JULIO: DESDE EL CUARTO DE GUARDIA
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON
DIOS
1º marco para esta noche de junio.
Mes de julio, NO hay mal que por
bien no venga. El coronavirus nos ha puesto vuelta al aire gran parte de
nuestras rutinas. Ya sé que nuestro corazón mariano se alegra con la
advocación a Nuestra Señora del Carmen, sus procesiones por ejemplo
las marineras. Siempre bajo la protección de María, pero sobre todo esta noche,
porque os voy a proponer que en esta vigilia hagamos un viaje maravilloso a
Tierra Santa. ¿No es julio un mes propicio para todo tipo de viajes? El
coronavirus nos invita a ser prudentes, a no alejarnos mucho no vaya a ser que
no nos dejen desembarcar y tengamos que quedarnos en cuarentena a las orillas
de El Lago de Tiberíades, es un decir.
Que
no, que no tenemos que salir de casa ni de nuestro pueblo. Vamos
a la Tierra Santa del Sagrario, a pasar la noche en
Betania, donde Jesús, vive como vecino el más ilustre de nuestra comunidad. En
aquella entrañable Tierra Santa, emocionados y agradecidos, aprendemos lo que
Cristo HIZO por nosotros. En esta Tierra Santa del altar, podemos descubrir,
con el corazón, lo que Jesús HACE por cada uno de nosotros, desde su locura de
enamorado. Esta noche todos a Betania con un solo propósito:
“¡Oh,
Jesús mío!, dadme a conocer la grandeza del amor que me tienes, a
fin de que a vista de tanto incendio de caridad, crezca en mí cada vez más el
deseo de amaros y de difundirlo a todos, a todos, a todos!”
2º una oración jaculatoria al espíritu santo, para que nos
encienda en amores.
Necesitamos
al Espíritu Santo. La Adoración Nocturna inicia las vigilias
con la invocación al Espíritu Santo. “Ven” le
suplicamos. Una sola palabra como impulso de fervor para esta noche: “Et
creabuntur”. Sí, sí: volver a nacer
(Nicodemo) El Espíritu nos tiene que crear por dentro de nuevo. Vida, no
rutina
3º un texto de un santo o de la iglesia que nos inicie en
la oración meditativa.
San
Alfonso María de Ligorio: “Visitas al Santísimo-día 23”
No necesitamos añorar el haber podido conocer a Nuestro Señor en su vida terrenal. Está vivo entre nosotros. No a tiro de piedra, sino a tiro de enamorados. Oiga: que el Señor, está ahí; que ha venido el Amo, que Dios es nuestro vecino. Está en Betania, entre amigos.
No necesitamos añorar el haber podido conocer a Nuestro Señor en su vida terrenal. Está vivo entre nosotros. No a tiro de piedra, sino a tiro de enamorados. Oiga: que el Señor, está ahí; que ha venido el Amo, que Dios es nuestro vecino. Está en Betania, entre amigos.
“Padecen
muchos cristianos grandes fatigas y se exponen a
innumerables peligros por visitar los lugares de la Tierra Santa en
que nuestro amabilísimo Salvador nació, padeció y murió. No
necesitamos emprender tan largo viaje, ni exponernos a tales
riesgos; cerca tenemos al mismo Señor, el cual habita en la iglesia a pocos
pasos de nuestras casas. Pues si los peregrinos tienen por gran ventura, como dice
San Paulino, traer de aquellos Santos
Lugares un poco de polvo del pesebre, o del sepulcro del Señor, ¿con
qué fervor no debiéramos nosotros ir a visitarle en el Santísimo Sacramento,
donde está el mismo Jesús en persona, sin ser preciso para hallarle correr
tantos trabajos ni peligros?
Una
persona religiosa a quien Dios concedió ferviente amor al Santísimo Sacramento,
escribe en una carta, entre otros, estos afectos: "Conozco -dice- que todo
mi bien procede del Santísimo Sacramento; y por esta razón me he entregado y
consagrado enteramente a Jesús Sacramentado." "Veo
que hay innumerables gracias que no se conceden porque no se acude a este
Sacramento divino; y
veo también el gran deseo que nuestro Señor tiene de dispensarlas por este
medio.
¡Oh, Santo misterio! ¡Oh, Sagrada Hostia!
¿Qué cosa habrá fuera de ti en que Dios ostente más su poderío?; porque en esta
Hostia está cifrado cuanto Dios por nosotros hizo. "No envidiemos a los
bienaventurados; que en la tierra tenemos al mismo Señor, y
con más prodigios de su amor. Procurad, pues, que todos aquellos con quienes
habléis, se dediquen del todo al Santísimo Sacramento. Hablo de esta suerte,
porque este Sacramento me saca fuera de mí. No puedo dejar de hablar del
Santísimo Sacramento, que tanto merece ser amado. No
sé qué hacer por Jesús Sacramentado." ¡Oh, Serafines cuán
dulcemente estáis ardiendo de amor junto al Señor vuestro y mío! Y con todo, no
por vuestro amor, sino por el amor que a mí me tiene, quiso el
Rey del Cielo quedarse en este Sacramento. Dejad, pues, ¡oh. Ángeles
amantes!, que se encienda mi alma; inflamadme en ese vuestro fuego, para que
juntamente con vosotros arda yo también. Señor amabilísimo quiero amaros
siempre sólo para agradaros.”
Preguntas para el diálogo y la meditación.
■ ¿Por qué es verdad que en
Cristo escondido en la Eucaristía –sacrificio, Comunión y
Presencia– está todo lo que Hizo en su vida mortal?
■ ¿Por qué no es menos verdad
que en Cristo transustanciado en el pan y en el vino nos muestra
todo lo que HACE, aquí y ahora por nosotros?
■ ¿Hemos de ponderar, alabar,
participar en todas las liturgias comunitarias de la Iglesia? “Sin la misa no
podemos vivir”. Sin embargo ¿por qué necesitamos más que nunca intimidad
con el Señor, “audiencia privada” con quien sabemos nos ama? Sin Betania no
podemos, no podremos ni ser apóstoles ni servidores de corazón a corazón
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