«VENID A
MÍ TODOS LOS QUE ESTÁIS CANSADOS, Y YO OS ALIVIARÉ»
Mt. 11. 25-30
En aquel
momento tomó la palabra Jesús y dijo: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se
las has revelado a los pequeños.
Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado
por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre
sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os
aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y
mi carga ligera”.
Otras Lecturas: Zacarías
9,9-10; Salmo 144; Romanos 8,9.11-13
LECTIO:
El pasaje evangélico de este domingo XIV del tiempo ordinario es un
autorretrato de Jesús. Él mismo se nos presenta hablando de su identidad, de
sus sentimientos, de su invitación a seguirle.
Toda esta proclamación se realiza en un clima de oración. La relación de
Jesús con el Padre, con su Padre Dios, es una relación estrecha, profunda,
íntima. En esta página Jesús nos abre su corazón para mostrarnos su relación
especial con el Padre… “Todo me lo ha entregado
mi Padre”…
Estas cosas Dios las
esconde a los sabios y las revela a los sencillos… Al Hijo sólo lo conoce el Padre, al Padre sólo lo conoce el
Hijo y a quien el Hijo se lo revele. No se trata de conocer a Dios en abstracto,
Jesús nos da a conocer a Dios como su Padre y se nos manifiesta a sí mismo como
el Hijo.
“Venid a mí”… Jesús nos invita
a seguirle, a estar con él, a entrar en su amistad. Él sabe que estamos
agobiados. Y no nos agobian los problemas, el agobio nos viene de nuestros
pecados pasados y presentes, y de las secuelas que han dejado en nosotros. Ese
agobio sólo lo puede curar él. “Y yo os aliviaré”…
Nos lo expresa con la imagen del yugo, ese
yugo que une a dos animales de carga que tiran del carro simultáneamente. Jesús
nos invita a entrar en ese yugo, donde él tira más fuerte y donde la vida se
hace pareja con el otro. Jesús nos invita a una relación de compartir el yugo
(con-yuge)… Venid a mí, cargad
con mi yugo, aprended de mí. “Soy manso y humilde de corazón”.
Todo un programa de vida. (+ Demetrio Fernández -
Obispo de Córdoba)
MEDITATIO:
«Venid a mí todos los que estáis fatigados
y sobrecargados, y yo os daré descanso». El Señor no reserva esta frase para
alguien, sino que la dirige a “todos” los que están cansados y oprimidos por la
vida. ¿Y quién puede sentirse excluido en esta invitación? (Papa Francisco)
Jesús indica dónde ir: “venid a mí”.
Muchas veces, ante un peso de la vida o una situación que nos duele, intentamos
hablar con alguien que nos escuche, con un amigo, con un experto... Es un gran
bien hacer esto, ¡pero no olvidemos a Jesús! No nos olvidemos de abrirnos a Él
y contarle la vida, encomendarle personas y situaciones. Quizás hay “zonas” de
nuestra vida que nunca le hemos abierto a Él y que han permanecido oscuras,
porque no han visto nunca la luz del Señor. (Papa
Francisco)
Vayamos a Jesús, démosle
nuestro tiempo, encontrémosle cada día en
la oración, en un diálogo confiado y personal; familiaricemos con
su Palabra, redescubramos sin miedo su perdón, saciémonos con su Pan de vida:
nos sentiremos amados y consolados por Él. Es Él mismo quien lo pide, casi
insistiendo. Lo repite una vez más al final del Evangelio de hoy: «Aprended de
mí [...] y hallaréis descanso para vuestras almas ». (Papa Francisco)
ORATIO:
Te ruego, Señor, que me encuentre entre
los dichosos que tienen ojos para ver y oídos para oír las grandes cosas que
has revelado.
Me acerco a ti, Señor,
porque necesito respiro y…
gracias te doy por haberme
invadido
y revelado tu rostro y evangelio.
y revelado tu rostro y evangelio.
CONTEMPLATIO:
"Te doy gracias, Padre,
Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos
y las has revelado a la gente sencilla”. Dios ha desvelado su
secreto, pero los sabios sabihondos y los hinchados entendidos...,
ni saben, ni entienden. Sólo
a todos los que en el mundo han sido sencillos, sólo a ellos les ha querido
revelar Dios sus adentros, porque "así le ha parecido mejor"…
En el mundo actual cuantas veces escuchamos las expresiones
“que cansado, agobiado estoy” y se busca el descanso donde no se encuentra
realmente. Solo en Él se encuentra el auténtico descanso: "venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré... y encontraréis
vuestro descanso", y éstos, no suelen coincidir con aquellos a los que el
Padre "esconde" su secreto…
Nosotros, dos mil años después, somos herederos y continuadores del secreto de Dios, ese que quita
cansancios, seca lágrimas, desliga agobios, rompe cadenas, abre esperanzas, y todo lo llena de un buen olor de Buena
Nueva. Estos son sus gestos y su lenguaje. Quiera el Señor que los sencillos de hoy, los pobres de nuestra tierra, puedan
tener acceso al corazón de Dios manso y humilde, espejado y regalado en el corazón
de los cristianos, para que como Jesús y con Jesús, también ellos den gracias
al Padre… (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).
■… Todo
esto se encuentra en la caridad, y no se halla sino en la caridad. En ella está
la verdadera tranquilidad, la verdadera suavidad, porque ella es el yugo del
Señor, y si la tomamos invitados por el Señor, encontraremos descanso para
nuestras almas, pues «el yugo del Señor es suave y ligera su carga». Por
último, «la caridad es paciente, es benigna, no tiene celos, no obra mal, no se
infla, no es ambiciosa» (1Co
13,4-5). (S. Elredo de
Rievaulx)
Este es el evangelio donde Jesús con su corazón manso y humilde hace la única promesa de su corazón de ser en todos los momentos de nuestra vida nuestro descanso. Durante toda la lectura del evangelio de Mateo que se inició presentando el Reino de Dios con las bienaventuranzas como carnet de identidad de un cristiano, acaba aterrizando en que la clave de vivir las bienaventuranzas es tener un corazón manso y humilde para encontrar el verdadero descanso del vivir
ResponderEliminarCuando puede resultarnos complicado el seguimiento de Cristo. Cuando las aplicaciones del evangelio pueden aparecer exageradas y que no podemos con ellas, hay que contemplar al Señor de Corazón abierto y saber que por Cristo, con El y en El, hacemos camino al andar. No es cuestión de puños y menos de ponerse nervioso... es más bien dejarse en sus manos, con su gracia, con una confianza, de que todo lo podemos en Aquel que nos conforta.
Siempre que nos tomamos en serio el seguimiento de Jesús tenemos el peligro de confiar solo en nuestras propias fuerzas. Es quedarse en que ser cristiano es una especie de ser un rambo, un supermán y nos encontramos que nos vamos convirtiendo en constructores de fracasos, hasta llegar un momento en que tiramos la toalla pensando que no hay nada que hacer. Siempre la comunión entre la gracia y nuestra colaboración desde una profunda humildad, es donde nos jugamos la santidad.
A vivir con los sentimientos de su Corazón se llega con la confianza de la sabiduría de los pobres. Es aprender contemplando a tener un corazón manso y humilde. Viviendo en el asombro de quien ha conocido el amor y sabe cómo María creer en el Dios de lo imposible.
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
Primado de España