EL TRIDUO PASCUAL Y SU
SIGNIFICACIÓN (I)
Viernes santo, primer día del triduo
Joan
Bellavista
La celebración actual. La liturgia de la palabra con su conclusión, las
oraciones solemnes, continúa siendo el centro de la celebración. El silencio
impresionante con que empieza —el nihil canentes (sin canto) del antiguo
sacramentario— es expresión de la sobriedad de siempre, propia de este día. La
reforma actual, al cambiar las dos primeras lecturas tradicionales, se ha
inclinado por una acentuación de lo que podríamos llamar el anuncio de la pasión. Un análisis atento del cuarto cántico del
siervo de Yavé descubre una profecía del misterio de pascua. El salmo 30, como
responsorial, continúa la meditación de la voluntad interior de oblación del
que puede decir: "Padre, a tus manos encomiendo mi
espíritu". El fragmento de la carta a los Hebreos de la segunda lectura es
una síntesis de la teología de la salvación pascual en Jesucristo, por su gran
obediencia.
Esta celebración de la palabra encuentra su cima en el evangelio de la
pasión según san Juan, reservado
desde siempre para este momento. En él, como el de la gran hora de Jesús
entregado a los suyos por amor, se hacen más visibles que en ninguna otra
narración sus características pascuales, sacramentales y de la sublime realeza
y divinidad de quien va a una muerte abierta a la glorificación.
Las oraciones con que concluye la liturgia
de la palabra no son unas oraciones, sino las oraciones solemnes, según
el sacramentario gregoriano. Son probablemente un sustrato anterior al s.v, y
ya universalizado en éste. Es la plegaria del pueblo sacerdotal, asociado
activamente a la salvación universal del viernes.
La
adoración de la cruz no como objeto sino como signo es un acto de fe y una proclamación de la victoria pascual
de Jesús. Los cantos que la acompañan subrayan este carácter triunfal. El
que mejor la sintetiza es el magnífico Crucem tuam, procedente del
oficio bizantino de la mañana de pascua.
La conveniencia de unirse en comunión con
el pontífice que se entrega para liberar a su pueblo ha prevalecido en la
liturgia actual sobre el inconveniente de la doble comunión del triduo en la
controvertida cuestión histórica.
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