Decálogo para
la Pascua 2014
1. Pascua de
Resurrección, porque “murió y resucitó” (Mt. 8,6). Cuando confesamos a Cristo
resucitado no decimos simplemente que su tumba quedó vacía, sino que vive para
darnos vida.
Cuando toda prueba se transforma en
gracia, toda tristeza y sufrimiento en alegría, todo pecado en perdón, cuando
nos liberamos de todas nuestras esclavitudes y pasamos de la muerte a la vida,
es Pascua de Resurrección.
2. Pascua de
Gloria, porque “era
necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria” (Lc. 24,26).
A pesar de que nuestras luchas lleven
tantas veces al fracaso, a pesar de que nuestras ilusiones no se realicen, y
veamos tantas veces que nuestros sacrificios parecen estériles, podemos gritar
que la muerte no es el final absoluto de la vida, que lo que hemos sembrado con
esfuerzo y amor en nuestra vida se convertirá en Pascua de Gloria.
3. Pascua del
Señor, porque los discípulos decían “Hemos visto al Señor” (Jn. 20,25). Y llamarle “el Señor”, significa que Él es el
fundamento, el fin y el destino del hombre, del mundo, y de la historia.
En su resurrección,
Jesucristo vuelve de manera plena, está y vive del todo para Dios y para los
hombres, y esta vida es la que Jesús comunica a los suyos.
Él es la salvación ya presente y la
salvación futura en plenitud, porque Él es el Señor.
4. Pascua
eucarística, porque le reconocieron “al partir el pan” (Lc. 24,35). Un pan que no sólo estimula por un momento, sino
que da la vida para siempre. En la Eucaristía, es donde Jesús se encuentra y
allí Jesús habla al corazón y lo colma con su gracia. Cuando se experimenta el
trato con el Sacramento Eucarístico se abren los ojos del corazón y se ve a
Dios en todas las cosas, como los discípulos en la Pascua de Emaús.
5. Pascua de la
Vida, porque Cristo “ha resucitado de entre los muertos como primicia de los que mueren”
(1 Cor 16,9).
La vida del creyente no es
soledad angustiosa, sino experiencia compartida con el Resucitado. Ahora
sabemos que venimos de Dios, que hemos sido hechos a su imagen y que nuestra
vocación es la de “reproducir los rasgos de Cristo” (Rom. 8,29).
No podemos buscar entre los muertos al que
vive. Nos pueden matar, pero nunca nos quitarán la vida, por la Pascua de
Resurrección.
6. Pascua santificadora, porque Cristo resucitado nos ofreció “el perdón de los pecados” (Jn 20,22).
Cristo quiso que la Iglesia fuera el signo
y el instrumento del perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio
de su sangre por la Pascua Santa.
7. Pascua de
alegría, porque “los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor” (Jn. 20,20).
Los cristianos no somos el
pueblo de un muerto, sino el pueblo de un resucitado. La alegría pascual da su
auténtico sentido a toda la vida humana.
Esperanza y alegría son las
características de la vida espiritual del hombre. A pesar de las cruces y
padecimientos de la vida, el final siempre inexorablemente será la alegría
victoriosa de la Pascua de resurrección.
8. Pascua
pacificadora, porque Jesús resucitado repetía: “Paz a vosotros” (Jn. 20,21).
Puedes llevar la
paz, ofrecer la paz, hacer la paz rebosar de la paz que siempre nace de la
posesión de Dios y de su gracia, la tranquilidad del alma, la integridad del
cuerpo, la felicidad perfecta, la seguridad del cielo. Paz con Dios, paz con
los hermanos, paz consigo mismo, hasta la paz cósmica, porque Cristo es nuestra
Paz.
9. Pascua
misionera, porque Jesús resucitado dijo: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo” (Jn 20,21).
Quien vive con la Fe Pascual, no puede
quedarse impasible ante el mundo, ante la realidad social, ante la Iglesia.
Somos una Iglesia misionera que sale al encuentro del mundo y de los hombres
siguiendo el mandato de Jesús “Id al mundo entero” (Mt. 28).
La Iglesia del Señor es tanto más Iglesia
cuanto más abierta está a la evangelización del mundo por la Pascua de
Resurrección.
10. Pascua
comunitaria, porque “Jesús
se presentó en medio de ellos” (Jn. 20,19).
La comunidad es la comunidad
de cada uno y de todos con Cristo. El siempre une.
La vida comunitaria no consiste en estar
juntos, o en cooperar como miembros de un equipo a la realización de una
determinada tarea de carácter social o apostólico, sino en estar realmente
unidos con Cristo y entre sí. La comunidad hace presente a Cristo por la Pascua
de Resurrección.
+ Ángel Rubio,
obispo de Segovia
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