TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 12 de enero de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 12 DE ENERO DEL 2020, FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR - (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo electo de Toledo Administrador Apostólico de Coria-Cáceres)

«ESTE ES MI HIJO AMADO, EN QUIEN ME COMPLAZCO»

Mt. 3,13-17
    
     En aquel tiempo, vino Jesús desde Galilea al Jordán y se presenta a Juan para que lo bautice. Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?». Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia».
     Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».

Otras Lecturas: Isaías 42, 1-4.6-7; Salmo 26; Hechos 10, 34-38

LECTIO:
     El ciclo litúrgico de Navidad concluye con la fiesta del bautismo del Señor junto al Jordán, acto con el cual inicia su ministerio público y la misión encomendada por el Padre.
     El evangelio de este domingo nos describe esa escena, en la que Juan el Bautista está predicando junto al Jordán un bautismo de penitencia, y se le van acercando aquellos que quieren prepararse a la venida del Mesías. Escuchan, hacen penitencia, se reconocen pecadores y entran en el agua con el deseo de ser purificados.
     En esto que entre la multitud se acerca Jesús y se mezcla con los pecadores, siendo él inocente. Y al acercarse al Bautista, éste le reconoce y le señala delante de todos: Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jesús pide que le bautice, y Juan se resiste: “Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?”. La insistencia de Jesús empuja a Juan a realizar aquel bautismo también sobre Jesús… Cuando Jesús entra en el agua, fue plenificado de Espíritu Santo, el amor del Padre que lo envuelve con su amor, acogiendo el Espíritu Santo…
     A partir de este momento, el agua se ha convertido en vehículo transmisor del Espíritu para todos los que reciban el nuevo bautismo, por el que somos hechos hijos de Dios, amados en el Amado, por la efusión del Espíritu Santo, que nos capacita para la gloria. En el bautismo del Jordán, donde Jesús es sumergido en las aguas, tiene origen nuestro propio bautismo, primero de los sacramentos que nos abre la puerta para todas las demás gracias de Dios en nuestra vida. (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)
           
MEDITATIO:
     En el momento en el que Jesús, bautizado por Juan, sale de las aguas del río Jordán, la voz de Dios Padre se hace oír desde lo alto:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».
Y al mismo tiempo el Espíritu Santo, en forma de paloma, se posa sobre Jesús, que da públicamente inicio a su misión de salvación; misión caracterizada por un estilo, el estilo del siervo humilde y dócil, dotado sólo de la fuerza de la verdad. (Papa Francisco)
     Siervo humilde y manso, he aquí el estilo de Jesús, y también el estilo misionero de los discípulos de Cristo: anunciar el Evangelio con docilidad y firmeza, sin gritar, sin regañar a alguien, sino con docilidad y firmeza, sin arrogancia o imposición. La verdadera misión nunca es proselitismo sino atracción a Cristo. (Papa Francisco)
     ¿Cómo se hace esta atracción a Cristo? Con el propio testimonio, a partir de la fuerte unión con Él en la oración, en la adoración y en la caridad concreta, que es servicio a Jesús presente en el más pequeño de los hermanos. (Papa Francisco)
     Esta fiesta nos hace redescubrir el don y la belleza de ser un pueblo de bautizados, es decir, de pecadores —todos lo somos— de pecadores salvados por la gracia de Cristo, insertados realmente, por obra del Espíritu Santo, en la relación filial de Jesús con el Padre, acogidos en el seno de la madre Iglesia, hechos capaces de una fraternidad que no conoce confines ni barreras. (Papa Francisco)
ORATIO:
     Te pedimos Espíritu Santo nos hagas redescubrir el significado de nuestro bautismo como don tuyo y del amor del Padre, y te damos gracias porque has consagrado a Jesús profeta y Mesías y te has manifestado en él con plenitud, para que él pudiera derramar tus dones sobre nosotros.

CONTEMPLATIO:
     Los signos del cielo que tuvieron lugar en aquel momento transcendental de la vida de Jesús debieron impresionar tanto a los testigos del acontecimiento hasta el punto de que los cuatro evangelistas lo narran. Por otra parte,  la teofanía maravillosa en la que el Padre declara que Jesús es el Hijo amado, el predilecto, mientras el Espíritu Santo unge a Jesús en el comienzo de su ministerio público,  es la prueba más palmaria de su mesianidad y el más seguro refrendo de su divinidad. El relato del Bautismo del Señor es además para la Iglesia primitiva la mejor catequesis sobre el significado del bautismo cristiano.
     Efectivamente, la fiesta del Bautismo del Señor evoca el día de nuestro bautismo, el día más importante de nuestra vida, aquella fecha magnífica que todos deberíamos conocer y celebrar más incluso que el día de nuestro nacimiento físico.   En aquel día grandioso fuimos purificados del pecado original y lo que es más importante, fuimos consagrados a la Santísima Trinidad que vino a morar en nuestros corazones. En aquel día memorable recibimos el don de la gracia santificante,, el mayor tesoro que nos es dado poseer en esta vida. Es la vida divina en nosotros,  que nos permite formar parte de la familia de Dios como hijos bien amados del Padre, hermanos del Hijo y ungidos por el Espíritu. En aquel día fuimos  incorporados al misterio pascual de Cristo muerto y resucitado, sacerdote, profeta y rey, y en consecuencia, recibimos una participación de su sacerdocio real y de su condición de profeta, que nos habilitó y destinó al culto, a ofrecer sacrificios gratos a Dios por Jesucristo, y a testimoniarlo con obras y palabras. Al mismo tiempo, al incorporarnos a Cristo, Cabeza del Cuerpo Místico, quedamos incorporados a la Iglesia, la porción más valiosa de la humanidad, la Iglesia de los mártires, de los confesores, de las vírgenes, la Iglesia de los héroes y los santos, que han dado la vida  por Jesús y que nos estimulan con su ejemplo en nuestro caminar (+ Juan José Asenjo Pelegrina - Arzobispo de Sevilla)





   Ahora, sin embargo, hay otra acción de Cristo y otro misterio: Cristo es iluminado, Cristo es bautizado. Meditemos un poco sobre las distintas formas de bautismo. Bautiza Juan con el propósito de suscitar la penitencia; bautiza también Jesús y Él, sí, bautiza en el Espíritu. Éste es el bautismo perfecto. Conozco también otro bautismo, el del testimonio de sangre, que fue impartido también a Cristo mismo y es un bautismo mucho más venerable que los otros, (...) Al hombre ha sido dada toda palabra y para él se ha instituido todo misterio, a fin de que vosotros lleguéis a ser como lámparas en el mundo, potencia vivificadora para los demás hombres (Gregorio Nacianceno).

1 comentario:

  1. El Bautismo del Señor nos habla de la profunda humildad del Señor y de nuestro agradecimiento por ser hijos de Dios y hermanos de la familia del Padre. Es precioso que no se cierre el ciclo de la Navidad sin contemplar el BAUTISMO del Señor con estas tres claves:
    La profunda humildad del Señor que elige el camino de los últimos, de ponerse a la cola de los pecadores para compartir su condición y pasar por uno de tantos. No eligió significarse. No quiso llamar la atención. Su profunda sencilla humildad nos recuerda la del pesebre de la Navidad.
    El protagonismo del Espíritu Santo que revela la profunda identidad de Jesús, hijo amado del Padre y hermano de pobres y pecadores. No esta lejos de nadie. Los preferidos de su Corazón los que nunca cuentan para nadie. Sus preferidos los últimos y los penúltimos.
    El Jordán, con Jesús dentro, se convierte, por el Bautismo, en la fuente de la salvación. Naaman el sirio fue curado de su lepra en el Jordán por obedecer los designios de Dios. Cuando vivimos por el Bautismo, cumpliendo los proyectos de su Corazón, subsisten en nosotros de edad en edad, y de su Corazón abierto en la cruz, de donde brotan por el agua y la sangre, los sacramentos de la vida que curan nuestras heridas.


    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo electo de Toledo
    Administrador Apostólico de Coria-Cáceres


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