TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

viernes, 18 de abril de 2014

VIERNES SANTO


1º.- Significado de este día:

       Es el primer día, propiamente dicho, del Triduo Pascual. “Pascua” significa “paso”. El “paso” de Jesús de este mundo a la gloria del Padre. El Viernes Santo, al conmemorar la muerte del Señor, vivimos el primer momento de ese “paso”.
El Viernes Santo está centrado en la contemplación de la cruz del Señor. En este día, la Iglesia:
- medita la Pasión del Señor,
- adora su cruz redentora,
- e intercede ante su Señor por la salvación del mundo.
Pero nuestra mirada sobre la cruz no es una mirada de tristeza, sino de celebración. En el Viernes Santo no celebramos una especie de “exequias de Jesús”. La muerte del Señor es contemplada como fuente de nuestra salvación.  Jesús es contemplado como nuestro Sumo y Eterno Sacerdote, que ha ofrecido voluntariamente el sacrificio de su vida, por la salvación de todos los hombres. La muerte de Jesús es la muerte del primero de los mártires, por eso, el color del día es el rojo y no el morado, propio de la Cuaresma o de la liturgia de difuntos.

2º.- Historia de este día:

       La celebración del Viernes Santo tiene unos de sus primeros orígenes en la comunidad cristiana de Jerusalén. Tenemos el testimonio de que ya en el siglo IV, los cristianos se reunían en el Calvario para venerar la reliquia de la Cruz del Señor. Cada uno de los presentes pasaba ante ella, inclinándose, tocándola con la frente y besándola. Los diáconos vigilaban para que nadie arrancara trocitos para venerarlos como reliquias. A continuación, desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se tenía una celebración con lecturas y salmos, siendo el elemento fundamental la lectura del Evangelio de la Pasión según San Juan. Mediante esta liturgia de la Palabra se pretendía que todos pudieran entender el sentido redentor que tanto el AT como el NT dan a la muerte de Jesús.
        Hacia el siglo VI la celebración del Viernes Santo ya estaba organizada en muchas Iglesias casi como la celebramos ahora. Sin embargo, la adoración de la cruz no se introdujo en la liturgia romana hasta el siglo VIII.

3º.- Hay dos aspectos que marcan el tono de este día:

- La sobriedad de la liturgia: no hay flores, no se utiliza el incienso, no suena la música ni las campanas, el altar está despojado, el sagrario, abierto y vacío.
- El ayuno. Pero este ayuno tiene un significado distinto del ayuno del miércoles de ceniza. No es un ayuno penitencial, porque la Cuaresma acabó el jueves. No se trata de manifestar dolor por los pecados, ni desasimiento de nuestros afectos y pasiones mundanos. Se trata de un ayuno litúrgico. Se ayuna para recordar, de alguna manera la tristeza de los apóstoles, de la primera Iglesia, en los días que pasaron entre la muerte del Maestro y su resurrección. Se trata, por tanto, de un ayuno sacramental, de uno de los gestos simbólicos de la celebración de la Pascua. Es como una manera de expresar que la comunidad cristiana sigue a su Señor a través de la muerte. Un aspecto de este ayuno es la ausencia de celebraciones sacramentales. Ni el Viernes ni el Sábado Santos la Iglesia celebra los sacramentos. Ni siquiera la Eucaristía. Por eso se ha reservado el Santísimo Sacramento después de la Misa del Jueves, para que todos puedan comulgar ese día. A este respecto, muchos liturgistas opinan que debería suprimirse incluso la comunión del Viernes Santo.

4º.- Una celebración impresionante:

       La celebración de la Pasión del Señor constituye una de las liturgias más impresionantes de todo el año cristiano. Se trata de una celebración austera, muy sobria, centrada enteramente en la muerte del Señor. Veamos alguno de sus elementos más singulares:

        * La entrada:
La celebración empieza sin canto de entrada. Los ministros, en procesión silenciosa, se dirigen al altar.
El sacerdote que preside, al llegar ante el altar, se postra en el suelo, mientras toda la comunidad permanece arrodillada, orando en silencio.
Esta postración es un rito propio de este día. Significa, al mismo tiempo, la humillación del hombre terreno y el dolor de la Iglesia ante Cristo crucificado.

        * La liturgia de la Palabra.
        Las lecturas bíblicas que la liturgia de la Iglesia ha seleccionado para este día poseen una clara unidad: nos invitan a contemplar la muerte del Señor en la cruz y su valor salvador para toda la humanidad.
        La primera lectura está tomada del cuarto cántico del Siervo de Yavé, del profeta Isaías. La figura del Siervo de Yavé constituye una espléndida profecía de la pasión de Jesús. La profecía de Isaías nos ofrece la contemplación de la figura del Siervo de Yavé, despreciado y quebrantado, que, siendo inocente, carga con los pecados del pueblo. Sin embargo, su muerte es redentora: el intercede por los pecadores y ofrece su vida como expiación.
        Le hace eco el salmo 30, “a tus manos encomiendo mi espíritu”, oración confiada que Jesús rezó momentos antes de expirar.
        La segunda lectura está tomada de la carta a los Hebreos. Nos acerca a la muerte del Señor desde otro ángulo: Jesús es contemplado ahora como el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, que, ofreciendo su obediencia a Dios hasta la muerte, ha obtenido la expiación de nuestros pecados.
        Finalmente, la lectura de la Pasión según Juan constituye el centro y el punto culminante de la liturgia de este día. Juan nos describe con solemne grandeza la muerte del Señor. La lectura de la pasión se realiza por tres lectores y el pueblo interviene con aclamaciones. Cuando Jesús entrega el espíritu, todos se arrodillan.

        * La oración universal.
        Después de la homilía tiene lugar la Oración Universal. La oración universal de este día es la más solemne y clásica de cuantas la Iglesia ha conservado. El diácono enuncia el contenido de la petición. Toda la comunidad ora en silencio. Se une a la petición con una súplica cantada. Y el sacerdote eleva a Dios una oración en nombre de toda la comunidad eclesial.
        Se denomina universal porque intercede por todo tipo de categorías de personas. Unidos a Cristo, que muere en la cruz por nuestra salvación, y que es nuestro intercesor y nuestro Sumo Sacerdote, pedimos a Dios Padre la salvación para todos los hombres y mujeres del mundo:
o   Hay cuatro oraciones por la Iglesia:
§  Por la Iglesia universal,
§  por el Papa,
§  por todos los ministros y fieles,
§  y por los catecúmenos.

o   Otras cuatro:
§  Por la unidad de los cristianos,
§  Por los judíos,
§  Por los creyentes de otras religiones
§  Por los que no creen en Dios.

o   Finalmente, hay otras dos
§  Por los gobernantes.
§  Por todos los que sufren.
Con la oración universal expresamos nuestra confianza en el valor universal de la Pasión de Cristo, que ha muerto por la salvación de todos los hombres y mujeres del mundo.

* La adoración de la Santa Cruz.
La adoración de la cruz es un signo de amor agradecido a Jesús. Adorando la cruz, la comunidad cristiana expresa a Cristo su amor agradecido:
-          Agradecimiento porque la cruz es signo de la inmensidad del amor de Cristo por nosotros.
-          Agradecimiento, porque por medio de su muerte en la cruz nos ha reconciliado con Dios Padre.
Explicación del rito…
Durante la adoración se cantan los improperios. Es un canto en que se contrasta la generosidad de Dios con la ingratitud de su pueblo. Ayer, Israel. Hoy, nosotros, la Iglesia.


* Comunión eucarística.
El Viernes Santo no se celebra la Eucaristía. En la espera de celebrar la Eucaristía de la noche de Pascua nos acompaña el Cuerpo del Señor, entregado por nosotros. La liturgia nos lo ofrece como alimento.

El Rvd. Padre D. Oscar González Esparragosa ha sido Consiliario de éste Turno nº 5  de la Adoración Nocturna Española

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