TIEMPO LITÚRGICO

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viernes, 13 de noviembre de 2020

 ¿Es bíblico el purgatorio?

(Continuación)


   ... Una de las principales controversias entre la teología católica y el protestantismo y las sectas es "el purgatorio". Según la teología protestante es una doctrina inventada por la Iglesia Católica que no tiene apoyo en las Escrituras. ¿Es cierto esto? En este artículo intentaré responder a esto y profundizar en esta doctrina desde las Escrituras y los Padres de la Iglesia ...

c) Mateo 5, 25, 26. Lucas 12,58-59

   «Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».
    En este pasaje
Jesús hace referencia a un castigo temporal que no puede ser el infierno ni tampoco el cielo. En esta parábola, Dios es el juez, y si no nos hemos reconciliado con nuestro prójimo antes de ver a Dios, Dios nos pedirá cuentas por el mal que les hicimos.

  Este texto es prueba del purgatorio, y es citado para probarlo por los santos padres: Tertuliano en De anima c.58, San Cipriano en Epístola 51:20, Orígenes en Homilía 35 sobre Lucas 12. San Jerónimo en Mateo c,5, San Ambrosio en Comentario sobre Lucas 12.

  «Una cosa es defender el perdón y otra cosa es alcanzar la gloria: una cosa es cuando se lo arroja a la cárcel, no salir de allí hasta que se haya pagado lo máximo, otra cosa a la vez es recibir el salario de la fe y el coraje. Una cosa es ser torturado por un largo sufrimiento por los pecados, limpiado y purgado por el fuego,  para haber purgado todos los pecados sufriendo. Una cosa es ser estar en suspenso hasta la sentencia de Dios en el día del juicio para ser coronado inmediatamente por el Señor. » (San Cipriano Epistola 51,20)

d) 1Corintios 3,11-15.

  «Pues nadie puede poner otro fundamento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. Mas si uno edifica sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada uno se pondrá de manifiesto; porque el día lo descubrirá, por cuanto en fuego se ha de revelar; y qué tal sea la obra de cada uno, el fuego mismo lo aquilatará. Si la obra de uno, que él sobreedificó, subsistiere, recibirá recompensa; si la obra de uno quedare abrasada, sufrirá detrimento; él sí se salvará, aunque así como a través del fuego».

  Será necesario advertir de nuevo que no se trata de buscar en este texto la idea desarrollada de purgatorio, sino su núcleo esencial. El texto trata del caso concreto de los obreros apostólicos, pero a propósito de ellos expone una doctrina de sumo interés:

  1) Se trata de hombres que han edificado sobre el fundamento, que es Cristo, cosas de mayor o menor valor (v. 12), no de hombres que hayan rechazado ese fundamento como punto de partida de su construcción y trabajo.

   2) El día del juicio se pondrá de manifiesto el valor de le que cada uno de ellos ha edificado (v. 13); el «fuego» de que se habla dos veces en este (v. 13) no es el fuego del purgatorio, sino una imagen del juicio divino (adviértase que se ejercita no sólo sobre las materias deleznables, que no lo resisten y se incendian, sino también sobre las sólidas que lo resisten).

   3) «Si la obra de uno, que él sobreedificó, subsistiere, recibirá [el que edificó tal obra] recompensa»; se trata, por tanto, de la hipótesis de premio inmediato, porque la obra era sólida y ha resistido el juicio divino.

   4) «Si la obra de uno quedare abrasada, sufrirá detrimento»; el sujeto de «sufrirá detrimento» no es la obra que se abrasa, sino el que la edificó; la expresión «sufrirá detrimento» (v.15) se opone al «recibirá recompensa» del versículo anterior, y añade algo nuevo a la frase que le precede inmediatamente, «si la obra de uno quedare abrasada»; en otras palabras, el «sufrirá detrimento» no se reduce a que el operario apostólico ve cómo su obra se destruye, sino que implica una pena (en oposición a la recompensa).

   5) Todo ello es más claro si se atiende a la metáfora final: «él sí sé salvará, aunque así como a través del fuego» (v.15); el detrimento que sufrirá no es tal que implique no salvarse; se salvará, pero con dificultad y angustia (de nuevo el fuego no es aquí el fuego del purgatorio, sino una imagen de situación angustiosa): «ellos serán salvados, pero no sin dolor y sin angustia, como se salvan a través de las llamas las gentes sorprendidas por un incendio repentino».

   6) El fundamento nadie lo puede cambiar; ya está puesto y es Cristo Jesús. Pero, con estos cimientos, si uno construye con oro, otro con plata o piedras preciosas, o con madera, caña o paja, la obra de cada uno vendrá a descubrirse. El día del Juicio la dará a conocer porque en el fuego todo se descubrirá. El fuego probará la obra de cada cual: si su obra resiste el fuego, será premiado; pero, si es obra que se convierte en cenizas, él mismo tendrá que pagar. El se salvará, pero como quien pasa por el fuego". De manera que hay un fuego después de la muerte que, diferente al del infierno, es temporal. El alma que por allí pasa se salvará. A ese estado de purgación le llamamos el "purgatorio".

  Citado como argumento a favor del purgatorio por San Cipriano en Epístola 51:20,San Ambrosio en Comentario Salmo 116, Sermón 20, San Jerónimo en comentario Amós cap.4, San Gregorio Magno Dialogos 4:39 y Orígenes en Hom. in Ex. 4 , San Agustin comentario salmo 37.

  «Ni me corrijas con tu ira, sino purifícame en esta vida y transfórmame de modo tal, que no necesite ya el fuego corrector, como los que se han de salvar, aunque como pasados por el fuego. ¿Y esto por qué, sino porque edifican sobre el fundamento de leña, heno, paja? Que edifiquen sobre oro, plata, piedras preciosas, y estarán a salvo de uno y otro fuego; no sólo del eterno, que sin fin atormentará a los malvados, sino del que corregirá a los que se salvarán como pasando por fuego. Así es como se dice: Él sí se salvará, pero como quien pasa por fuego5. Y al decir: se salvará, se le quita importancia a ese fuego. Pero también, aunque se salvaron por el fuego, será más doloroso que lo que el hombre pueda padecer en esta vida» (San Agustín Comentario salmo 37).

 e) Malaquias 3,2-3

   «¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién se tendrá en pie cuando aparezca? Porque es él como fuego de fundidor y como lejía de lavandero. Se sentará para fundir y purgar. Purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como el oro y la plata; y serán para el Señor los que presentan la oblación en justicia».

   Este texto es citado para apoyar la doctrina del purgatorio por Orígenes en  Hom. 6 en Éxodo, San Ambrosio en PS 36,  San Agustin en  Ciudad de Dios lib. 20 cap 25.

  «De la cita que acabamos de hacer se deduce la existencia evidente en aquel juicio de ciertas penas expiatorias para algunos. De las palabras: ¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién será capaz de aguantar su presencia? Será como fuego de fundidor, como lejía de lavandero: se sentará como fundidor a refinar la plata, refinará y purificará como plata y oro a los hijos de Leví, ¿qué otra cosa se puede entender? Algo parecido dice también Isaías: Lavará el Señor la suciedad de los hombres y de las mujeres de Sión, y fregará la sangre del interior de su ciudad con el viento justiciero, con un soplo ardiente A no ser que digamos que quedan limpios de sus inmundicias, y, por así decir, acrisolados, cuando los malos sean separados de ellos por condenación judicial, de forma que la separación y condenación de unos sea la purificación de los otros, ya que en adelante vivirán sin estar mezclados con ellos. Pero al decir: Refinará y purificará como plata y oro a los hijos de Leví; y ellos ofrecerán al Señor hostias en justicia; entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, muestra claramente que los mismos que han de ser purificados agradarán a partir de entonces al Señor con sacrificios en justicia; ellos mismos son quienes quedarán limpios de su propia injusticia, por la que desagradaban al Señor. Las hostias ofrecidas con plena y perfecta justicia serán ellos mismos cuando se hallen purificados. ¿Qué ofrenda más aceptable a Dios podrá ser presentada por hombres así que sus propias personas? Pero esta cuestión de las penas expiatorias la dejaremos para otra ocasión con el fin de tratarla más a fondo » (San Agustín Ciudad de Dios XX,25)

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