TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 2 de febrero de 2013


En el año de la fe


EL FORTALECIMIENTO DE LA FE DE LOS CRISTIANOS (V)

(Conferencia con ocasión del 225º aniversario de la erección de la Parroquia de San José, de los extramuros de Cádiz - 19-IV-2012)

Rvdº.P. Juan Antonio Paredes Muñoz

(II) 5.- ¿Es razonable creer en Dios en el siglo XXI?


5.3. Dios no es un obstáculo, sino la plenitud del hombre.  A finales del siglo pasado y a comienzos de este siglo, surgieron por doquier voces que proclamaban la "muerte de Dios". Dios era, en el sentir de algunos, el gran obstáculo que taponaba la historia, impidiéndola avanzar. La fe en Dios, decían, estaba dificultando el desarrollo de la justicia en el mundo; la emergencia de la mayoría de edad de la razón; el ejercicio de la libertad, que nos hace responsables y solidarios; el advenimiento de unos valores éticos más auténticos...Fue un rechazo tan impresionante que debe darnos que pensar. ¿Por qué Dios conoció semejante rechazo por parte del hombre? ¿Cuáles son los obstáculos que impedían ayer y pueden seguir impidiendo hoy que nuestros hermanos no-creyentes descubran el rostro de Dios?
¿Qué tipo de amenaza veían en la fe? ¿De qué bienes temían y temen verse privados por el cristianismo?  
        Ahora podemos ver que el humanismo sin Dios no era la respuesta adecuada. Comenzó por querer prescindir de Dios y ha desembocado en un "humanismo" sin personas, sin valores éticos, sin horizontes y sin esperanzas. Ha venido a parar en la dolorosa pérdida de millones de vidas humanas y en la pérdida de casi un siglo de historia en medio mundo; [1] en la muerte de todas las utopías; [2] en la ética indolora del burgués, que organiza su vida desde la base efímera del placer individual, [3] y en la amenaza de un holocausto nuclear y de una destrucción sistemática de la naturaleza.
        Pero ni aquella crítica contra la fe era tan fundada ni estas amenazas del nihilismo, de la muerte de la naturaleza y del holocausto pueden acabar con nuestra esperanza. La fe en Dios nos empuja también hoy a salvar lo mejor de todas las utopías; [4] a redescubrir la presencia de Dios desde una ciencia que se ha hecho más consciente de sus posibilidades y más humilde ante la inmensidad de las preguntas; [5] a mantener viva la crítica frente a un neocapitalismo, que está acrecentando el número de pobres y el abismo que separa a los pobres de los ricos; [6] a denunciar los atentados contra la vida y contra el relativismo de todos los valores. [7] Los creyentes no pretendemos tener la solución ni la respuesta a tantas y tan dramáticas preguntas. También nosotros hemos ganado en humildad y sabemos que las respuestas, siempre parciales, a los problemas que nos aquejan tenemos que buscarlas entre todos: los científicos y los hombres de acción, los creyentes y los no-creyentes... Pero la fe en Dios engendra esperanza y nos sostiene para seguir apostando por el mundo y por el hombre. Pensamos, en diálogo con R.Garaudy, [8] que el hombre de hoy y de siempre tiene necesidad de Dios. Precisamente por ello nos seguimos preguntando Cómo evangelizar en un mundo postcristiano. [9]   
        No pretendemos ser salvadores de nadie. Sólo nos consideramos seguidores del único Salvador y discípulos de quien ha podido decir "yo soy la Verdad". [10] Pero deseamos seguir buscando en diálogo con todos y ofrecemos aquello que nos parece más valioso: la fe en Dios. Lo hacemos con gran humildad y respeto, pues sabemos que Dios es siempre mayor, porque es el Misterio inabarcable, que lo envuelve todo. Dios es Padre cercano, pero también es libertad soberana y desconcertante, y sus caminos no son nuestros caminos. [11] Vivimos de la fe y somos conscientes de que nuestro saber sobre Dios llega únicamente a vislumbrar sus espaldas, como Moisés. [12] Pero aun así, podemos afirmar que Dios es un "yo" que tiene un rostro; un "yo" que nos habla y nos bendice. [13] Y por ello nos esforzamos en saber de nuestro Dios: Para conocerle y amarle; para poder dar razón de nuestra esperanza a los hombres y a las mujeres de nuestros días. [14]
      
5.4. Caminos que llevan a Dios. Al mostrar el horizonte por donde El se nos ha revelado y ha entrado en nuestras vidas, soy muy consciente, sin embargo, de que cada uno tiene que recorrer su propio sendero y tiene que tomar libremente sus decisiones.
        Ya desde los primeros siglos, la Teología nos ha señalado tres caminos complementarios, por los que tenemos posibilidad de encontrar a Dios. Luego, la historia de fe y la personalidad de cada uno le ayudarán a descubrir cuál es el más adecuado para él. Yo me limito a recordarlos, sin entrar en un desarrollo más detallado. Helos aquí.

        1)Podemos conocer a Dios mediante la razón. Se parte del análisis filosófico de la realidad intramundana, para preguntarse con honestidad si descubrimos en ella indicios serios e intelectualmente bien fundados que nos hablen de Dios. El punto de partida puede ser muy diverso, pero siempre tenemos que llegar al último por qué, donde subyace la pregunta metafísica de por qué hay algo en lugar de nada. Este planteamiento  intelectual de la cuestión, hace que, para los cristianos, Dios no sea nunca objeto de opinión y menos de convicción irracional sino de prueba.
        Tal prueba no es, como ya he dicho, una "demostración" en el sentido fuerte de esta palabra ni en el sentido que tiene en las ciencias de la naturaleza. Pero sí pienso que, al analizar la realidad intramundana, encontramos una serie de razones que convierten nuestra afirmación "Dios existe" en un conocimiento moralmente cierto. [15] Es decir, en un conocimiento que goza de una certeza semejante a la que tenemos para tomar nuestras decisiones más inportantes: casarse con esta persona, elegir esta profesión, seguir esta vocación, confiar en este amigo.... No creemos únicamente bajo el impulso del corazón, sino llevados por la luz de la inteligencia.
        Para nosotros, es Dios quien crea y sostiene cada día al mundo y al hombre, quien nos ha dado la luz de inteligencia y quien hace posible nuestro amor y nuestra libertad. El ha puesto en nuestra conciencia esa ley moral que nos guía, cuando buscamos el bien, y que nos acusa, cuando obramos mal. Como ha dicho un gran pensador de nuestros días, "porque hay mundo, está claro que hay Dios" (Julián Marías). Y esta afirmación tan rotunda, sigue diciendo, tiene toda la profundidad y la solidez de una intuición simple y primordial. Es cierto que nuestro progreso, nuestro saber y nuestra ciencia nos exigen purificar una imagen de Dios ingenua y utilitarista. Pero lejos de hacer innecesario a Dios, nos ponen de manifiesto toda su grandeza inabarcable y sobrecogedora.
        Durante el siglo pasado, muchos cristianos, temerosos de los avances de la ciencia, llegaron a la conclusión de que sólo podemos saber que existe Dios y quién es Dios mediante lo que nos dicen la Tradición y la Revelación. Pero la Iglesia rechazó esta posición fideísta, que es también una falta de fe en el hombre y en el mundo que Dios ha creado. Y alentó a los creyentes a seguir buscando a Dios con la luz de la razón.
        Hoy esta búsqueda sobre Dios se centra especialmente en el análisis del hombre: de sus anhelos más profundos, de sus esperanzas, de su sentido de la responsabilidad, de su capacidad de ser libre y de crear historia. El hombre, con toda su riqueza y su fragilidad, es el mejor camino hacia Dios.[16]
        Pero algunos autores prefieren partir del punto de llegada de las ciencias; [17] de allí donde las ciencias pierden el rastro de sus "verdades domésticas y manejables". Es un camino legítimo, pero lleno de riesgos, ya que se puede caer en el defecto de presentar a Dios como una pieza más - la más noble ciertamente- del mundo; o como un concurrente del hombre en la tarea de construir la historia. Y a veces, como un sucedáneo de la ciencia, que sustituye provisionalmente nuestra ignorancia actual.
        En el fondo, siempre habrá que volver a la gran pregunta metafísica: ¿Por qué hay algo en lugar de nada? [18]. ¿Por qué hay mundo, un mundo a cuya partida de nacimiento parecen haber puesto fecha los científicos? ¿Por qué al comienzo no está el caos sino el orden? ¿Por qué surgió la vida? ¿Cómo puede venir de la materia inerte alguien que piensa, ama y toma decisiones?  ¿Y cómo es posible que se pretenda recurrir a la nada para explicar el ser? [19].


    [1] Cfr. H.KUNG, Credo, Madrid 1994, pgs 19-22; F. FAUREL, El pasado de una ilusión, Fondo de Cultura Económica 1995.
    [2] Cfr. G.LIPOVESTKY, La era del vacío, Barcelona 1987; E.M.CIORAN, Historia y utopía, Barcelona 1988.
    [3] Cfr G.LIPOVETSKY, El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos, Barcelona 1994.
    [4] Cfr AAVV, ¿Naufragio de utopías? ¿Qué hay que salvar?, Madrid 1988.
    [5] Cfr. J.GUITTON-GRIHKA e IGOR BOGDANOV, Dios y la ciencia, Madrid 1992; STANLEY L.JAKI, La strada della scienza e le vie verso Dio, Milano 1994.
    [6] Cfr. JUASN PABLO II, Sollicitudo rei socialis; AA VV, El neoliberalismo en cuestión, Barcelona 1993.
    [7] Cfr. JUAN PABLO II, Evangelium Vitae; Id., Veritatis splendor.
    [8] Cfr. R.GARAUDY, ¿Tenemos necesidad de Dios?, Madrid 1994.
    [9] Título de una obra de L.GONZALEZ CARVAJAL, Santander 1993.
    [10] Cfr Jn 14,6.
    [11] Cfr Is 55,8.
    [12] Cfr Ex 33,23.
    [13] Cfr Nm 6,25.
    [14] Cfr 1 P 3,15.    
    [15] El Vaticano I definió como verdad de fe "que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana". D.1785. Por las Actas del Concilio, sabemos que se excluyó de forma explícita el vocablo demostrar y se dejó el vocablo conocer, que es más flexible.
    [16] Cfr J.ALFARO, De la cuestión del hombre a la cuestión de Dios, Salamanca 1988; H.FRIES, Teología fundamental, Barcelona 1987, pgs 36-74.
    [17] Cfr. STANLEY L.JAKI, La strada della scienza e le vie verso Dio, Milano 1994; H.KUNG, Credo, Madrid 1994, pgs 15-39.
    [18] Un planteamiento moderno, dentro de su clasicismo, puede verse en X. ZUBIRI, El hombre y Dios, Madrid 1985, 2ª Ed. Para una visión panorámica actualizada, Cfr. H. KUNG, ¿Existe Dios?, Madrid 1979; también C.DIAZ, Preguntarse por Dios es razonable, Madrid 1989.
    [19] Cfr J.GUITTON-GRICHKA e IGOR BOGDANOV, Obr cit


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