«GAUDETE
ET EXSULTATE»: GUÍA EN 35 PUNTOS PARA SER SANTOS (IV)
18.- Ponte
con Dios, haz camino con Él, mejora poco a poco
"La gracia, precisamente porque supone nuestra
naturaleza, no nos hace superhombres de golpe", avisa el Papa. "De
ordinario, nos toma y transforma de forma progresiva", detalla.
"En cualquier caso, como enseñaba san
Agustín, Dios te invita a hacer lo que puedas y a pedir lo que no puedas; o
bien a decirle al Señor humildemente: «Dame lo que me pides y pídeme lo que
quieras»", añade el Pontífice.
La clave está, dice, en ponernos cerca de
Dios y dejarnos transformar poco a poco por Él: "Si ya no ponemos
distancias frente a Dios y vivimos en su presencia, podremos permitirle que
examine nuestro corazón para ver si va por el camino correcto. Así conoceremos
la voluntad agradable y perfecta del Señor y dejaremos que él nos moldee como
un alfarero".
Más adelante
insiste en ello: "Lo primero es pertenecer a Dios. Se trata de ofrecernos a él que nos primerea, de entregarle
nuestras capacidades, nuestro empeño, nuestra lucha contra el mal y nuestra
creatividad, para que su don gratuito crezca y se desarrolle en nosotros".
19.- Nos justifica la gracia, no las obras
Dedica varios párrafos a contrarrestar la idea popular (y
pelagiana) de que nos salvamos, justificamos o vamos al Cielo por las obras
buenas.
"La Iglesia enseñó reiteradas veces
que no somos justificados por nuestras obras o por nuestros esfuerzos, sino por
la gracia del Señor que toma la iniciativa. Los Padres de la Iglesia, aun antes
de san Agustín, expresaban con claridad esta convicción primaria. San Juan
Crisóstomo decía que Dios derrama en nosotros la fuente misma de todos los
dones antes de que nosotros hayamos entrado en el combate. San Basilio Magno
remarcaba que el fiel se gloría solo en Dios, porque «reconoce estar privado de
la verdadera justicia y que es justificado únicamente mediante la fe en
Cristo».
«Aun el querer ser limpios se hace en
nosotros por infusión y operación sobre nosotros del Espíritu Santo», afirma
citando al II Sínodo de Orange. "Aun cuando el Concilio de Trento destacó
la importancia de nuestra cooperación para el crecimiento espiritual, reafirmó
aquella enseñanza dogmática: «Se dice que somos justificados gratuitamente, porque nada de lo que
precede a la justificación, sea la fe, sean las obras, merece la gracia misma de la justificación; “porque si es
gracia, ya no es por las obras; de otro modo la gracia ya no sería gracia”.
Añade que los
mismos santos "evitan depositar la confianza en sus acciones", y cita
a una gran predicadora de la gracia, Santa Teresita de Lisieux: "En el
atardecer de esta vida me presentaré ante ti con las manos vacías, Señor,
porque no te pido que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras
justicias tienen manchas a tus ojos".
20.- Grupos que empezaron bien... y se fosilizaron
"Muchas veces, en contra del impulso del Espíritu, la
vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de
pocos. Esto ocurre cuando algunos grupos cristianos dan excesiva importancia al
cumplimiento de determinadas normas propias, costumbres o estilos. De esa
manera, se suele reducir y encorsetar el Evangelio, quitándole su sencillez
cautivante y su sal. [...] Esto afecta a grupos, movimientos y comunidades, y
es lo que explica por qué tantas veces comienzan con una intensa vida en el
Espíritu, pero luego terminan fosilizados... o corruptos. Sin darnos cuenta,
por pensar que todo depende del esfuerzo humano encauzado por normas y
estructuras eclesiales, complicamos el Evangelio y nos volvemos esclavos de un
esquema que deja pocos resquicios para que la gracia actúe. Santo Tomás de
Aquino nos recordaba que los preceptos añadidos al Evangelio por la Iglesia deben
exigirse con moderación «para no hacer pesada la vida a los fieles», porque así «se
convertiría nuestra religión en una esclavitud»".
21. ¿Cómo ser un buen cristiano? Con las
Bienaventuranzas
El Papa dedica todo un capítulo a comentar cada bienaventuranza
de Jesús, una guía para la vida cristiana, "muy a contracorriente respecto
a lo que es la costumbre". Santidad es: ser pobre de corazón, ser manso (aunque
piensen que eres tonto o débil), llorar con los demás, buscar la justicia con
hambre y sed, "mirar y actuar con misericordia...", mantener el
corazón limpio de lo que mancha el amor, aceptar que el Evangelio nos traiga
problemas, sembrar paz...
22. ¿Ser santo? Una "sana y permanente
insatisfacción"... también social
Pide una
"sana y permanente insatisfacción" en la acción por el bien.
"Los obispos de Canadá lo expresaron claramente mostrando que, en las
enseñanzas bíblicas sobre el Jubileo, por ejemplo, no se trata solo de realizar
algunas buenas obras sino de buscar un cambio social: «Para que las
generaciones posteriores también fueran liberadas, claramente el objetivo debía
ser la restauración de sistemas sociales y económicos justos para que ya no
pudiera haber exclusión»". (Se refiere a una "carta abierta al
Parlamento" que escribieron en 2001, sobre "El bien común, o
exclusión: una elección para los canadienses").
No hay comentarios:
Publicar un comentario