«DESPUÉS, JESÚS FUE LLEVADO AL CIELO
Y SE SENTÓ A LA DERECHA DE DIOS»
Mc. 16. 15-20
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no
crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán
demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos
y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los
enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue
llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar
por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Otras
Lecturas: Hechos 1,1-11; Salmo 46; Efesios
1,17-23
LECTIO:
La ascensión de Jesús
no es un adiós sin más, ni una despedida… El marcharse del Señor inaugura un modo nuevo de Presencia suya
en el mundo, y un modo nuevo también de ejercer su Misión. …Él comienza a estar... de otra manera.
“Jesús bajando a los
hombres no se separó de su Padre, como ahora que al Padre vuelve tampoco se
alejará de sus discípulos”…
La misión de Jesús, después de su
resurrección se prolonga en la misión de sus discípulos, a los cuales entrega
el testigo del encargo que recibiera Él de su Padre: ir a todo el mundo, a toda la creación, y anunciar la Buena
Noticia. Les constituye en prolongación de lo que Él empezó a decir y a
manifestar en Galilea, y que ellos llevarán hasta los confines últimos. Y harán
esos signos que evocan el mundo nuevo esperado por los profetas que el mismo
Jesús había ya manifestado.
…Él nos encarga su
misión, nos hace misioneros de su Buena Noticia enseñando lo que nosotros hemos
aprendido, narrando lo que a nosotros nos ha acontecido, lo que nos ha devuelto
la luz y la vida, lo “que hemos visto y oído”, como decían los primeros
cristianos.
MEDITATIO:
La Ascensión no indica la ausencia de
Jesús, sino que nos dice que Él está vivo entre nosotros de una manera nueva;
ya no está en un preciso lugar del mundo tal como era antes de la Ascensión;
ahora está presente en todo espacio y tiempo, junto a cada uno de
nosotros. (Papa Francisco)
Con su ascensión el Señor resucitado atrae la mirada de los apóstoles -y también nuestra mirada- a las alturas del
cielo para
mostrarnos que la meta de nuestro camino es el Padre. Él mismo dijo que se habría ido para prepararnos un lugar en el
cielo. (Papa
Francisco)
Entretanto, Jesús se queda presente y
operante en las situaciones de la historia humana con la potencia y los dones
de su Espíritu; está al lado de cada uno de nosotros. Jesús resucitado está
cerca de los cristianos perseguidos y discriminados, cercano a cada hombre y
mujer que sufre, está cercano de todos nosotros. (Papa Francisco)
El primer campo para evangelizar es
nuestro propio hogar, con nuestros hijos y familiares. Ahí el cristiano ha de
ser testigo de Jesús, ha de dejar ese buen aroma a Cristo.
El mundo del trabajo, ahí donde realices
tus actividades diarias, sea en la fábrica, en el campo, en la carretera, en el
hogar, ahí donde haya un cristiano, habrá un testimonio de alguien que sabe que
Jesús ha resucitado, que está esperándonos con las manos abiertas. Cada
cristiano ha de ser testigo de Jesús, ha de dejar ese buen aroma a Cristo.
ORATIO:
Jesús, Hijo amadísimo del Padre, que nada ni nadie pueda aprisionar nuestro corazón en esta tierra.
Haz que, dirigiendo la mirada a ti y a tu Reino, consigamos ojos para ver por
doquier los prodigios de tu amor.
Haced hermanos. Haced discípulos míos;
dadles todo lo que os he dado;
descargad vuestras espaldas y
sentíos hermanos
CONTEMPLATIO:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación»
No hay fronteras, no hay límites Jesús nos envía para todas las personas. El evangelio es para
todos. No es sólo para aquellos que parecen más cercanos a nosotros, más
abiertos, más acogedores. Es para todas las personas. ¿Cómo sientes y vives el envío de Jesús? (Papa Francisco)
“Id…”
somos enviados juntos... Cuando juntos hacemos
frente a los desafíos, entonces somos fuertes, descubrimos recursos que
pensábamos que no teníamos. Jesús no ha llamado a los apóstoles para que vivan
aislados, los ha llamado a formar un grupo, una comunidad. ¿Lo vives tú así o
de forma individualista? (Papa Francisco)
Evangelizar significa testimoniar personalmente el amor de Dios, significa superar nuestros egoísmos, significa servir
inclinándonos a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús.
¿Testimonias el amor de Dios? ¿Estás cerca del hermano? ¿Te liberas de tu
egoísmo? (Papa
Francisco)
■… ¡Felices
vosotros, que tenéis por abogado al mismo juez! Por vosotros ora aquel al que
debemos adorar. Es natural que todo aquello por lo que ora Cristo se realice,
porque su palabra es acto, y su voluntad, eficaz. ¡Qué gran seguridad para los
fieles! ¡Cuánta confianza para los creyentes! [...] Cristo, tu tesoro, ha ascendido al cielo: que también ascienda tu
corazón. En él está tu origen, allí está tu suerte y tu herencia, de allí
esperas al Salvador (Guerrico de Igny).
Desde que Cristo resucitó nos ha convocado a Galilea. A la vida, donde está y transcurren los acontecimientos de la gente: “Id a Galilea y allí me veréis”. Si como decimos en Navidad, “la cosa empezó en Galilea” y es, en la Galilea de la vida, donde nos encontramos con la cita del Resucitado. Ahora, desde un monte, en Galilea, se realiza la Ascensión del Señor. Sube para seguir estando con los de abajo. Desaparece de nuestros ojos, pero no se aleja porque está con nosotros “hasta el final de los siglos”.
ResponderEliminarSe va, pero se queda y nos descubre que la vida cristiana es subir y bajar. Subimos con el Señor. Ascendemos a lo más alto del cielo de su Corazón y Él nos envía a los que no conocen el Amor de los Amores, a los que viven en todas las periferias y en el valle de la desfiguración y de las lágrimas.
El Misterio de la Ascensión, el ser elevado, forma parte única de la primera elevación en la Cruz derramando su sangre redentora. En la segunda elevación, resucitado, para que tengamos vida y la tengamos en abundancia, y, ahora, en la última elevación, es ascendido a lo más alto del cielo, como persona divina con su naturaleza humana.
Ahora, en la Trinidad, podemos contemplar la humanidad de Cristo. Un Corazón humano que late de Amor “por amor a nosotros los hombres y por nuestra salvación”. Ahora, por la Ascensión, ninguna persona puede decir con argumentos que está sola. La soledad y el vacío lo llena de la presencia del Señor Resucitado y Ascendido, en nuestro corazón.
La Ascensión nos recuerda que el Señor no quiere que vivamos “mirando al cielo”, sino que bajemos al mundo para que los hombres se encuentren con el Cielo que es Cristo, lo que les hará salir de tantos problemas que los corazones humanos, a veces, no pueden digerir.
El Señor nos dice que sigue con nosotros, como con los de Emaús, “hasta el final de los tiempos”.
+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres