TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 25 de febrero de 2017

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 26 DE FEBRERO DE 2017, 8º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de + José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena)

«BUSCAD SOBRE TODO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA»

Mt. 6. 24-34

     En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
     Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
     ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?
     No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
     Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia».

Otras Lecturas: Isaías 49, 14-15; Salmo 61; 1Coríntios 4, 1-5

LECTIO:
     Jesús era un observador atento de las cosas que ocurrían, y a través de todas ellas Él leía lo que en esas páginas de la vida escribían las manos del Padre Dios.
     No os agobiéis, porque hay Alguien más grande que vela por vosotros. No hagáis del dinero ni de ningún otro ídolo se llame como se llame su poder, su placer o su tener, el aliado falso de una imposible felicidad según una mezquina medida.
     Es entonces cuando Jesús abre la ventana de la realidad, cuya belleza inocente y gratuita nadie ha podido manchar: los lirios del campo. O las avecillas que vuelan zambullidas y seguras en el aire de la libertad. Él ha puesto en nuestras manos el talento para trabajar y en nuestro corazón la entraña de compartir con los demás.
     No invita este evangelio a una pasividad irresponsable y crédula, sino a una confianza. Porque cuando nos llega la prueba, el dolor físico o moral, cuando    nos hacemos mil preguntas y parece que nadie es capaz de responder, ni de abrazar, ni siquiera de acompañar, nos sentimos morir de algún modo.
     Pero todo eso sólo tiene la penúltima palabra, por dura y difícil que sea: es sólo la palabra penúltima. Lo que en verdad genera una alegría que nadie puede arrebatarnos es la espera y la esperanza de poder escuchar la palabra final sobre las cosas, ésa que Dios mismo se ha reservado.
     Y entonces, como dice Jesús, ya no preguntamos más, ni nos agobiamos. Sólo damos gracias conmovidos por ver nuestro corazón lleno de la alegría para la que fue creado.
     Lo dice también el salmo: Dios nos quitará los lutos y sayales, para revestirnos por dentro y por fuera de danza y de fiesta. Es la confianza que se despierta ante la belleza de una Presencia como la de Dios, que se deja entrever y balbucir con mesura y discreción en los rincones de la vida que nos da.

MEDITATIO:
     En el centro de la liturgia de este domingo encontramos una de las verdades más consoladoras: la divina Providencia. Dios no se olvida de nosotros, de cada uno de nosotros. De cada uno de nosotros con nombre y apellido. Nos ama y no se olvida. Qué buen pensamiento... (Papa Francisco)
     “Fijaos cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos”. Pensando en tantas personas que viven en condiciones precarias, o totalmente en la miseria estas palabras de Jesús podrían parecer abstractas, si no ilusorias. Pero son más que nunca actuales. Nos recuerdan que no se puede servir a dos señores: Dios y la riqueza.  Si cada uno busca acumular para sí, no habrá jamás justicia. Si, en cambio, confiando en la providencia de Dios, buscamos juntos su Reino, entonces a nadie faltará lo necesario para vivir dignamente. (Papa Francisco)
     La Providencia de Dios pasa a través de nuestro servicio a los demás, de nuestro compartir. Si ponemos  las riquezas al servicio de los demás, la Providencia de Dios se hace visible en este gesto de solidaridad. Si alguien acumula sólo para sí, ¿qué sucederá cuando sea llamado por Dios?… Es mejor compartir, porque al cielo llevamos sólo lo que hemos compartido con los demás. (Papa Francisco)
     A la luz de la Palabra de Dios de este domingo, invoquemos a la Virgen María como Madre de la divina Providencia. A ella confiamos nuestra existencia, el camino de la Iglesia y de la humanidad. Invoquemos su intercesión para que todos nos esforcemos por vivir con un estilo sencillo y sobrio, con la mirada atenta a las necesidades de los hermanos más carecientes. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Aquí estoy, Señor soy un pobre pecador, consciente de mi miseria espiritual y de tu infinita misericordia. Ayúdame, no permitas que me abata la fuerza del Malvado; ayúdame a buscar con ahínco la docilidad a tus mandamientos, el abandono a tu providencia entrañable.


 Dios es mi salvador;
Dios es mi motivo de orgullo;
me protege y me llena de fuerza.
¡Dios es mi refugio!

CONTEMPLATIO:

«Sobre todo, buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura».
 
     Las palabras de Jesús no pueden ser más claras. Lo primero que hemos de buscar sus seguidores es "el reino de Dios y su justicia"; lo demás viene después. ¿Vivimos los cristianos de hoy volcados en construir un mundo más humano, tal como lo quiere Dios, o estamos gastando nuestras energías en cosas secundarias y accidentales?
     La actitud de Jesús es diáfana. Basta leer los evangelios. …vive en medio de la gente trabajando por una Galilea más sana, más justa y fraterna, más atenta a los últimos y más acogedora a los excluidos,… no olvida que Dios quiere misericordia antes que sacrificios.
     El cristianismo es una religión profética nacida de Jesús para humanizar la vida según el proyecto de Dios. Podemos "funcionar" como comunidades religiosas reunidas en torno al culto, pero si no contagiamos compasión ni exigimos justicia, si no defendemos a los olvidados ni atendemos a los últimos, ¿dónde queda el proyecto que animó la vida entera de Jesús?


  Ved, hermanos míos, ved, hijos míos; considerad lo que os digo. Luchad contra vuestro corazón cuanto podáis. Si vierais que vuestra ira se levanta contra vosotros, rogad a Dios contra ella. Hágate Dios vencedor de ti mismo;… Él se hará presente y lo realizará. Quiere que le pidamos esto antes que la lluvia. Veis, en efecto, amadísimos, cuantas peticiones nos enseñó el Señor; y, entre todas, solo una habla del pan de cada día, para que en cuantas cosas pensemos vayan dirigidas a la vida futura. ¿Por qué vamos a temer que no nos lo dé quien lo prometió al decir: «Buscad ante todo el Reino de Dios y su justicia, y Dios os dará lo demás»? «Pues ya sabe vuestro Padre lo que necesitáis antes de que vosotros se lo pidáis» (cf Mt 6,8.32ss). (Agustín de Hipona).

1 comentario:

  1. La condición humana siempre sale a relucir moviéndose entre la desconfianza y la esperanza, entre quejas y lamentos, pero necesita ir adelante. Esta misma experiencia se manifiesta en la primera lectura de este domingo. ¿Tanto nos cuesta a los hombres fiarnos de Dios a pesar de tantos signos de su presencia y de su cuidado? En el contexto de donde está tomado este texto de Isaías hay muchas razones para confiar, para ver cómo Dios lleva de su mano a su pueblo y le protege, pero no se resiste a criticar a Dios, la ingratitud de este pueblo es grande, se queja como si lo hubiera abandonado, como si se hubiera olvidado de él. ¡Qué gran paciencia y serenidad demuestra Dios siempre, pero más en estos casos! Y ahí le tienes consolando de nuevo a su pueblo con una ternura fuera de lo común: Su amor por su pueblo es más grande, más tierno, más cuidadoso y más constante que el amor de una madre por su hijo. Dios recurre al amor materno, porque este es el lenguaje que entiende su pueblo sufriente. En el versículo anterior al del texto de hoy aparece una exaltación de la grandeza del cuidado de Dios: “Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados” (v. 13). Pero Dios es fiel y está cerca de los suyos. Esto es lo que canta el salmista, es la oración hecha alabanza del que se sentía abatido y ahora descansa por la feliz idea de haberse refugiado en Dios: “Sólo Dios es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré”. Al mismo San Pablo le han criticado en la comunidad de Corinto, pero él se defiende remitiéndose a Cristo, donde él está asentado, el que da sentido a toda su labor evangelizadora.
    En el evangelio de San Mateo se nos pide la plena confianza en Dios: no andéis preocupados, confiad, que Dios no abandona a los suyos, que Él es fiel y está volcado con nosotros, ved que no se muestra riguroso o inicuo, sino que es un Padre bueno, es nuestro Padre fiel, justo y compasivo.
    Estar cerca de Jesucristo nos da seguridad, aunque estemos pasando por la tormenta en el mar de la vida, pero sabemos que ahí está el Señor, que no nos tenga que decir: ¡hombres de poca fe! Esta situación por la que pasaron los discípulos en el mar de Galilea nos está diciendo que cuando nuestra fe está apagada, comienzan los miedos y temores, porque nuestra mirada está pendiente de otras cosas que no pueden salvar y te sientes inseguro, pero si sabes que Cristo está contigo y le sientes, entonces estás seguro, porque calmará la tormenta con su sola palabra. En el texto de hoy se resalta la necesidad de confiar con sencillez en la Palabra de Dios, del que cuida de las criaturas que a nadie les importa, de las que pasan de largo, de los gorriones y de las flores, pero Dios es fiel. ¿No va a cuidar de nosotros que nos hizo a su imagen y semejanza, que nos ha hecho hijos suyos?
    Ten confianza, que Dios sabe dónde vives y qué necesitas y sale a tu encuentro mucho antes de que le llames. Por eso es comprensible que en la predicación de Jesús deje entrever que no tengas miedo, que tengas la serenidad necesaria para mirar a Jesús, que va en la misma barca, y basta. Él sabe lo que tiene que hacer, por una razón, porque nos quiere. Vosotros preocuparos sólo de buscar el reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura.
    + José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena

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