Los
motivos de la Jornada de la Vida Consagrada
La finalidad de dicha jornada es triple: en
primer lugar, responde a la íntima necesidad de alabar más solemnemente al Señor y darle gracias
por el gran don de la vida consagrada
que enriquece y alegra a la comunidad cristiana con la multiplicidad de sus
carismas y con los edificantes frutos de tantas vidas consagradas totalmente a
la causa del Reino. Nunca debemos olvidar que la vida consagrada, antes de ser
empeño del hombre, es don que viene de lo Alto, iniciativa del Padre, "que
atrae a sí una criatura suya con un amor especial para una misión
especial" (ib., 17). Esta mirada de predilección llega profundamente al
corazón de la persona llamada, que se siente impulsada por el Espíritu Santo a
seguir tras las huellas de Cristo, en una forma de particular seguimiento,
mediante la asunción de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y
obediencia. Estupendo don. "¿Qué sería del mundo si no existieran los religiosos?", se
preguntaba justamente santa Teresa (Libro de la vida, c. 32,11)…
En segundo lugar, esta Jornada tiene como
finalidad promover en todo el pueblo de Dios el conocimiento y la
estima de la vida consagrada. Como ha
subrayado el Concilio (cfr. Lumen gentium, 44) y yo mismo he tenido ocasión de
repetir en la citada exhortación apostólica, la vida consagrada "imita más
de cerca y hace presente continuamente en la Iglesia la forma de vida que Jesús, supremo consagrado y misionero
del Padre para su Reino, abrazó y propuso a los discípulos que le seguían"
(n. 22). Esta es, por tanto, especial y viva memoria de su ser de Hijo que hace del Padre su único
Amor -he aquí su virginidad-, que encuentra en Él su exclusiva riqueza -he aquí
su pobreza- y tiene en la voluntad del Padre el "alimento" del cual
se nutre (cfr Jn 4,34) -he aquí su obediencia.
Esta forma de vida abrazada por Cristo y actuada
particularmente por las personas consagradas, es de gran importancia para la
Iglesia, llamada en cada uno de sus miembros a vivir la misma tensión hacia el
Todo de Dios, siguiendo a Cristo con la luz y con la fuerza del Espíritu Santo. La vida de especial consagración,
en sus múltiples expresiones, está así al servicio de la consagración bautismal
de todos los fieles…
El
tercer motivo se refiere directamente a las personas consagradas, invitadas a
celebrar juntas y solemnemente las maravillas que el Señor ha realizado en
ellas, para descubrir con más límpida mirada de fe los rayos de la divina belleza derramados por el
Espíritu en su género de vida y para hacer más viva la conciencia de su insustituible misión en la
Iglesia y en el mundo. En un mundo con frecuencia agitado y distraído, la
celebración de esta Jornada anual ayudará también a las personas consagradas,
comprometidas a veces en trabajos sofocantes, a volver a las fuentes de su
vocación, a hacer un balance de su vida y a renovar el compromiso de su
consagración. Podrán así testimoniar con alegría a los hombres y a las mujeres
de nuestro tiempo, en las diversas situaciones, que el Señor es el Amor capaz
de colmar el corazón de la persona humana…
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