá todo lo que oye y os hará saber las cosas que van a
suceder. Él me honrará, porque recibirá
de lo que es mío y os lo dará a conocer. Todo lo que tiene el Padre,
también es mío; por eso os he dicho que el Espíritu recibirá de lo que es mío y
os lo dará a conocer.
Otras lecturas: Proverbios 8:22-31;
Salmo 8; Romanos 5:1-5
LECTIO:
Estamos muy dentro del núcleo de las
enseñanzas de Jesús durante la Última Cena. Es mucho lo que Jesús tiene que
decir para preparar a su grupo de fi eles ante los acontecimientos traumáticos
se les presentan.
El Espíritu Santo sigue siendo el centro
de atención. En este caso, Jesús enseña que el papel del Espíritu Santo es revelarles la verdad de Dios,
guiarlos hasta toda la verdad y hacerles saber las cosas que van a suceder (versículo 13).
Jesús podría haberles explicado a sus
discípulos más cosas sobre lo que iba a suceder. Pero sabe que no podrían
recibir más. Por eso opta por ofrecerles algunos retazos fugaces de la obra del
Espíritu Santo. Después de la resurrección de Jesús, el Espíritu Santo ayudará
a los discípulos a entender lo que necesitan saber para vivir en relación con
Dios y les concederá el poder que precisan para llevarlo a cabo (Hechos 1:8).
Jesús explica algo más sobre la relación
existente entre el Espíritu Santo, el Padre y él mismo. El Espíritu Santo nos
ayuda a entender y a ver la verdad respecto a Dios, y nos conduce. De este modo
da gloria al Padre y al Hijo. Los tres miembros de la Santísima Trinidad son uno solo en unidad plena.
MEDITATIO:
■ Medita en la expresión ‘la verdad de
Dios’. ¿Qué significa para ti?
■ ¿Necesitamos todavía que el Espíritu
Santo actúe en nuestras vidas hoy día? ¿Qué nos enseña este pasaje respecto a
la manera en que nos puede ayudar el Espíritu Santo?
■ ¿Cómo te sentirías si le hicieras un
regalo a alguien y no le hiciera el menor aprecio? ¿Podemos ser en ocasiones
culpables de ignorar o dar por sentado este preciso regalo de Dios?
■ ¿Qué podemos aprender en nuestra vida
interior con la experiencia de la Santísima Trinidad, en las lecturas de hoy?
ORATIO:
“…porque Dios ha llenado con su amor
nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado.” Romanos 5:5
Dale gracias a Dios por el amor que te
tiene y por haberte concedido el don del Espíritu Santo. Pídele ayuda para
saber apreciar este amor con mayor profundidad y estar dispuesto a compartir
este amor con quienes te rodean.
¿Has
experimentado algún momento especial mientras orabas o leías en el que el
Espíritu Santo te haya revelado algo nuevo? Pídele a Dios que lo haga a lo
largo de esta semana.
CONTEMPLATIO:
¿Te has fijado alguna vez en la inmensidad
del cielo, del mar o del paisaje y te has sentido pequeño comparado con ellos? Pásate
un rato asombrándote con el salmista ante las razones por las que el creador
del universo tendría que fijarse en ti o en mí.
“Cuando veo el cielo que tú mismo hiciste, y
la luna y las estrellas que pusiste en él, pienso:
¿Qué
es el hombre? ¿Qué es el ser humano? ¿Por qué le recuerdas y te preocupas de
él? Pues le hiciste casi como un dios, le rodeaste de honor y dignidad, le
diste autoridad sobre tus obras, le pusiste por encima de todo.” Salmo 8:3-6.