TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

viernes, 31 de enero de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 2 DE FEBRERO DEL 2020, FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR - (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo electo de Toledo y Administrador Apostólico de Coria-Cáceres)


 Lc. 2, 22-40 

     Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
     Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.
     Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».
     Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: “Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
     Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
     Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

Otras Lecturas: Isaías 8, 23b-9,3; Salmo 26; 1Coríntios 1, 10-13.17

LECTIO:
     El evangelista San Lucas destaca los dos momentos de este rito y recoge el hecho de la purificación de la madre a los cuarenta días del parto y el rescate del primogénito al mes del nacimiento, según la costumbre judía de rescatar al primogénito consagrado al Señor (cf. Ex 13,11-12), pero lo describe como la ceremonia de una simple presentación del niño en el templo. La fiesta de la Presentación de Jesús significa mucho, es otra manifestación de Dios al pueblo, para que todos puedan ver las puertas del corazón de Dios: «los pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados, a aquellos que “no tienen con qué recompensarte”» (Lc 14,14)…
     La Presentación es otra manifestación al mundo de Cristo, que es la Luz y la Salvación, nosotros participamos de esa Luz y durante este tiempo la liturgia nos urgirá a mantener encendidas las lámparas, porque las vamos a necesitar para el camino...
     Todo nos está hablando de esperanza, todo nos habla de confianza en Dios. Aunque te consideres indigno, pobre, pecador… También eres invitado a esta aventura, porque eres necesario, ¿No has escuchado que ha escogido a los que no cuentan, a los débiles del mundo para confundir a los sabios y poderosos? Ánimo, que te llama bienaventurado. (+ José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena)

MEDITATIO:
     La fiesta de la Presentación de Jesús al Templo es llamada también la fiesta del encuentro: el encuentro entre Jesús y su pueblo; cuando María y José llevaron a su niño al Templo de Jerusalén, ocurrió el primer encuentro entre Jesús y su pueblo, representado por dos ancianos Simeón y Ana. (Papa Francisco)
     El Evangelio dice que esperaban la venida de Dios cada día, con gran fidelidad, desde hacía muchos años. Querían verlo precisamente ese día, recoger los signos, intuir el inicio. Esa larga espera continuaba  ocupando sus vidas, no tenían compromisos más importantes que este. Esperar al Señor y rezar. (Papa Francisco)
     Cuando María y José llegaron al templo para cumplir la disposición de la Ley, Simeón y Ana se movieron impulsados, animados por el Espíritu Santo. El peso de la edad y de la espera desapareció en un momento. Reconocieron al Niño, y descubrieron una nueva fuerza, para una nueva tarea: dar gracias y dar testimonio por este Signo de Dios. (Papa Francisco)
     Aquel fue también un encuentro al interior de la historia del pueblo, un encuentro entre los jóvenes y los ancianos: los jóvenes eran María y José, con su recién nacido; y los ancianos eran Simeón y Ana. Estos dos ancianos están llenos de vida porque son animados por el Espíritu Santo, dóciles a su acción y sensibles a su  llamada... (Papa Francisco)

     Gracias, Señor,  por  tu fidelidad, por tu llegada, por tu encuentro. Gracias porque cada día vienes para quedarte, y para invitarme, para propiciar  tu encuentro.

Que soporte bien las pruebas
que lleve con fe mi carga
que seas Tú mi descanso
Señor, por todo esto gracias.

«según la ley, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor»
     La escena de la Presentación es una escena llena de ternura. María acude al templo, acompañada de José, para presentar a su hijo a Dios, cumpliendo así la normativa santa. María lleva en sus manos al que es luz del mundo, Jesucristo nuestro salvador. María es la Candelaria. Y es recibida por el anciano Simeón, que se llena de júbilo por la alegría de tener en sus manos al Salvador del mundo. A esta alegría se une la anciana Ana. Ambos contagian a todos los presentes en el templo la alegría de tener a Jesús en sus brazos.
     “Oh, luz gozosa de la santa gloria del Padre celeste e inmortal”, es un himno de los más antiguos dirigidos a Jesucristo, que es “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero”. La luz produce gozo, alegría. La noche y las tinieblas son signo de muerte y de tristeza. La fiesta de la Candelaria empalma con la fiesta de la Navidad y anticipa la fiesta de la Resurrección en la Pascua. En todas ellas la luz es Cristo, que ha disipado las tinieblas del error y de la muerte, y nos ha abierto de par en par las puertas del cielo
     La travesía de la noche es posible realizarla gracias a esa luz que viene indirectamente del sol y se refleja en la luna. A María también los autores sagrados llaman “Aurora”, que precede a la llegada del sol. Por eso, María es esperanza nuestra, porque estando ella no caminaremos nunca a oscuras del todo. Con ella siempre habrá alguna luz.
     En este día y en esta fiesta celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. La vida consagrada, como María, prolonga la luz de Cristo en medio del mundo. Damos gracias a Dios por el testimonio y la vida de todos los consagrados… (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)

  


   ¡Ojalá mi alma pudiera arder en el deseo que inflamaba a Simeón, para que merezca ser el portador de una luz tan grande! Pero si el alma primero no ha sido purificada de sus faltas, no podrá ir «al encuentro de Cristo sobre los nubarrones» de la verdadera libertad (1T 4,17)… sólo entonces podrá gozar con Simeón de la luz verdadera y, como él, irse a paz. (Abad, Adán de Perseigne)

1 comentario:

  1. Fue el Papa Juan Pablo ll el que instituyó esta jornada de la vida consagrada unido a la presentación de Jesús en el Templo el primer consagrado al Padre.
    Ya en el seno de la Virgen nos recuerda la carta a los hebreos la actitud de vida consagrada de Jesús, aquí estoy Señor para hacer tu voluntad.
    La escena de Lucas tiene el encanto y la ternura de los que han permanecido esperando en todas las noches. Simeón y Ana nos recuerdan que nunca es tarde si la dicha es buena. Siempre hay solución cuando nos envuelve la esperanza. Se de quien me he fiado y estamos ciertos de que no falla, de que el Señor es puntual a la cita.
    María como buena israelita presenta al Niño como primer consagrado, como primogénito del Padre. Ella entra en el Templo con José como una más con su hijo. No pide privilegios. Ni se le hace una mención o recibimiento especial. Seguramente que por la noche alguien dijo, todo normal en este día, rutinario, nada extraordinario. Las cosas de Dios llevan siempre el signo inconfundible de lo sencillo y lo cotidiano, de lo humilde.
    Seguir a Jesús es saber esperar. Cuando nos cansamos y no somos capaces de tener paciencia con los planes de Dios no llegamos muy lejos. Es necesario caminar confiados. Saber tener paciencia.
    El seguimiento de Jesús esta tejido de poner los ojos en quien siempre tiene abierto el Corazón. Estos humildes contemplativos del Templo nos marcan un camino de esperanza y osadía. De saber esperar tejiendo primaveras con su Presencia. Sigamos al Señor con la mirada puesta en quien sabemos que nos ama.


    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo electo de Toledo
    Administrador Apostólico de Coria-Cáceres.

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