Lucas 9:28-36 En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago, y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús:
«Maestro, qué
bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No
sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: - «Éste es mi Hijo, el escogido,
escuchadle».
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio, y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
Otras lecturas: Génesis 15:5-12, 17-18; Salmo 26; Filipenses 3:17-4:1
LECTIO:
Jesús escoge solamente
a sus tres primeros discípulos –Pedro, Santiago y Juan- para que suban con él a
un monte para orar. No sabemos cuánto tiempo estuvo rezando Jesús, pero los
discípulos se quedaron dormidos. Parece ser que los discípulos se despertaron
justo a tiempo de presenciar el final de un encuentro memorable. Las ropas de
Jesús se han vuelto ahora de un blanco deslumbrante, y él está hablando con
Moisés y Elías.
Es significativa
la presencia de Moisés y Elías. Moisés dirigió el éxodo del pueblo de Dios para
dejar la esclavitud de Egipto. Respecto al profeta Elías, muchos judíos
esperaban que volviese antes de la venida del Mesías. Ambos hablan con Jesús
sobre cómo bien pronto habrá de cumplir el plan de Dios por medio de su muerte
(o ‘éxodo’, sentido literal de la palabra utilizada por Lucas en esta ocasión)
en Jerusalén. El plan salvífico de Dios para la humanidad, que traerá una
auténtica liberación duradera, se cumplirá en Jesús.
Puede que esta
experiencia le diera fuerzas a Jesús de cara a los días de prueba que se
avecinan y que culminarán con su muerte en la cruz. Lucas no hace ningún
comentario al respecto. Lo que queda claro es que Dios está presente, tal como
indica la nube que vela su gloria. Como en el bautismo de Jesús, habla Dios. Y afirma que Jesús es su Hijo, su
elegido. En esta ocasión Dios añade una instrucción a los
discípulos: ‘Escuchadle’.
Este
acontecimiento, junto con los demás milagros y enseñanzas que lo rodean,
proporcionó a los discípulos indicios sobre quién era Jesús. Pero habrían de
caminar mucho más junto a él. De hecho, tendrían que encontrarse con Jesús
después de su resurrección para llegar a entender realmente quién era y cuál
era su misión en la tierra.
MEDITATIO:
■ Imagínate que
fueras uno de los discípulos que presenciaron aquel acontecimiento. ¿Cómo te
habrías sentido? ¿Qué habrías aprendido?
■ ¿Para qué fue
elegido Jesús? ¿De qué manera realiza su muerte en Jerusalén el propósito de
Dios?
■ ¿De qué manera
podemos ‘escucharle’, tal como Dios les dijo a los discípulos que hicieran?
■¿Cuál es tu experiencia de oración? ¿Te resulta tan fácil escuchar a Dios
como hablar con él?
ORATIO:
Dale gracias a
Dios por las palabras del Salmo responsorial de este domingo: “El Señor es mi luz y mi
salvación”.
Dale gracias a
Dios cada uno de los días de esta semana por todas las formas en que te ha
conducido y salvado. Pídele que haga cada vez más profundo tu aprecio de su
salvación para contigo.
Pídele al
Espíritu Santo que te cubra con su sombra, que transforme tu vida para que
quienes te rodean perciban algo diferente en tu manera de vivir. Pídele a Dios
poder reflejar mejor la imagen de Jesús ante los demás.
CONTEMPLATIO:
Considera la
gloria del cuerpo transfigurado de Cristo. A los cristianos, Pablo nos ofrece
una promesa tremenda: ‘Cristo cambiará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo
glorioso como el suyo…’ (Filipenses 3:21).
Considera lo que
significa el que ahora seamos ‘ciudadanos del cielo’ (Filipenses 3:20).