VIERNES SANTO
1º.- Significado de
este día:
Es el primer día, propiamente dicho, del
Triduo Pascual. “Pascua” significa “paso”. El “paso” de Jesús de este mundo a
la gloria del Padre. El Viernes Santo, al conmemorar la muerte del Señor,
vivimos el primer momento de ese “paso”.
El Viernes Santo está
centrado en la contemplación de la cruz
del Señor. En este día, la Iglesia:
- medita
la Pasión del Señor,
- adora
su cruz redentora,
- e
intercede ante su Señor por la salvación del mundo.
Pero nuestra mirada
sobre la cruz no es una mirada de
tristeza, sino de celebración. En el Viernes Santo no celebramos una
especie de “exequias de Jesús”. La muerte del Señor es contemplada como fuente
de nuestra salvación. Jesús es
contemplado como nuestro Sumo y Eterno Sacerdote, que ha ofrecido
voluntariamente el sacrificio de su vida, por la salvación de todos los hombres.
La muerte de Jesús es la muerte del primero de los mártires, por eso, el color
del día es el rojo y no el morado,
propio de la Cuaresma o de la liturgia de difuntos.
2º.- Historia
de este día:
La celebración del
Viernes Santo tiene unos de sus primeros orígenes en la comunidad cristiana de Jerusalén. Tenemos el testimonio de que
ya en el siglo IV, los cristianos se reunían en el Calvario para venerar la
reliquia de la Cruz del Señor. Cada uno de los presentes pasaba ante ella,
inclinándose, tocándola con la frente y besándola. Los diáconos vigilaban para
que nadie arrancara trocitos para venerarlos como reliquias. A continuación,
desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se tenía una celebración con
lecturas y salmos, siendo el elemento fundamental la lectura del Evangelio de
la Pasión según San Juan. Mediante esta liturgia de la Palabra se pretendía que
todos pudieran entender el sentido redentor que tanto el AT como el NT dan a la
muerte de Jesús.
Hacia
el siglo VI la celebración del
Viernes Santo ya estaba organizada en muchas Iglesias casi como la celebramos
ahora. Sin embargo, la adoración de la cruz no se introdujo en la liturgia romana hasta el siglo VIII.
3º.- Hay
dos aspectos que marcan el tono de este día:
- La
sobriedad de la liturgia: no hay flores, no se utiliza el incienso, no
suena la música ni las campanas, el altar está despojado, el sagrario, abierto
y vacío.
- El
ayuno. Pero este ayuno tiene un significado distinto del ayuno del
miércoles de ceniza. No es un ayuno penitencial, porque la Cuaresma acabó el
jueves. No se trata de manifestar dolor por los pecados, ni desasimiento de
nuestros afectos y pasiones mundanos. Se trata de un ayuno litúrgico. Se ayuna
para recordar, de alguna manera la tristeza de los apóstoles, de la primera
Iglesia, en los días que pasaron entre la muerte del Maestro y su resurrección.
Se trata, por tanto, de un ayuno sacramental, de uno de los gestos simbólicos
de la celebración de la Pascua. Es como una manera de expresar que la comunidad
cristiana sigue a su Señor a través de la muerte. Un aspecto de este ayuno es
la ausencia de celebraciones sacramentales. Ni el Viernes ni el Sábado Santos
la Iglesia celebra los sacramentos. Ni siquiera la Eucaristía. Por eso se ha
reservado el Santísimo Sacramento después de la Misa del Jueves, para que todos
puedan comulgar ese día. A este respecto, muchos liturgistas opinan que debería
suprimirse incluso la comunión del Viernes Santo.
4º.- Una
celebración impresionante:
La celebración de
la Pasión del Señor constituye una de las liturgias más impresionantes de todo
el año cristiano. Se trata de una celebración austera, muy sobria, centrada enteramente
en la muerte del Señor. Veamos alguno de sus elementos más singulares:
* La
entrada:
La celebración empieza
sin canto de entrada. Los ministros, en procesión silenciosa, se dirigen al
altar.
El sacerdote que
preside, al llegar ante el altar, se postra en el suelo, mientras toda la
comunidad permanece arrodillada, orando en silencio.
Esta postración es
un rito propio de este día. Significa, al mismo tiempo, la humillación del
hombre terreno y el dolor de la Iglesia ante Cristo crucificado.
* La
liturgia de la Palabra.
Las
lecturas bíblicas que la liturgia de la Iglesia ha seleccionado para este día
poseen una clara unidad: nos invitan a contemplar la muerte del Señor en la
cruz y su valor salvador para toda la humanidad.
La
primera lectura está tomada del cuarto
cántico del Siervo de Yavé, del profeta Isaías. La figura del Siervo de
Yavé constituye una espléndida profecía de la pasión de Jesús. La profecía de
Isaías nos ofrece la contemplación de la figura del Siervo de Yavé, despreciado
y quebrantado, que, siendo inocente, carga con los pecados del pueblo. Sin
embargo, su muerte es redentora: el intercede por los pecadores y ofrece su
vida como expiación.
Le
hace eco el salmo 30, “a tus manos
encomiendo mi espíritu”, oración confiada que Jesús rezó momentos antes de
expirar.
La
segunda lectura está tomada de la carta
a los Hebreos. Nos acerca a la muerte del Señor desde otro ángulo: Jesús es
contemplado ahora como el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, que, ofreciendo
su obediencia a Dios hasta la muerte, ha obtenido la expiación de nuestros
pecados.
Finalmente,
la lectura de la Pasión según Juan
constituye el centro y el punto culminante de la liturgia de este día. Juan nos
describe con solemne grandeza la muerte del Señor. La lectura de la pasión se
realiza por tres lectores y el pueblo interviene con aclamaciones. Cuando Jesús
entrega el espíritu, todos se arrodillan.
* La
oración universal.
Después
de la homilía tiene lugar la Oración Universal. La oración universal de este
día es la más solemne y clásica de
cuantas la Iglesia ha conservado. El diácono enuncia el contenido de la petición.
Toda la comunidad ora en silencio. Se une a la petición con una súplica
cantada. Y el sacerdote eleva a Dios una oración en nombre de toda la comunidad
eclesial.
Se
denomina universal porque intercede
por todo tipo de categorías de personas. Unidos a Cristo, que muere en la cruz
por nuestra salvación, y que es nuestro intercesor y nuestro Sumo Sacerdote,
pedimos a Dios Padre la salvación para todos los hombres y mujeres del mundo:
o
Hay
cuatro oraciones por la Iglesia:
§ Por la Iglesia
universal,
§ por el Papa,
§ por todos los
ministros y fieles,
§ y por los
catecúmenos.
o
Otras
cuatro:
§ Por la unidad de
los cristianos,
§ Por los judíos,
§ Por los creyentes
de otras religiones
§ Por los que no
creen en Dios.
o
Finalmente,
hay otras dos
§ Por los
gobernantes.
§ Por todos los que
sufren.
Con la oración
universal expresamos nuestra confianza en el valor universal de la Pasión de
Cristo, que ha muerto por la salvación de todos los hombres y mujeres del
mundo.
* La adoración de la Santa Cruz.
La adoración de la
cruz es un signo de amor agradecido a Jesús. Adorando la cruz, la comunidad
cristiana expresa a Cristo su amor agradecido:
-
Agradecimiento
porque la cruz es signo de la inmensidad del amor de Cristo por nosotros.
-
Agradecimiento,
porque por medio de su muerte en la cruz nos ha reconciliado con Dios Padre.
Explicación del
rito…
Durante la
adoración se cantan los improperios. Es un canto en que se contrasta la
generosidad de Dios con la ingratitud de su pueblo. Ayer, Israel. Hoy,
nosotros, la Iglesia.
* Comunión
eucarística.
El Viernes Santo no
se celebra la Eucaristía. En la espera de celebrar la Eucaristía de la noche de
Pascua nos acompaña el Cuerpo del Señor, entregado por nosotros. La liturgia
nos lo ofrece como alimento.
El Rvd.
Padre D. Oscar González Esparragosa ha sido Consiliario de éste Turno nº 5 de la Adoración Nocturna Española
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