TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 18 de julio de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 19 DE JULIO DEL 2020, 16º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)


«… EL QUE TENGA OÍDOS QUE OIGA»


Mt. 13. 24-43

     En aquel tiempo, Jesús les propuso otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”.
   Él les dijo: “Un enemigo lo ha hecho”. Los criados le preguntan: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”. Pero él les respondió: “No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”».   
       Les propuso otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; 32 aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros del cielo a anidar en sus ramas».
       Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta».  Jesús dijo todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».
       Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».  Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el final de los tiempos y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de los tiempos el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

Otras Lecturas: Sabiduría 12,13.16-19; Salmo 85; Romanos 8,26-27.

LECTIO:
     Este domingo nos presenta el Evangelio tres parábolas sobre el Reino, que son una especie de "biografía religiosa" de cada hombre y cada pueblo.
    La primera de las parábolas nos pone ante una realidad dema­siado cotidiana que es fácilmente reconocible si nos observamos a nosotros mis­mos y a nuestro derre­dor. Junto a las semillas de gracia, de bondad y amor, de jus­ticia y paz, de li­bertad y verdad... hay otras semillas ex­trañas e incluso opuestas: violencia, egoísmo, frivolidad, maldad, injus­ticia, mentira y esclavitud...
     Podemos caer en la tentación de los criados de la parábola: arrancar las semillas de la malaventuranza in­feliz del enemigo Satán, para que sólo crezcan las de la bienaventuranza dichosa del amigo Dios.
     ¡Qué difícil coexistencia la del trigo y la cizaña, la de la gracia y el pe­cado! Dios trabaja incansablemente por nuestra felicidad, pero no es el único "obrero" en nuestro campo…
     Por amor al trigo hay que saber convivir vigilantes con la cizaña: sin escandalizarse pero sin bajar la guardia, sin maldecir pero sin creer que todo da lo mismo... (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).

MEDITATIO:
     La parábola del trigo y la cizaña afronta el problema del mal en el mundo y pone de relieve la paciencia de Dios... el mal que hay en el mundo no proviene de Dios, sino de su enemigo, el Maligno. El maligno va de noche a sembrar la cizaña, en la oscuridad, en la confusión; él va donde no hay luz para sembrar la cizaña. Es astuto siembra el mal en medio del bien, de tal modo que es imposible a los hombres separarlos claramente; pero Dios, al final, podrá hacerlo. (Papa Francisco)
   Dios mira el «campo» de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal, pero ve también los brotes de bien y espera con confianza que maduren.   Dios es un padre paciente, que nos espera siempre y nos espera con el corazón en la mano para acogernos, para perdonarnos. Él nos perdona siempre si vamos a Él. (Papa Francisco)
     Al final, en el tiempo de la cosecha, es decir del juicio… Al final todos seremos juzgados con la misma medida con la cual hemos juzgado: la misericordia que hemos usado hacia los demás será usada también con nosotros. (Papa Francisco)

ORATIO:
  Señor, danos el Espíritu de vigilancia, que no nos asalte el malvado; haznos fuertes en la tentación y humildes en la reprensión de nuestras caídas. Haz que no pretendamos de los otros una perfección que ni nosotros mismos tenemos; danos ojos que sepan ver, además de la cizaña, la buena semilla; concédenos un corazón que sepa amar como el tuyo, con humildad y paciencia incansable.

Señor, concédeme un corazón como el tuyo,
paciente, comprensivo, que sepa amar
 y ayudar al que desfallece y cae.


CONTEMPLATIO:
     Alguno pensará que el Señor se entretiene en contarnos cosas sin importancia… el Señor tiene una pedagogía muy especial y nos tiene acostumbrados a decirnos cosas muy grandes utilizando un lenguaje sencillo…
     Esta sencilla parábola es para pensarla. Todos sabemos que el mal existe, que hay quienes se mueven con intenciones de hacer el mal, de impedir que crezca el proyecto de Dios…  no está puesta por casualidad, responde a la experiencia que vive la comunidad que ya tiene experiencia del mal en su seno. La solución que se nos ocurre a nosotros es la de arrancar toda la cizaña de una vez, pero la que se le ocurre a Dios es otra, la de esperar, porque sin paciencia podría salir dañado el trigo. La razón es que no siempre es posible distinguir con claridad, es posible que algo bueno del hombre fácilmente se tenga por malo y Jesús lo soluciona dejando «crecer» y dejar la separación para el final de los tiempos…
   Dios quiere evitar que nos convirtamos en jueces o verdugos de los demás, a veces por las apariencias o juicios precipitados. Es mejor esperar. Dios espera, es paciente y siempre te da la oportunidad de arrepentirte del mal que hayas podido hacer y convertirte para volver a la casa del Padre. (+ José Manuel Lorca Planes – Obispo de Cartagena)



   «Para que se cumpliese el oráculo del profeta: Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.»  Como si dijera: puesto que primeramente os he hablado por los profetas, ahora en mi propia persona abriré mi boca en parábolas y haré salir del tesoro de mi corazón los misterios que estaban ocultos desde el principio del mundo. (San Gregorio Magno)


1 comentario:

  1. Muchas parábolas de Jesús en este texto de Mateo con un fin sencillo y aleccionador y es que hay que tener paciencia porque el trigo y la cizaña crecen juntas en el mismo campo del corazón humano.
    Decía el Hermano Rafael que toda la ciencia consiste en saber esperar. No una espera tensa que nos pone nervioso. Tampoco no poner de nuestra parte todo lo que podamos y debamos de hacer.
    Todas las parábolas tienen el mismo tema y la misma moraleja. Nunca la cizaña se convierte en trigo y nunca el trigo se convierte en cizaña. La paciencia todo lo alcanza. No sería bueno comenzar como una apisonadora, que por falta de saber esperar, nos carguemos el trigo que aparece aun en medio de cizaña, que pronto se descubre que es estéril.
    En el fondo estas parábolas del Reino de los cielos es una llamada a un discernimiento que sabe de luz y tinieblas, de gracia y pecado, de trigo y cizaña...de don y de colaboración humana. Al final siempre queda claro lo que es trigo y de lo que es cizaña. Sencillamente hay que tener una espera confiada.



    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
    Primado de España

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