TIEMPO LITÚRGICO

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viernes, 29 de marzo de 2013

LECTIO DIVINA PARA EL VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR


El siervo obediente


Juan Capítulos 18:1-40 y 19:1-42
    C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: + « ¿A quién buscáis? ». C. Le contestaron: M. «A Jesús, el Nazareno».
C. Les dijo Jesús: + «Yo soy». C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: « ¿A quién buscáis? ». C. Ellos dijeron: M. «A Jesús, el Nazareno». C. Jesús contestó:  + «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos». C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste
(por su extensión no se transcribe en su totalidad)
  
Otras lecturas: Isaías 52,13; 53,12; Salmo 30; Hebreos 4,14-16;5,7-9

LECTIO:
     Juan nos presenta un relato sobrecogedor de la pasión de Jesús. Nos ofrece una perspectiva distinta de la de los otros evangelistas. Se nos muestra a Jesús sufriendo a manos de los poderes de este mundo (18:12, 22; 19:1-3). A lo largo de todo el proceso, Jesús es el dueño de la situación. Es el juez de los que ahora le juzgan, pero se somete voluntariamente a su autoridad durante este tiempo (19:17).
     Juan incorpora también el encargo de Jesús al ‘discípulo a quien él quería’ –aludiendo a Juan mismo (Juan 21:24) - que cuidara de su madre. Esto muestra la preocupación por el bien de su madre incluso en el trance de la cruz. También narra cómo un soldado le atravesó el costado con una lanza, en vez de quebrarle las piernas como a los otros dos a los que habían crucificado con él (19:32-34).
     Juan explica que ‘estas cosas sucedieron para que se cumpla la Escritura’, refiriéndose al Salmo 34:20 y a Zacarías 12:10. También nos refiere el detalle de que cuando le atravesaron el costado a Jesús ‘salió sangre y agua’. Literalmente hablando, se trata de una prueba de que Jesús estaba muerto, refutando así a los escépticos que más tarde tratarían de negar la resurrección alegando que Jesús no murió realmente. Algunos también sugieren que, en un plano simbólico, la sangre y el agua representan el bautismo y la sagrada eucaristía.
     Encontramos más tarde a José de Arimatea, que le pide a Pilato el cuerpo de Jesús, y a Nicodemo (19:38-40). Los dos entierran a Jesús en un sepulcro nuevo cercano al lugar donde había muerto. Ambos eran miembros importantes del consejo y discípulos de Jesús en secreto. Jesús le había hablado a Nicodemo sobre su muerte, y sus palabras incluyen uno de los versículos más famosos de la Biblia, Juan 3:16: “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.”

MEDITATIO:
¿Qué aprendemos acerca de Jesús a partir de este relato de la Pasión? ¿Qué es lo que más te impresiona?
Considera por qué padeció Jesús el dolor, la humillación y la muerte en la cruz?
¿Qué querría decir Jesús cuando dijo ‘Todo está cumplido”? ¿Qué significa para ti esa frase en la actualidad?
Otros dos personajes, Pedro y Pilato, desempeñan papeles muy importantes en estos capítulos. ¿Qué aprendemos de ellos?

ORATIO:
     “Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios lleno de amor, para que tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de la necesidad.” Hebreos 4:16
     Antes de presentarte hoy ante Dios en la oración, lee los versículos de Hebreos que nos presenta la liturgia. Explican por qué podemos atrevernos a acercarnos a Dios todopoderoso en oración y nos dicen que Jesús es ‘fuente de salvación eterna’.
     Considera estas palabras y busca tu propia respuesta para con Dios.

CONTEMPLATIO:
     Isaías 53 anuncia, palabra por palabra, lo que hizo Jesús por nosotros. Dedica algún tiempo a leer este retrato conmovedor del ‘siervo sufriente’. Los versos 5, 6 y 7 nos recuerdan que Jesús fue condenado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades. Su sufrimiento nos concede la paz y somos salvos, aunque errábamos como ovejas descarriadas. Jesús lo padeció todo humildemente, sin siquiera abrir la boca. 

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