En el año de la
fe
EL
FORTALECIMIENTO DE LA FE DE
LOS CRISTIANOS (V)
(Conferencia con
ocasión del 225º aniversario de la erección de la Parroquia de San José, de los
extramuros de Cádiz - 19-IV-2012)
Rvdº.P. Juan Antonio Paredes Muñoz
(II) 5.- ¿Es razonable
creer en Dios en el siglo XXI?
5.3. Dios no es un obstáculo, sino la plenitud del hombre. A finales del siglo pasado y a comienzos de
este siglo, surgieron por doquier voces que proclamaban la "muerte de
Dios". Dios era, en el sentir de algunos, el gran obstáculo que taponaba
la historia, impidiéndola avanzar. La fe en Dios, decían, estaba dificultando el
desarrollo de la justicia en el mundo; la emergencia de la mayoría de edad de
la razón; el ejercicio de la libertad, que nos hace responsables y solidarios;
el advenimiento de unos valores éticos más auténticos...Fue un rechazo tan
impresionante que debe darnos que pensar. ¿Por qué Dios conoció semejante
rechazo por parte del hombre? ¿Cuáles son los obstáculos que impedían ayer y
pueden seguir impidiendo hoy que nuestros hermanos no-creyentes descubran el
rostro de Dios?
¿Qué tipo de amenaza veían en
la fe? ¿De qué bienes temían y temen verse privados por el cristianismo?
Ahora podemos ver que el humanismo sin Dios no era la
respuesta adecuada. Comenzó por querer prescindir de Dios y ha desembocado en
un "humanismo" sin personas, sin valores éticos, sin horizontes y sin
esperanzas. Ha venido a parar en la dolorosa pérdida de millones de vidas
humanas y en la pérdida de casi un siglo de historia en medio mundo; [1]
en la muerte de todas las utopías; [2]
en la ética indolora del burgués, que organiza su vida desde la base efímera
del placer individual, [3]
y en la amenaza de un holocausto nuclear y de una destrucción sistemática de la
naturaleza.
Pero ni aquella crítica contra la fe era tan fundada ni estas
amenazas del nihilismo, de la muerte de la naturaleza y del holocausto
pueden acabar con nuestra esperanza. La fe en Dios nos empuja también hoy a
salvar lo mejor de todas las utopías; [4]
a redescubrir la presencia de Dios desde una ciencia que se ha hecho más
consciente de sus posibilidades y más humilde ante la inmensidad de las
preguntas; [5] a
mantener viva la crítica frente a un neocapitalismo, que está acrecentando el
número de pobres y el abismo que separa a los pobres de los ricos; [6]
a denunciar los atentados contra la vida y contra el relativismo de todos los
valores. [7]
Los creyentes no pretendemos tener la solución ni la respuesta a tantas y tan
dramáticas preguntas. También nosotros hemos ganado en humildad y sabemos que
las respuestas, siempre parciales, a los problemas que nos aquejan tenemos que
buscarlas entre todos: los científicos y los hombres de acción, los creyentes y
los no-creyentes... Pero la fe en Dios engendra esperanza y nos sostiene para
seguir apostando por el mundo y por el hombre. Pensamos, en diálogo con
R.Garaudy, [8] que el
hombre de hoy y de siempre tiene necesidad de Dios. Precisamente por ello nos
seguimos preguntando Cómo evangelizar en un mundo postcristiano. [9]
No pretendemos ser salvadores de nadie. Sólo nos consideramos
seguidores del único Salvador y discípulos de quien ha podido decir "yo
soy la Verdad ".
[10]
Pero deseamos seguir buscando en diálogo con todos y ofrecemos aquello que nos
parece más valioso: la fe en Dios. Lo hacemos con gran humildad y respeto, pues
sabemos que Dios es siempre mayor, porque es el Misterio inabarcable, que lo envuelve
todo. Dios es Padre cercano, pero también es libertad soberana y
desconcertante, y sus caminos no son nuestros caminos. [11]
Vivimos de la fe y somos conscientes de que nuestro saber sobre Dios llega
únicamente a vislumbrar sus espaldas, como Moisés. [12]
Pero aun así, podemos afirmar que Dios es un "yo" que tiene un
rostro; un "yo" que nos habla y nos bendice. [13]
Y por ello nos esforzamos en saber de nuestro Dios: Para conocerle y amarle;
para poder dar razón de nuestra esperanza a los hombres y a las mujeres de
nuestros días. [14]
5.4. Caminos que llevan a Dios. Al mostrar el horizonte por donde El se nos ha revelado y ha entrado
en nuestras vidas, soy muy consciente, sin embargo, de que cada uno tiene que
recorrer su propio sendero y tiene que tomar libremente sus decisiones.
Ya desde los primeros siglos, la Teología nos ha señalado
tres caminos complementarios, por los que tenemos posibilidad de encontrar a
Dios. Luego, la historia de fe y la personalidad de cada uno le ayudarán a
descubrir cuál es el más adecuado para él. Yo me limito a recordarlos, sin
entrar en un desarrollo más detallado. Helos aquí.
1)Podemos
conocer a Dios mediante la razón. Se parte del análisis filosófico de
la realidad intramundana, para preguntarse con honestidad si descubrimos en
ella indicios serios e intelectualmente bien fundados que nos hablen de Dios.
El punto de partida puede ser muy diverso, pero siempre tenemos que llegar al
último por qué, donde subyace la pregunta metafísica de por qué hay algo en
lugar de nada. Este planteamiento
intelectual de la cuestión, hace que, para los cristianos, Dios no sea
nunca objeto de opinión y menos de convicción irracional sino de prueba.
Tal prueba no es, como ya he dicho, una
"demostración" en el sentido fuerte de esta palabra ni en el sentido
que tiene en las ciencias de la naturaleza. Pero sí pienso que, al analizar la
realidad intramundana, encontramos una serie de razones que convierten nuestra
afirmación "Dios existe" en un conocimiento moralmente
cierto. [15] Es
decir, en un conocimiento que goza de una certeza semejante a la que tenemos
para tomar nuestras decisiones más inportantes: casarse con esta persona,
elegir esta profesión, seguir esta vocación, confiar en este amigo.... No
creemos únicamente bajo el impulso del corazón, sino llevados por la luz de la
inteligencia.
Para nosotros, es Dios quien crea y
sostiene cada día al mundo y al hombre, quien nos ha dado la luz de
inteligencia y quien hace posible nuestro amor y nuestra libertad. El ha puesto
en nuestra conciencia esa ley moral que nos guía, cuando buscamos el bien, y
que nos acusa, cuando obramos mal. Como ha dicho un gran pensador de nuestros
días, "porque hay mundo, está claro que hay Dios" (Julián Marías). Y
esta afirmación tan rotunda, sigue diciendo, tiene toda la profundidad y la
solidez de una intuición simple y primordial. Es cierto que nuestro progreso,
nuestro saber y nuestra ciencia nos exigen purificar una imagen de Dios ingenua
y utilitarista. Pero lejos de hacer innecesario a Dios, nos ponen de manifiesto
toda su grandeza inabarcable y sobrecogedora.
Durante el siglo pasado, muchos
cristianos, temerosos de los avances de la ciencia, llegaron a la conclusión de
que sólo podemos saber que existe Dios y quién es Dios mediante lo que nos
dicen la Tradición
y la Revelación. Pero
la Iglesia
rechazó esta posición fideísta, que es también una falta de fe en el
hombre y en el mundo que Dios ha creado. Y alentó a los creyentes a seguir
buscando a Dios con la luz de la razón.
Hoy esta búsqueda sobre Dios se centra
especialmente en el análisis del hombre: de sus anhelos más profundos,
de sus esperanzas, de su sentido de la responsabilidad, de su capacidad de ser
libre y de crear historia. El hombre, con toda su riqueza y su fragilidad, es
el mejor camino hacia Dios.[16]
Pero algunos autores prefieren partir
del punto de llegada de las ciencias; [17]
de allí donde las ciencias pierden el rastro de sus "verdades domésticas y
manejables". Es un camino legítimo, pero lleno de riesgos, ya que se puede
caer en el defecto de presentar a Dios como una pieza más - la más noble
ciertamente- del mundo; o como un concurrente del hombre en la tarea de
construir la historia. Y a veces, como un sucedáneo de la ciencia, que
sustituye provisionalmente nuestra ignorancia actual.
En el fondo, siempre habrá que volver a
la gran pregunta metafísica: ¿Por qué hay algo en lugar de nada? [18].
¿Por qué hay mundo, un mundo a cuya partida de nacimiento parecen haber puesto
fecha los científicos? ¿Por qué al comienzo no está el caos sino el orden? ¿Por
qué surgió la vida? ¿Cómo puede venir de la materia inerte alguien que piensa,
ama y toma decisiones? ¿Y cómo es
posible que se pretenda recurrir a la nada para explicar el ser? [19].
[15] El Vaticano I definió como verdad de fe "que Dios, principio y
fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz natural de la
razón humana". D.1785. Por las Actas del Concilio, sabemos que se excluyó
de forma explícita el vocablo demostrar y se dejó el vocablo conocer,
que es más flexible.
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