TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 4 de julio de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 5 DE JULIO DEL 2020, 14º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

«VENID A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁIS CANSADOS, Y YO OS ALIVIARÉ»


Mt. 11. 25-30

          En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños.
Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.

Otras Lecturas: Zacarías 9,9-10; Salmo 144; Romanos 8,9.11-13

LECTIO:
     El pasaje evangélico de este domingo XIV del tiempo ordinario es un autorretrato de Jesús. Él mismo se nos presenta hablando de su identidad, de sus sentimientos, de su invitación a seguirle.
     Toda esta proclamación se realiza en un clima de oración. La relación de Jesús con el Padre, con su Padre Dios, es una relación estrecha, profunda, íntima. En esta página Jesús nos abre su corazón para mostrarnos su relación especial con el Padre… “Todo me lo ha entregado mi Padre”…
     Estas cosas Dios las esconde a los sabios y las revela a los sencillos Al Hijo sólo lo conoce el Padre, al Padre sólo lo conoce el Hijo y a quien el Hijo se lo revele. No se trata de conocer a Dios en abstracto, Jesús nos da a conocer a Dios como su Padre y se nos manifiesta a sí mismo como el Hijo.
     “Venid a mí” Jesús nos invita a seguirle, a estar con él, a entrar en su amistad. Él sabe que estamos agobiados. Y no nos agobian los problemas, el agobio nos viene de nuestros pecados pasados y presentes, y de las secuelas que han dejado en nosotros. Ese agobio sólo lo puede curar él. “Y yo os aliviaré”
     Nos lo expresa con la imagen del yugo, ese yugo que une a dos animales de carga que tiran del carro simultáneamente. Jesús nos invita a entrar en ese yugo, donde él tira más fuerte y donde la vida se hace pareja con el otro. Jesús nos invita a una relación de compartir el yugo (con-yuge) Venid a mí, cargad con mi yugo, aprended de mí. “Soy manso y humilde de corazón”. Todo un programa de vida. (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)

MEDITATIO:
     «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso». El Señor no reserva esta frase para alguien, sino que la dirige a “todos” los que están cansados y oprimidos por la vida. ¿Y quién puede sentirse excluido en esta invitación? (Papa Francisco)
     Jesús indica dónde ir: “venid a mí”. Muchas veces, ante un peso de la vida o una situación que nos duele, intentamos hablar con alguien que nos escuche, con un amigo, con un experto... Es un gran bien hacer esto, ¡pero no olvidemos a Jesús! No nos olvidemos de abrirnos a Él y contarle la vida, encomendarle personas y situaciones. Quizás hay “zonas” de nuestra vida que nunca le hemos abierto a Él y que han permanecido oscuras, porque no han visto nunca la luz del Señor. (Papa Francisco)
    Vayamos a Jesús, démosle nuestro tiempo, encontrémosle cada día en la oración, en un diálogo confiado y personal; familiaricemos con su Palabra, redescubramos sin miedo su perdón, saciémonos con su Pan de vida: nos sentiremos amados y consolados por Él. Es Él mismo quien lo pide, casi insistiendo. Lo repite una vez más al final del Evangelio de hoy: «Aprended de mí [...] y hallaréis descanso para vuestras almas ». (Papa Francisco)

ORATIO:
  Te ruego, Señor, que me encuentre entre los dichosos que tienen ojos para ver y oídos para oír las grandes cosas que has revelado. 

Me acerco a ti, Señor, porque necesito respiro y…
gracias te doy por haberme invadido
y revelado tu rostro y evangelio.



CONTEMPLATIO:
      "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla”. Dios ha desvelado su secreto, pero los sabios sabihondos y los hinchados entendidos..., ni saben, ni en­tienden. Sólo a todos los que en el mundo han sido sencillos, sólo a ellos les ha querido revelar Dios sus adentros, porque "así le ha parecido mejor"
    En el mundo actual cuantas veces escuchamos las expresiones “que cansado, agobiado estoy” y se busca el descanso donde no se encuentra realmente. Solo en Él se encuentra el auténtico descanso: "venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré... y encontraréis vuestro descanso", y éstos, no suelen coincidir con aquellos a los que el Padre "esconde" su secreto
  Nosotros, dos mil años después, somos herederos y continuadores del secreto de Dios, ese que quita cansancios, seca lágrimas, desliga agobios, rompe cadenas, abre esperanzas, y todo lo llena de un buen olor de Buena Nueva. Estos son sus gestos y su lenguaje. Quiera el Señor que los sencillos de hoy, los pobres de nuestra tierra, puedan tener acceso al corazón de Dios manso y humilde, espejado y regalado en el corazón de los cristianos, para que como Jesús y con Jesús, también ellos den gracias al Padre(+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).



   Todo esto se encuentra en la caridad, y no se halla sino en la caridad. En ella está la verdadera tranquilidad, la verdadera suavidad, porque ella es el yugo del Señor, y si la tomamos invitados por el Señor, encontraremos descanso para nuestras almas, pues «el yugo del Señor es suave y ligera su carga». Por último, «la caridad es paciente, es benigna, no tiene celos, no obra mal, no se infla, no es ambiciosa» (1Co 13,4-5). (S. Elredo de Rievaulx)

1 comentario:

  1. Este es el evangelio donde Jesús con su corazón manso y humilde hace la única promesa de su corazón de ser en todos los momentos de nuestra vida nuestro descanso. Durante toda la lectura del evangelio de Mateo que se inició presentando el Reino de Dios con las bienaventuranzas como carnet de identidad de un cristiano, acaba aterrizando en que la clave de vivir las bienaventuranzas es tener un corazón manso y humilde para encontrar el verdadero descanso del vivir
    Cuando puede resultarnos complicado el seguimiento de Cristo. Cuando las aplicaciones del evangelio pueden aparecer exageradas y que no podemos con ellas, hay que contemplar al Señor de Corazón abierto y saber que por Cristo, con El y en El, hacemos camino al andar. No es cuestión de puños y menos de ponerse nervioso... es más bien dejarse en sus manos, con su gracia, con una confianza, de que todo lo podemos en Aquel que nos conforta.
    Siempre que nos tomamos en serio el seguimiento de Jesús tenemos el peligro de confiar solo en nuestras propias fuerzas. Es quedarse en que ser cristiano es una especie de ser un rambo, un supermán y nos encontramos que nos vamos convirtiendo en constructores de fracasos, hasta llegar un momento en que tiramos la toalla pensando que no hay nada que hacer. Siempre la comunión entre la gracia y nuestra colaboración desde una profunda humildad, es donde nos jugamos la santidad.
    A vivir con los sentimientos de su Corazón se llega con la confianza de la sabiduría de los pobres. Es aprender contemplando a tener un corazón manso y humilde. Viviendo en el asombro de quien ha conocido el amor y sabe cómo María creer en el Dios de lo imposible.




    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
    Primado de España

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