Juan Capítulos 18:1-40 y 19:1-42
C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus
discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí
él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se
reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y
unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con
faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se
adelantó y les dijo: + « ¿A quién buscáis? ». C. Le contestaron: M.
«A Jesús, el Nazareno».
(por
su extensión no se transcribe en su totalidad)
Otras lecturas: Isaías 52,13; 53,12;
Salmo 30; Hebreos 4,14-16;5,7-9
LECTIO:
Juan nos presenta un relato sobrecogedor
de la pasión de Jesús. Nos ofrece una perspectiva distinta de la de los otros
evangelistas. Se nos muestra a Jesús sufriendo a manos de los poderes de este
mundo (18:12,
22; 19:1-3).
A lo largo de todo el proceso, Jesús es el dueño de la situación. Es el juez de
los que ahora le juzgan, pero se somete voluntariamente a su autoridad durante
este tiempo (19:17).
Juan
incorpora también el encargo de Jesús al ‘discípulo a quien él quería’
–aludiendo a Juan mismo (Juan
21:24) -
que cuidara de su madre. Esto
muestra la preocupación por el bien de su madre incluso en el trance de la
cruz. También narra cómo un soldado le atravesó el costado con una lanza, en
vez de quebrarle las piernas como a los otros dos a los que habían crucificado
con él (19:32-34).
Juan explica que ‘estas cosas sucedieron
para que se cumpla la Escritura’, refiriéndose al Salmo 34:20 y a Zacarías
12:10. También nos refiere el detalle de que cuando le atravesaron el costado a
Jesús ‘salió sangre y agua’. Literalmente hablando, se trata de una prueba de
que Jesús estaba muerto, refutando así a los escépticos que más tarde tratarían
de negar la resurrección alegando que Jesús no murió realmente. Algunos también
sugieren que, en un plano simbólico, la sangre y el agua representan el
bautismo y la sagrada eucaristía.
Encontramos más tarde a José de Arimatea,
que le pide a Pilato el cuerpo de Jesús, y a Nicodemo (19:38-40). Los dos entierran a
Jesús en un sepulcro nuevo cercano al lugar donde había muerto. Ambos eran
miembros importantes del consejo y discípulos de Jesús en secreto. Jesús le
había hablado a Nicodemo sobre su muerte, y sus palabras incluyen uno de los
versículos más famosos de la Biblia, Juan 3:16: “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo
aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.”
MEDITATIO:
■ ¿Qué aprendemos acerca de Jesús a
partir de este relato de la Pasión? ¿Qué es lo que más te impresiona?
■ Considera por qué padeció Jesús el
dolor, la humillación y la muerte en la cruz?
■ ¿Qué querría decir Jesús cuando dijo
‘Todo está cumplido”? ¿Qué significa para ti esa frase en la actualidad?
■ Otros dos personajes, Pedro y Pilato,
desempeñan papeles muy importantes en estos capítulos. ¿Qué aprendemos de
ellos?
ORATIO:
“Acerquémonos, pues, con confianza al
trono de nuestro Dios lleno de amor, para que tenga misericordia de nosotros y
en su bondad nos ayude en la hora de la necesidad.” Hebreos 4:16
Antes de presentarte hoy ante Dios en la
oración, lee los versículos de Hebreos que nos presenta la liturgia. Explican
por qué podemos atrevernos a acercarnos a Dios todopoderoso en oración y nos
dicen que Jesús es ‘fuente de salvación eterna’.
Considera estas palabras y busca tu propia
respuesta para con Dios.
CONTEMPLATIO:
Isaías 53 anuncia, palabra por palabra, lo
que hizo Jesús por nosotros. Dedica algún tiempo a leer este retrato conmovedor
del ‘siervo sufriente’. Los versos 5, 6 y 7 nos recuerdan que Jesús fue condenado
a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades. Su sufrimiento nos concede la paz y somos
salvos, aunque errábamos como ovejas descarriadas. Jesús lo padeció todo
humildemente, sin siquiera abrir la boca.
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